En un oscuro bosque
Las primeras líneas de La divina comedia de Dante, comienzan con las palabras:
“A mitad de camino de esta forma de vida a la que estamos sujetos,
me desperté para encontrarme en un bosque oscuro,
en el que el camino correcto estaba totalmente perdido y desaparecido”1.
Debido a la pandemia, puede parecer que el mundo entero se encuentra ahora “perdido en un bosque oscuro”. Puede que alguna vez hayamos imaginado que nuestra vida material era algo predecible; podíamos visitar a la familia y los amigos, ir al trabajo y a la escuela, celebrar juntos nuevos matrimonios, y llorar juntos la muerte de nuestros seres queridos. Pero ya no. Debido al covid-19, ha habido una pérdida catastrófica de vidas humanas. La gente ha perdido sus medios de vida. Nadie sabe cuándo llegará la recuperación. Mientras nos piden que nos refugiemos en un lugar, y nos quedemos en casa, puede que nos sintamos atrapados, confinados, e incluso encarcelados.
El místico y poeta persa Hafiz ofrece una guía fiable para estos tiempos difíciles. El difícil mundo que encontró en el siglo XIV suena similar al nuestro. Escribió:
Hafiz, no esperes ninguna felicidad de esta esfera giratoria, porque tiene mil defectos, y no nos hace ningún favor2. No veo nada que pueda considerarse como estabilidad en este mundo turbulento. Nada que tenga un valor real3.
Tal vez pocos de nosotros se imaginaban que nuestro propio mundo del siglo XXI podría ser tan inestable, tan vulnerable a una pandemia, y tan fácil de perder.
Nuestro intento fallido de predecir lo que requeriría nuestra existencia material en 2020 tiene algunos paralelos con nuestra incapacidad de imaginar con precisión cómo podrían ser nuestras vidas espirituales. Cuando fuimos inicialmente atraídos por el sendero del Surat Shabad Yoga, podríamos haber imaginado y esperado un rápido progreso interior. Leemos en Sar Bachan Poesía sobre las regiones internas de luz magnífica y música divina. Soami Ji escribió:
Con el centelleo del relámpago tronando en el cielo, la deslumbrante escena desafía toda descripción4. ¿Cómo describir el esplendor de ese mundo sin igual iluminado por billones y billones de soles?... Cada día se entonan canciones en su alabanza5.
Y sin embargo, la realidad experimentada de nuestro viaje espiritual puede ser muy diferente. Podríamos despertar (a mitad de camino en nuestro discipulado) solo para descubrir que aparentemente estamos en un bosque oscuro. En la meditación, después de meses y años y a menudo décadas, nos sentamos en la oscuridad y solo escuchamos el silencio. Podríamos preguntarnos si hemos perdido nuestro camino. Nos preguntamos, ¿qué nos pasa? Nos preguntamos adónde ha ido ese entusiasmo inicial cuando nos disponíamos a encontrar la verdad, la realidad y la alegría. Como Hafiz observó: “Por un amor que al principio parecía fácil y se tornó difícil”6.
Gracias a Dios, tenemos a los maestros, y a los santos que han recorrido este sendero hacia la realización de Dios antes que nosotros. Ellos nos alientan. Nos recuerdan el objetivo de nuestra vida. Los maestros nos instan continuamente a revaluar nuestras prioridades y nuestras decisiones. Y nos ofrecen la guía de los místicos que conocen su camino en los “bosques oscuros”. Los santos saben que un bosque tan problemático es también suelo sagrado. Tal paisaje es con frecuencia en nuestro mejor interés espiritual y está diseñado para hacernos avanzar. Como Hazur escribió a un discípulo: “Es él quien nos envía la felicidad y es él quien nos envía el dolor, en función de lo que sea mejor para nosotros en ese momento”7.
