Rumi en tiempos del covid-19 - RSSB Satsangs & Composiciones

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Rumi en tiempos del covid-19

¿Qué es lo que esperaba encontrar en los escritos místicos del maestro del siglo XIII en estos tiempos? ¿No tendría que saborear a Rumi en soledad, en paz, cuando podía haberme dejado llevar por la admiración de la exquisitez de su rubayat y maravillarme con la belleza de su Masnavi? ¿En un día cualquiera, tranquilo, contemplando un paisaje verde en algún sitio? Quizá, sin embargo, aquí estaba yo, confinado, no muy lejos del corazón de la tierra sufí, en Kazakstán, ojeando a Rumi en busca de sabiduría.

Aquí, en el limbo en el que nos encontramos, entre la expansión implacable de la pandemia y sus consecuentes temibles secuelas económicas y sociológicas, evadirnos en el mundo sublime de Rumi es un cambio reconfortante. Contrario a cualquier expectativa, la lírica y las palabras mágicas de Rumi no son una simple diversión agradable que nos transporta a un lugar encantador para hacernos regresar después a la cruda realidad cuando se acaba la lectura. Leer a Rumi en tiempos del covid-19 es “un giro hacia el interior”, un viaje al interior de uno mismo en las circunstancias más inusuales. El resultado es mucho más tangible y perceptible de lo que podríamos imaginar, pues nos promete la felicidad y la paz en medio de una tormenta arrolladora.

Puede que sean ochocientos años los que se interponen entre Rumi y nosotros hoy, pero su poesía conmovía tocando una fibra sensible entonces y también lo hace ahora. Rumi sabía lo que era la inseguridad y la agitación debido a la época caótica en que le tocó vivir con el gran imperio selyúcida llegando a su fin. La amenaza del ejército atacante de Gengis Kan hizo que su familia huyera de su ciudad natal de Balk, en Afganistán, cuando tenía doce años. Deambularon por toda Asia menor y Arabia hasta asentarse en Konya, al sur de Turquía. Aquí es donde tuvo lugar la transformación de Rumi, quien, con el tiempo se transformó de erudito y jurista culto en verdadero místico y fenomenal poeta.

La poesía de Rumi es atemporal y universal, y lo abarca prácticamente todo, desde lo importante a lo que no lo es, tanto de lo que debe evitarse como de lo que debe aceptarse. El maestro místico sufí era un experto de la mente humana, de todos los vicios y virtudes imaginables, de sus miedos y terrores, de sus alegrías y sus éxtasis: “A cada instante nace una nueva especie en nuestro pecho, ahora un demonio, ahora un ángel, ahora un animal salvaje, ahora un amigable ser humano”1. Entre las miles de formas en las que somos capaces de mutar, Rumi se inclina por la angelical o bondadosa. Es la única que posee el poder de cambiarnos para bien, y por lo tanto, de transformar nuestra angustia en esperanza. ¿Podemos entonces aspirar a algo positivo tras esta agitada e incierta corriente actual? ¿A que hay esperanza detrás de este sufrimiento? Rumi cree que sí. “La felicidad se oculta bajo la tristeza”, al fin y al cabo, “¿Por qué ocultaría alguien un tesoro a la vista?”2.

Para Rumi, todo lo bueno: la felicidad, la dicha, la paz y el amor, permanecen ocultos, como un tesoro a la espera de ser descubierto. El amor, por supuesto, es soberano, el emperador de todos ellos y forma parte intrínseca del pensamiento sufí de Rumi. Su lema es: “Enamórate locamente, pues el amor lo es todo”3. Sin embargo, no duda en agregar que dicho amor no debe atar sino liberar. “Enamórate de manera que te liberes de cualquier atadura”4. El amor de Rumi es un amor libre de ataduras, va más allá de cualquier persona, lugar o cosa, de ahí que sea liberador. Se encuentra en el interior y por eso está presente en todas partes. Pero, la mente inquieta lo mantiene lejos de la vista, dice él: “Querida mente, menuda viajera, siempre estás en movimiento, como un pez que busca el mar, mientras el gran océano del corazón espera, a tu alrededor y en tu interior. ¿Cómo puedes vivir ajena a este amor?”5.

