Julio 2017
Introducción…
En lo más profundo de cada ser humano existe el deseo del alma por unirse con el Señor …
Sé realista
Conoces el método: simran para ascender hasta el centro del ojo, y la corriente del sonido desde este centro hacia arriba …
No faltan oportunidades
El maestro sabe muy bien que con nuestros débiles pies y manos no podremos realizar este viaje, ni aun cuando viajemos durante cien mil años …
La meditación es el camino
El objeto de la forma física del maestro es crear amor y deseo por el Padre en nuestro interior, ponernos en el sendero y crear el anhelo de ser uno con el Shabad y Nam interiores …
Darshan y meditación
Desde el día en que mi amado me dio su darshan, mis ojos siempre ansían un vislumbre de su rostro una vez más. …
El maestro responde
Se te conoce por robar el corazón, la gloria de tu asociación es incomparable …
Cualidades del discípulo
Si vences a tu mente, has vencido al mundo. …
La intención es lo que cuenta
El maestro es la misericordia encarnada …
Cartas espirituales
¡Oh!, ¿adónde iré cuando la bienaventuranza es mi propio amor? Mi mente no fluctúa …
Sentir la humildad
Quien es manso y humilde, quien medita con amor y se entrega a los santos, en él mora el Señor como en el agua mora el pez. …
Gracia divina
Mi corazón está lleno de alegría; en un instante el amado apareció ante mí …
La esperanza del alma
Asiste al satsang, encuentra tu verdadero camino y fúndete en el amor de tu maestro …
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Sé realista
Conoces el método: simran para ascender hasta
el centro del ojo, y la corriente del sonido desde
este centro hacia arriba. Ahora te corresponde
a ti dar el siguiente paso: alcanzar el centro del
ojo. Puedes confiar en que tu amigo te ayudará.
Cuando el niño empieza a mantenerse de pie,
el padre le da la mano para sostenerlo.
M. Sawan Singh, Joyas espirituales
Un barquero encontró a un hombre que se estaba ahogando y que chapoteaba desesperadamente en el agua. Inclinándose desde su barco hacia el hombre que se ahogaba, gritó: “Toma mi mano”.
“¡Estoy sufriendo! –gritó el hombre, mientras continuaba precipitándose en el agua– ¡No tienes idea de mi agonía!”. “Solo agárrate a mi mano”. Dijo el barquero. “¡Oh! –gimió el hombre mientras se hundía–, cómo deseo estar en tierra firme”. Inclinándose aún más hacia afuera y extendiéndose más cerca de él, el barquero dijo: “Solo toma mi mano y resiste, tiraré de ti y te subiré al barco”. “¿Por qué me ha pasado esto? –clamó el hombre mientras seguía agitándose– ¡Es tan injusto que me haya caído al agua!”.
Si tú o yo estuviéramos en el bote, extendiendo nuestra mano para intentar ayudar a alguien que se ahoga, ¿no estaríamos tentados a gritar exasperadamente?: “Venga, hombre, toma mi mano. ¡Sé realista!”.
Nuestra situación no es tan diferente a la del hombre que se ahoga en esta historia. Cuando el maestro nos dice que debemos atender a la práctica de la meditación, él nos está diciendo: ‘Toma, toma mi mano’. En otras palabras: Despierta. Únete al Shabad para que no te ahogues en el vasto océano de la vida. Como nuestro maestro nos dice una y otra vez, el verdadero gurú es el Shabad y el verdadero discípulo es la atención concentrada en el Shabad.
El Shabad es la mano del Señor, extendiéndose hacia nosotros. Solo tenemos que agarrar esa ‘mano’, aferrarnos a ella en lugar de agitarnos y zarandearnos solos, y nos atraerá hacia un nivel de conciencia más elevado.
Afortunadamente para nosotros, el maestro actual no levanta las manos con exasperación, diciendo: “Vamos, hombre. ¡Sé realista!”. Al contrario, con paciencia hace que nos preguntemos: ¿Qué quieres? ¿Cuál es tu objetivo en la vida? Él dice, cada acción puede llevarte hacia tu meta o alejarte de ella.
¿Estamos siguiendo la dirección que el maestro nos ha indicado? Él apela a nuestro sentido común, preguntando: Si tu destino está hacia el norte, y pasas todo el día caminando hacia el sur, ¿cómo puedes esperar alcanzar tu destino?
Él nos dice que somos como los pacientes que van al médico; nos diagnostican la enfermedad y nos recetan los medicamentos, pero luego no tomamos la medicación prescrita y continuamos enfermos. Somos como esas personas hambrientas que leen recetas de cocina, pero no se toman la molestia de cocinar la comida para comérsela, así que lógicamente seguimos con hambre.
Si me das palabras te daré palabras,
si me das acciones te daré acciones.
¿Cuántas veces hemos oído decir al maestro actual estas cosas? Escuchamos en sus satsangs lo encarecidamente que pide al sangat que atienda sinceramente la práctica de la meditación diaria, es decir, ‘que agarremos la mano que nos está ofreciendo’.
¿No nos sentimos avergonzados de que el maestro tenga que rogárnoslo? Nuestro amoroso maestro es todo misericordia y bondad. ¿Hasta qué punto llegamos a ser negligentes que tiene que recurrir a regañarnos en sus satsangs? ¿Qué dice eso de nosotros como discípulos?
Sant Mat no es un camino para recrearse en sentimientos de vergüenza y culpa… Es un camino de acción. No es un camino de palabras floridas sobre el amor… Es un camino de acción. No es un camino de teorías y conceptos acerca de lo divino… Es un camino de acción.
Como el maestro actual ha dicho en muchas ocasiones, si me das palabras, te daré palabras. Si me das acción, te daré acción.
¡La elección es nuestra!
A Wake up Call
El alma es por sí misma inmortal; es, por así decirlo, una princesa de sangre real. Su desdicha dura únicamente el tiempo que permanece bajo el control de la mente. Es la compañía de la mente lo que la ha reducido a la condición de ‘esclava’. Por lo tanto, ponla bajo el control del Verbo o Shabad con el fin de liberarla de la servidumbre del demonio de la mente. Interiorízate y conecta tu conciencia con el Nam para que te eleves por encima de esta esfera de nacimientos y muertes. De este modo alcanzarás la salvación y bienaventuranza eterna.
Sardar Bahadur Jagat Singh, La ciencia del alma
No faltan oportunidades
El maestro sabe muy bien que con nuestros
débiles pies y manos no podremos realizar
este viaje, ni aun cuando viajemos durante
cien mil años. Él quiere hacernos ver que si
no interviene la gracia del Señor, nadie puede
caminar por el sendero de la inmortalidad.
Sardar Bahadur Jagat Singh, La ciencia del alma
Citando una de esas historias que los maestros nos relatan, con la intención de hacernos reflexionar sobre algún aspecto de las enseñanzas, se cuenta que una vez había un mendigo que fue aceptado en la corte de un rey como sirviente, y su esmerado trabajo y buen comportamiento le granjearon el afecto del rey. Cada día, sin excepción, cuando el sirviente finalizaba sus tareas se retiraba a su habitación, la cerraba cuidadosamente con llave y miraba el interior de un baúl que guardaba desde el primer día que llegó a palacio.
Los demás sirvientes, celosos del trato predilecto que el rey profesaba al sirviente, buscaron una excusa para desacreditarle. Fueron a ver al rey y le dijeron que el sirviente escondía un baúl en su habitación con objetos robados del palacio. Extrañado, el rey inmediatamente fue a la habitación del sirviente y le exigió que le enseñara el baúl que tenía guardado. Con humildad, el sirviente abrió el baúl y le mostró al rey lo que contenía, diciendo: “Mi señor, guardo aquí la ropa de mendigo con la que llegué a palacio para no olvidarme de quién era, de mis orígenes y de que si en la actualidad soy alguien te lo debo únicamente a ti; a tu generosidad”.
Tal humildad complació al rey de tal manera que lo nombró visir del reino.
En esta historia, el sirviente reconoce que es el rey quien le ha dado la posición que ostenta y que no se debe a ninguno de sus méritos sino a la generosidad del rey. Ahora mirémonos a nosotros mismos con una mirada introspectiva: ¿Qué virtudes tenemos? ¿Qué nos ha hecho dignos de recibir las enseñanzas de Sant Mat? ¿Qué nos ha traído al sendero, a la compañía de un maestro espiritual? ¿Qué ha movido la misericordia del Padre para que nos interesemos por él? Si no fuera por Dios ni siquiera pensaríamos en él, afirman los místicos. Maharaj Charan Singh dice en Muere para vivir:
Si no fuera por la semilla del amor y devoción que el Señor siembra en nuestro interior, jamás pensaríamos en el Padre. Siembra la semilla y luego nos proporciona las condiciones, la atmósfera y las circunstancias oportunas con las que se fortalece nuestro amor y nuestra devoción al Padre.
Examinemos este aspecto desde la siguiente perspectiva: ¿Qué posibilidades tiene el que se ha perdido en la más profunda oscuridad de la noche, donde no hay luz alguna, de encontrar el camino de regreso a su hogar? Necesitamos una luz que nos ayude a ver en la oscuridad. Esa luz tiene que venir de alguien que estando también a nuestro nivel disponga de luz, y ese alguien es el maestro espiritual o gurú. La palabra gurú proviene de la combinación en sánscrito de otras dos: ‘gu’ que significa ‘oscuridad’ y ‘ru’ que significa ‘lo que destruye’; es decir lo que destruye la oscuridad, lo que te ayuda a atravesar esa oscuridad. Cuando llegamos a la compañía de un maestro espiritual nos damos cuenta de que hasta antes de encontrarlo hemos estado literalmente perdidos en la oscuridad, y que por nosotros mismos no hemos sido capaces de encontrar el camino.
