Enero 2018
Introducción…
A diferencia de mantener o sostener teóricamente principios o creencias espirituales, la espiritualidad implica un proceso que se va aprendiendo …
Meditación y claridad mental
Cada respiración que efectuamos sin pensar en el Señor, es tiempo perdido …
La felicidad está en el contento
Con la meditación nuestras tendencias descendentes cambian de dirección: nos volvemos indiferentes a la lujuria, la ira se transforma …
Fe en el maestro espiritual
El maestro solo desea que le consideres como a un hermano mayor o como a un amigo, que sigas sus instrucciones como las de un benefactor, y que …
Cartas espirituales
La característica natural del amor es recordar con una mente concentrada …
El maestro responde
Difícil y excepcional es la devoción y fáciles de realizar las prácticas externas …
Salir de la rueda
No importa en lo más mínimo si se cree o no en la ley del karma, porque si se actúa contra la naturaleza de la vida se cosecha como resultado …
La visión de Ramanand
Debemos encontrarnos con ciertas personas, y debemos separarnos de otras …
La fe es la base de la devoción
Si el camino es largo y resbaladizo, la fe en el maestro y la práctica de la corriente del sonido fortalecerán el equilibrio, y la perseverancia …
Devoción viva
Merece la pena una vida, incluso de un solo instante, si se emplea en la devoción al Señor; la vida de un millón de eones se malgasta si en …
Cuando solo hay un ser
Desde el día que conocí a mi Señor, no ha habido fin para el romance de nuestro amor …
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Meditación y claridad mental
Cada respiración que efectuamos sin pensar en
el Señor, es tiempo perdido. Cada día es un
nuevo paso hacia el fin de esta vida. El tiempo
es breve, y tenemos mucho que hacer. No
sigamos la voz de la mente, que está siempre
dispuesta a apartarnos del sendero.
Maharaj Charan Singh. En busca de la luz
A medida que nuestra práctica de meditación se vuelve más estable, comenzamos a ver el proceso de la vida de una manera más objetiva.
Vemos a las personas y a los sucesos como lo que son verdaderamente, en lugar de seguir viendo nuestras propias proyecciones sobre ellos. Entonces es posible ser testigos y observadores de que nuestros pensamientos y emociones son tan solo: pensamientos y emociones, proyecciones mentales personales. Al ver con claridad estas proyecciones, nos deshacemos de ellas sin que nos afecten más. La ligereza de corazón que experimentamos nos permite profundizar en nuestra práctica de meditación. Cuanto más profundizamos, con mayor claridad vemos la naturaleza de la mente.
(…) A través de la práctica, podemos llegar a pensar con claridad.
Vale la pena cultivar este hábito, ya que nos puede ayudar a no caer en nuestras propias trampas mentales. Podemos ayudarnos, razonando y pensando las cosas a la luz de la perspectiva espiritual de los santos; usando nuestro sentido común para sopesar si lo que pensamos es razonable, lógico y verdadero; examinando si nuestras conclusiones nos llevarán más lejos o más cerca de nuestro objetivo espiritual.
Sin embargo, la verdadera claridad mental la alcanzaremos únicamente cuando las corrientes de pensamiento se asienten, cuando a través de la práctica del simran se aquieten las ondas mentales en el centro del ojo espiritual.
Para lograr mantener nuestra atención en el centro del ojo, es esencial que en el momento de la meditación dejemos todas esas cosas que demandan normalmente nuestra atención. Es esencial que nos recordemos constantemente que es nuestra percepción de los sucesos y de las personas lo que nos afecta; que es nuestra percepción de la vida la que nos hace sufrir, más que las personas y las cosas en sí mismas. Si somos capaces de darnos cuenta de este hecho y abandonamos nuestras obsesiones, entonces será más fácil concentrarnos en nuestra meditación. La percepción correcta ayuda a fortalecer nuestra capacidad de concentración. Es por esto que resulta crucial que pongamos todo nuestro esfuerzo en ejercitar el control sobre nuestros pensamientos.
Con claridad mental podemos ver que no vale la pena seguirle el hilo a muchas de las preocupaciones que nos impiden hacer el simran. Esas preocupaciones son personales, pues están basadas en nuestras concepciones distorsionadas de la realidad y no tienen trascendencia duradera. Por ejemplo, nuestro impulso de culpar a las circunstancias o a las personas es un autoengaño. Démonos cuenta de que las personas o los hechos no nos dañan, es nuestra forma de ver el mundo la que nos daña. Los hechos son impersonales; los demás no tienen la culpa; es nuestra propia percepción la que está equivocada. Lo que los demás piensan o dicen sobre nosotros no está bajo nuestro control: la opinión de los demás es su propia opinión, así que no deberíamos dejar que afecte nuestra meditación. Puede ser que los demás no sean lo que esperamos de ellos, pues cada persona tiene que pasar por su propio drama individual. Dada la ley del karma, es absurdo pensar que podemos hacer que los demás se ajusten al drama particular de nuestra propia vida.
Sucesos tales como el principio o el fin de una relación, las luchas de poder en nuestro trabajo o en nuestro seva, el caer enfermos, el volvernos ricos o pobres, ninguno de estos hechos está bajo nuestro control. La mayoría de ellos fueron determinados mucho antes de que naciéramos por nuestras propias acciones en nacimientos anteriores. Sacaríamos mucho más provecho si en lugar de tratar de controlar a otras personas, eventualidades o circunstancias, nos pusiéramos a controlar nuestros propios pensamientos.
¡De qué nos serviría controlar el mundo entero, si no podemos controlarnos a nosotros mismos! Lo cierto es que no podemos escoger muchas de las cosas que nos pasan, pero sí podemos elegir cómo reaccionamos ante lo que nos sucede: ¿Reaccionaremos de manera positiva? Eso sí lo podemos escoger. ¿Volveremos nuestra atención a la vida interior? Y de ser así, ¿qué elegiremos ahí?
Podemos decidir hacer simran o seguir ocupados con nuestra conversación interna. ¿Abandonaremos nuestra aparente necesidad de dejar que nuestros pensamientos y sueños nos entretengan infinitamente? Podemos cultivar el ser receptivos al sonido. ¿Le daremos tiempo a nuestra práctica espiritual? Podemos escoger tranquilizar a nuestra mente, cultivar claridad de pensamiento y tomar un camino de felicidad y libertad interior.
¿Seguiremos trabajando en nosotros mismos para fortalecer nuestro simran? ¿Qué escogeremos?
Espiritualidad básica
La felicidad está en el contento
Con la meditación nuestras tendencias
descendentes cambian de dirección: nos
volvemos indiferentes a la lujuria, la ira se
transforma en tranquilidad, la avaricia en
contento, el ego en humildad y el apego en
verdadero amor…
Espiritualidad básica
El libro Tesoro infinito, cuenta que Hazur Maharaj Ji comentó una vez en satsang que en esta edad moderna las personas se han vuelto bastante egoístas. Han olvidado como relajarse, nadie tolera a nadie y no hay felicidad ni contento a pesar de tantos bienes materiales.
Y para aclarar este punto, Hazur Maharaj Ji contó que el Gran Maestro fue una vez a la finca de Sikanderpur en un momento en que se hacían trabajos de construcción. Por la tarde, toda la familia se sentó a su alrededor. Su hijo mayor, Sardar Bachint Singh, había venido también desde su finca cercana y comenzó a contarle al Gran Maestro sus problemas a propósito de la familia y de la finca. El Gran Maestro, no obstante, no le prestó atención porque estaba escuchando a los trabajadores, que juntos cantaban canciones tradicionales después de su día de trabajo. Estaban riendo, danzando y cantando, y el Gran Maestro disfrutaba de su sencilla felicidad.
Sardar Bachint Singh trató de nuevo de atraer la atención del Gran Maestro hacia sus problemas. Entonces, el Gran Maestro le dijo: “Mira a estos trabajadores, ganan solo ocho annas (media rupia) por día, pero no tienen quejas. ¡Qué felices y contentos están! Te he dado tantas propiedades y riquezas…, y sin embargo tú solo vienes a mí con tus problemas”. A lo que Sardar Bachint Singh dijo: “¿Pero cómo puedes comparar las uvas con las bayas silvestres?”. Y el Gran Maestro le contestó: “Tú no estás feliz y contento ni siquiera con las uvas, mientras que ellos están felices y contentos de comer tan solo bayas silvestres”. Y terminó diciendo: “La felicidad no está en la riqueza ni en las propiedades sino en el contento”.
Bien… Hazur Maharaj Ji ya hablaba en sus tiempos del egoísmo como causante de todas nuestras desdichas y ausencia de felicidad, y como vemos las cosas no han cambiado; en general el ser humano continúa falto de los valores que deberían procurarle una vida llena de paz, amor y contento.
Sí, esa infelicidad se hace patente hoy al observar mayor intolerancia entre unos y otros, excesiva individualidad por todas partes y un creciente aislamiento personal. También es extrema la desconsideración por las necesidades del otro, a pesar de que el corazón humano solo podrá sentirse en paz cuando responda de forma fraterna. ¡Son tantos los comportamientos del ser humano que constatan una desconexión de sí mismo, un desconocimiento de su propio interior donde yace el depósito de toda virtud!