Rumi habla de este amor en cientos de formas diferentes, siendo cada una más genial que la siguiente. “Ahí donde las velas brillan más que los soles, donde las gotas son verdaderamente cientos de océanos, donde los jardines de rosas rompen a reír y donde todos dicen “¿Cómo estás?” y nadie dice “¿Cómo es que no estás?”. Aun así, a menudo, al final, recurre al silencio. “Khamush” (silencio, en persa), exclama: ya no hay más que describir, solo sentir. “Ahora deja que hable el silencio”6.

A pesar de que la poesía de Rumi está repleta de alegorías, metáforas y mensajes ocultos no es nada inasequible. Leída detenidamente, nos indica un camino de paz y felicidad aquí y ahora. Por ejemplo, nos dice cómo no debemos permitir que nuestro corazón se acongoje por el miedo, sino que reconozcamos y nos enfrentemos a un enemigo que es más letal aún, el deseo. “Puede que haya temor en el ambiente, pero no dejes que invada tu corazón. Teme a tus deseos y sus caprichos, pero nunca a los acontecimientos reales”7. Nos dice que no debemos temer a los acontecimientos del presente, incluso los que son alarmantes y espantosos. Él los llama fantasías, fenómenos imaginarios que transcurren a lo largo de nuestras vidas. “Aparentemente estamos sentados inmóviles, pero en realidad nos estamos moviendo, y los fenómenos imaginarios pasan ante nosotros como las ideas a través de las cortinas”8.

Nos anima a ser pragmáticos y dejar que los acontecimientos sigan su curso, porque son transitorios y pronto desaparecerán, como “las ideas a través de las cortinas”. “En ocasiones nos quedamos atrapados en el barro, como una presa cazada. Al final, lo que tiene que ocurrir va a ocurrir igualmente”9. Por muy horroroso y prolongado que sea el virus y su propagación, es un hecho, y el raciocinio de Rumi nos diría que aceptáramos la inexorabilidad de los acontecimientos. En cambio, nos advierte contra el deseo, porque los deseos pueden cumplirse o no, resultando de ello infelicidad. Mientras que los acontecimientos, nos dice, “van a suceder igualmente”. La aceptación nos previene de las consecuencias de dichos acontecimientos, haciendo que lo inevitable carezca de significado, pues si no hay deseo, lo inevitable no tiene poder alguno.

En palabras sencillas, Rumi, en su poesía, nos insta a ver la vida a través de otra lente, a ir más allá del egoísmo, donde domina el deseo, a que seamos agradecidos por lo que tenemos y a que nos volvamos hacia adentro. “Si no puedes ir a ninguna parte muévete por los corredores de tu yo interior. Son como rayos de luz, siempre cambiantes y te transformas cuando los exploras”10. En estos momentos de reclusión y confinamiento, los pequeños destellos de Rumi sobre el yo interior son fascinantes, nos incitan a conocer este sendero de autodescubrimiento. ¿Qué es lo que vamos a encontrar? Si creemos en lo que dice, entonces el ruido exterior mermará y “los corredores del yo interior” se iluminarán. Él lo llama una excursión. Dice que “La gran excursión comienza exactamente dónde nos encontramos”. “Tú eres el mundo. Tienes todo lo que necesitas”. Concluye diciendo, “No busques la solución a tus problemas fuera de ti. Tú eres el remedio. Tú eres la cura de tu propia aflicción”11.

