Fe ciega
Un humorista recordaba su duro pasado de lucha, cómo dormía en un coche durante sus años de formación tratando de conseguir una carrera en los clubes de monólogos, y cómo con mucho “rezar a Dios”, trabajo duro y suerte, finalmente obtuvo el éxito. Al final de su historia motivacional, dijo que nunca se dio por vencido, bajo ningún concepto, porque sabía que “Dios siempre acude y nunca con demasiada demora”. Mientras no se rendía, en el momento más decepcionante y frustrante, es cuando aprendió que la fe lo era todo. En su momento más oscuro, nunca se dio por vencido.
Como este humorista, cuando hacemos nuestra meditación, tenemos que ser valientes y nunca abandonar la lucha con la mente, como dice Hazur Maharaj Ji:
La nuestra es una batalla que dura toda la vida. Haz frente como valiente guerrero a los asaltos de la mente. No depongas las armas frente al enemigo. La ayuda vendrá cuando te resuelvas a resistir los malos pensamientos1.
Los pensamientos “malos” abarcan toda la gama desde la A a la Z y parecen surgir de la nada; las dudas son especialmente desconcertantes. Baba Ji ha dicho que es normal que en el curso de nuestras vidas como satsanguis tengamos dudas, pero que no debemos darles ningún valor. Si lo hacemos, la mente puede encontrar la más mínima brecha para obtener un punto de control, sembrando la duda como una semilla que espera el nutriente de la autocompasión o el fracaso percibido para seguir y crecer continuamente. Florece con la negatividad y engendra desesperación. Nos hace cuestionar nuestra fe. Debemos ser valientes y resistir luchando contra esos pensamientos con la espada del simran, y nuestra petición de ayuda será respondida, como nos asegura el maestro.
En el alpinismo, tienes que tener fe en tu propia habilidad, en la capacidad para mantener la seguridad de tu compañero y en tu equipamiento. Una vez comienzas el ascenso, tienes que ser capaz de contar con el factor de lo desconocido para sobrevivir: poder aferrarte a una grieta o protuberancia en la roca. No sabes con certeza si está allí, sin embargo, intentas alcanzarla con tu pierna, tu mano y con tu fe ciega. Tienes que confiar en el compañero al que estás atado, para poder ayudar si es necesario, en una situación de vida o muerte real. Aun así, la gente sigue subiendo, para sentir la emoción, el logro, y quizá sin saberlo, para tener la experiencia de la fe en acción.
Como seres humanos que buscamos la realización espiritual, llegamos a este camino porque somos atraídos al origen por un poder inesperado que con el tiempo reconocemos que es el amor. Nos acercamos a este amor realizando nuestra meditación diaria, mientras el resto del mundo duerme o entra en acción. No es fácil nadar contra la corriente, pero persistimos porque tenemos fe. Fe en que si perseveramos, nuestros esfuerzos nos fundirán con el origen del amor. Por ello subimos, porque una vez que comenzamos el ascenso, no hay vuelta atrás. Incluso en la hora más oscura cuando nos sentimos completamente inútiles en la batalla contra la mente, no debemos rendirnos porque nuestro destino es lograr el éxito. No es cuestión de “si” sino de “cuándo” lograremos el éxito. Todas las dudas sucumben a la realización de que siempre estamos atados a nuestro maestro, como él dice:
Esto es solo cuestión de tiempo. Hemos de ganar la batalla contra la mente. Muchos golpes serán dados y otros muchos recibidos, pero con el maestro y el Señor a nuestro lado, la victoria es segura2.
Como dice la canción: “Tiene el mundo entero en sus manos”. Tengamos fe en que el maestro nos tiene en sus manos, y en ellas, sin duda alguna, es donde estamos a salvo del peligro. Por nuestra parte, debemos darle nuestro esfuerzo diario al simran y el bhajan, para perfeccionar nuestra habilidad de escalar las alturas hasta nuestra meta, la cumbre, nuestro verdadero hogar espiritual. La fe nos llevará a la ladera indomable de la montaña atados a nuestro maestro, y el amor en la forma del Shabad será nuestra victoria.
- En Busca de la luz, carta 46
- En Busca de la luz, carta 190