Hemos invertido los valores de la vida; vivimos y fomentamos lo externo y superficial, y hemos olvidado y enterrado lo mejor de nosotros mismos No olvidemos que el amor no está ausente en ninguno de nosotros, y que Dios no ha sido parcial y a algunos les ha dado más amor, más bondad, más positividad o más fraternidad… Él ha puesto una parte de sí mismo dentro de todo ser humano. Así que todos podemos ser mejores personas y encontrar la fortaleza de todas esas cualidades en nuestro interior.
Como tantas veces comentaba Hazur Maharaj Ji, cuando practicamos la espiritualidad nos convertimos en mejores personas, independientemente de la religión a la que pertenezcamos. Cualquier intento de mejora definitivo nunca tendrá éxito desde una plataforma social. Los místicos afirman que debemos procurar un cambio significativo, real, desde el propio núcleo del ser humano; lo cual solo es posible desde la espiritualidad. El ser humano requiere de una perspectiva interior más profunda para poder conseguir ese contento al que se refiere el Gran Maestro, el cual no se encuentra potenciando la individualidad, la riqueza, ni la propiedad… No está en nada de carácter material.
En el libro Espiritualidad básica leemos:
Los talleres de fin de semana, las afirmaciones mentales y otros tipos de terapia no hacen más que arañar la superficie. Puede que funcionen durante un cierto tiempo, pero su eficacia se acaba desvaneciendo y volvemos a nuestras habituales maneras de comportamiento autodestructivo. Estos métodos son como tomar aspirina para el cáncer.
Tenemos que escoger bien aquellas enseñanzas que nos conduzcan a una meta superior y que a su vez procuren una transformación positiva en nosotros. La meditación en el Verbo o Shabad que Sant Mat nos enseña, profundiza lo suficiente para extirpar la raíz de todos nuestros problemas.
Justamente esta práctica nos ayuda a desarrollar nuestras cualidades positivas; elimina los bloqueos que impiden que esas cualidades salgan a la superficie de manera natural. Con la meditación nos acercamos al núcleo de nuestro ser que es divino, y entonces, automáticamente, las cualidades positivas se empiezan a manifestar por sí mismas.
¡Así es como se origina el verdadero cambio en nosotros!
Paltu duerme despreocupado;
el propio Señor es su guardián.
Siendo el Señor su guardián,
Paltu disfruta de un sueño feliz.Completamente estirado, duerme relajado;
al verle, sus enemigos huyen.
Cuando el propio Señor hace guardia,
¿quién puede tocar ni uno de sus cabellos?No tengo preocupaciones, lo mío es suyo;
a él le corresponde ahora cuidar de mí.
Ya no tengo inquietudes;
todas mis preocupaciones
recaen sobre sus hombros.Ni por un instante él me olvida;
en todo momento está conmigo.
Aquel que ha dejado sus cargas al Señor
y a quien no le importa
lo que los demás piensan,
duerme, oh Paltu, despreocupado,
pues el propio Señor es su guardián.
Pt 1, kundli 155 San Paltu, su vida y enseñanzas
Fe en el maestro espiritual
El maestro solo desea que le consideres como
a un hermano mayor o como a un amigo,
que sigas sus instrucciones como las de un
benefactor, y que trabajes firmemente para
alcanzar los planos superiores dentro de ti.
Cuando llegues a ellos verás por ti mismo
la posición y dignidad del maestro en esas
regiones.
Maharaj Sawan Singh. Joyas espirituales
Sentimos admiración, respeto y devoción por el maestro, pero mientras no le percibamos interiormente, tan solo estaremos moviéndonos en el terreno de lo emocional e intelectual. Porque en realidad no sabemos quién es el maestro, y si no lo sabemos, ¿cómo podemos confiar y tener una fe plena en alguien a quien no conocemos?
Hazur Maharaj Ji comenta las enseñanzas de Cristo en el libro Muere para vivir:
… Ahora tienes todo tipo de dudas acerca de mí, pero cuando me veas interiormente no tendrás ninguna duda. De manera que aun cuando amemos al maestro, aunque tengamos fe y devoción en el maestro exteriormente, todavía hay algo dentro de nosotros que nos impide tener una fe completa, todavía aparecen algunas dudas constantemente.
Hemos asistido a reuniones con el maestro en las que alguien le ha expresado sus dudas. Y Baba Ji ha comentado que todos los que están sentados escuchándole en ese momento también tienen dudas, aunque no lo digan. Por eso, él muchas veces nos hace reflexionar sobre estas cuestiones: ¿Quién es el maestro? ¿Es el cuerpo o es algo más? ¿Es solo lo que ven nuestros ojos y lo que nuestra menta juzga y analiza?
Nuestras emociones son variables y las proyectamos en el maestro. Si por ejemplo, él empezara a comportarse de una forma que nosotros consideráramos que no es propia de un maestro espiritual, entonces dejaríamos de creer en él.
Intentamos poner al maestro dentro de conceptos prefabricados por nuestra cultura y educación, lo reducimos a esa pobre perspectiva. Pero en algún momento debemos de parar de darle rienda suelta a la mente y entender, como dice el Gran Maestro en la cita introductoria, que debemos esforzarnos por lograr la realización interior, y alcanzar esa conciencia superior que nos permita ver por nosotros mismos quién es el maestro realmente.
Hazur Maharaj Ji dice en Spiritual Perspectives, vol II:
La pregunta es, ¿qué es el maestro? […] el maestro no es el cuerpo, es el Shabad interior. ¿Cómo podríamos fundirnos en él sin la meditación? El maestro es el Shabad, la melodía divina que está en el interior de todos nosotros, y tenemos que fundirnos en él para convertirnos en ese ser.
Y continúa Hazur Maharaj Ji en Muere para vivir:
Todas las dudas desaparecen y se resuelven cuando ves la forma radiante del maestro. En ese momento hay una convicción auténtica. […] A partir de ahí, aunque el mundo entero se vuelva contra ti, no te preocupará nada. La fe que desarrollamos mediante la satisfacción de nuestro intelecto o por el razonamiento puede tambalearse en ocasiones, pero no ocurre lo mismo con la fe interior.
Efectivamente, se está refiriendo a esa fe verdadera que –como explica Baba Ji– solo tenemos cuando mediante la experiencia, sabemos por percepción directa y personal. Y hasta que no tengamos este tipo de fe, estamos sujetos a los vaivenes de la mente. Hoy creemos y afirmamos, y mañana tal vez negamos…
¡Es curioso como aseveramos tantas cosas de las que solo tenemos ideas o conceptos! Basta que acontezca un gran problema en la vida y nos desequilibre, para que veamos lo superficial que es nuestra fe en el maestro; incluso podemos llegar a recriminarle o culparle de nuestra mala racha. Así lo dice el Gran Maestro en Joyas espirituales:
A veces ocurre que la mente pierde la fe incluso en el maestro, y nos ofrece las razones más extrañas para argumentarlo.
En respuesta a las diversas expresiones de nuestras dudas sobre el maestro o las enseñanzas, Baba Ji nos explica, con contundencia, que eso ocurre porque nuestra comprensión está basada en los conceptos. Y entonces, él nos sugiere que empecemos de nuevo con una base más sólida y más firme. Nos dice que volvamos al ABC de Sant Mat: que practiquemos las enseñanzas, que nos afiancemos en la práctica. Porque si decimos que tenemos fe en el maestro, que le amamos, pero es un amor de palabras y que no se sustenta en la meditación, entonces, solo nos estamos engañando a nosotros mismos. Estamos intentando convencernos de que le amamos, pero es falso. En el amor verdadero tenemos experiencias interiores al nivel del Shabad. Y ese amor es el verdadero. Si no es así, hoy podemos sentir amor y mañana tal vez no.
De ahí que Hazur Maharaj Ji diga en Spiritual Perspectives, vol. III:
La experiencia interior da profundidad a nuestro amor.
Tenemos que ser honestos y darnos cuenta de que, dadas nuestras limitaciones, no comprendemos al maestro porque su esencia no es del plano material ni mental, sino espiritual (él es Shabad). Y a menos que trascendamos estos planos, nuestra comprensión de quién es el maestro es limitada, es un concepto, y por tanto nuestra fe es también inestable.
Con una expresión un tanto poética, captamos la idea de la grandeza e inmensidad del maestro expresada por Kabir en el libro Kabir, the Great Mystic:
Si toda la superficie de la tierra fuese convertida en papel, y todos los bosques en plumas, y los siete océanos en tinta, nunca podrían describir la grandeza de un gurú.
Debemos desistir de encerrar al maestro en lo que la mente nos impone. Y si no tenemos verdadera fe, al menos sigamos con estricta obediencia las instrucciones de las enseñanzas que nos ha dado el maestro. Basemos nuestra seguridad en el sendero, viviendo las enseñanzas de todo corazón; poniéndolas en práctica sinceramente. Eso es lo mejor que podemos hacer para salir de la confusión, la falsedad y la inseguridad a la que nos confina la mente. Si no hay obediencia, si no seguimos las enseñanzas que el maestro nos da, fracasaremos.
Es tan sumamente intrincado el camino interior, que si no confiamos de verdad en el maestro espiritual, si no nos asimos a su mano guía, siempre estaremos extraviados por los mismos precipicios, siempre estaremos dando vueltas en el mismo punto.
¿Alguien ha visto alguna vez que una flecha sin arco alcance el blanco? Igualmente es el camino; sin esa confianza en el maestro, nunca podremos llegar a nuestra meta, careceremos de su fuerza impulsora y correctamente dirigida.