Hazur Maharaj Ji comentando el pasaje1:5-9 del evangelio de San Juan, sigue diciendo en el libro Muere para vivir:
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios llamado Juan y vino para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
Cristo dice que había un hombre enviado por Dios, y que en aquel tiempo era Juan el Bautista. Él envió a alguien desde su nivel a nuestro nivel para decirnos cómo eliminar ese velo de oscuridad y cómo ver la luz que está en nuestro interior A menos que ese hombre fuera enviado a nuestro nivel, a menos que nos dijera cómo eliminar esa oscuridad, ¿cómo podríamos ver la luz? Así, ¿qué es lo que hemos hecho nosotros? Y empleando otra metáfora, Hazur Maharaj Ji explica también en Muere para vivir:
Cuando te enamoras de alguien, automáticamente suspiras por esa persona, pero ¿quién hace que te enamores? (…) Hay algo dentro de ti que te empuja a amar a esa persona (…) ¿Qué es lo que tú haces? Si deseas arrogarte el mérito de ser tú el que corres tras el amado, estás equivocado. Si no fuera por ese amor, nunca suspirarías por el amado.
Ciertamente, es el amor del Padre, el amor del maestro lo que nos atrae para buscarle. Primero él tiene que infundirnos ese deseo o anhelo por él, si no fuera así seguiríamos ignorándole y continuaríamos anhelando el amor de este mundo. El Señor tiene sus formas de atraernos hacia él, como explica el Gran Maestro en Joyas espirituales:
La primera señal de su misericordia hacia cualquier persona es que crea en ella el descontento con la rutina mundana, y un anhelo por buscar la verdad.
Baba Ji suele explicar que cada momento o experiencia de vacío o insatisfacción en la vida manifiesta el sentimiento de bireh o anhelo por Dios, porque nos damos cuenta de que la felicidad a la que aspiramos es inalcanzable en este mundo, y que solamente la hallaremos junto a él. No importa cuánto nos haya dado materialmente el Señor, ni cuántos deseos satisfagamos, siempre sentiremos ese vacío porque lo que verdaderamente nos hará felices será la reunión con él, tras atravesar el dominio de la mente.
Antes de conocer al maestro estábamos hundidos en el mundo, esclavizados por las pasiones en mayor o menor grado y, lo peor de todo, sin conciencia alguna de que la clase de vida mundana que llevábamos no respondía al propósito que Dios tiene pensado para un ser humano. Nuestro encuentro con el maestro aquí, en este nivel, es una oportunidad. No solo tenemos la bendición de haber nacido en forma humana, sino que además nos ha otorgado el don de la iniciación. Y esto es la consecuencia y el resultado de su amor hacia nosotros. Él no cesa de darnos oportunidades; la cuestión es si las vemos, si sabemos aprovecharlas.
Hace poco, alguien le preguntaba al maestro si vendría a buscarle en el momento de la muerte. Él comentó que el maestro siempre viene, ¿cómo podría dejarnos solos, cómo podría actuar de otra forma? ¿Cómo un padre abandonaría a sus hijos en un momento tan crucial? El maestro siempre viene, la cuestión es si nosotros nos enteraremos, si seremos conscientes de su presencia. Y la forma de enterarnos, como él mismo señaló, es haciendo la debida preparación con la meditación diaria.
Por tanto, en esta relación como discípulos nos corresponde responder a la acción que siempre inicia el guía o maestro espiritual. Nosotros tan solo respondemos a su llamada. Y eso es lo que nos toca hacer como discípulos: responder a este gran amor para que llegue el día en que lo experimentemos en toda su inmensidad.
No podemos seguirle el juego a la mente y a las pasiones y al mismo tiempo vivir en su amor. Se requiere una sola dirección y determinación en el día a día, manteniéndonos en el esfuerzo por contener a la mente y llevar la atención al interior. Por eso, Baba Ji nos dice que el simran es lo único que está en nuestras manos: el resto es una consecuencia natural. El simran tiene el propósito de canalizar la energía dispersa y calmar nuestra mente, entonces de forma natural podemos ver y contemplar al maestro.
Cuando los maestros hablan del darshan nos dicen que no es solo mirar, ¡es algo más! Y para poder atesorarlo, nuestro recipiente tiene que estar vacío y limpio. Pero, ¿por qué la necesidad del darshan externo? Contemplamos la forma del maestro porque su forma auténtica es el Shabad, es el Verbo hecho carne, y contemplando su forma nos apegamos al Shabad interiormente, a la corriente audible de la vida, que el maestro personifica.
Hazur Maharaj Ji explica en Muere para vivir:
El darshan físico del maestro es de mucha utilidad para el propósito del dhyan o contemplación. (…) El darshan hace una llamada irresistible al ser interior del satsangui (…) Recibir bendición del mero darshan del maestro es algo grande, dado que esto indica que el buscador tiene amor, lo cual es muy esencial para la vida espiritual (…) da como resultado una atracción más profunda del devoto hacia el maestro en el plano interior.
Es con la contemplación como somos capaces de retirar nuestra conciencia hasta el centro del ojo y fijarla ahí. Y cuando estemos en el centro del ojo estaremos en contacto con el sonido y la luz interiores, que nos atraerán hacia arriba. Tal es el propósito de la contemplación o dhyan. El sonido es el que nos redime, nos purifica y nos lleva a la unión con el Padre. El darshan está ahí para nosotros, pero para recibirlo tenemos que ser receptivos.
Sin embargo, parece que nos cuesta mucho hacer la parte que nos corresponde en esta relación con el maestro: disciplinar a la mente, no dejar que nos extravíe. ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo ser más perseverantes en la práctica del simran? Se nos olvida que el maestro se ha encargado de que estemos en un ambiente y condiciones favorables para que, precisamente, se cumpla otra de las señales de su misericordia: “que el iniciado empieza a trabajar diligente y fielmente en la corriente del sonido, y emprende su viaje espiritual”, como señala el Gran Maestro en Joyas Espirituales.
Baba Ji nos ha explicado muchas veces que para conseguir una interiorización real en el momento de meditar, es decir, para retirar realmente la atención, tenemos que dirigirla todo el día en la misma dirección. Es importante cómo vivimos, cómo pensamos, cómo nos comportamos durante todo el día, y si mantenemos al maestro y los cinco nombres en nuestros pensamientos en lo que quiera que hagamos y a pesar de todas las dificultades que se nos presenten. Esa firmeza y determinación nos corresponden a nosotros.
Él no se cansa de darnos oportunidades. Ahora bien, ¿las aprovechamos? ¿Hacemos un buen uso de ellas? Él nos ha dado la oportunidad de un modo de vida respetuoso con el resto de seres, con unos valores dignos que en la medida en que nos ceñimos a ellos mejoramos como personas. Baba Ji nos explica que siendo discípulos debemos vivir de tal forma que seamos como un libro abierto, en el que no nos escondamos de nosotros mismos, y así todo lo que escribamos en él no nos avergüence sino que nos honre.
El maestro también nos da la oportunidad del satsang, porque en él recibimos esa fuerza que nos ayuda a considerar y fortalecer el sentido de la iniciación y nuestros pasos en el sendero. En el satsang gozamos y asimilamos la mejor influencia espiritual que podemos conseguir en el mundo. No hay discurso más elevado para el propósito de la realización de Dios que aquel donde a través de las palabras del maestro se ensalza el Nam.
El Gran Maestro dice en Filosofía de los maestros (abrev.):
Cuando un tema en particular se trata en el satsang, todos los oyentes piensan al mismo tiempo en ese tema, y como resultado el ambiente se satura con las corrientes de ese pensamiento. Todos los oyentes se benefician de esto y el tema deja una impresión duradera en las mentes de los presentes. En otras palabras, el hecho es que las corrientes de atención de los oyentes se enfocan en las verdades que se están comentando, lo cual carga la atmósfera de significado y beneficia a todos los que escuchan en proporción a la concentración de su atención.
Y la oportunidad del seva ¿para qué? El seva es un acercamiento al maestro. El seva es una oportunidad de hacer algo que nos relaciona con el maestro, que nos da sentido de proximidad con él, con las enseñanzas, con el sendero y, por tanto, nos ayuda a interiorizarnos repercutiendo favorablemente en nuestra meditación, de forma que podemos atenderla con una actitud más alejada del mundo y de los comportamientos habituales en él.
Sobre la oportunidad de la meditación, lo importante es cómo y con qué actitud la atendemos. Meditamos para complacer al maestro; sin cálculo ni expectativa alguna, meditamos, sencillamente, porque el maestro nos lo ha pedido. Él ha depositado su confianza en nosotros porque sabe que tenemos esa capacidad, aunque no debemos olvidar que únicamente con nuestros esfuerzos no podemos lograrlo. Él lo hará, recordemos que nuestra meditación es una súplica para invocar su gracia, nada más. Esa es la actitud correcta.
Y sobre todo, no olvidemos lo más importante: dedicar el tiempo requerido a la práctica diaria. ¡No hay excusas! Como suele decir el maestro, en la vida tenemos tiempo para hacer lo que nos gusta. Para eso, siempre tenemos tiempo. Por tanto, ¿acaso no nos gusta complacer al que es la persona más importante de nuestra vida? ¡Claro que sí!
En el libro A Wake up Call leemos:
… El maestro reafirma el hecho de que la meditación diaria es un proceso. Es un proceso gradual que lentamente nos desapega de lo físico y nos apega a lo espiritual. Este proceso nos ayuda a lidiar con los pesares cotidianos de la vida sin vernos afectados, sin dejar que las situaciones nos desequilibren. La práctica de la meditación actúa como un amortiguador durante los tiempos turbulentos. La conciencia que obtenemos a través de la meditación nos trae ecuanimidad y genera fuerza interior.
