Contradicciones de la vida
Con nuestro nacimiento se inicia una vida llena de tensiones y contradicciones, en nuestro interior y a nuestro alrededor. Las contradicciones surgen en el interior porque el hombre es una mezcla de espíritu, mente y materia, cada uno de una naturaleza y un origen muy diferente. Las contradicciones están a nuestro alrededor, debido a esa oposición fundamental entre el espíritu y la materia que subyacen en nuestra existencia mundana. Por un lado, hay una oposición entre el alma que es el Shabad, y nuestro cuerpo y mente. Es una contradicción entre nuestro mundo interno y externo, entre el cielo y la tierra, entre el Uno y los muchos. Vivimos con esta tensión permanente entre el día y la noche, la luz y la sombra, el bien y el mal, el dolor y el placer, el amor y el odio, y también entre el hombre y la mujer. Esta polaridad básica marca nuestra experiencia mundana como seres espirituales desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte.
Recientemente, Baba Ji ha señalado que comenzamos el sendero espiritual con una contradicción fundamental. La educación recibida de nuestros padres, maestros y profesores trata de construir una fuerte y única individualidad. Pero cuando llegamos al sendero espiritual, tenemos que desaprender lo que considerábamos que era importante en la vida. En el sendero espiritual tenemos que darnos cuenta de que solo está el Uno y nosotros no somos nada. Sin embargo, al comenzar, creemos que somos un rayo independiente del sol y no el sol. Ni siquiera sabemos que el sol existe. Como seres humanos encarnados, estamos nublados por la mente y la ilusión (maya), y estamos sujetos a las leyes universales de la polaridad y la dualidad, al igual que lo está todo el universo.
¿Qué significa ser seres espirituales viviendo en un cuerpo humano? Significa que estamos siendo constantemente arrastrados de un lado para otro entre estos polos y puntos opuestos. A un nivel más profundo, nos sentimos desgarrados y alienados, inquietos y desamparados. Nuestro cuerpo físico pertenece a este mundo. El origen de la mente se encuentra en un mundo más sutil, y el hogar de nuestra alma, nuestro verdadero ser, está en un reino puramente espiritual. Es por ello que aquí en la tierra, de alguna manera, siempre estamos desequilibrados. Impulsados por un extremo u otro, somos seres inconsistentes, ilógicos, contradictorios y llenos de conflictos y nunca podemos experimentar la verdadera armonía y plenitud eterna.
Hace unos 200 años el poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe en su famosa tragedia de Fausto destacó el dilema humano de estar atrapado entre los poderes celestiales y oscuros. En un momento de suma agonía, Fausto confiesa:
Dos almas ¡ay de mí!, imperan en mi pecho
y cada una de la otra anhela desprenderse.
Una, con apasionado amor que nunca se fatiga,
como con garras de acero a lo terreno se aferra;
la otra a trascender las nieblas terrestres aspira,
buscando reinos afines y de más alta estirpe1.
Las “dos almas” que están en profundo conflicto entre sí son, por un lado, la mente o psique, y por otro lado, el alma permanente y eterna. ¿Quién de nosotros no conoce este tipo de conflicto en la vida? A veces sentimos un fuerte impulso interior y queremos meditar durante horas y horas. En otras ocasiones nos sentimos completamente vacíos y nos cuesta mucho trabajo sentarnos a meditar. A veces nos sentimos aislados de la sociedad y queremos dedicar nuestra vida por completo al sendero espiritual; a veces nos supera el deseo de la cercanía y la comunicación y nos convertimos en víctimas de la socialización y de las redes sociales.
Parafraseando a Baba Ji, dijo en una ocasión que una de nuestras mayores contradicciones es que queremos estar solos y al mismo tiempo queremos vivir en la sociedad. También dijo que siempre tendemos a ir hacia los extremos desde lo mundano hacia lo espiritual, y que ambos extremos son incorrectos.
Es nuestra gran suerte que, a diferencia de Fausto, que en su desesperación toma la decisión equivocada refugiándose en la magia, tenemos un maestro que nos mantiene en el sendero espiritual, y a salvo de los peores extremos. Si tan solo colaborásemos con él e hiciésemos nuestra parte.