En el libro A Wake up Call leemos:
Nos lleva años de práctica en el sendero espiritual pasar de una aceptación superficial del maestro y sus enseñanzas, a una incuestionable y firme confianza, nacida de un profundo amor.
Si la fe y confianza en el maestro fueran profundas nada perturbaría nuestras vidas, y estaríamos siempre en un estado de equilibrio, contento y fortaleza permanentes.
Hazur Maharaj Ji en el libro Legado espiritual comenta:
Existen personas tan desarrolladas espiritualmente que no les afecta lo que está pasando, aunque estén afrontando día y noche una tragedia. Los karmas son los mismos, mas los efectos son diferentes según las personas. La meditación nos ayuda, porque nos hace más fuertes espiritualmente y no perdemos así nuestro equilibrio al afrontar tales karmas: no sentimos sus efectos.
En este sentido, hay un conocido relato citado en el libro A Wake up Call que dice así:
"Un guerrero y su esposa estaban cruzando el mar para llegar a una isla en un pequeño bote. De repente, una feroz tormenta sacudió su pequeño bote. Zarandeándose brutalmente, con olas rompiendo en los costados, el bote parecía estar a punto de zozobrar.
La esposa estaba aterrorizada, pues sabía que si el bote se inclinaba y volcaba seguramente se ahogarían, y comenzó a temblar y llorar. Mientras tanto, el guerrero permanecía inmóvil. La esposa suplicó a su esposo que hiciera algo para salvarlos. Él continuó sentado sin moverse, totalmente en paz. Al escuchar el ruido de la tormenta, ella le gritó: ‘¿Vas a dejar que nos ahoguemos? ¿Por qué no haces algo?’.
Al oír esto, el guerrero silenciosamente sacó su espada de la funda y la sostuvo amenazadoramente contra la garganta de su esposa, pero ella comenzó a reír.
‘¿Por qué te ríes?’. Preguntó el marido. ‘Esta espada es muy afilada; solo un movimiento y te cortará la garganta’. A lo que ella respondió con confianza: ‘La espada puede ser peligrosa, pero está en tus manos. Y eso es suficiente para mí. Confío plenamente en ti, por eso no tengo miedo’.
El guerrero puso de nuevo la espada en su funda diciendo: “Pues igualmente esta tormenta está en manos del Señor, por eso no tengo miedo”.
Nosotros también estamos tratando de cruzar las bravas aguas de la tormenta de la vida hacia la lejana orilla de la Verdad. Y la lección que debemos entender, de una vez por todas, es que mientras sigamos confiando en nosotros mismos, en nuestro intelecto para caminar el sendero espiritual, la mente nos confundirá y enredará intentado darle sentido a las cosas. Sin embargo, si confiamos en el maestro, pondremos sus instrucciones en acción.
No hace falta intelecto para entender la Verdad. No se necesita el análisis para captar las verdades que el maestro enseña, solo hace falta amor, solo confianza. Por eso la mente debe aquietarse y entrar en un profundo silencio, para abrirse a una perspectiva superior que solo viene con la meditación. De esta forma dejaremos de tener conceptos preconcebidos, y de creer que lo sabemos todo. Entonces callaremos y escucharemos al maestro.
En el libro A Wake up Call leemos:
Por eso se dice que mientras más cerca estemos del amor del maestro, más seguros estaremos, y cuanto más nos afiancemos en el intelecto, más lejos, más inestables, más vulnerables.
La fe auténtica nos hace ser conscientes de que todo lo que acontece es únicamente para nuestro bien. En la historia mencionada hay algo destacable: “… esta tormenta está en manos del Señor…”, dice con convicción el guerrero que cruzaba el mar, y es esa fe lo que le da el convencimiento de que nada malo podrá ocurrirle: sabe que todo lo que pase es para su bien.
Nuestra vida como iniciados está dirigida por el maestro. En el libro Legado espiritual, Hazur Maharaj Ji dice:
Cuando un maestro inicia a un discípulo, se hace responsable de llevarlo de vuelta al Padre. […] cualesquiera sean las acciones de ese espíritu, el maestro se responsabiliza de ellas y rinde cuentas por cuanto se deba a Kal en esta creación. El maestro se hace cargo del karma del discípulo y le ayuda a quemarlo por medio de la meditación. Le ayuda de otras muchas formas a librarse de sus karmas, hacer que brille el alma y, finalmente, llevarla de vuelta al Padre.
Entonces, todo lo que pase o nos llegue a nuestra vida, viene de su mano.
Y añade Hazur Maharaj Ji:
Todo depende del maestro; él actúa por el máximo interés del discípulo.
Recordemos cómo los maestros insisten en que si es fortuna lo que es bueno para el discípulo: así será, y si es adversidad: así será también; ocurrirá lo que sea mejor para acercarle y unirle al maestro. Este es el trato en esta relación espiritual: en la felicidad y en la adversidad, su cuidado no cesa. Además, con la ventaja a nuestro favor de que cuando las cosas se ponen difíciles y sufrimos, él –como el alfarero que moldea una pieza de arcilla sujetándola con una mano por dentro y golpeándola externamente con la otra– nos sostiene por dentro, infundiéndonos fuerza y valor para enfrentarnos a las situaciones, mientras permite que externamente llegue o acontezca la adversidad.
Con confianza en el maestro podemos darle la vuelta a todo, no importa lo difícil que sea. Debemos estar convencidos de que todo está bien y, sencillamente, seguir el camino sin olvidar que él está con nosotros a cada momento. Nada negativo nos toca cuando tenemos esa confianza. Incluso los problemas tan solo son una forma de llamar con un nombre a una situación que no se ajusta a nuestros deseos, como muchas veces nos ha explicado Baba Ji, por eso podemos afrontarlo todo y salir adelante airosos y renovados. Todo puede acercarnos al maestro si tenemos confianza plena en él.
Por tanto, para un discípulo que cumple realmente con las enseñanzas, llega un momento en que su mente queda bajo control, y entonces piensa en lo más profundo de su ser: ¿qué hay que cuestionar? No hay dudas ni palabras, todo lo que acontece se le revela como obra de Dios. Solo desea y le ruega, que el maestro le mantenga por siempre fiel a él.
Afronta la vida animosamente, con paciencia y valentía, recordando que el Señor está ahí para ayudarte y guiarte si pones tu confianza en él. Atiende a tu simran. Ten siempre contigo los nombres sagrados a lo largo del día. El simran tiene un gran poder, y te dará mucha fortaleza. Tu meditación es la panacea para todos los males. Algún día, ella te sacará de este ciclo de nacimientos y muertes y te dará la vida eterna.
Maharaj Charan Singh. En busca de la luz
Solo un raro devoto, oh Señor,
repite tu Nombre.
Él, el Altísimo, siempre está presente;
pero sin fe y sin amor,
¿cómo invocarás su gracia?
Considera igual penas y alegrías
y con firmeza inmoviliza tu mente.
Dirige los sentidos y la mente hacia el Señor
y permanece siempre absorto en él.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
Únicamente podemos sentir devoción
hacia alguien superior a nosotros;
y solo absorberemos sus cualidades
en la medida de nuestro amor y fe a él.
El maestro está lleno de esas cualidades
y poderes espirituales, y nosotros
nos enriquecemos de esos poderes
y cualidades según el grado de nuestro amor
y devoción hacia él.
Maharaj Sawan Singh. Filosofía de los maestros, vol. II
El amor nos ayuda a meditar. El amor nos
fuerza a meditar. Cuando se quiere a alguien,
nos gusta estar siempre con esa persona. Si
amamos al maestro y está dentro de nosotros,
pondremos todos nuestros esfuerzos en estar
con él, porque estamos intranquilos sin él.
¡Queremos estar con él!
Maharaj Sawan Singh. Joyas espirituales
Cartas espirituales
La característica natural del amor
es recordar con una mente concentrada.
Maharaj Sawan Singh. Filosofía de los maestros, vol. II
Respecto al bhajan y simran, dices que tu mente te da muchas incomodidades, que no te deja hacer bhajan y simran, y que sin ningún rumbo crea olas. Esta es la tarea de la mente, pues es la creadora de todas las malas tendencias groseras y sutiles.
… Los que han aceptado las enseñanzas del gurú, y han orientado la mente dentro de su voluntad, reciben alabanzas y honor tanto en este mundo como en Sach Khand. Permanecer dentro de las directrices del gurú verdadero es el auténtico trabajo, hijo mío. Así que renuncia al ego, entrega tu mente, cuerpo y bienes al satgurú, y no consideres nada como tuyo. Entonces la mente nunca se desviará a ninguna parte, porque una vez que te desprendes de algo, dejas de tener derecho a reclamarlo. Sin embargo, ignoras la voluntad del gurú e interpones tu ego, lo que permite a la mente presentar sus exigencias. Así es como da problemas la mente.
Escucha siempre el Shabad-dhun y haz mentalmente tu simran. Deja de lado tus propios razonamientos y dirige tu atención al Shabad-dhun. Entonces el Shabad-dhun captará la mente de manera automática. Cualquier trabajo (mundano u oficial) que hagas, todo es trabajo del gurú. El gurú está dispuesto a transportarte a través del océano del universo. ¿Por qué, entonces, estás inquieto? El Shabad-dhun, que está siempre resonando dentro de tu cuerpo, nunca te abandonará. Aférrate a él. Ten absoluta fe en que él no descansará hasta que te haya llevado a Sach Khand.
