Te manifestaré mi forma
Hazur Soami Ji Maharaj comienza uno de sus shabads con los siguientes pareados:
Escucha, ¡querida alma!, y deja que te explique:
Única y maravillosa es mi verdadera forma,
la que nadie puede percibir hasta que yo le ayude.
Practica la meditación y domina a la mente,
manteniendo los impulsos de los sentidos bajo control.
Eleva tu alma, asciende por el cielo de trikuti
y ve más allá de la cima de sunn.
Te manifestaré mi forma de Sat Purush, el Señor verdadero,
y después la del Señor de alakh y agam.
Más allá se encuentra el plano de Radha Soami,
donde me manifiesto en mi forma verdadera1.
Es imposible comentar estas líneas. Debemos tener la experiencia para poder comprenderlas. Pero, al mismo tiempo nos indican cuál es el destino final que todos estamos buscando. Nuestro objetivo es llegar a alakh y a agam y experimentar la región de Radha Soami. Aunque, ahora mismo no tengamos ninguna experiencia de ellas, quizá sí que tengamos el conocimiento suficiente de las enseñanzas como para saber que nuestro objetivo es fundirnos en el uno. Soami Ji, también nos asegura que él nos indicará el camino hacia nuestro destino final.
Necesitamos tener un objetivo o un ideal que nos motive a esforzarnos para llegar a nuestro destino. Dicho ideal también nos sirve como referencia para comprobar si nuestro comportamiento refleja nuestro ideal. Los magnánimos pareados con los que comienza el shabad nos dan la esperanza de un futuro inimaginable. Pero ¿cómo podemos acercarnos a estas regiones puras? ¿Qué tenemos que hacer en nuestro viaje? ¿Esperar, de forma pasiva a fundirnos en el Señor según su voluntad o tenemos un papel activo y participativo que desempeñar en nuestra propia transformación?
En estos pareados Soami Ji también comienza a abordar la relación que hay entre el esfuerzo y la gracia. Nos dice que nada es posible si él no nos tiende su mano. Y, si es así, entonces ¿porque no esperar a que él nos empuje hacia esas misteriosas regiones para tener la experiencia? ¿Para qué molestarnos en hacer nada? Pero, también nos dice que debemos meditar y subyugar nuestra mente. Por un lado, necesitamos su mano amiga, pero, por otro lado, debemos meditar para darnos cuenta de que el Señor es el hacedor. Participamos en nuestra propia transformación cuando demostramos al maestro, a través de nuestra meditación, cuánto valoramos su mandamiento. Nuestros esfuerzos nos darán consuelo y contento por muy insignificantes que nos parezcan. El maestro no juzga nuestros esfuerzos, sino que los acepta encantado. Las enseñanzas nos aseguran que su mano amiga siempre está ahí, pero es la práctica del simran la que, poco a poco, nos hace experimentar su gracia.
Soami Ji Maharaj continúa diciendo: “Ten paciencia, permanece en compañía de los santos y, mediante mi gracia, te purificaré. No descansaré hasta mostrarte esa forma; ¿por qué tienes tanta prisa?”. Nos recuerda que no debemos precipitarnos en llegar a nuestra meta. No podemos llegar más rápido de lo que desee el Señor. Nos dice que es su gracia la que nos llevará a nuestro destino, y, más importante aún, que él jamás se dará por vencido; y que, indistintamente de adonde nos lleven nuestras circunstancias, él continuará trabajando para revelarnos la forma verdadera del Señor. Es la voluntad del gurú que alcancemos nuestra meta y no hay fuerza en la creación que pueda subyugar dicho poder. Si es voluntad del Shabad, entonces se manifestará. Es una fuerza irresistible.
Y, ese poder, esa voluntad del Señor, ese Shabad, nuestro maestro, ha decidido que merecemos experimentar la verdad. Ese es nuestro destino. Dice que nos purificará con su gracia. Ahora bien, para poder experimentar la pureza del Shabad, no puede haber impurezas en el recipiente, de lo contrario, el Shabad se quedará enterrado en nuestro interior, oculto bajo las capas del “yo y el mío”. Purificarnos podría implicar sufrimiento, enfermedad, pérdidas económicas, problemas con la familia o cualquier otra experiencia que haga que nuestra mente se desvíe del mundo y se dirija hacia él. El viaje hacia la pureza podría ser doloroso y tendremos que hacer todo lo posible para mantener el equilibrio y una perspectiva positiva, para no olvidar que nuestro objetivo es ser receptores de su gracia.