Escribió en otra carta:
Toda la existencia es una combinación de luces y sombras. Las tormentas vienen y van, pero eso no debería perturbarnos. Si cumplimos diariamente con nuestro deber –el deber espiritual–, según prometimos el día de la iniciación, tendremos fortaleza y confianza, y la mente permanecerá serena y tranquila debido a la fe en el satgurú. El satgurú siempre nos ayuda y sostiene, pero si somos regulares en el bhajan y simran, veremos y constataremos lo que el maestro hace por nosotros8.
El satgurú nos sostiene y apoya en medio de la inestabilidad de nuestras vidas. Y los maestros recomiendan que escuchemos el testimonio de los místicos que también han viajado por estos desafiantes bosques. Hafiz es particularmente elocuente acerca de los muchos tesoros que hay que reunir cuando la oscuridad se acerca, cuando podríamos sentir que hemos perdido el rumbo. Regalos como:
- Experimentamos una profunda sensación de soledad. Nos hacemos conscientes gradualmente de que el único compañero que queremos y necesitamos es el maestro. Es el único que puede brindarnos compañía eterna. Hafiz escribió: “Tráeme un poco de polvo de la puerta de mi amado... He envejecido en el exilio y en el alejamiento9… La felicidad de la vida se cumpliría si, por un solo día, mi ración diaria fuera estar contigo. Contigo, un año transcurriría como un día. Sin ti, un momento parece un año entero10… ¿Qué necesidad tengo de la sociedad, cuando te tengo a ti? ¿Por qué iba a querer compañía, cuando puedo estar a solas contigo? ¿Por qué debo cruzar el desierto, cuando sé dónde vives?”11.
El maestro es el que siempre está cerca de nosotros. Nuestros ojos no ven muy bien en la oscuridad. No siempre es posible percibir la ayuda que recibimos. Pero los maestros nos aseguran que la gracia, la ayuda y el amor nos acompañan en todo momento. Nunca estamos solos. Sin embargo, sufrimos el dolor de la separación. Como explicó Hazur: “...cuanto mayor sea tu dolor, y cuanto más me eches de menos cuando me haya ido, más te esforzarás por verme dentro de ti, y hasta que alcances esa meta tu esfuerzo puede compararse con la angustia de una mujer de parto”12.
Hafiz sintió una absoluta angustia: “Suspiro por el pobre Hafiz, cuyo corazón se ha vuelto demente por tu ausencia”13… “Mi corazón nunca se acostumbrará a la separación. Nunca. Tu herida es mejor que el bálsamo de otro. Tu veneno es mejor que su antídoto”14.
Hafiz comprendió los beneficios de su sufrimiento: “Hafiz, no te quejes del dolor de la ausencia, porque en la separación hay unión, y en la oscuridad, luz”15.
- Hacemos lo que podemos hacer. Podríamos desear tranquilizar nuestras mentes, utilizando la mente, pero eso no es posible. (Solo el Shabad puede mantener la mente bajo control). Podríamos querer renunciar a nuestra voluntad, pero eso solo sucede cuando ya no seguimos los dictados de nuestras mentes. Como los satsangs se cancelan y los centros se cierran, es posible que nos demos cuenta de que incluso el seva que solíamos hacer ha sido suprimido. Pero ahora, ¡hay un nuevo seva! El mismo Baba Ji, en su carta dirigida a todos nosotros, nos pidió “mostrar nuestro apoyo y sensibilidad cumpliendo con nuestras responsabilidades sociales... quedarnos donde residimos, y limitar los viajes que no sean absolutamente necesarios”.
Cada vez que nos ponemos una mascarilla, cada vez que nos distanciamos socialmente, cada vez que nos lavamos las manos, servimos al maestro y al sangat y a nuestros hermanos y hermanas. Cada vez que ofrecemos ayuda desinteresada y bondad a los necesitados, hacemos seva. Nosotros, por supuesto, siempre tenemos nuestro seva más esencial sobre el que trabajamos, y esa es nuestra meditación. Hafiz, le dice a su maestro: “Por desgracia, todavía no te he sacrificado todo. Las labores del amor significan que todavía tengo mucho que hacer”16.