Cartas espirituales, fragmento de la carta del 7 de mayo de 1901
A todos se les recuerda que hagan su bhajan y simran cada día, porque fuera del bhajan no hay nada que sea nuestro. Que el atractivo de alguna cosa mundana no nos los haga olvidar. Esta ocasión no se nos volverá a presentar. No escuches los consejos de la mente; permanece siempre dentro de la voluntad del satgurú. No sigas lo que diga la mente. Atiende a todas tus obligaciones mundanas pero guarda tu amor y fe para los sagrados pies del satgurú, porque nuestras respiraciones y nuestros bocados de comida están todos ellos contados. El trabajo mundano es para nuestro mantenimiento, la meditación para nuestra salvación; atiende a ambos. Por lo demás, di a tu mente que no obedecerás a sus mandatos; mantén siempre vivas en la mente las enseñanzas del satgurú. ¿Qué más puedo escribirte, hijo mío? Si obedeces, irás directamente a Sach Khand.
Cartas espirituales, fragmento de la carta del 10 de febrero de 1903
Todo lo que va a suceder, sucede de acuerdo con la voluntad del Señor supremo, Radha Soami. Sin él, nadie puede hacer nada. Ten firme fe en esto, hijo mío. El hombre no puede hacer nada: no puede disminuir ni aumentar nada. Anami Radha Soami, el Señor supremo, ha asumido la forma humana para dirigir los asuntos mundanos en el plano físico. Esta es la ley divina. Todo lo bueno que haya en el karma de una persona, o que deba dársele, viene a través de la forma humana. Y lo mismo, todo lo que se pierde a causa del karma, es decir, cuando se le tiene que quitar algo a alguien (no se va a dar más de lo que permiten los karmas), eso también es arrebatado en la forma humana. Así que no tengas ningún miedo, hijo mío; nadie puede borrar nunca lo que está en nuestro destino.
Mantente feliz en tu destino: ni recibirás más, ni se te dará menos. Solamente recibirás lo que sea voluntad del compasivo Señor Anami, Radha Soami. Así que sé feliz dentro de eso.
El bhajan y el simran es nuestro verdadero trabajo, hijo mío. Esto permanecerá siempre con nosotros, ya que es el don del satgurú. Este don crecerá, y nunca disminuirá. Cualquier otro honor, hasta la morada o paraíso de los dioses, es irreal. Está sujeto a la destrucción, y también a la creación nuevamente. Así que es lo mismo ganarlo que no ganarlo, porque un honor que primero se da y después se arrebata no significa nada. Pero así es como se desarrollan los asuntos del mundo. Así pues, ¿qué hay en las altas distinciones? Si se reciben, está bien, y si no, todavía mejor. En esto no hay nada por lo que debas angustiarte.
Por su gracia y misericordia, el mismo Dios te ha mostrado el camino a su verdadera casa. Has encontrado la casa de Anami Radha Soami, que supera a todo. Así que ahora trabaja para conseguirla y persevera firmemente en tu amor y devoción. Ten firme fe en que algún día, en este mismo cuerpo, él te llevará a la casa verdadera…
Cartas espirituales, fragmento de la carta del 31 de julio de 1903
El maestro responde
Difícil y excepcional es la devoción y fáciles de
realizar las prácticas externas.
… Cuando a una persona se le otorga el don
de la devoción, el gurú viene en su ayuda; tal
devoción solo se consigue con muy buenos
karmas.
Kabir, citado en Filosofía de los maestros, vol. II
P. Maharaj Ji, en su carta número trece, dice Baba Ji: “Un satgurú verdadero hace que una persona liquide todas sus cuentas en este mismo cuerpo, al hacer posible afrontar los resultados de los malos karmas de varias vidas anteriores”. Muchas personas que comienzan el sendero piensan que, de repente, contraen un sinnúmero de enfermedades, problemas y miserias como resultado de haber sido iniciados. Mi pregunta está basada en la frase anterior: “… los resultados de los malos karmas de varias vidas anteriores”.
R. Dado que el maestro se hace responsable de llevar de vuelta el alma al Creador, debe liquidarse cualquier karma que esta alma haya almacenado aquí, ya sea por medio de la meditación, ya sea en esta vida, ya sea en una distinta; el maestro decide cuál es la mejor opción. Él conoce si esa alma podrá sobrellevar esa pesada carga en esta vida. Si no es posible, el maestro le procura una nueva existencia. No obstante, hay seres capaces de soportar grandes contrariedades, de modo que pueden saldar los karmas de vidas pasadas en la presente existencia, como se señala en la carta aludida. Si el maestro no desea que un alma vuelva a este mundo, tienen que liquidarse los karmas.
P. Ya comprendo. Por consiguiente, mi pregunta es si un satsangui puede sufrir en realidad más que una persona corriente.
R. ¡No quiero asustar a los satsanguis! No es imprescindible que todo el mundo sufra así. No se trata de que por sufrir más, seas más puro.
P. Pero mientras más karmas pagues…
R. Por supuesto. O bien pagas por medio de la meditación o bien afrontándolos en esta vida, o volviendo a esta creación. En cualquier caso, los karmas tienen que saldarse.
P. Entonces, ¿puede haber una aceleración, una forma de aligerar el proceso?
R. Esto depende de cada individuo. Algunos tienen más capacidad de sufrimiento. El maestro piensa: les conviene experimentarlo en este mismo cuerpo físico, en lugar de renacer por unos cuantos karmas. Suponiendo que haya unos karmas que puedan concluirse en cuatro o cinco años, es preferible que queden saldados en la presente vida antes que nacer en otra solo para ese corto período. Naturalmente, cuando los karmas de cuatro o cinco años se añaden y deben saldarse en esta misma vida, definitivamente hay algo más de carga.
Legado espiritual
… Si decidimos acatar la voluntad del Padre, no se suscita la cuestión de rezar o pedir. ¿Por qué mostrar una falta de fe pidiéndole, como si él no supiera? Confiemos en él y dejemos que decida lo que considere más conveniente para nosotros.
Maharaj Charan Singh. Legado espiritual
Salir de la rueda
No importa en lo más mínimo si se cree o no
en la ley del karma, porque si se actúa contra
la naturaleza de la vida se cosecha como
resultado: sufrimiento.
La vida es justa
La palabra karma suena mucho hoy en día. Al buscarla en internet encontramos que karma es el nombre de una discoteca, la nueva colección de ropa de una marca, una línea de cosméticos, un restaurante, un perfume, una tienda esotérica… Es bueno tener presente una palabra que juega un papel tan importante en nuestra vida.
La ley del karma representa el equilibrio entre el dar y el recibir, es la justicia por excelencia. Normalmente la justicia se mira con buenos ojos. En general una sociedad avanzada siempre apela a la justicia. Se aspira a que todo sea justo: justicia social, comercio justo, igualdad de oportunidades, derechos y deberes de los ciudadanos… Todos estos conceptos apelan a la justicia. Cuando algo no nos parece justo, sobre todo si nos perjudica, nosotros también solemos apelar a la justicia. Por lo tanto, vivir en un plano que se rige por la ley del karma debería ser del todo deseable.
La mente humana es de naturaleza calculadora, calibra el esfuerzo en base al resultado final y lleva la cuenta de todo. La ley del karma también lleva la cuenta de todo, con la diferencia de que es implacable y espectacularmente justa; mientras que nosotros tendemos a buscar el propio beneficio más allá de la justicia. Buscamos pagar tres y obtener cinco y, ante una situación difícil, tendemos a exigir justicia para los demás y suplicar clemencia para nosotros.
Para comprender la ley del karma en toda su dimensión se requiere perspectiva. Si bien hay karmas que saltan a la vista al instante, por ejemplo, si pongo la mano en el fuego, me quemo, hay otros karmas que tardan más en desvelarse. Por ejemplo, el tabaco: todos los paquetes dicen que fumar mata y que es terrible para la salud, pero se sigue fumando, porque no mata de un día para otro y las consecuencias se ven a medio plazo. Por eso es tan difícil dejar de fumar; si fumar matara a los cinco minutos, poca gente fumaría.
Hay todavía otro tipo de karmas que solo se pueden comprender si entendemos que la vida está en el alma, que el cuerpo muere y el alma pasa de cuerpo en cuerpo. El concepto de la transmigración del alma da explicación a cosas que de otro modo serían inexplicables. Por ejemplo, que haya personas “malas” que sean ricas y tengan éxito, mientras otras “mejores” están sumidas en la desgracia. ¡Qué injusticia sería esto sin tener en cuenta la transmigración del alma!
Pero como decíamos, la ley del karma es tan implacable como justa y lleva la cuenta no solo de nuestros actos en esta vida, sino de los actos de las vidas anteriores. Nosotros desde el cuerpo solo vemos las experiencias de esta vida, pero los místicos explican que si conseguimos elevarnos, entonces, podemos ver de verdad. Ver más allá de esta vida y comprender cómo la ley del karma nos lleva de reencarnación en reencarnación. De la misma forma que cuando salimos de entre los árboles para ir a un lugar más alto, podemos contemplar la dimensión y el color del bosque entero.