La meditación es nuestra responsabilidad. Tiene que ser un esfuerzo personal. Nadie más puede hacerla por nosotros. Nadie puede hacernos sentar para la práctica de la meditación. Tenemos que elegir hacerlo. Es una elección que hacemos libremente, por amor.
Un discípulo le preguntó una vez a su maestro: “¿Puedes hablarme de Dios?”.
El maestro respondió: “Medita”.
El discípulo estaba asombrado: “¿Solo una palabra?”.
El maestro repitió: “Medita”.
El discípulo estaba perplejo y dijo: “Sigues repitiendo lo mismo”.
El maestro dijo de nuevo: “Medita, no hay nada más que decir, tienes que meditar, tendrás que meditar”.… Dios está más allá de las palabras. Pero a Dios se le puede conocer meditando. Como se lee en la Biblia: “Estad quietos y sabed que yo soy Dios”.
Así que solo tenemos que hacerlo. La única instrucción es: ¡Haz la meditación!
Baba Ji en una ocasión habló de nosotros, los iniciados, en el contexto de esas oportunidades que tenemos de estar en su presencia en Dera o en los programas de satsang, y expresó que no podía encontrar mejores personas en el mundo, pues era consciente de la dura batalla con la mente que estamos llevando a cabo. Sin embargo, consideraba que nos faltaba algo, y ese algo era llevar esa experiencia, esa atmósfera que vivimos en su presencia a nuestros hogares, con nuestras familias, en nuestros trabajos… Si lo hacemos, todo puede convertirse en una experiencia dichosa y la vida tener un significado pleno.
¡Aprovechemos esa luz que con el maestro ha venido a la oscuridad de nuestras vidas! Esta es nuestra oportunidad para despertar, para ser conscientes. Solo se trata de eso, no tenemos que ir a ninguna parte, solo llegar a la consciencia de nuestra verdadera naturaleza, de quién somos y a quién pertenecemos, para no confundirnos nunca más. Si lo logramos, mediante la experiencia personal en la práctica interior de la meditación, el trabajo estará hecho.
Un satsangui mayor comparó el mitti seva (transportar tierra), con nuestra meditación.
Dijo, (…) tal y como incontables pequeñas canastas de tierra pueden con el tiempo llenar un gran barranco (…) cada momento de nuestra meditación nos llena con más amor por el Señor…, y con el tiempo transforma el paisaje de nuestro corazón, de una tierra árida en un bonito jardín adecuado para él.
The Enigma of Love
La meditación es el camino
El objeto de la forma física del maestro es crear
amor y deseo por el Padre en nuestro interior,
ponernos en el sendero y crear el anhelo de
ser uno con el Shabad y Nam interiores.
M. Charan Singh, Muere para vivir
En la introducción del libro Nobody, Son of Nobody (Nadie, hijo de nadie), se cuenta la historia de un joven discípulo cuyo maestro se había vuelto muy indiferente con él, hasta que finalmente le echó de su presencia. Angustiado y privado de ver a su maestro, sin tener a nadie más a quien recurrir, se vuelve hacia Dios y se arroja a su misericordia. De repente desciende sobre él una paz indescriptible y experimenta lo que estaba buscando. En ese preciso momento, su maestro llega hasta él y, aún confundido, el discípulo le pregunta por qué le había tratado de semejante forma.
El maestro sonrientemente le responde: “Ya habías dejado a todos y a todo, pero todavía había alguien que se interponía entre tú y Dios, ¡y ese era yo! Yo era el único ídolo que quedaba en el templo de tus esperanzas, deseos y miedos, y eso tenía que desaparecer para que tu ego se rindiera y tomaras refugio en el amado. Ahora, levántate y deleitémonos con esta victoria”.
Todos los maestros proclaman la misma verdad. El verdadero maestro es el Shabad. El verdadero darshan es el darshan interior. La verdad está en el interior. El viaje de Sant Mat puede llevar al discípulo hasta el nivel de la verdad más profundo, pero el discípulo debe llegar hasta ahí. El maestro puede indicarnos dónde está la verdad, pero él no puede experimentarla por nosotros.
Un padre ha cumplido con su responsabilidad cuando sus hijos ya no dependen de él. Únicamente entonces el padre se alegra, pues ha cumplido con la labor fundamental de educar bien a sus hijos. De la misma manera, la responsabilidad del maestro vivo es enseñarnos cómo contactar con la forma radiante, para que gradualmente lleguemos a distinguir lo falso de lo verdadero y viajemos por el sendero con pasos firmes y fuertes. El verdadero maestro es el Shabad que se proyecta a sí mismo en forma humana, y desciende al nivel físico bajo la apariencia de un maestro humano para mostrarnos al maestro interior y llevarnos de regreso a nuestro origen.
Un nivel de devoción maduro es aquel en el que el discípulo se da cuenta de que el verdadero maestro es el maestro que nunca muere. La meditación es el camino. La meditación es el medio a través del cual el amor y las emociones naturales generadas por el contacto con alguien que vive esa verdad, son dirigidos hacia dentro y hacia arriba, llevándonos a ese estado único en el que podemos estar en íntima relación con el verdadero maestro.
Meditación viva
Hay una gran diferencia entre el maestro y nosotros. Él es el Verbo hecho carne, nosotros somos, sencillamente, víctimas de la carne. El Verbo, Nam o Espíritu Santo llena todo su ser; pero en nosotros está dormido, apagado y cubierto por la oscuridad de nuestra ignorancia, nuestro ego.
Tenemos que relacionarnos con un maestro, el Verbo encarnado, mientras estamos en la forma humana, ya que el cuerpo humano es el precioso regalo con el que podemos contactar con el Ser supremo.
M. Charan Singh Ji, Luz sobre San Juan
Querida alma, contempla la forma del maestro,
pues sin ella no hay emancipación.
Tíñete del color del Nam
para que puedas encontrar tu verdadero hogar.
Decídete a entregarte al maestro
o no alcanzarás el objetivo de la vida.
¿Por qué corres tras ganancias materiales
y honores del mundo?
Deberás responder por todo.
Tendrás que sufrir las consecuencias
y pagar el precio de todas tus acciones.Ten un espíritu valiente
y escapa como puedas de la red
de los apegos del mundo.
Solo aquellos que luchan y someten su mente
son verdaderamente valientes.
Esta mente es un temible enemigo,
vive en tu interior y es difícil vencerla.
Desecha los demás métodos
y lucha contra ella con todas tus fuerzas.
Cultiva en primer lugar el amor por el maestro
y después escucha el Shabad interior.Sigue estas dos indicaciones
y abandona el resto de esfuerzos.
Una vez que tu mente se te rinda,
eleva tu alma hacia el cielo interior.
Continúa esta práctica
abandonando todas las demás,
pues otras búsquedas son mundanas y falsas.
Radha Soami lo explica para que lo entiendas;
refúgiate en el Nombre…
Sar Bachan Poetry (Selections), bachan 19, shabad 2
Darshan y meditación
Desde el día en que mi amado me dio
su darshan, mis ojos siempre ansían
un vislumbre de su rostro una vez más.
A él buscan y arden de dolor.
Su imagen, después de atraer a mi corazón,
sigue doliéndome como un dardo acerado.
Sin verle, con certeza perderé mi vida.
Solo la hierba curativa de su mirada
puede mi sufrimiento remediar…
Mira, la divina amante
Una mañana suena el teléfono…, al otro lado del auricular se oye a alguien entusiasmado y feliz porque el maestro acaba de anunciar una visita sorpresa dentro de unos días: ‘Buenas noticias: ¡que viene Baba Ji!’.
¡Que viene Baba Ji! Pegamos un salto y brota en nosotros una alegría inesperada, ¡cómo no sentir felicidad por ver al maestro! Colgamos el teléfono y sin pensarlo más, preparamos el viaje para verlo. Empezamos a buscar billetes de avión, de tren, etc., hacemos lo que haga falta porque queremos estar ahí.
¡Viene Baba Ji! ¿Cómo no vamos a ir? Justo cuando más lo necesitamos viene a aliviarnos un poco. Y en el fondo, vamos con expectativas: ‘Maestro, dime algo para que vuelva a casa con una recuerdo inolvidable que me ayude a seguir adelante con fuerza en la vida’. ’Por favor, deja una fuerte impresión en mí’. Vamos con la expectativa de que el maestro nos haga sentirnos especiales y queridos. Que nos dé una indicación de dónde estamos en el sendero. Y anhelamos tener un darshan tan especial, que no cesen las lágrimas y la alegría al mismo tiempo.
Por fin llega el momento y estamos en la sala: entra el maestro, está ahí, frente a nosotros… Está ahí, pero no sentimos nada. ¡Nada!, ¡cero! Comienza el satsang y prácticamente nada de lo que dice nos llega al corazón. Nada nos llena. No dice nada que nos llene de emociones y nos sirva de recuerdo hasta la siguiente vez que volvamos para recargar nuestras baterías. ¡Ningún milagro!
Se acaba el satsang. Y después de contestar muchas preguntas a buscadores de todo tipo, saluda, se levanta y se va. ¿Ya está? ¿Es todo?
¡No me puedo creer que se haya acabado así! Entonces es cuando nos damos cuenta de que aún y estando en su presencia, nuestro vacío interior continúa. Y a raíz de este vacío, empezamos a sentirnos culpables de no sentir nada y entristecidos pensamos:
‘No siento amor por ti maestro… ¿Por qué me haces esto? No me das lo que busco, y por otro lado no me dejas ir. ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué…?’.