En un diálogo con un joven e inquieto discípulo, Hazur Maharaj Ji llega al corazón del dilema de nuestra situación esquizofrénica aquí en la tierra y nos dice cómo podemos lidiar mejor con ella:
Pregunta: ¿Por qué me siento como una indefensa pelota de ping-pong entre Dios y los placeres mundanos? Siento que Dios tira de mí y también lo hacen los placeres mundanos, o podemos llamarlos ilusiones, que me llevan en otra dirección. ¿Por qué me siento así? ¡Me destrozan!
Respuesta: Bueno hermano, es muy sencillo. Tenemos una combinación de alma y mente… La tendencia del alma es elevarse, ir hacia el interior. La tendencia de la mente es hacia abajo y hacia afuera. Así que la mente intenta arrastrarnos hacia abajo y el alma intenta elevarnos. Y en nuestro interior existe este conflicto constante2.
¡Hazur nos dice que este conflicto existe siempre en nuestro interior! Tenemos que vivir con este conflicto. Tenemos que afrontarlo y aceptarlo como una tarea y una batalla de por vida, una lucha entre nuestra diversión externa y la indulgencia, y la concentración interna y la realización. Incluso si nos hemos cansado de esta batalla, incluso si queremos dejar las armas en el campo de batalla como Arjuna en el Bhagavad Gita, necesitamos sentir este conflicto. Necesitamos esta resistencia. Por ello Baba Ji ha dicho que es en la adversidad cuando encontramos el éxito, no en la armonía y en el bienestar. Por eso es aquí, en esta tierra inhóspita, en las circunstancias adversas, en el Kaliyuga, la peor de las épocas, donde mejor progresamos.
Sin embargo, el discípulo le pide a Hazur a cambio: “¿Cómo puedo acabar con este conflicto?” ¿Y cuál es la respuesta de Hazur? Ya la sabemos, ¿no? Podríamos saltarnos el tema y pasar al siguiente. Pero no, nos encanta su respuesta, como nos encantan todas las respuestas de nuestros maestros, aunque a veces puedan resultar tan amargas como un medicamento. Nos encanta su respuesta porque nos ha involucrado en una relación amorosa que no podemos resistir, una relación amorosa que tiene en su núcleo esta respuesta y su realización.
“Con la meditación”, responde Hazur. La meditación es el único mandamiento. Es la única solución, la única verdadera y eterna cura para nuestro dilema aquí en la tierra, para ganar la batalla, para hacer que la mente descanse y para liberar nuestra alma. Tal y como escuchamos a Baba Ji decir en sus satsangs, la meditación es la acción más pura y óptima. La meditación es la única verdadera estrategia para conseguir la paz. Mientras no hayamos resuelto nuestro conflicto más profundo entre el alma y la mente, mientras no hayamos silenciado y desarmado realmente a nuestra mente a través de la meditación, nunca habrá paz en el mundo exterior.
Rabindranath Tagore habló de una mente descontrolada cuando dijo:
Un entendimiento todo lógica es como un cuchillo de hoja sola, que hiera la mano de su dueño3.
¿Cómo desarmamos a la mente? Hazur continua la cita anterior: “La meditación retira la atención de la mente desde el exterior hacia el interior”. Suena sencillo y convincente. Solo tenemos que invertir el proceso. Si queremos ganar esta batalla y curarnos de nuestro conflicto interior, para poder restaurar el verdadero equilibrio y la armonía duradera, entonces tenemos que tomar el medicamento por supuesto. Sin embargo, su medicina no es una medicina corriente por la que pagamos en efectivo; si la tomamos con amor y devoción se vuelve más dulce que la miel y transforma todo nuestro ser.
Hazur continúa su respuesta diciendo:
Así que la mente puede disfrutar de algo mejor que los placeres mundanos. Y entonces la mente se convierte en una gran ayuda para el alma.