Nuestra próxima vida se está escribiendo ahora mismo con nuestros actos: la familia de la que vamos a formar parte, la cultura, el país al que vamos a pertenecer, las penas y alegrías por las que vamos a pasar… Ahora mismo, todos y cada uno de nosotros estamos decidiendo con nuestra forma de actuar.
En el libro Tulsi Sahib, el santo de Hatras leemos:
Los tres mundos son el almacén,
las acciones buenas y malas son su mercancía
y Kal ha hecho del mundo un buey.
Ha llenado sus alforjas de ilusión
y ha empujado la bestia al viaje
de la reencarnación.
La justicia no tiene fecha de caducidad. Para la ley del karma, las causas no caducan, se quedan en el almacén del mundo y siguen vigentes de una vida a otra. Pero claro, si ya cuesta dejar de fumar cuando las consecuencias del tabaco están más que demostradas…, más costará intuir mínimamente que nuestros actos nos llevan de vida en vida. Puede ser útil darnos cuenta de una vez por todas, de que aquí, en esta vida, no hay gangas ni regalos, que todo tiene un precio.
Es deseable vivir en un mundo justo, da sensación de tranquilidad. Pero si lo miramos más detenidamente, nos pasamos el día actuando, y cada acción tiene su reacción. Así que nos pasamos los días, los años y las vidas recibiendo las consecuencias de nuestros actos. Y a este paso, ¡esto no se acaba nunca! Cualquier acción que hagamos, buena o mala, es un peso que cargamos como bueyes en las alforjas, y por ese peso nos vemos empujados al viaje de la reencarnación. Y llega un momento en que sentimos que tanto esperar y desesperar, cansa.
Baba Ji a menudo compara la vida a una partida de cartas. Ahora tiro yo, ahora tiras tú, luego el otro…, y todos vamos jugando nuestras cartas. Según nuestros karmas anteriores, a veces nos toca un buen juego y a veces no. Se acaba una partida y empieza otra. Y después otra, y otra… y otra más. Las partidas van pasando entre ases y doses, felices cuando ganamos, tristes cuando perdemos; un juego, otro juego…
A veces nacemos como pobres y acabamos millonarios, a veces somos niños mimados de buena familia, a veces enfermos o inválidos…, diferentes encarnaciones, diferentes juegos a jugar. ¡Esto cansa! Al principio puede ser interesante, pero llega un momento en que vivir de este modo deja de tener sentido. Es como el hámster que empieza a correr por la rueda emocionado, y con el tiempo ve que la rueda no le lleva a ninguna parte, que ese movimiento no tiene gracia. Tan poca gracia como un buey dando vueltas con las alforjas cargadas hasta arriba de ilusión.
La única forma de salir de la rueda de la transmigración es plantarse: decir basta. Quizás cuando uno dice “basta, ya no juego más”, no sabe ni lo que quiere, quizás solo sabe qué es lo que no quiere, pero de momento es suficiente.
Así que el primer paso para salir de la rueda es querer salir.
En el libro Kabir, el tejedor del Nombre de Dios leemos:
Has dormido y dormido;
perdiendo incontables días en el letargo.
Levántate ahora
para que los ladrones saqueadores
se marchen de tu casa con las manos vacías.
El simple hecho de plantarse, ya sirve para que la rueda empiece a perder velocidad. Entonces, si nuestra intención es sincera acabamos encontrando ayuda. El verdadero buscador, acaba encontrando al maestro. Se dice en oriente, que cuando el discípulo está preparado el maestro aparece.
Así que el segundo paso para salir de la rueda es encontrar al maestro verdadero.
En el libro Kabir, el tejedor del Nombre de Dios leemos:
Quien encuentra al maestro,
jamás regresa a este mundo miserable.
Evidentemente lo que el maestro dice es que si el motor de la rueda son los karmas, entonces habrá que dejar de crear karmas, causar el mínimo sufrimiento posible: dejar de matar animales para comer, procurar vivir honestamente y dejar de tomar sustancias que enturbian la mente y nos esclavizan, como son el alcohol las drogas y el tabaco.
Por de pronto, este es el plan básico. Es como si el maestro dijera, ‘mira yo te puedo ayudar a salir de la rueda, pero primero tienes que dejar de empujarla’. Uno tiene que ser capaz de llevar este tipo de vida.
Entonces el maestro le da un tiempo al discípulo para que pueda reflexionar y se asegure de qué es lo que realmente quiere. Es como el refrán que dice que no se puede nadar y guardar la ropa al mismo tiempo. Hay que ser capaz de comprometerse con este tipo de vida durante un año como mínimo para poder dar el paso siguiente.
Y el paso siguiente para salir de la rueda es ponerse bajo la tutela de un maestro verdadero: la iniciación.
En el libro Kabir, el tejedor del Nombre de Dios leemos:
Con un cubo vacío en la mano,
está impotente la aldeana
al lado del pozo.
¿Cómo puede llenar el cubo
cuando no dispone de cuerda?
El agua del gozo divino no puede beber,
pues desconoce el método.
El maestro enseñó a Kabir la manera,
y, sin esfuerzo, él alcanzó al Señor.
El maestro a través de la iniciación transmite el método al discípulo. El maestro establece el vínculo que une nuestras buenas intenciones y el objetivo final. Maharaj Charan Singh dice en el libro Spiritual Perspectives, vol I:
Satisfaciendo tus deseos mundanos no conseguirás desapegarte del mundo. Cuanto más combustible se echa al fuego, más arde. Cuanto más deseas cosas mundanas, mayor es tu hambre y sed de ellas. Satisfaciendo esos deseos mundanos, nunca conseguirás desapegarte.
Esta es la definición clara de lo que significa plantarse. Si hasta ahora se trataba de calcular y especular para conseguir lo deseado, ahora toca parar. No se puede parar de desear porque esto es algo que la mente hace de forma natural, pero sí se puede dejar de seguirle el juego, porque como el maestro dice, y como nosotros mismos hemos comprobado, el juego de la mente no se acaba. Más adelante, Maharaj Charan Singh dice en el libro Spiritual Perspectives, vol I:
Los deseos nunca se pueden satisfacer. La mente tiene que superarlos y aprender a vivir en la voluntad del Padre. Lo que nos dé, lo debemos aceptar con gratitud. Él sabe lo que es mejor para nosotros. Debemos tener fe en él. Sea lo que sea que nos dé, es por nuestro bien y debemos aceptarlo. No deberíamos desear nada más.
El maestro está hablando de la vía de la rendición. Entregar nuestros actos al maestro, dejar de especular para inclinar la balanza a nuestro favor y aceptar su voluntad con alegría. La rendición es una opción que no está al alcance de todo el mundo. Y lo explica a continuación, diciendo en el libro Spiritual Perspectives, vol I:
A menos que estés apegado a algo mejor, te resultará imposible desapegarte del mundo, porque la mente es amiga de los placeres. Salvo que obtenga algo más satisfactorio, permanecerá apegada a los placeres mundanos. Siempre desea más y más cantidad y más y más variedad. Pero cuando puedas apegarte al Espíritu y obtener dentro de ti mismo el placer del néctar, encontrarás ese deleite tan intenso y satisfactorio que automáticamente quedarás desapegado de los sentidos. Y ese apego será suficiente para desapegarte del mundo.
El maestro acaba de explicar la otra vía para salir de la rueda. Una vía que sí está al alcance de todos: la meditación. Por tanto, el último paso para salir de la rueda, evidentemente es la práctica espiritual.
La meditación es apegarse a ese algo superior que hay en el interior. La práctica continuada de la meditación, trae consigo el desapego y nos acerca a la rendición. La espiritualidad es un camino de acción. Es algo que se vive, que se hace realidad a través de la vivencia personal… En esencia, la espiritualidad acontece con la práctica.
Señor, tejo el paño de tu Nombre.
El estéril trabajo
de tejer para el mundo
ha llegado a su fin.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
La visión de Ramanand
Debemos encontrarnos con ciertas personas,
y debemos separarnos de otras.
Estos encuentros y separaciones
también están en conformidad con
la ley del karma.
En base a esto es como funcionan
las relaciones en este mundo.
Gurú Nanak, citado en Filosofía de los maestros, vol. I
Hay una historia en el libro Filosofía de los maestros, vol I, donde se explica que en la época de Kabir, el gran sabio Ramanand, quien era consciente de todas sus vidas anteriores, supo que debido a que en una vida previa había atravesado a un conejo con su lanza, arrastrándolo después cierta distancia, tenía que pagar por estas acciones en su vida actual. Y sucedió que el ser del que en una vida fue un conejo regresó a este mundo como ser humano, ostentando el cargo de ministro del rey en esa época. Siempre que Ramanand pensaba en las funestas consecuencias de esa acción, temblaba y se sentía infeliz.
Un día, Kabir le preguntó a Ramanand por qué se sentía tan angustiado. Ramanand entonces habló sinceramente desde su corazón y le contó la historia de su vida anterior, sabiendo que por esa acción tendría que morir siendo atravesado por la lanza del ministro, además de ser arrastrado por las calles hasta su último aliento de vida.
Kabir le aseguró a Ramanand que le ayudaría. Entonces, se fue a casa del ministro y permaneció esperando a su puerta.
Un día, el ministro le preguntó a Kabir la razón de su permanencia allí día tras día, y Kabir le narró toda la historia.