Y ¿qué es lo que el maestro quiere de nosotros? Él no quiere nuestras emociones, él quiere nuestro amor, nuestro tiempo y nuestra dedicación. Además es un amante muy celoso, y por lo tanto quiere nuestra plena atención. Ahora bien, el amor está ahí: es la misma esencia de nuestro ser. En cuanto a la dedicación y tiempo, unos damos poco y otros damos más, pero todos tenemos la capacidad natural de dar lo mínimo exigido: dos horas y media de meditación diaria. Es decir, tenemos la materia prima. Ahora, lo que quiere el maestro es que la utilicemos para embellecer a nuestra alma.
El maestro nos pide madurez espiritual. Nos pide que comprendamos el verdadero darshan. Que salgamos de lo externo y nos hagamos conscientes de lo que es real. Y ¿qué es real?: ¿Su cuerpo físico? NO. Real es su forma radiante. El maestro que está en nuestro interior en su forma radiante. Entonces, en vez de decepcionarnos y sentirnos entristecidos cuando no llegamos a su ‘satsang sorpresa’, cuando esa visita no resulta ser como esperábamos o cuando no lo podemos ver físicamente, él nos pide que sintamos y vivamos esa tristeza, ese dolor, esa impaciencia y ese anhelo por verlo en nuestro interior cada día. Que sintamos esa necesidad de estar con él, de verlo todos los días de nuestra vida, y que eso nos motive a meditar más y más y más.
Eso es lo que está intentando transmitirnos el maestro: ‘entra en tu interior, que ahí te espero todos los días. A esa cita no fallo nunca. Ahí no hay expectativas ni sorpresas. Ni tercera fila, ni cuarta, ni última. Solo tú y yo. Ahí me encuentras siempre’. El maestro, con cada visita que nos hace quiere reiterar precisamente eso: ‘Da ese paso. Elimina la distancia que nos separa. Ya es hora de que madures y comprendas tu propia capacidad de hacer las cosas’.
Antiguamente, cuando nuestros mayores querían que valoráramos algo nos privaban de ello. Habremos oído la historia de varios santos, por ejemplo la de Bulleh Shah, quien estuvo alejado de su maestro durante mucho tiempo, y fue la distancia lo que intensificó su anhelo. Cuando no se tiene el privilegio de ver al maestro físicamente, la única forma de saciar la sed del ‘darshan’ es mediante la práctica de la meditación. Y aunque el maestro cada vez nos visita más y más, lo que espera es que algún día tomemos conciencia de nuestra meta espiritual y empecemos a tomarnos en serio nuestra verdadera tarea interior.
Pero preguntémonos, ¿lo está consiguiendo? ¿Vamos de darshan en darshan ‘recargando baterías’ o vivimos verdaderamente Sant Mat en nuestro día a día? ¿Entramos en la tienda, nos echamos el perfume hasta que la fragancia se desvanece con el tiempo, o adquirimos el frasco y nos lo llevamos a casa para tenerlo siempre con nosotros? En el libro Así hablo el maestro, un buscador le pregunta al maestro: “Dices que el Padre crea ‘la llamada’ en nuestro interior. Nos atrae. Crea anhelo. Él es el que nos da el amor y la devoción. Entonces, ¿por qué a veces sentimos amor por el Padre y otras veces no sentimos nada?”. Y el maestro responde:
Hermano, es debido a nuestros karmas. Los karmas son como nubes: van y vienen. Cuando el cielo se nubla, no podemos ver el sol. Pero cuando se despeja el cielo, volvemos a ver el sol. El Padre siempre nos está llenando de amor y devoción, pero a veces una capa de karmas cubre la luz divina en nuestro interior y no sentimos devoción alguna. Para eliminar ese velo de karmas que nos obstaculiza tenemos que atender a nuestra meditación.
Entonces, la cuestión es: ¿vamos a ver al maestro para sacar algo de él o sencillamente porque lo amamos? Baba Ji suele decir que si a la hora de mirar al maestro no lo hacemos consumidos por el amor, en realidad no estamos haciendo su darshan. Darshan es estar absortos en el amor de la persona que amamos. La forma física nos motiva a querer ver su forma radiante haciéndonos más receptivos a su gracia.
Ahora bien, si el darshan físico no jugase un importante papel en nuestra meditación, ¿por qué nos lo daría el maestro? ¿Por qué se desplaza también él miles de kilómetros? ¿Para darnos una charla, para recordarnos nuestro compromiso…? Todo esto podría hacerse mediante un video o un texto escrito. Pero existe algo en la presencia que no puede sustituirse con ningún medio externo: es esa poderosa atracción y magnetismo que desprende su persona lo que es irremplazable y lo que nos atrae interiormente. El darshan se da, no se toma. El maestro decide cuándo y cómo nos lo quiere dar. Nuestra ocupación a este nivel consiste en esforzarnos por ser receptivos, y él se encargará de derramar su gracia sobre nosotros.
En el libro Mira, la divina amante, se dice que Mira estaba tan enamorada de su maestro y anhelaba tanto su darshan que ese anhelo se convirtió en su único oficio. Pasaba las noches sin dormir dando vueltas en la cama, como un pez privado del agua. Perdió el apetito. Tan profundo era el anhelo de Mira que cuando un astrólogo le ofreció darle una predicción de su futuro, lo único que tenía en mente era ‘cuándo me encontraré con mi querido Señor’. Por supuesto, el astrólogo no tenía respuesta alguna a esa pregunta.
En una sesión de preguntas y respuestas de marzo de 1989, Maharaj Charan Singh Ji dijo: “Una vez alguien le dijo a Mira que se olvidara de su gurú, cuyo recuerdo le causaba tanto dolor. Ella contestó: ‘Llévate todo lo que tengo, pero no me quites este amor que siento por mi gurú. Aprecio esta separación que mantiene viva la llama de mi amor y no puedo abandonarla”.
Solo cuando estamos separados de nuestro amado, nos damos cuenta de la profundidad del amor que sentimos por él. No hay unión completa sin separación. La verdadera intimidad con el maestro la alcanzaremos en la meditación, pero mientras tanto el maestro, un ser realizado e iluminado, ha venido a visitarnos con un solo propósito: inspirarnos a meditar; con su presencia él quiere que le busquemos dentro, donde la realidad de su amor iluminará el nuestro. Tan solo hemos de visitarle todos los días en nuestra meditación, sencillamente como él nos ha indicado que debemos hacerlo, y empezaremos a saber lo que es el verdadero amor.
Que tu amor por la forma culmine en el amor por el que no tiene forma.
M. Charan Singh, Legacy of Love
El maestro responde
Se te conoce por robar el corazón,
la gloria de tu asociación es incomparable.
Estoy prendado del misterio que te rodea:
permaneces oculto bajo un velo,
aun así tu luz brilla por toda la creación.
Sarmad, Martyr to Love Divine
P. Maharaj Ji, si hablamos mentalmente con nuestro satgurú como si le habláramos a un amigo, ¿supone eso algún enriquecimiento espiritual?
R. La única ventaja consiste en que mientras estamos hablando mentalmente con nuestro maestro no estamos hablando mentalmente con otras personas, y de ese modo impedimos que nuestros pensamientos se dispersen por el mundo. Entonces resultará más fácil concentrarse espiritualmente en el centro del ojo. Si dejamos que nuestros pensamientos se extiendan por todo el mundo, naturalmente tardaremos algún tiempo en retirar la conciencia al centro del ojo. Así que siempre es mejor permanecer dentro de uno mismo, o permanecer dentro de nuestro maestro, vivir dentro.
P. Maharaj Ji, ¿es posible para un discípulo entregarse al maestro sin la meditación?
R. No creo que sea práctico. La pregunta es, ¿qué es el maestro? El maestro no es el cuerpo, es el Shabad interior. ¿Cómo podríamos fundirnos en él sin la meditación? Como he dicho, el maestro es el Shabad, la melodía divina que está en el interior de cada uno de nosotros, y tenemos que fundirnos en el Shabad para convertirnos en ese ser. ¿Cómo lo podemos hacer sin atender nuestra meditación?
El amor nos ayuda a meditar. El amor nos fuerza a meditar. Cuando se quiere a alguien, nos gusta estar siempre con esa persona. Si amamos al maestro y está dentro de nosotros, pondremos todos nuestros esfuerzos en estar con él, porque sin él nos sentimos desasosegados. Queremos estar con él. Como dijo Cristo, ‘ahora sabes el camino’. Cuando sabemos el camino a nuestro destino, hacia nuestro hogar, tenemos que seguirlo si queremos llegar allí. No puedo decir que no seguiré el camino si quiero llegar a casa.
La meditación es la única forma de seguir el sendero. Y el amor nos empujará y nos atraerá hacia nuestro destino. Eso es esencial. Pero el amor sin la meditación es solo una emoción. A veces se siente, a veces no. A veces nos sentimos llenos de devoción, a veces sentimos que estamos completamente en blanco. Con la meditación desarrollamos el amor que viene con la experiencia, con la convicción. La meditación arraiga profundamente las raíces de nuestro amor y nadie puede hacernos tambalear.
P. Maestro, ¿es posible amar al maestro?
R. ¡Es posible! Veamos, hay muchas relaciones de amor, pero ninguna es fuerte, ningún vínculo es tan fuerte como el de un discípulo y un maestro. Ningún amor es tan fuerte como el del discípulo y el maestro.
Spiritual Perspectives, vol. II
El hombre comete un error
teniéndose en tanto valor.
¿Qué son sus decisiones,
sus ideas y esfuerzos, trabajo y dolor?
¿Acaso no son sus hechos
como los hados conspirando contra él?
¿No es su pasado su propia ruina?
No hay escapatoria
de la rueda de nacimientos y muertes
excepto tu clemencia salvadora,
¡tu gracia y tu mirada!
¡Oh Señor! No me abandones a mí mismo;
por mí mismo no puedo ni hablar
ni guardar silencio.
No me abandones a mis fuerzas;
por mí mismo no puedo ni rezar
ni entregarme a ti.