Rumi, en esencia, es eterno, profundo e indiscutible. ¿Por qué aún resuena su poesía en medio de esta marea arrolladora de enfermedad y desesperanza? Porque separa lo de dentro de lo de afuera. Nos dice que, indistintamente de las tormentas que arrasen el mundo exterior, no deben afectar a lo que hay dentro de nuestros corazones. “Mira y observa: todo lo bueno sale del corazón”12. Incluso la bondad de nuestro corazón es un tesoro oculto que hay que desenterrar. Se comienza aligerando el peso, liberándose uno mismo para después dejarse llevar. “Libérate de tus preocupaciones y despeja completamente tu corazón, como un espejo donde no se refleja imagen alguna”13, dice. Entonces, los grilletes invisibles de la ansiedad y las dudas se funden. Y el corazón, impoluto, es libre para entrar en el mundo del amor y experimentar la alegría y la paz.

En los miles de poemas que escribe, Rumi casi nunca se desvía de su mensaje principal, la sencillez. “Sé sencillo, amable, generoso, agradecido, feliz; convierte de nuevo en un niño”, nos dice. “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. “Ponte algodón en los oídos. No escuches todo lo que se dice. Puede que tu alma sea pura, pero incluso un alma pura puede contaminarse”14. Él es el padre preocupado que orienta a su hijo y el mejor amigo que intenta alejarnos de los escollos de la vida.

Puede que el mensaje de Rumi sea demasiado simple para ser verdad, pero tiene mucho peso. Él provenía de un linaje distinguido de ilustres eruditos religiosos y juristas; su propio padre era un reconocido teólogo y profesor sufí. Como era de esperar, antes de cumplir los treinta, ya era un erudito muy culto y devoto formado en el estilo de vida sufí. La muerte de su padre le abrió el camino para convertirle en el líder de su comunidad y escuela de derviches. Curiosamente, a lo largo de su vida nunca fue conocido como Rumi, sino con su título oficial, Maulana Rum. Rum o Rumi, en sí, significa una persona procedente de Konya, o sultanato de Rum, denominado así por su influencia romana.

Como Maulana, erudito, jurista y destacado miembro de la comunidad, era homenajeado, halagado y seguido por un gran número de estudiantes y admiradores (se dice que su escuela contaba con diez mil estudiantes). Podríamos pensar que Rumi había alcanzado la cima del éxito, pero él descubrió que la verdadera felicidad estaba más allá de todo lo que había estudiado y lo que había luchado. Es entonces cuando declaró, en ese clásico estilo suyo, que los métodos convencionales no son útiles en el viaje a la felicidad y el amor. La astucia y el intelecto no nos llevan ahí.

Una voz interior dice: Se te concedió la intuición
  para lanzar una flecha
y luego excavar allá donde aterrice,
pero lanzaste con toda tu destreza de arquero.
Se te dijo que tensaras el arco
  con solo una parte de tu habilidad.
No te agotes
como los filósofos que se esfuerzan por tensar
los altos arcos de sus flechas de pensamiento15.

No es común que se nos aconseje que no nos esforcemos tanto. Rumi dice que complicamos la búsqueda, de la misma manera que nos complicamos la vida con nuestros cansinos pensamientos. No te agotes, dice, la técnica es sencilla. La sencillez, de obra y pensamiento nos lleva a la libertad. Sé libre y entra en el mundo infinito del amor. “El amor encendió una llama en mi pecho, y todo aquello que no era amor se esfumó: la sutileza intelectual, la filosofía, los libros, la escuela…”16.

La poesía de Rumi es universal. Para él toda la humanidad es idéntica. “Todas las personas tenemos todas las posibles permutaciones de bondad, maldad, pensamiento, pasión. Las lámparas son diferentes, pero la Luz es la misma”17. La pandemia actual también es universal y el virus no discrimina. Es extraño que todos corramos peligro, indistintamente de quienes seamos o donde nos encontremos. El hecho de que todos somos simples humanos en el fondo, rara vez se ha percibido tan ampliamente. Nos permite comprender más de cerca lo que Rumi quiere decir cuando denomina nuestra apariencia exterior, con todas sus diferencias de cultura, color, género, nacionalidad, etcétera, meras conchas en las que se encuentra la verdadera esencia, el núcleo. “Tú eres el rubí incrustado en el granito. ¿Cuánto tiempo podrás fingir que no es verdad?”18. En otro lugar dice, “Eres como el agua en una jarra, atrapado en una loza de barro”19. El rubí se encuentra oculto en el granito duro y lleno de polvo y el agua que sostiene la vida en una áspera jarra de barro. Para Rumi, nuestras cualidades, son como valiosas gemas que se encuentran ocultas en nuestro interior. Para descubrirlas hay que buscar en el interior y seguir el sendero del amor.