El ministro era también un alma evolucionada y tenía conocimiento de este incidente ocurrido en una vida previa. Él le aseguró a Kabir Sahib que aunque no sería posible evitar el castigo que implicaba la muerte de Ramanand, al menos no lo arrastraría. Cuando Ramanand supo esto, exhaló un suspiro de alivio.
Cuenta la historia que con el paso del tiempo el país fue invadido por Sikandar Lodi y, mientras Ramanand estaba sentado al pie de su ventana, fue herido de muerte por el ministro durante el ataque a la ciudad.
¿Qué nos sugiere esta historia?
¡Produce escalofrío pensar en que no podremos evitar tener que afrontar las consecuencias de aquellos actos que hemos realizado en el pasado, máxime cuando ni siquiera somos conscientes de lo que hemos hecho anteriormente! ¿Cómo será nuestro lote?, ¿Qué bondad o maldad esconden las acciones pasadas, guardadas en el almacén del karma, cuyos resultados un día formarán parte del destino de nuestra vida?
Los místicos nos explican que la ley del karma es la ley más importante de la creación: como es la acción, así es la recompensa. Estamos desvalidos ante nuestros karmas de destino. Cualquier cosa que esté predestinada en nuestro destino, deberá suceder, y además todo lo que hacemos, lo hacemos bajo la influencia de nuestros karmas de destino. Entonces, ante esto, podemos preguntarnos: ¿cuál es nuestra condición ante esta predeterminación e inevitabilidad?
Surgen dos aspectos sobre los que nos corresponde reflexionar:
El primero: Podemos protegernos para que el efecto de lo que ineludiblemente debemos de afrontar, como resultado de nuestras acciones, no nos provoque tanto sufrimiento. Los místicos nos sugieren que la mejor forma de hacerlo es adaptándonos a las circunstancias de la vida. El destino no cambiará, pero nosotros sí podemos cambiar mediante la fuerza interior que conseguimos con la práctica de la meditación.
Hazur Maharaj Ji solía explicar que si nos calzamos unas botas fuertes, las espinas de la vida (los karmas) resultarán completamente inofensivas. Los problemas de este mundo nunca acabarán y los karmas no desaparecerán. Sin embargo, siguiendo las enseñanzas de los santos o maestros, podemos elevarnos por encima del sufrimiento de la materia y de la mente, de modo que no nos afectará ni el dolor ni el placer.
También asistiendo al satsang y asimilando completamente las enseñanzas conseguimos el entendimiento adecuado, de manera que sin desesperarnos y sin culpar a nadie aceptamos con una actitud madura el pago de nuestras deudas.
El segundo aspecto: Los místicos nos explican que si bien ninguna especie inferior a la forma humana dispone de libertad para actuar, los seres humanos tenemos libertad de acción de acuerdo a nuestro karma de destino. Por lo tanto, podemos aprovecharnos, en cierta medida, de esa limitada capacidad de libertad de acción.
Pero surge la pregunta, ¿de qué manera se puede hacer esto?
Exactamente ‘obrando bien’, en otras palabras, realizando acciones que produzcan los resultados que nos gustaría recoger. Actuando a la luz de la sabiduría de los místicos, quienes con tanta claridad nos explican que las acciones positivas producen resultados positivos y las acciones negativas producen resultados negativos.
Cuando entendamos que solo obtenemos de la vida aquello que damos, actuaremos de forma positiva si aspiramos a una vida noble y feliz. Tenemos la oportunidad de prestarle atención al instinto divino que todos tenemos dentro, y con nuestra forma de vivir contribuir a crearnos un destino mejor y superior.
Con este entendimiento, sabemos que ahora mismo, en este instante y en el siguiente, tenemos la oportunidad de garantizarnos el futuro que queremos para nosotros. Comportémonos de aquel modo que contribuya no a acumular sufrimiento sino felicidad, y no la felicidad efímera que proporcionan las cosas de este mundo sino la eterna felicidad del alma. Vivamos como discípulos interesados en la espiritualidad, cuyos actos, especialmente la acción de la meditación, nos garanticen el destino más feliz; el que está más exento de sufrimiento.
Recordemos, en conformidad con la ley del karma, que únicamente nosotros somos responsables de nuestra felicidad.
Según una persona hace, así cosecha…
Los seres son herederos de sus karmas.
Buddhism, Path to Nirvana
La fe es la base de la devoción
Si el camino es largo y resbaladizo, la fe en el
maestro y la práctica de la corriente del sonido
fortalecerán el equilibrio, y la perseverancia
y el valor nos acercarán al final de nuestro
camino.
Maharaj Sawan Singh. Joyas espirituales
¿Por qué debemos tener devoción y amor por un maestro? Porque un maestro –que es la manifestación de la realidad suprema y está dotado de sabiduría ilimitada, amor y compasión– desciende de su morada de bienaventuranza a este mundo oscuro y trabaja sin descanso, haciendo caso omiso a todas sus dificultades e incomodidades, con el único propósito de liberar a los buscadores. Es natural y necesario, por tanto, que la gente esté inmensamente agradecida y profese una enorme reverencia, adoración, fe, devoción y amor a un benefactor espiritual tan abnegado. Y esta actitud de fe, amor y devoción del discípulo hacia su maestro, es esencial para la realización de la meta espiritual última.
La fe es en realidad el fundamento de la devoción (bhakti), ya que cuando se arraiga firme y profundamente, se transforma naturalmente en amor y devoción. Finalmente, la fe se convierte en devoción plena.
Según el budismo, un aspirante espiritual debe ampararse en: Buda (maestro), el dharma (las enseñanzas) y en su comunidad espiritual, al tiempo que se embarca en el viaje espiritual. Ampararse en el maestro iluminado significa rendirse a él, eliminar el ego y seguir totalmente sus instrucciones y disciplina. Significa obedecer sus enseñanzas y confiar la propia vida y el bienestar espiritual en sus manos. Ahora bien, debe entenderse que el buscador espiritual que adopta la protección de Buda no se ampara en un ser humano. Buda, el Iluminado, es el Dharmakaya o el Tathdagata (realidad suprema) manifestado –la realidad suprema en forma humana–. Él tiene el poder de hacer que otros sean conscientes de su verdadera naturaleza, su naturaleza búdica, que es también la propia esencia del buscador. Solo un ser que se ha unido al Dharmakaya es digno de la fe y el amor del discípulo.
Sin embargo, para que el devoto –en su reverencia, fe y amor– no comience a adorar la forma humana del Iluminado, Buda desalienta la veneración de la forma física. En el momento de su muerte, cuando le estaban ofrendando flores y polvo de sándalo, Buda le explicó a Ananda el modo verdadero de adorarle:
Ananda, aunque todas estas ofrendas se hacen en honor al Tathagata, no es esta la manera apropiada de honrarle, venerarle, reverenciarle y adorarle. Si los monjes, monjas y discípulos laicos viviesen de acuerdo con mis enseñanzas y las siguiesen estrictamente, estarían honrándome y venerando de forma correcta, y guardándome el respeto y reverencia verdaderos.
La fe que Buda tanto remarca no es una fe ciega o irracional, sino que se basa en la atenta observación del maestro y en la cuidadosa comprensión de sus enseñanzas. La fe es absolutamente compatible con una investigación abierta y con un cuestionamiento crítico. Las dudas en relación al maestro, la doctrina (…) deben resolverse mediante la práctica de las enseñanzas y reemplazarse gradualmente por la fe.
Extraído del libro: Buddhism, Path to Nirvana
Nuestro miedo más profundo
no es que seamos incapaces.
Nuestro miedo más profundo
es que somos poderosos,
más allá de cualquier medida.
Lo que más nos asusta
no es nuestra oscuridad,
es nuestra luz.
Nos preguntamos:
¿quién soy yo para ser tan brillante?,
¿tan magnífico, talentoso y fabuloso?De hecho, ¿por qué no habrías de serlo?
Eres un hijo de Dios.
El que te hagas el modesto
no le sirve de nada al mundo.
No hay nada iluminado en achicarse,
para que otras personas no se sientan
inseguras cuando están contigo.Nacimos para hacer manifiesta
la gloria de Dios que está en nosotros.
No está solo en algunos de nosotros; está en todos.
Y a medida que dejamos que nuestra luz brille,
inconscientemente le damos a los demás permiso
para hacer lo mismo.
Marianne Williamson, citado en Meditación viva
Devoción viva
Merece la pena una vida,
incluso de un solo instante,
si se emplea en la devoción al Señor;
la vida de un millón de eones se malgasta
si en ella no hay rastro de amor por Dios.
Kabir, el tejedor del Nombre de Dios
¿Qué significa tomar refugio en un maestro espiritual? ‘Refugio’ es una palabra muy íntima y significativa. Cuando somos pequeños tomamos refugio en nuestra madre, padre y hermanos…, nos amparamos en ellos para afrontar los retos de la vida. Igualmente tomar refugio en un maestro espiritual, es ayudarnos de su fuerza para afrontar el gran reto que representa liberarnos de la esclavitud del cuerpo y de la mente llevando una vida auténticamente espiritual. Para triunfar en este gran reto es necesario confiar en nuestro guía y es también imprescindible practicar sus enseñanzas. Esa práctica es la expresión de nuestra devoción hacia él, es nuestra manera de responder a su generosa guía y protección.