No puedo entender la vida ni la muerte.
Por mi propio poder
no puedo ser un mendigo ni un rey;
no me abandones a mí mismo,
pues solo no puedo ganar mi alma
ni el conocimiento de tu Ser.
No me abandones a mí mismo,
pues soy incapaz de cruzar
el mar de los cambios.
Yo no puedo, ¡oh Señor!
No me abandones a mí mismo,
pues soy incapaz de cruzar
el mar de los cambios.
Yo no puedo, ¡oh Señor!
Gurú Nanak, sus enseñanzas místicas, Jap Ji, p.7
Cualidades del discípulo
Si vences a tu mente,
has vencido al mundo.
Gurú Nanak, citado en Vida honesta
Sant Mat es un sendero de devoción, pero también de acción. Y lo es porque caminar por él no significa que nos tengamos que limitar, sin más, a inclinar la cabeza en el exterior sin hacer ningún tipo de esfuerzo personal o sacrificio. No significa que podamos establecernos en la comodidad de nuestra vida tal y como era antes. Nuestro objetivo en ella ha cambiado, nuestras prioridades han cambiado, y con ellas también lo ha hecho la forma que tenemos de ver y de vivir esa vida.
El objetivo es excelso y podremos imaginar que para conseguirlo, los cambios en nuestras vidas serán igual de importantes. Si para conseguir cualquier cosa en la vida que merezca la pena, el esfuerzo y el sacrificio que tenemos que hacer son considerables, ¿qué no tendremos que hacer o sacrificar para poder realizar a Dios?
Del libro Spiritual Perspectives, volúmenes I, II y III, vamos a extraer diversos extractos de las palabras de Hazur Maharaj Ji, por lo que se especificará tan solo el volumen. En el volumen II dice:
Imagina los sacrificios que deberás hacer para retirar la atención al centro del ojo. (…) Debemos apartarnos de la sociedad (…) para poder adaptarnos y dedicarle tiempo a la meditación. Tenemos también que evitar según que compañías con las que ya no nos sentimos cómodos, que nos distraen, que nos desvían la atención del Padre, de las que no nos podemos fiar. Ese es el tipo de sacrificio que tenemos que hacer.
Ese es el tipo de sacrificio que tenemos que hacer. Simplemente tenemos que encontrar tiempo para la meditación, nada más. Tenemos que darle un sitio en nuestra vida, y eso que a priori no parece demasiado complicado de hacer, en la práctica puede resultar lo más difícil del mundo. Nuestro día a día, las prisas, las obligaciones que tenemos en el mundo nos confunden, cambian nuestro orden de prioridades y lo que al principio parecía fácil puede convertirse en algo muy complicado.
Esta es una misión complicada porque todos estamos metidos de lleno en la peor de las guerras, la guerra que estamos librando contra nosotros mismos.
El día de nuestra iniciación hicimos una declaración de guerra en toda regla, una declaración de guerra contra la mente y los sentidos. De una manera consciente o no eso es lo que hicimos, y no hay guerra que sea fácil, no hay guerra que no implique sacrificio.
En el volumen II, Hazur Maharaj Ji dice:
Al guerrero nunca le preocupa morir y sacrifica muchas cosas. Nunca mira atrás. No le preocupa lo que pasará (…) si le matan. Su único objetivo es el de (…) salir victorioso. De igual forma nuestro objetivo en la meditación debería ser como el del guerrero.
No deberíamos preocuparnos por lo que pasaría si abandonáramos la creación (…) tenemos que dejar de pensar en esas cosas y estar dispuestos a sacrificarlo todo para alcanzar nuestro objetivo. Un guerrero siempre está listo para luchar y nosotros deberíamos estar siempre listos para luchar contra la mente y para sacrificarlo todo y alcanzar nuestro objetivo; igual que el guerrero.
El ejemplo del guerrero que nos da Hazur Maharaj Ji es solo una forma de expresar la idea de que tenemos que luchar contra la mente y los sentidos de la misma forma en la que un guerrero lo hace contra su enemigo, sin mirar atrás, sin importarle los sacrificios que haya tenido que hacer, con un único objetivo en mente: el de mirar hacia adelante, el de luchar y el de vencer.
A la pregunta de si no había ningún tipo de diferencia entre un guerrero y un satsangui, Hazur Maharaj Ji responde: “Cada satsangui es un guerrero”.
Así nos ve el maestro, porque eso es lo que somos: guerreros, guerreros que luchan cada día contra la mente y los sentidos, contra sus propias debilidades, contra ellos mismos. Aparentemente no pasa nada, todos los días son iguales, todo parece en orden, pero en nuestro interior, constantemente, tiene lugar la más cruenta de las batallas, la más feroz de las guerras, la que el día de nuestra iniciación le declaramos a la mente y a los sentidos.
Pero en esta lucha no estamos solos, a veces y cansados como estamos de tanto luchar nos lo puede parecer, pero nunca estamos solos. Nuestro capitán siempre está al mando, siempre está pendiente, siempre nos está cuidando.
En el volumen III, Hazur Maharaj Ji dice:
El maestro te da una espada y te ofrece la mano como ayuda para luchar contra tus enemigos.
El maestro es nuestro gran amigo, nuestro gran compañero, nuestro capitán. Él es quien hará que ganemos esta guerra, y lo hará porque nos ayuda de muchas formas: nos encuentra, nos inicia en el sendero, nos da las instrucciones y los parámetros dentro de los cuales deberemos vivir nuestra vidas, nos cuida a lo largo de todo el proceso, nos recoge cuando nos caemos, nos anima a seguir adelante y muchas otras cosas de las que ni siquiera somos conscientes…
Sabiendo que estamos en manos de un guía así, de un maestro de esa categoría, ¿cuál sería la actitud correcta del discípulo? ¿Cuáles las cualidades que debería mostrar?
En primer lugar y siendo conscientes de nuestra falta de experiencia, de nuestra ignorancia, de los peligros con los que nos vamos a encontrar y de la sabiduría del maestro, una de las cualidades más importantes del discípulo es la obediencia, sin duda.
Hazur Maharaj Ji explica en el volumen III:
Obediencia significa (…) dejar de lado al ego. Cuando somos orgullosos o estamos llenos de ego no nos gusta someternos a nadie (…) cuando vamos al colegio tenemos que obedecer al profesor, debemos someter nuestra voluntad a la del profesor. Cuando llegamos al sendero tenemos que hacer lo mismo, tenemos que obedecer al maestro.
Y en el volumen II, leemos:
No podemos decir que lo queremos y a la vez no obedecer sus instrucciones. (…) Por eso Cristo dijo, ‘Si creéis en mí…’. Y creer en el maestro significa seguir su modo de vida, seguir sus instrucciones (…) porque eso automáticamente te llevará hacia el progreso.
Tenemos que obedecer al maestro, sencillamente, por pura lógica: porque nosotros no conocemos el camino y él sí. Nosotros no sabemos lo que nos espera y él sí. Él ha sabido canalizar el potencial que como seres humanos todos tenemos y lo ha conseguido. Por tanto sabe de qué habla. Pero no lo sabe desde un punto de vista teórico, sino que nos habla desde la experiencia, desde la suya propia vivida en primera persona, porque si no fuera así, ¿cómo podría enseñarnos?, ¿cómo podría guiarnos? Los maestros no nos hablan de conceptos vacíos, en ellos todo es una realidad.
Otra de las cualidades del discípulo, y no menos importante que la obediencia, es la honestidad, porque sin ella no podemos ni siquiera plantearnos empezar a caminar por este sendero.
El compromiso de la vida honesta es uno de los cuatro votos que todos asumimos en el momento de la iniciación. Un voto tan importante como el resto. Pero aunque todos tenemos claro en qué consiste meditar, llevar una dieta vegetariana o abstenerse de fumar y tomar alcohol y drogas, porque se refieren a aspectos externos de nuestra vida que se pueden identificar con facilidad, el tema de la vida honesta parece pertenecer a esa esfera de lo subjetivo donde cada cual, según su percepción, establece su propio criterio.
Sin embargo, en Sant Mat los parámetros de lo que es una vida honesta están muy bien definidos y nosotros, como seres humanos dotados de discernimiento, también sabemos cuándo lo estamos haciendo bien y cuándo no tanto; lo podremos ignorar e incluso lo podremos justificar, pero en nuestro fuero interno sabemos lo que no está bien.
El concepto de honestidad que la mayoría de nosotros tenemos consiste en ser honestos en nuestros tratos con el mundo, con los que nos rodean, en nuestros trabajos, a la hora de ganarnos la vida… Tenemos un concepto externo de lo que es la honestidad. Sin embargo Hazur nos ofrece otra perspectiva, nos da otra visión o idea de lo que es y nos dice que la verdadera honestidad consiste en no mentirnos a nosotros mismos.
En el volumen II, Hazur Maharaj Ji dice:
De hecho con quien tenemos que ser honestos es con nosotros mismos (…) Si somos honestos con nosotros mismos podremos vivir (…) de lo contrario siempre estaremos en guerra en nuestro interior. Si no somos honestos con nosotros mismos nos sentiremos mal, así que no deberíamos engañarnos. Debemos hacer frente a los hechos (…) entender la realidad tal y como es y ser honestos con nuestros sentimientos (…) cuando lo consigamos podremos también ser honestos con los demás. Siempre sabemos si estamos siendo honestos con nosotros mismos. No hace falta que nadie nos lo diga.
Y ser honestos con nosotros mismos significa no engañarnos, hacer frente a los hechos tal y como son. Aceptar nuestras debilidades y considerarlas como lo que son: debilidades, sin intentar esconderlas ni maquillarlas no ya a los demás, sino a nosotros mismos. El Gran Maestro nos dice en Joyas espirituales “… que para defender nuestras debilidades podemos proponer cualquier código, pero la debilidad es debilidad, y por mucho que la defendamos no se convertirá en fuerza”.