Entonces, lo que nos está diciendo es que el karma es gracia, y la gracia es karma. Él tan solo nos da lo que le ayudará a llevarnos, lo antes posible, a las regiones interiores de dicha y amor. Todo lo que nos sucede es por su gracia. Solemos pensar en la gracia como si fuera una lluvia de pétalos de rosas o nuestro gurú cambiando nuestros karmas para que no tengamos que sufrir demasiado. Pero, el gurú es objetivo, él nos ve tal y como somos, y, después, ejerciendo su gracia, hace todo lo posible, para llevarnos a paso ligero al océano de amor. Y, si para purificarnos debemos sufrir, que así sea, sufrimiento es lo que recibiremos.
Pero, Baba Ji también nos ha dicho que no tenemos por qué sentir el dolor del sufrimiento. Si es necesario, nos podemos tomar un analgésico. Debemos atravesar los acontecimientos, pero podemos mitigar el sufrimiento en la medida de lo posible. Debemos, no, necesitamos, soportar nuestros karmas, pues nos ayudan a aligerar el peso de nuestro ego, que está aplastando nuestra mente. Si mantenemos nuestro equilibrio en la autopista kármica, el camino es más directo y el sufrimiento soportable. El simran nos da la objetividad para ver nuestra situación tal y como es, para después aceptar todo lo que nos ocurre como su voluntad. Centrados, positivos y con un corazón agradecido, el simran y el bhajan se convierten en el antídoto contra el dolor. Crean la paz mental requerida para darnos la fuerza para soportar todo lo que el destino nos depara.
Si a esto le sumamos las palabras de Soami Ji: “No descansaré hasta mostrarte esa forma...”. Estas palabras nos transmiten mucho consuelo y confianza. Él nunca se toma un descanso de su seva de ayudarnos a llegar a nuestro destino final. No tenemos nada que temer o de que preocuparnos. Su amor nunca falla ni se debilita. Es constante y completo. Somos su único foco de atención.
Soami Ji Maharaj después dice: “Llevo tus cargas en mi corazón, para que puedas sentirte libre de preocupaciones y desarrollar amor hacia mí en tu corazón”. Con estas palabras el gurú elimina todo temor de nuestra mente. Ya no tenemos ni carga ni preocupación alguna. Él es el hacedor supremo y nosotros somos el recipiente para albergar su amor. El temor, las preocupaciones, el ego y la ansiedad no son más que una ilusión. No tienen más poder o permanencia que el que le damos nosotros.
El estrés lo cosechamos nosotros, no es inherente a ninguna situación. Nos puede suceder algo terrible; pero si permanecemos positivos y contentos en su voluntad, puede llegar a ser soportable y no resultar en temor y preocupación. Normalmente, nuestra reacción o temor a lo que nos puede pasar es peor que el hecho en sí. Nosotros creamos el estrés y la ansiedad. Podemos dejarlos ir y entregarle a él nuestra carga. Para él es un peso insignificante. Si nos aferramos a ellos, entonces pesan más que el universo.
Sus palabras son muy reconfortantes. Pero ¿somos lo suficientemente valientes como para confiar en él? ¿Somos lo suficientemente valerosos como para despachar el miedo y la preocupación? Nuestras experiencias se reducen a una combinación de sufrimiento y esporádicos momentos de placer. Para entregarle nuestra carga tenemos que tener confianza y lanzarnos con valentía a amar. Pero si logramos deshacernos de la carga, entonces podremos cultivar su amor en nuestros corazones. Creemos que somos nosotros los que le amamos, pero en realidad es su Shabad en nuestro interior el que es amor, y solo amor. Él nos pide que cultivemos ese amor y lo dejemos florecer. No es nuestro amor el que crece hasta unirse con él, sino su amor el que crece en nuestro interior para fundirse con su amor. Si le entregamos nuestras preocupaciones, lo único que quedará en nuestro interior es el Shabad y purificará nuestros corazones. El simran nos da la consciencia para que le entreguemos nuestra carga. Nos da la fuerza para soltar nuestra carga. Después, el Shabad nos purificará.