La devoción al maestro siempre se resalta en cualquier sendero místico, es ‘el factor principal o la raíz del sendero’, porque del mismo modo que vemos que en la naturaleza, todas las hojas de un árbol, su fruta, etc., son el resultado de sus raíces, similarmente, toda percepción y realización interior se derivan exclusivamente de la devoción a un guía espiritual… La devoción no es un rezo o un concepto, es algo vivo que tenemos que sentir en nuestro corazón. En la vida, la devoción por el ser al que amamos nos lleva siempre a complacerle; igualmente la devoción a nuestro guía espiritual nos ha de llevar a cumplir con sus enseñanzas.
Queremos llegar a Dios, y el maestro nos dice que es posible si seguimos sus instrucciones, pero, eso sí, tenemos que seguirlas todas sin olvidarnos de ninguna: ser lactovegetarianos, no tomar drogas ni alcohol, ni productos derivados el tabaco, llevar una vida moral digna y meditar diariamente dos horas y media. Es más fácil y satisfactorio esforzarnos por seguir todos los compromisos que hemos adquirido desde la iniciación, que vivir con remordimientos continuos por estar fallándole a aquel a quien decimos amar. Por tanto, en este sendero debemos esforzarnos y seguir la única regla que tiene el amor: la entrega.
Y si bien, hasta cierto punto, hemos depositado nuestra confianza en el maestro que nos ha iniciado en el sendero del Surat Shabad Yoga o Ciencia del alma, nos queda ahora desarrollar verdadero amor y devoción por él. Y decir verdadero, quiere decir amor espiritual, interior, porque indiscutiblemente a nivel emocional todos sentimos amor hacia él. Hay una característica muy particular que experimenta todo discípulo con respecto a su maestro, y es que en algún momento tiene la certeza de que él es más que un simple ser humano… Y entonces surge espontáneamente una actitud devocional que crece a medida que nuestra consciencia se eleva.
En el libro Buddhism, Path to Nirvana se relata la leyenda de Angulimala, un conocido ladrón, y en ella se exalta el poder sublime que desprende la presencia física de un maestro.
En una ocasión, Buda caminó tranquilamente por el sendero donde merodeaba este ladrón, aunque la gente intentó disuadirle para que se alejara, y se cuenta:
"Angulimala vio en la distancia venir a Buda y empezó a perseguirlo con sus armas. Sin embargo a pesar de correr con todas sus fuerzas, no fue capaz de alcanzarlo… Y pensó:
‘Es asombroso, Aunque antes podía atacar y atrapar a un elefante, a un caballo o a un carruaje corriendo... ahora no soy capaz de alcanzar a este asceta…’.
Y quedándose quieto, le gritó: ‘Quédate quieto, asceta’. A lo que Buda, sin dejar de caminar, le contestó:
‘Yo estoy quieto, Angulimala, pero quédate quieto tú también’.
[…] El ladrón, sorprendido, dijo: ‘¡Aunque estás caminando, asceta, dices que estás quieto; y a mí que estoy quieto me dices que no lo estoy! Así que te pregunto: ¿Por qué dices que tú estás quieto, y yo no?’.
A lo que Buda le explicó: ‘Yo siempre estoy quieto después de haber dejado de lado el apego a todos los seres. Pero tú estás descarriado por tu apego a los seres vivos. Por lo tanto, yo estoy quieto (porque estoy en paz); pero tú no lo estás (porque no tienes paz)’.
Así, las sencillas y sin embargo profundas palabras de Buda penetraron en el corazón de Angulimala que arrojó sus armas, se postró a los pies de Buda, y le rogó que le aceptara como discípulo”.
Tal fue la encantadora y poderosa influencia de Buda en este ladrón. Y es que como todos los maestros ya realizados, él podía rescatar incluso a los seres más violentos y traerlos a su sendero sencillamente haciéndoles recapacitar.
Hoy en día, Baba Ji también nos regala su presencia para hacernos el camino más fácil. Como hemos dicho, la mente siempre está ocupada en algún aspecto rutinario o cotidiano, como la salud, el dinero y muchas otras cosas; ella domina toda situación fácilmente. Sin embargo, cuando contempla la forma física del maestro, la mente queda en shock: es tan fuerte la impresión que recibe, que genera emociones y sentimientos que la desbordan inexplicablemente. La razón no puede ayudarnos a entender por qué lloramos y reímos al ver al maestro… Solo sabemos que nuestro corazón se colma de una intensa alegría, de un gran afecto y amor.
En Luz divina, Gurú Ram Das lo describe bellamente:
Mi corazón salta alborozado cuando contemplo a mi satgurú.
No podemos frenar a nuestro corazón en esos instantes. Ya seamos mujeres u hombres, esto y mucho más nos sucede en la presencia del maestro, porque forma parte de su enseñanza. El contacto personal con el maestro eleva nuestra conciencia y al mismo tiempo nos hace la vida más gozosa. Por ejemplo, no es lo mismo el beso que le da una madre a su hijo cuando se levanta por la mañana, que recibir una carta en la distancia de él aunque esté escrita con mucho amor. Somos seres humanos precisamente para gozar de nuestra humanidad, y frente al maestro esa humanidad se despierta en plena potencia. Su presencia destapa el tapón de la frialdad y descarta cualquier pensamiento de soledad o vacío interior, pero sobre todo nos lleva a amarlo y a seguir sus enseñanzas.
Necesitamos amarlo físicamente para poder desarrollar nuestra devoción espiritual. La devoción a Dios se refleja en todos los santos, y la alquimia de su amor nos arranca de la devoción a la mente que hoy es la que nos domina. Somos intrínsecamente devotos de ella y fieles a todas sus demandas. Nuestro ‘yo’ tiene una necesidad…, y automáticamente la satisfacemos abundantemente… Nuestra mente tiene un deseo y corremos a cumplirlo sin demora… ¡Vemos una gran fortaleza en nuestras debilidades y una tremenda debilidad en nuestras virtudes! Ante esto, Baba Ji nos recuerda que nuestras fortalezas han de ser las que conquisten a nuestras debilidades… Y tanto la consciencia de esas debilidades como la fuerza para sobreponernos a ellas, nos la da el maestro a través de la meditación.
Por tanto, tenemos que ser conscientes de las debilidades que tenemos: solo así desarrollaremos mejor nuestras virtudes. Por ejemplo, es imposible vencer el orgullo si nos creemos humildes… Solo conociendo nuestra vanidad, intentaremos ser humildes. Por eso, para ver realmente en nosotros mismos todas esas debilidades necesitamos la infalible ayuda del maestro, porque él sabe cómo enseñarnos a superarlas.
Primero él, como un buen doctor, nos da el diagnóstico, y nos dice que somos débiles porque padecemos la enfermedad del ego, de la codicia, del desamor…, y después nos receta la medicina más potente del mundo, la que nos curará y nos hará fuertes: la meditación.
Recorrer el sendero implica un esfuerzo que nos embarca en la aventura de conocernos a nosotros mismos, lo cual es imprescindible antes de conocer a Dios. El maestro nos enseña, nos guía y protege durante todo el recorrido, pero nos deja muy claro que somos nosotros los que tenemos que controlar a la mente, y mientras no lo hagamos no obtendremos acceso al centro del ojo o tisra til. Aunque no debemos olvidar que nuestros esfuerzos están doblemente acompañados de la gracia del maestro, y además es él quien nos da la fuerza necesaria para elevarnos hasta ahí…, pues la misma fuerza que sostiene toda la creación nos está sosteniendo a nosotros también. Y esa fuerza es el Shabad, que es la esencia del maestro y la nuestra también.
Hay un libro maravilloso que se llama Cartas espirituales. Son cartas que escribió Baba Jaimal Singh Ji a su discípulo Baba Sawan Singh, llamado cariñosamente el Gran Maestro. Es un libro muy, muy especial, porque nos acerca a la estrecha relación de un maestro verdadero y de un auténtico discípulo. Y si las leemos con interés, aparte de adentrarnos en la forma de vida y en el seva que desempeñó el Gran Maestro, comprenderemos la importancia de la práctica espiritual: Baba Jaimal Singh le escribió al Gran Maestro en la carta nº 150:
Escucha el Shabad-dhun con amor y devoción, porque él es el creador y destructor del universo entero. El Shabad-dhun está investido de ilimitados poderes y milagros. Con gracia y compasión, vibra día y noche como una melodía ininterrumpida. Cuando te enfocas en él, se eleva la atención inmediatamente ¡Qué pena, entonces, que se dejen de lado tal gracia, tal auténtica felicidad, por los artificiales e inútiles alicientes de la presuntuosa mente!
Seguir las ilusiones del enemigo (la mente), es un acto grave, insensato, despreocupado y loco. Nunca hemos dedicado ningún pensamiento a reprimir la mente. Así que, ahora, piensa en el Shabad-dhun y agárrate fuertemente a él. Los asuntos del mundo no terminarán nunca, ¿por qué, pues, malgastas el tiempo en los ensueños y agitaciones de la mente?