Y Hazur Maharaj Ji continúa diciendo en el volumen II:
Somos demasiado blandos con nosotros mismos; esta es la razón por la que somos parte de esta creación. Si fuéramos un poco más fuertes hoy no estaríamos aquí. Somos demasiado blandos. Siempre intentamos justificar nuestras debilidades, y al final acabamos convirtiéndonos en sus esclavos. (…) Si las justificas siempre serás su esclavo.
Hazur Maharaj Ji nos dice que hagamos un ejercicio de sinceridad, que nos miremos al espejo y que afrontemos los hechos tal y como son, sin adornos, sin imposturas. Que dejemos de justificar nuestras debilidades no solo con los demás, sino con nosotros mismos.
Entonces, cuando seamos capaces de hacer ese ejercicio de sinceridad, de honestidad en primera persona, y solo entonces, podremos también ser sinceros y honestos con los demás. Si no, todo se convierte en falsa apariencia, en superficialidad, en falta de verdad, y como nos dice Hazur Maharaj Ji, “… todos sabemos si en nuestro interior estamos siendo honestos con nosotros mismos o no”.
La mayoría de edad en el mundo trae consigo la capacidad de hacerse responsable de los propios actos, de asumir sus consecuencias dentro de la sociedad. Igualmente, en la madurez espiritual las debilidades no se maquillan, se aceptan y se superan. Dejemos de engañarnos a nosotros mismos y podremos dejar de engañar a los demás.
Todo esto, nos lleva a la tercera de las grandes cualidades del devoto: la capacidad de meditar, porque solo la meditación obrará el milagro y hará posible ese cambio de actitud para con nosotros. Solo la meditación hará que dejemos de justificarnos, que nos miremos con ojos más críticos, en definitiva que seamos como nos decía Hazur Maharaj Ji un poco más duros con nosotros mismos. Será la meditación y no lo desarrollado que tengamos nuestro intelecto, lo que conseguirá que adquiramos la fuerza de voluntad necesaria para poder aceptarnos tal y como somos, y para poder elevarnos por encima de todas esas debilidades que hoy por hoy controlan nuestra vida.
Hazur Maharaj Ji nos vuelve a decir en el volumen II: "Como Cristo dijo: ‘Si edificas sobre arena cuando llegue una tormenta la casa se desmoronará, pero si lo haces sobre roca la tormenta no será capaz de moverla’. De nada sirve quejarnos y preguntar por qué estamos en esta situación; estamos donde estamos, nuestra situación es la que es y, como el buen guerrero, solo podemos mirar hacia adelante y seguir luchando para conseguir salir de ella. No tenemos otra opción.
En respuesta a una pregunta, Hazur Maharaj Ji en el volumen II del mismo libro Spiritual Perspectives, siguiendo con la comparativa del soldado, finalmente, dice:
Ahora mismo estamos en mitad de una batalla y no haremos bien en pensar porqué empezó. Tenemos que empezar desde donde nos encontramos ahora, y ahora estamos de lleno en ella y tenemos que ganar. ¿Por qué la empezamos? En esta fase del proceso no tenemos respuesta, y ahora es demasiado tarde para pensar en ella. Cuando ya estás inmerso en la batalla (…) la única solución es continuar luchando.
El general siempre está al mando para ayudar y para guiar (…) en la lucha, pero es el soldado el que tiene que luchar.
Nuestro guía siempre está con nosotros, no nos abandona nunca. ‘El general’ como dice Hazur Maharaj Ji siempre está ahí para guiarnos en la batalla, pero la lucha… ¡es nuestra!
Mediante la obediencia al maestro y atendiendo a la meditación, permaneces feliz y relajado mientras pasas por tus karmas. Aceptas cuanto llega a tu camino como una gracia del maestro. Él es ahora el timonel en tu vida, que solo tiene tu felicidad y el mejor interés en el corazón.
M. Charan Singh, Muere para vivir
Cualquier acción que apegue tenazmente la
atención a la materia debe evitarse. Eliminar
los deseos sensuales de la mente, ser bueno,
de mente pura y honrado en el trato con los
demás, debilita la conexión de la atención
con el mundo. El objetivo es la concentración.
Cualquier acción que ayude a conseguir este
fin está bien.
Joyas espirituales
Deberías obtener la compañía de un santo
y escuchar su satsang. El aire fresco de su
espiritualidad vigorizante conferirá la misma
salud espiritual y frescura, y en un corto plazo
de tiempo te mejorarás a ti mismo. Luego las
cualidades de la virtud se manifestarán dentro
de ti.
Philosophy of the Masters, vol. I
Cuanto más preocupados estemos por el
mundo material, tanto más perderemos nuestra
perspectiva espiritual. Por esta razón, los santos
nos advierten de que el mundo es un lugar muy
peligroso. Desde su punto de vista, caminamos a
lo largo del borde de un precipicio, y si dejamos
que nuestra atención se desvíe podemos
morir despeñados. Por eso es tan importante
la práctica diaria de la meditación, como lo
son también el satsang regular y la lectura de
escritos espirituales.
Vida honesta
La intención es lo que cuenta
El maestro es la misericordia encarnada.
Tiene que haber también un sentimiento de
misericordia en el corazón del buscador. Si
es compasivo, será amable y tierno con los
demás… Con mente, palabra y obra se adherirá
a la no violencia. Pensará bien del prójimo. No
se manchará la lengua con palabras ofensivas
ni duras, ni causará sufrimientos a los demás
con sus acciones. Su hablar será suave y dulce.
La verdadera religión nace en ese corazón
misericordioso.
M. Sawan Singh, Mi sumisión
P. ¿Debemos intentar siempre tener presente la verdad en nuestras mentes al hacer una crítica?
R. Bueno, hermano, no estoy diciendo que debamos transigir con la verdad, pero hay diferentes formas de decirla. Si queremos tener presente la verdad, y nuestro objetivo es que la otra persona también vea la verdad como nosotros la vemos, entonces debemos decirle las cosas con amor, ayudándole a verlas desde esa perspectiva. Sin embargo, si tratamos de utilizar la verdad solo para humillarla, entonces realmente no estamos intentando tener presente la verdad. Entonces el ego se está entrometiendo, pensamos que somos superiores y solo estamos utilizando la verdad para humillarla. Eso no está bien.
P. ¿Sería mejor no decir nada?
R. Depende de la situación. A veces, el silencio es oro. ¡La mayoría de nuestros problemas en esta creación se deben a nuestra lengua! ¡Si supiéramos cómo controlarla o cómo usarla, creo que se solucionarían la mayoría de nuestros problemas! El control es algo muy bueno, y usarla correctamente es todavía mejor. Si no sabemos usarla correctamente, al menos debemos intentar controlarla.
P. Maharaj Ji, creo que hace unos quince años vi una obra de teatro llamada: “La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”, y su propósito era señalar que los seres humanos son incapaces de convivir y, al mismo tiempo, decirse siempre la verdad. De todas formas, en esta obra todos los actores empezaron a decir la verdad durante veinticuatro horas, y al final hubo divorcios, procesos por difamación, etc.
R. Tienes toda la razón. Había un rey tuerto, Maharajá Ranjit Singh, que solía celebrar juicios públicos en la corte o durbar, y alguien dijo: “Si en el durbar, alguien le dijera que es tuerto, le consideraríamos muy valiente”.
Entonces un hombre que, como has dicho, siempre decía la verdad, y también era valiente, fue a la corte y dijo: “Eres tuerto”, por supuesto que el rey se enfadó mucho. El hombre no había dicho nada que no fuera verdad, pero, naturalmente, ¿cómo podía el rey soportar que se le dijera ante todos los cortesanos que era tuerto? Entonces vino otro hombre, con el mismo objetivo, y dijo: “¡Mira la gracia de Dios; por muy poderosas que sean esas personas, incluso ellas, que tienen dos ojos, se inclinan ante tus pies!”. Dijo lo mismo y fue recompensado; el otro fue encarcelado. Ambos dijeron la verdad. Depende de cómo se haga, de cómo se diga una cosa. No siempre compensa decir la verdad bruscamente.
M. Charan Singh, Luz sobre San Mateo
Cartas espirituales
¡Oh!, ¿adónde iré cuando la bienaventuranza
es mi propio amor? Mi mente no fluctúa. Se
ha hecho incapaz de moverse. Un día surgió
en mi mente el deseo de ver a Dios. Raspé el
sándalo y extraje su perfume. Fui a adorar al
Señor en un templo, pero mi maestro me lo
mostró en mi mente.
Ramananda, citado en Mi sumisión
El primer paso en la práctica espiritual es comprender el objetivo de escuchar el Shabad. La función del Shabad es llevar al alma hacia arriba y hacia adentro, a los planos superiores. Pero el Shabad es incapaz de arrastrar al alma en tanto no la retiremos de todo el cuerpo y la recojamos en el foco del ojo. Lo mismo que una pieza de tela fina que se haya prendido en un arbusto espinoso queda hecha jirones si tiramos fuertemente de ella sin antes desprenderla de cada una de las espinas, de igual modo el Shabad no elevará al alma en tanto esté impregnando cada una de las células del cuerpo, aun cuando se oiga el sonido.
Por consiguiente, el primer paso es retirar del cuerpo la corriente de atención hasta el punto desde donde el sonido pueda elevarla. Esto se realiza concentrando la atención en el centro del ojo, lo cual solo es posible cuando la mente queda inmóvil. Hay varios métodos para inmovilizar a la mente y recoger la corriente de atención en los ojos. Pero el más cómodo y más fácil de todos ellos es la repetición de los nombres sagrados prescritos por los santos, mientras se tiene la atención fija entre los ojos. En realidad, es la mente la que ejecuta la repetición.