Nuestra mente tampoco es feliz siendo esclava de los sentidos. La mayoría de las veces, la mente no sabe quién es y dónde está, y qué es lo que realmente quiere. Seducida e impulsada en todas las dirección por los sentidos y las emociones, nuestra mente en sí, está llena de contradicciones. Todos sabemos lo rápido que podemos cambiar de opinión, para satisfacer un capricho momentáneo, deseo o gratificación instantánea. Lo que era válido ayer, hoy ya no lo es, ¡ni siquiera en el próximo instante! Nuestra mente puede tirar por la borda sus mejores decisiones en un segundo. Baba Ji nos ha preguntado si no es una contradicción que queramos vencer y deshacernos de nuestra mente y al mismo tiempo la escuchemos.
Tal y como hacemos con niños traviesos, tenemos que imponer límites claros a los interminables deseos de nuestra mente. Tenemos que fijar las reglas, lo que hay que hacer y lo que no, y atenernos a ellas. Como en otros aspectos de la vida, tenemos que aprender a decirle “no” a la mente. Empecemos con pequeños pasos, con pequeños “no” y veremos cómo cada “no”, por muy pequeño que sea, hará maravillas y fortalecerá nuestra fuerza de voluntad. Por ejemplo, podemos decirle que “sí” a poner el despertador para marcar el final de la sesión de meditación, pero decirle que “no” a nuestra mente cuando quiere mirar el reloj durante de la meditación.
Continuando el diálogo, el inquieto discípulo responde a Hazur persistentemente:
Puedo entenderlo intelectualmente, ¡pero estos placeres me engañan todo el tiempo!
¿No lo sabemos todos? Sin embargo, en Sant Mat nunca hay motivos para desanimarse. Los maestros siempre tienen una respuesta positiva y alentadora para todo en la vida, y también para nuestro dilema existencial. Hazur confirma enfáticamente:
Sí, porque durante años hemos estado disfrutando de ellos [los placeres]. Pero si se frota constantemente la piedra, tendrá su efecto.
Después de conducir tanto tiempo en la dirección equivocada, no podemos esperar llegar a nuestro destino real de la noche a la mañana. Es un proceso largo, lento y laborioso de dar la vuelta. Tenemos que cambiar nuestra forma de vida, pero no de repente, no un giro de 180 grados; no, eso sería completamente imposible e incluso peligroso. El cambio de dirección tiene que ser gradual, lento y cuidadoso, siguiendo el consejo de Baba Ji de evitar todos los extremos. Cuando un joven le dijo a Baba Ji hace poco, que quería pensar solo en él a cada momento y a cada segundo, el maestro le dijo que no, que hay que mantener un equilibrio. Después de la meditación, también tenemos que pensar en nuestra salud, nuestra familia y nuestro trabajo.
El hombre es el único ser vivo que con su postura erguida es capaz de mirar hacia el horizonte, manteniendo tanto el cielo como la tierra en perspectiva. Así que esta es nuestra tarea: mantener a la vista tanto nuestros deberes mundanos como nuestras tareas espirituales, sin ir demasiado lejos ni demasiado tiempo en una u otra dirección, y sin descuidar ninguna de las dos. Una imagen ideal de mantener un equilibrio en la vida podría ser la del viejo reloj de péndulo de nuestra abuela, que siempre se mueve de un lado a otro al mismo ritmo.
No obstante, mantener el equilibrio y el ritmo de vida adecuado depende de las circunstancias individuales y también puede variar en las diferentes etapas de la vida. Sin embargo, las claves del éxito en el camino de vuelta a casa siguen siendo las mismas: paciencia y persistencia. Baba Ji, nuestro ejemplo vivo, siempre nos dice que podemos hacerlo. Incluso ha dicho que él mismo era una persona muy normal, pero que la única cualidad que tenía era la perseverancia.
- Johann Wolfgang von Goethe, Faust, Primera Parte. Verso 1112-1117.
- Grabación de preguntas y respuestas de Hazur Maharaj Charan Singh, 14 de marzo de 1988; grabación # 17721.
- Rabindranath Tagore, Collected Poems and Plays, New York: The MacMillan Company, 1958. CXCII, p. 249.