El amor profundo que describe Rumi es sinónimo de sus sentimientos por Shams, su amigo, filósofo y guía. La mayor parte de la poesía de Rumi es un homenaje a Shams. “Yo era un insecto insignificante. Ahora soy una montaña. Tú sanaste mis dañinos deseos y mi cólera transformándome en un poeta que canta al amor”20.

Es una historia extraordinaria y muy conocida. Joven célebre erudito, conoce a un Shams, tosco y desaliñado, un místico errante que le dobla la edad, y, enloquece. Se vuelve loco por el amor que profesa por Shams y queda embriagado por la alegría de estar con él. La historia de su encuentro y sus consecuencias son toda una leyenda, al igual que lo son la forma en que Rumi compuso el imponente volumen de poesía como consecuencia de ello. Él no compuso ni anotó los miles y miles de versos a solas, ni los pulió o editó jamás, es más, nunca los “escribió” siquiera. En vez de eso, fluían espontáneamente en público, entre calles angostas y serpenteantes, en mercados abarrotados, alrededor de las tabernas, donde afortunadamente fueron anotados por estudiantes y compañeros.

Para Rumi el reconocimiento y los honorarios no tenían sentido. Ni sentía la necesidad de adjudicarse el mérito de sus brillantes versos, es más, en más de mil de sus poemas nombra a su maestro atribuyéndoselos directamente a él. Más de cuarenta mil líneas de su poesía se asignan a Shams y se recogen en el libro titulado: Divan-e Shams-e Tabriz (Colección de poemas de Shams de Tabriz). En ocasiones es muy locuaz, cuando habla de Shams, enumera los atributos de Shams, que mora en los planos superiores. “Él no necesita caballos. Él vuela sin alas. Él come y bebe luz divina. Él es el mercader del universo, pero no compra ni vende nada”21. Otras veces, Rumi elige ser conciso, insinuando que su relación va más allá de las palabras. “Shams es mi forma de conocer a Dios”22. Al final, utiliza el amor para describir todo: su amigo, su relación, su anhelo y al Ser supremo.

El amor es un árbol
con ramas que alcanzan la eternidad
  y raíces enterradas en la eternidad,
y no tiene tronco.
¿Lo has visto? La mente no puede.
  Tu deseo tampoco.
El anhelo que sientes por este amor
  está dentro de ti.
Cuando te haces su Amigo,
tu anhelo será como el hombre que
  se aferra a una tabla de madera en el océano.
Con el tiempo, tabla, hombre, océano se mecen en un solo ser,
  Shams Tabriz, el secreto de Dios23.

La poesía de Rumi puede considerarse como una extensa recopilación de sus experiencias en el sendero sufí del amor. Sin embargo, hay testimonios de que estaba tan involucrado en su vida familiar y en su comunidad como cualquier otra persona. La gran doctora islámica y traductora Eva de Vitray-Meyerovitch dijo sobre Rumi: “Rumi alcanzó la madurez y la grandeza en todos los aspectos posibles, como padre, como esposo, como supremo maestro espiritual... y como el mejor poeta místico de todos los tiempos”24. ¿Qué conclusión podemos sacar entonces del misticismo y demás experiencias de Rumi? Pues que nunca entró en conflicto con su vida cotidiana y sus complejidades. El escenario, el ambiente y el estilo de su poesía lo reflejan, siendo en ocasiones sublime y suave; y otras, fuertemente amonestando, reprendiendo, intimidando. Sus alegorías nunca rehúyen lo ordinario, encontraremos desde mercaderes que regatean, burros y camellos de carga a borrachos folloneros. Sus versos no son para que escapemos a otro mundo. Son para que recordemos que vivimos en un mundo confuso, con todo lo bueno y lo malo, y que vivimos una vida de vértigo, con sus altibajos, pero siempre llevando el secreto de la felicidad y del amor en nuestros corazones.