No es un asunto fácil poner a la mente bajo control y hacer que se quede inmóvil y tranquila. Esto requiere años de paciente labor. Cuando la concentración es completa y las corrientes del alma se han retirado hasta el centro del ojo, la atención se retiene allí con la ayuda del dhyan o contemplación de la forma radiante del maestro.
La ciencia del alma, carta 6
Cuando avances en tu meditación sentirás paz y dicha; pero será un sentimiento duradero, no momentáneo. Esto sucederá cuando hayas practicado y dedicado un tiempo considerable a la corriente del sonido. Los sanskaras, –es decir: las impresiones de vidas pasadas–, capacitan a ciertas personas para oír fácilmente la corriente del sonido; pero el solo hecho de oírla no es suficiente. Tienes que ser uno con ella. Tu amor al maestro y la repetición de los nombres sagrados te permitirán lograrlo. Hay energía, paz y bienaventuranza en el Nam, llamado también Verbo, Shabad o sonido. Y la forma real del maestro es también el Shabad. El Shabad es lo que todos buscamos.
… Nada debe interponerse en el camino de tu meditación; y ningún discípulo ha de enfrascarse tanto en los asuntos del mundo como para que interfieran en su bhajan (meditación) o afecten su equilibrio mental.
La ciencia del alma, carta 9
Sentir la humildad
Quien es manso y humilde,
quien medita con amor
y se entrega a los santos,
en él mora el Señor
como en el agua mora el pez.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
En una visita del maestro, uno de los asistentes le preguntó cómo adquirir y conservar la humildad. Es decir, ¿cómo adquirirla y conservarla ante las vicisitudes y problemas que tiene la vida, y las complejas relaciones que tenemos con los demás y con nuestro entorno? El maestro explicó que, en realidad, no hay que adquirir la humildad sino sentirla: Sentirla en nuestro interior. Esta es la verdadera humildad, la que desde nuestros corazones sentimos, apreciamos y nos esforzamos por conservar.
Maharaj Charan Singh dice en el libro Así habló el maestro:
Solamente puedes adquirir humildad eliminando el ego. El ego procede de la mente, y a menos que el alma deje a la mente no podremos llegar realmente a ser humildes.
Es decir, que debemos eliminar el ego para dar entrada a la humildad. Y si desapareciendo el ego surge la humildad, ¿cómo deshacerse del ‘yo’, del ego? En verdad, siendo humildes florecerá el amor. Y si de verdad tienes amor surgirá la humildad. Esta es la auténtica correlación: amor–, humildad. A mayor amor, mayor humildad. Son dos variables que están unidas de manera directa.
Pero ¿cuál es el auténtico amor que despliega la humildad? En realidad, nuestro amor está muy condicionado y persigue casi siempre un interés. Es un interés egoísta fruto del ego. Sin embargo, el verdadero amor no tiene interés alguno: simplemente es “amar por amor”. Es ese amor que le hace a uno perder su propia identidad. Aquí es donde perdemos nuestro ego, nuestro ‘yo’, porque pensamos no en nosotros mismos sino en los demás, en el ser querido y amado. Nuestro amor al maestro, nuestra devoción, nuestro amor al Señor nos hace automáticamente ser humildes.
Gurú Arjan Dev dice en el Adi Granth:
En la compañía de los santos, el rostro brilla y la imperfección se desvanece. En su compañía, la arrogancia desaparece y la humildad toma su lugar.
Debemos sentir la humildad, como comenta Baba Ji, pero, ¿cómo? La humildad está en nuestro interior, y es ahí donde debemos acudir para encontrarla. Es la meditación del Surat Shabad Yoga, con la constante remembranza del Señor y la experiencia del Nam, lo que nos llevará a tomar verdadera conciencia de que la humildad está en nuestro interior.
Cuando cruzamos la región de mente y maya, solo entonces surge la verdadera humildad en nuestro interior. De hecho ya está en nosotros, tan solo tenemos que despejar los obstáculos. Es una cualidad implícita del alma, mientras que el ‘yo’ es una cualidad de la mente. Por eso, en la meditación debemos tratar de aquietar a la mente y dominarla para liberar al alma. Entonces, automáticamente, brillarán todas sus cualidades; entre ellas, la humildad.
En realidad, para nosotros es muy difícil ser humildes como lo son los maestros y los santos. Tendríamos que ser como ellos para lograr su enorme humildad. Sin embargo, como discípulos sí está en nuestras manos ofrecer el debido esfuerzo para conseguirla.
¿Cómo debemos enfocar nuestros esfuerzos para que nuestra humildad se despierte cada vez más y podamos apreciarla? Como dicen los místicos ‘si sabes callar y sufrir, sin duda verás el favor de Dios’. Así que debemos ‘esforzarnos en nuestro esfuerzo’, porque la gracia le corresponde a Dios. Y ¿cuál es nuestro mayor esfuerzo? La meditación; nuestra suplica al maestro, a Dios, para que se apiade de nosotros y nos ayude a escuchar su Palabra para unirnos con él. Su gracia es lo único que debemos implorarle humildemente. En el libro Así habló el maestro, Maharaj Charan Singh dice:
Cuando somos capaces de purificar nuestra mente y librar al alma, solo entonces, podemos sentir la genuina humildad. Y la humildad tiene la característica propia del amor, ya que por ella volvemos a unirnos al Padre: nos unificamos con el otro ser. Deseamos perder nuestra propia individualidad para transformarnos en el otro ser. Así que si no estamos llenos de humildad, nos será imposible reunirnos con el Padre…
Nuestro esfuerzo debe dirigirse a él, al maestro. Enfocar correctamente el sendero espiritual en nuestras vidas. Él, el más humilde de todos, estando en todo y en todos nosotros pasa desapercibido. Así actúa él, en silencio y ocultando su poder. ¡Qué gran ejemplo de humildad nos da el maestro!
Él lo sacrifica todo por nosotros. Podría estar unido al Padre, sin necesidad de estar aquí con nosotros, sin embargo nos ayuda en todo momento y jamás abandona su gran seva: conducirnos interiormente hasta el Padre a través del Shabad. Esto no es sino humildad. A cambio no nos pide nada, solo nos aconseja que practiquemos la meditación.
En el poema ‘La humildad’, del libro Kabir, el tejedor del Nombre de Dios, leemos:
Kabir, conviértete en guijarro del camino,
arroja todo orgullo de tu corazón:
quien de este modo se convierte en esclavo,
encuentra al Señor.
(…) el esclavo del Señor
mejor debiera ser como polvo sobre la tierra.
(…) el devoto mejor debiera ser como el agua
que toma la forma del jarro que la contiene.
(…) el amante del Señor
mejor debiera ser como el mismo Señor.
Aquí Kabir nos aconseja que procuremos no molestar, no dañar ni ofender a nadie. Ni en palabras, pensamientos ni acciones. El devoto que busque en su interior la humildad, debería sentirse tan insignificante como un guijarro. Es más, un guijarro del camino incluso puede ser dañino, así que procuremos ser como el polvo del camino… Pero hasta esto puede dañar… Por tanto, amoldémonos a las circunstancias, como el agua. El agua pierde su identidad, su forma, porque se adapta a las circunstancias.
Kabir nos exhorta a que estando en este mundo y tratando con los demás, pensemos en Dios y adquiramos sus cualidades: “El amante del Señor mejor debiera ser como el mismo Señor”.
Así de fácil y complicado es. Fácil porque el mayor trabajo no es nuestro sino de él; su gracia. Tan solo se nos pide nuestro esfuerzo. Y esto debiera ser fácil, pero se hace complicado porque todavía no lo entendemos. No comprendemos que sin el maestro poco podemos hacer. Sin él no podemos avanzar en el sendero.
Pero él ya nos dio su promesa. Él no nos pide resultados, tan solo nos pide nuestro esfuerzo. ¿Qué más queremos? Más fácil, como dice el maestro, no puede ser: Meditemos, meditemos… ¡Así de fácil! Algún día con toda seguridad llegaremos interiormente a unirnos con él.
La humildad ya está en nuestros corazones, porque es la cualidad del alma. Tan solo debemos despejarla para que sea luz propia y podamos apreciarla, sentirla en nuestro interior. Todo lo demás es vana ilusión y engaño de nuestra mente.
Conocido es que cuando una rama está cargada de frutos, se inclina hacia el suelo. Sin embargo, cuando está verde, permanece erguida porque no tiene nada que ofrecer. Esto nos invita a meditar sobre lo que es la humildad en relación con el conocimiento. Igualmente, los maestros verdaderos en su gran humildad y por tener perfecta sabiduría y conocimiento, nos muestran sus enseñanzas sin pedir nada a cambio.
El hombre sabio siempre tiene algo que ofrecer en su humildad. El que no es humilde y pretende enseñar no puede dar sino orgullo y vanidad. Es lógico, porque siempre se da lo que se tiene, ¡nada más!
La humildad es fundamental en nuestro proceso de progreso interior, sin ella no podremos avanzar lo más mínimo en la espiritualidad, estaremos dando vueltas y vueltas, sin avanzar. La humildad es nuestra verdadera capacidad de amar. Se encuentra en nuestro interior, donde debemos buscarla doblegando al ego mediante nuestra meditación y devoción al maestro.
Tu deber es penetrar y llamar a la puerta, y la puerta se abrirá. El poder interior no se equivoca. Te abrirá la puerta cuando vea que ha llegado la hora. Aumenta tu amor y tu devoción, y entrégate completamente a su cuidado.
M. Sawan Singh, Joyas espirituales
Ayudar a alguien en época de dificultad es una
buena causa, un trato del que tú te beneficiarás
aún más. No dejes escapar esta atípica perla de
la oportunidad en el tempestuoso océano de
esta vida pasajera.