Los asuntos del mundo no acaban nunca y lo sabemos bien, así pues tenemos que generar en el interior una profunda devoción y un amor completo, y no ese tibio sentimiento que demuestra nuestro día a día, y que solo vibra ante la presencia física del maestro. Al igual que en tiempos del Gran Maestro, nosotros discípulos imperfectos, tenemos la suerte de poder tener una relación estrecha y muy viva con Baba Ji. Lo vemos aquí en nuestro país o en cualquier otro al que él nos invita, y si estamos iniciados lo vemos en Dera también, y no solamente recibimos su darshan sino que tenemos el enorme privilegio de poder preguntarle directamente sobre nuestras inquietudes espirituales. Podemos escribirle una carta, e incluso mirarle a los ojos personalmente y pedirle guía y ayuda para recorrer el sendero. Pero en lugar de eso, le decimos: “Maestro bendice a mi familia…, ayúdame a casar a mis hijos, ayúdame a curarme esta enfermedad, etc.”. Y sobre todo le decimos algunas veces: “Maestro te quiero mucho, pero no puedo meditar a diario, dame tu gracia para poder hacerlo”.
Con estas preguntas está claro, como dice en la carta Baba Jaimal Singh, que “… Nunca hemos dedicado ningún pensamiento a reprimir la mente”. ¡Ya es hora de hacerlo!, pues como dice también la carta: “… Seguir las ilusiones del enemigo (la mente), es un acto grave, insensato, despreocupado y loco”. Y aunque no parecemos estar locos, lo que no cabe duda es que somos muy, muy despreocupados… Seguimos malgastando incluso el precioso tiempo de su compañía en vanas peticiones. Ante esto, tenemos que observar si estamos andando tan solo por el borde del camino, mirando hacia fuera todo el tiempo y deseando más las cosas del mundo que las del espíritu.
El maestro nos ha dado el Shabad, ese poder vibrante de Dios en acción, para que aferrándonos a él podamos realizarnos interiormente y contemplemos la obra de Dios en toda su inmensidad. Pagando nuestros karmas estamos ajustando nuestras deudas, pero sin amor y devoción al maestro que es la personificación del Shabad, no podremos tener el suficiente empuje para controlar a la mente. Solo el simran y el bhajan diarios, solo la meditación nos da la fuerza necesaria para apagar el fuego de los deseos y empezar a desear la proximidad interior del maestro.
Cuando el Shabad penetre en lo más profundo de nuestro corazón, quedarán saldadas todas nuestras cuentas kármicas. Estamos presos en nuestros cuerpos precisamente por causa de nuestros karmas. Sin embargo, los místicos nos explican que no importa lo grande que sea un montón de paja, pues una pequeña chispa de fuego lo reduce a cenizas en un instante. De la misma manera, nuestros karmas se eliminan por la práctica del Shabad.
Hazur Maharaj Ji nos dice en Luz sobre Sant Mat que los santos no eluden ni rechazan a nadie:
… Sabemos que todos los seres son esencialmente puros, que son chispas de la divina fuente. La adicción al deleite sensual los ha vuelto impuros; pero el Nam los convertirá de nuevo en santos e inmaculados. Puede que esto no se consiga en una sola vida; puede que esto lleve dos o tres vidas; pero con certeza algún día serán uno con Dios”. Por esta razón los santos nos impulsan a que meditemos en el Shabad, y tenemos que hacer todo lo posible por vivir en esa interiorización.
El maestro es el único puerto seguro y estable en la tempestad del océano de la vida: refugiémonos en él. Su amor no duele, solo reconforta…, proporciona alegría y paz duraderas que es lo que siempre hemos buscado, lo que siempre hemos necesitado; y además nos lleva a cumplir el verdadero propósito de la vida: regresar al Padre.
Puedes traer madera de aquí y de allá
y apilarla en un montón.
Verás cómo un poco de fuego
lo reduce todo a cenizas.
Así de rápido se consume
el vasto almacén de nuestros karmas,
cuando los santos aplican al discípulo
la ardiente chispa del Shabad del Señor.
Gurú Ram Das, citado en Luz divina
Solo podrás renunciar al mundo
cuando encuentres el tesoro de la devoción.
La verdadera renuncia solo te llegará
cuando supliques la gracia del Señor
en el cuenco de tu corazón.
Sultán Bahu
Cuando, a través de la meditación,
podamos ver al maestro como la encarnación
del Shabad, entonces,
seremos receptivos a todo el poder purificador
y transformador de sus enseñanzas.
Esta receptividad la obtendremos únicamente
de la meditación. Sin la meditación,
solo percibiremos una fracción
de una fracción de su amor
y de su sabiduría.
Meditación viva
Un verdadero devoto no desea nada,
excepto el darshan del Señor;
nada material, ni virtud ni incluso la salvación.
Los ocho poderes milagrosos lo siguen
como esclavos,
pero él no muestra ni el más mínimo
interés en ellos.
Sant Charandas
Cuando solo hay un ser
Desde el día que conocí a mi Señor,
no ha habido fin para el romance de
nuestro amor.
No cierro mis ojos, no cierro mis oídos,
no mortifico mi cuerpo.
Miro con los ojos abiertos,
sonrío y contemplo su belleza en todas partes.
Pronuncio su Nombre, y mire donde mire
eso me recuerda a él;
sea lo que sea que haga,
eso se convierte en su adoración.
Él es el único al que adoro, no tengo a otro.
Mi lengua ha abandonado las palabras impuras,
canta su gloria día y noche.
Tanto si me levanto como si me siento
no puedo olvidarlo,
el ritmo de su música golpea mis oídos.
Kabir: The Great Mystic
P. Maharaj Ji, cuando un discípulo ha progresado interiormente, ¿ve la forma externa del maestro igual a la forma interna?
R. Verá a su maestro de la misma manera que lo ve en el exterior, pero el maestro interior es una manifestación del Shabad. Este cuerpo está hecho de materia, la cual es un reflejo del Shabad. En el interior no existe el cuerpo, no hay nada más que Shabad y Nam. Pero, puesto que lo hemos visto en su forma física, lo asociamos a esta forma y tan solo nos sentimos satisfechos cuando lo vemos de una forma similar en nuestro interior. Por eso dijo Cristo: Al final solamente habrá un gran rebaño; seréis como yo y yo como el Padre, de modo que alcanzaréis al Padre a través de mí. Esto quiere decir que las formas del discípulo, del maestro y del Padre son una, se convierten en lo mismo. Nuestro auténtico ser es el alma y esta es el Shabad; nuestro maestro y el Padre también son Shabad, así que al final todas estas gotas se convierten en el océano: tienen la misma forma.
En potencia cada alma es Dios y cada discípulo es el maestro. Lo único que debe hacer el discípulo es crecer espiritualmente hasta convertirse en el maestro. Cada discípulo se transforma en el maestro, debido a que vuelve a sumergirse en él; potencialmente toda alma es Dios, ya que vuelve a sumergirse en Dios y se convierte en Dios. Por esta razón, dice Gurú Nanak: He perdido mi propia identidad. Me he hecho uno con mi maestro, parte de él.
Ocurre lo mismo hasta en el amor mundano. Existe un famoso poema lírico en la India, que dice: “Estoy tan enamorado de Ranjah, que he perdido mi propio ser y me he convertido en Ranjah”. El amante deja de existir: Me he convertido en el amado, me he sumergido nuevamente en el amado, he perdido mi propia identidad; ya somos uno.
Como dijo Kabir:
“Cuando yo estaba, no estaba él: ahora él está y no estoy yo”. “Cuando yo estaba” quiere decir: cuando el ego existía en mí, mi Padre no estaba conmigo, ya que el ego me separaba de él. Cuando el Señor está, no soy nadie, me he fundido en él, no dispongo de individualidad propia. Cuando existe un amor verdadero, solo hay un ser. Pierdes tu propia identidad y te conviertes en el único: uno con el Padre.
P. Cuando llegamos a Dera nos parece como si viniéramos de un desierto a un oasis, para después tener que volver al desierto. ¿Comprendes lo que quiero decir?
R. Es por nuestro bien. Al final seremos uno con el maestro en nuestro interior. Como dijo Cristo: Tú te has unido a mí y yo lo estoy al Padre, así que a través mío también ves al Padre. Tenemos que encontrar nuestro sitio en el maestro y a través de él, hallar un lugar en el Padre. Este espacio solo se puede encontrar en nuestro interior, no fuera. El cuerpo tiene un papel especial que desempeñar, es un medio para un fin. Pero no podemos ignorar el fin por correr tras los medios. Tenemos que aplicar los medios para lograr el fin. Y el Señor también hace que lo logremos.
P. Es penoso. No es precisamente un placer.
R. El amor siempre produce dolor. Aun así no podemos hacer nada sin él; no deseamos librarnos del amor. En realidad jamás estamos verdaderamente separados del maestro. Nos apartamos, pero es para volverlo a encontrar y hallarle para siempre. No estamos desamparados; nuestro maestro siempre está con nosotros.
Maharaj Charan Singh. Legado espiritual
… Nadie sino el gurú
podría haber controlado mi mente,
y mi alma alborozada se ha aferrado al Shabad.
En el ciclo de la transmigración
pasé miles de vidas,
pero nadie vino en mi ayuda.Ahora el maestro me ha encontrado
y gracias a su misericordia me ha concedido
el misterio del Shabad,
la esencia misma de la vida.Atrás he dejado las nueve puertas
dedicándome ahora a la décima,
y mediante la práctica del Verbo
he obtenido la esencia.Impulsado por el poder del maestro
navega el barco de mi vida.
He obtenido el insondable tesoro
del valor verdadero.¿Qué más puedo decir?
Mi estado supera toda descripción:
mi alma se ha fundido en el Shabad
y se ha hecho una con él.
Sar Bachan, fragmento del bachan 6, shabad 11