Continúa diciendo: “Deja tus recelos y sé constante en tu amor; un amor templado por la fe. Yo mismo te ayudaré a realizar el esfuerzo, yo mismo te llevaré a tu morada final”. Soami Ji sugiere que tenemos dudas y recelos sobre el sendero. Si tuviéramos fe plena en el maestro, alakh y agam serían nuestro hogar. Sin embargo, estamos en lucha constante para mantener nuestros votos y servir al maestro. Todos tenemos dudas sobre el sendero y el maestro. Sin la experiencia del Shabad es imposible estar absorto en él. Pero la duda puede ser una herramienta que nos incentive a reducir la brecha entre nuestro comportamiento diario y nuestro compromiso con la meditación. ¿Cómo podemos disipar nuestras dudas? Únicamente con la práctica continua del simran. El simran nos dará la concentración que permitirá que el amor en nuestro interior florezca en consciencia.
¿Cómo podemos ser constantes en nuestro amor? Si fuéramos constantes no tendríamos dudas sobre el gurú ni sobre las preocupaciones en nuestra vida diaria. Ser constantes es ser firmes y persistentes. Pero, como dice él, tenemos que tener fe para ser constantes. Como aún no hemos tenido la experiencia de conocer las regiones interiores, tenemos que tener fe en que nuestro hogar supremo existe, fe en las enseñanzas y fe en el gurú.
Al principio, cuando estudiamos las enseñanzas, creímos haber encontrado la verdad. Las enseñanzas tenían un sentido extraordinario y nos quitaron un peso de nuestros corazones. Teníamos el consuelo de que las enseñanzas de los santos daban sentido al mundo y daban significado y dirección a nuestras vidas.
El consuelo que recibimos de las enseñanzas y el maestro son los cimientos de nuestra fe. Las enseñanzas tienen la misma fortaleza y vitalidad hoy que cuando las descubrimos entonces. Pero, por mucho consuelo que nos den las enseñanzas, más consuelo y apoyo recibimos del gurú. Él es nuestra torre de fortaleza, y nuestra devoción constante a él hará que nuestra fe sea cada vez más fuerte. Después, pasado el tiempo, nuestra fe se transformará en experiencia. Al meditar cultivamos la fe, que a su vez fortalece nuestra determinación.
El gurú por naturaleza es amor, y él demuestra su amor cuando dice: “Yo mismo te ayudaré a realizar el esfuerzo, yo mismo te llevaré a tu morada final”. Él se ocupará de todo. Él nos ayudará a esforzarnos, él nos llevará a nuestro hogar supremo. Pero, tenemos que dejarle hacer su seva. Tenemos que dejar que nos ame. Tenemos que permitirle que nos ayude a esforzarnos.
Trabajamos con nuestro gurú cuando practicamos el simran, lo cual nos ayudará a ser constantes, objetivos y receptivos al amor. Con nuestro esfuerzo, que en realidad es el suyo, nuestro amor por él florece. Después podemos relajarnos y disfrutar del viaje a nuestro hogar supremo.
Soami Ji promete llevarnos a nuestro destino final. Si tenemos fe en él, nos damos cuenta de que no tenemos nada de que preocuparnos. Ni siquiera tenemos nada que esperar, ya que tenemos la certeza de que el gurú estará con nosotros hasta el final. Indistintamente de lo que nos depare el destino, lo superaremos con gratitud y consuelo. Él es nuestra fortaleza y no necesitamos nada aparte de él. Nuestro destino es el Shabad, es alakh y agam. Alcanzaremos nuestra meta y llegaremos gustosamente, siempre y cuando seamos lo suficientemente audaces para entregarle nuestra carga.
En el último pareado del shabad, Soami Ji Maharaj escribe: “Escucha lo que Radha Soami tiene que decirte: todo se solucionará como y cuando la voluntad suprema así lo ordene”. No tengamos prisa ni preocupación alguna. Con paciencia y fe, acompañadas por la aceptación de su ayuda en nuestro esfuerzo, llegaremos a nuestra meta suprema. Podemos relajarnos y disfrutar del viaje. Como dijo Santa Catalina de Siena: “El camino al cielo, también es el cielo”. Entonces, dándole las gracias con cada aliento, tendremos contento durante el viaje.
- Bachan 33, shabad 16, en Sar Bachan Poesía (Selecciones), p. 171–172