Sarmad, Martyr to Love Divine
La puerta de la salvación es sumamente
estrecha; solo si te vuelves muy pequeño
puedes entrar. El ego de la mente es grueso;
¿cómo la podría atravesar?
Gurú Nanak, sus enseñanzas místicas
Simplemente cambia tu modo de vida de
acuerdo con las enseñanzas y atiende a la
meditación. Eso es todo lo que se precisa. De
la meditación vendrá el amor, la sumisión y la
humildad. Todo vendrá.
M. Charan Singh, Muere para vivir
Gracia divina
Mi corazón está lleno de alegría;
en un instante el amado
apareció ante mí.
Encontré al amado y por su gracia
el Señor se me reveló.
Mira, la divina amante
Solamente aquellos que alcanzan su verdadero hogar obtienen gozo y paz eternos. Acaban con el ciclo de nacimientos y muertes para siempre y retornan al fin al Padre, escapando así de las repetidas torturas de los mensajeros de la muerte.
¿Con la gracia de quién, ganamos la entrada en la corte del Señor?
Con nuestros esfuerzos seguro que no. Solos no podemos hacer nada. Jamás podremos atravesar por nosotros mismos el terreno desconocido del sendero interior. Lo debemos todo a la inconmensurable gracia del maestro. Él derrama sus bendiciones sobre nosotros uniéndonos con el Shabad y el Nam, alejando todas nuestras dudas y apartándonos de este laberinto de ilusión. Es nuestro maestro el que nos coloca en el sendero correcto, y despierta nuestra mente mediante el amor y la devoción al Señor. Bendecidos con su gracia infinita, buscamos la puerta, la encontramos y le llamamos mediante la meditación.
Todos los seres del mundo son muñecos desamparados en manos del destino. No hay nada que puedan llevar a cabo con sus propios esfuerzos. Aquellos a los que el Señor desea derramar su gracia reciben el regalo de la forma humana. De entre estas almas afortunadas, él llama la atención a las que están marcadas. Esas son las almas a las que en su suprema generosidad desea liberar de la duda y la ilusión, a las que desea llamar de vuelta a su mansión, uniéndolas con la luz y el sonido.
La voluntad del Señor es suprema. Su voluntad se hace así en la tierra como en el cielo. El hombre está desamparado. Hasta que el Señor no derrama sus bendiciones no seguimos este sendero, ni se vuelven puras y limpias nuestras mentes. En tanto no nos tome en su regazo, la gracia del maestro no nos redimirá.
Y esa gracia se derrama sobre nosotros mediante el regalo de su devoción y amor, que finalmente nos armoniza con él y nos conduce hasta nuestro hogar, para fundirnos para siempre en el Señor.
M. Charan Singh, Muere para vivir
En el momento de la iniciación, el maestro proporciona el ‘rayo de vida’ y conecta al discípulo con la melodía del Shabad, estableciendo entonces un lazo sutil con el discípulo al que guía y lleva a la morada original.
M. Sawan Singh, Filosofía de los maestros (abrev.)
La esperanza del alma
Asiste al satsang, encuentra tu verdadero
camino y fúndete en el amor de tu maestro.
Él te ayudará a encontrar el tesoro del Nam en
tu interior y a reorientar tus pasos en los cielos
interiores. Hazlo ahora, en esta misma vida.
Sar Bachan Poetry (Selections)
Extracto de uno de los relatos del libro En busca del camino, creado a partir de los recuerdos de la autora Flora Wood en la época en que conoció al Gran Maestro, Maharaj Sawan Singh Ji, quien la inició y por quien se sintió atraída a las enseñanzas de Sant Mat:
Hoy asistimos al satsang principal y el maestro comenzó con la siguiente explicación:
Cuando miras un árbol te das cuenta de que ha surgido de una diminuta semilla (y el maestro hizo aquí un gesto con sus bellas y expresivas manos para indicar su pequeñez), y que la pequeña planta ha crecido poco a poco hasta convertirse en un gigantesco árbol cuyas enormes ramas proporcionan una extensa sombra. Si reflexionas, verás que todo esto estaba dentro de aquella pequeña semilla esperando desarrollarse. Pero si te hubieran dicho de antemano que esta diminuta semilla crecería hasta formar un árbol tan inmenso, nunca hubieras creído que fuera posible. De igual forma, el alma y la Palabra están ocultas en el interior del cuerpo y la mente del hombre, en espera de que un gurú verdadero las desarrolle.
El maestro describió, de forma muy gráfica, el descenso del alma desde Sat Nam y explicó cómo al principio queda atrapada por el encanto de la mente y maya, su sirviente, quien a través de los sentidos la va alejando de su verdadero destino. Al principio, la aparta mediante la belleza de la diversidad y después, cuando la separación se instala por completo, con la ceguera de la ignorancia, hasta que el dolor y el desconcierto acaban por llenar su vida. Llegado este punto, el alma ya no recuerda un origen que le sirva de referencia y, confundida por las sórdidas alternativas que sus compañeros le ofrecen, queda atada a una cadena de acción y reacción que se va haciendo cada vez más larga y fuerte.
En lugar de entrar en sí misma –explicó–, desarrolla el ego y se exterioriza apropiándose de todo lo que ve a su alrededor, consiguiendo, como resultado, atarse con mayor fuerza a su terrible entorno; aún y cuando la salvación está siempre más cerca de ella que sus propias manos y pies.
Este ego –continuó– es la principal barrera que obstaculiza toda oportunidad de retorno a nuestro verdadero lugar de pertenencia. El ego encuentra su manifestación en términos tales como: ‘mí’, ‘yo’, ‘me gusta esto’, ‘me desagrada aquello’, ‘mi mujer, mis hijos, mis bienes’. Con el ego predominando, nunca podemos poseer verdaderamente nada ni conseguir la felicidad permanente. Al contrario, solo podremos lograrla abandonando el ego definitivamente.
A veces, el alma se vuelve vagamente consciente de su problema e intenta purificarse y redimirse por diversos medios… Literalmente, la única esperanza del alma mientras esté en esta forma humana, consiste en encontrar un guía que conozca la salida de este laberinto y así aprender de él la técnica de retirar la atención al tercer ojo, donde sintonizará la música pura de la corriente audible de la vida, su propia fuente de vida.
De este modo, lentamente y por medio de la práctica asidua y ferviente, aprenderemos a discernir y comenzaremos a ver, en cierta medida, el camino que nuestro gurú intenta enseñarnos. Al principio, debido al alboroto de nuestra vida mundana, no podremos percibir enteramente la gloria y la armonía que hay en nuestro interior; sin embargo, ahí está, exactamente igual que el fuego que se encuentra latente en la madera y brota a la vida al frotar la madera de la forma adecuada.
Todo el secreto estriba en dedicarnos, de todo corazón, a practicar las instrucciones de nuestro maestro, de modo que no solo nos parezcamos a aquel a quien amamos, sino que literalmente nos convirtamos en él.
Sí; he pensado que esto es lo que significa bhakti (devoción verdadera). Es amar a nuestro maestro, tan devota y firmemente que todas las fuerzas materiales dominantes desaparezcan y nos fundamos automáticamente en él. ¡Esto es realmente bhakti!
Sach Khand (la región interior verdadera) está aquí, y únicamente mi voluntad se interpone en el camino. El peor de los enemigos se convierte en amigo, pues comprendiéndolo a él, entiendo la razón de todo y percibo la serenidad y la paz en el corazón de la vida. Ante esto, ya no tengo necesidad del ‘yo’ y me convierto en ‘tú’ y ‘él’.
Pero creo que la dificultad está en que no puedo mantener este pensamiento en la mente por mucho tiempo. Me iré de aquí y el mundo irrumpirá en mi interior, y toda la gloria de este pensamiento se disipará como el rayo de sol en el jarrón de cobre del pequeño muchacho de esta historia:
Un niño pequeño jugaba en el jardín de su casa de campo con un viejo jarrón de cobre. Era una radiante mañana de primavera, fragante y bañada de rocío, llena de sonidos y vibrantes colores, del zumbido de los insectos y de la salvaje dulzura del canto de los pájaros.
Se sentó un largo rato con el corazón chispeante de alegría, mirando como el sol llenaba las profundidades de su dorado jarrón y, con la inocencia y el amor de la niñez, pensó en su madre que yacía enferma en una sombría habitación de la casa: su corazón anheló súbitamente poder transmitirle la paz y la belleza del jardín con el fin de aliviarla. Mientras estaba tumbado en la hierba, pensó: “Si dejara el jarrón abierto durante un tiempo, se llenaría con la luz del sol hasta el borde”.
Al cabo de un rato, lo tapó y lo llevó cuidadosamente dentro de la casa donde estaba su madre, y le dijo: “Aquí dentro te traigo un poco de resplandor del sol”. Pero al abrir la vasija, el interior estaba oscuro y frío, y la tristeza le llenó el corazón.
¿Qué puedo hacer para retenerlo? Apenas hice esta reflexión, cuando escuché la voz del maestro en mi conciencia: “El ser humano por sí mismo está completamente desvalido, igual que una pluma agitada por el viento, solo adquiere el sentido de orientación cuando Dios le sonríe. Todos somos mendigos en su puerta, y solo podemos obtener su gracia pidiéndola continuamente. Entonces, por su misericordia, él nos escucha y nos lo da todo”.
Únicamente ejercitando constantemente el espíritu lograré fortalecerlo –pensé–, pues, como en cualquier otra actividad de la vida, la fortaleza nos viene de la práctica. Al menos dos horas y media de bhajan (meditación) al día, ha dicho en muchas ocasiones. Todo se debe a él; solo él puede darme tenacidad de propósito, el bhakti (devoción) para llevar esta tarea a cabo.
En busca del camino