Entonces, ¿cómo nos afecta esto a nosotros? ¿De qué nos sirve en estos momentos su poesía llena de éxtasis por el amor puro y el camino hacia él? La poesía de Rumi responde a la necesidad de un remedio no convencional para contrarrestar los efectos del nuevo virus. Su invisibilidad y su rápida propagación, el sufrimiento y la perturbación que conlleva, las severas medidas para contenerlo y un futuro incierto que se avecina son nuestro nuevo mundo y su realidad. Lo que necesitamos, rodeados como estamos de una profusión de predicciones y análisis, es un enfoque poco ortodoxo y una comprensión más profunda de la vida.

La poesía de Rumi alcanza la cima en ambos casos.

Sencilla y directamente, nos dice que no tengamos miedo y hagamos lo que es correcto. Nos anima a dejar de lado nuestras preocupaciones a la vez que nos dice que cambiemos nuestra actitud empedernida hacia el mundo y la vida. Rumi pretende transformarnos con su poesía, ayudar a interiorizarnos en busca de la felicidad y la paz. “El lugar que debe ocupar la poesía es aquí, en el calor del pecho. En el mundo exterior se vuelve fría”25. Cuando su poesía se asienta aquí, en nuestros corazones, y la arropamos y alimentamos con nuestra cálida apreciación, encontramos algo profundo y atemporal. “Escucha la presencia que tienen sus poemas. Déjate llevar por ellos”26. Tenemos que soltar las riendas y dejar que nos guíen los poemas. Empezaremos a sentir una paz y soledad diferentes. No algo fugaz, que debamos atrapar y encerrar. Sino algo reconfortante, tranquilo, inalterable, cuya esencia resulta ser nuestro propio yo. “Ahora, ¡silencio! Déjate transformar en poesía viviente”27.

Finalizar con Rumi es cambiar y ser. Tenemos que ser lo que él dice.

Poesía Viviente.

Bibliografía
Barks, Coleman, Rumi: The Big Red Book, Harper One, 2010
Barks, Coleman, Rumi: Bridge to the Soul, Harper One, 2007
Barks, Coleman, A Year with Rumi, Harper One, 2006
Ergin, Nevit O. and Will Johnson, The Forbidden Rumi, Inner Traditions, 2006
Helminski, Kabir (ed), The Pocket Rumi, Shambala Publications, 2001
Helminski, Kabir (ed), The Rumi Collection, Shambala Publications, 1998


  1. Barks, 2006, 187
  2. Helminski, 2006, 116
  3. Barks, 2007, 76
  4. Barks, 2010, 200
  5. Barks, 2010, 409
  6. Barks, 2007, 8
  7. Ergin, 103
  8. Barks, 2006, 138
  9. Ergin, 77
  10. Barks, 2010, 129
  11. Ergin, 85
  12. Ergin, 120
  13. Helminski, 1998, 49
  14. Ergin, 103
  15. Barks, 2006, 212
  16. Barks, 2010, 440
  17. Helminski, 1998, 137-138
  18. Helminski, 2001, 18
  19. Ergin, 149
  20. Barks, 2010, 425
  21. Ergin, 21
  22. Barks, 2006, 349
  23. Barks, 2006, 387
  24. Helminski, 1998, Introducción
  25. Helminski, 1998, 57
  26. Barks, 2006, 156
  27. Barks, 2007, 65