De modo que hacemos lo que podemos, y ofrecemos lo que tenemos. Pero es importante recordar que el servicio que brindamos a nuestro maestro siempre se queda corto. Hafiz confesó libremente su propia insuficiencia:
“Indigente, destrozado, vengo a tu corte en busca de misericordia. Porque aparte de ti, yo mismo no tengo nada. No tengo nada más que tu afecto17… Mi desconcertado corazón solo repite tu nombre… Si el empobrecido amante esparce ante ti la falsa moneda de su corazón, no lo regañes. Porque no tiene otra moneda18… Mi corazón había tomado la decisión de no estar nunca sin ese amigo. ¿Pero qué podemos hacer, mi corazón y yo, ahora que todos nuestros esfuerzos han sido en vano?”19.
La respuesta a esa pregunta es que podemos y debemos refugiarnos en aquel que nos ayude a superar esta tormenta. Lo que fue cierto para Hafiz, es cierto para nosotros: “No tengo otro refugio en este mundo que tu umbral; no tengo donde reposar mi cabeza excepto en tu puerta”20.
- Sabemos que no sabemos. En un bosque oscuro, finalmente comprendemos que no entendemos nada. No sabemos dónde estamos, o qué nos está pasando, o qué viene después. Como Hafiz admite: “Hafiz, nuestra existencia es un enigma. Nuestras respuestas son únicamente fábulas y hechizos”21.
Una vez que estemos completamente desconcertados, tendremos que confiar en nuestro guía para que nos saque de aquí. Cuando nos demos cuenta de nuestra propia ceguera, nos dirigiremos al que tiene la visión, la experiencia y la compasión misericordiosa para liberarnos de todas las prisiones. Confiemos en su gracia, su protección y su evaluación de cuándo y cómo avanzaremos.
Tal vez un día, finalmente logremos responder a la pregunta: “¿quiénes somos?”. Se cuenta que “una vez alguien le pidió a un viejo monje que hablara de sí mismo. Después de un largo silencio, el viejo monje respondió: mi nombre... solía ser... yo. Pero ahora... es tú”22.
En persa, la palabra sabr significa paciencia, adaptación y aguante23. Humildemente, obedientemente, con fe, podremos movernos con gracia a través de la sombra y la luz. Saber que nuestro maestro está con nosotros nos dará esa paciencia, adaptación y aguante para capear cada tormenta, y descansar, al fin, en sus brazos.
Le confié al viento todas mis esperanzas.
Confía en la gracia de Dios, respondió el viento.
La súplica de la tarde, la oración de la mañana
son las llaves del tesoro que buscas.
Sigue por este camino y el camino te llevará
al que es el guardián de tu corazón24.
- Dante Alighieri, The Divine Comedy (The inferno), Canto 1, lines 1-3, Dorothy Sayers, tr. (Baltimore: Penguin 1959)
- Hafez: Translations and Interpretations, Geoffrey Squires tr., (Oxford, Ohio, Miami Univ. Press, 2014) p. 49
- ibíd. Pg. 210
- Soami Ji (Shiv Dayal Singh), Sar Bachan Poesía, (RSSB, 2017), p. 11
- ibíd. p. 15
- Hafez, op.cit, p. 3
- Maharaj Charan Singh, Luz sobre Sant Mat (RSSB, 1974), carta 41, p. 143
- ibíd, carta 58, p. 152
- Hafez, op.cit, p. 142
- ibíd, p. 274
- ibíd, p. 368
- Maharaj Charan Singh, St. John the Great Mystic (RSSB, 1971) p. 144
- Hafez, op.cit, p. 243
- ibíd, p. 200
- ibíd, p. 53
- ibíd, p. 148
- ibíd, p. 152
- ibíd, p. 115
- ibíd, p. 189
- ibíd, p. 224
- ibíd, p. 102
- Theophane the Monk, Tales of a Magic Monastery (New York: Crossroad, 1981), p. 18; in Parabola Journal Vol XVIII, 2, May 1993, p. 62
- Hafez, op.cit, p. 263
- ibíd, p. 294