¡Todo claro! - RSSB Satsangs & Composiciones

Descargar | Imprimir

¡Todo claro!

Todos estamos de acuerdo en que, para darle estabilidad a nuestra vida, debemos tener metas y prioridades. Los objetivos y la planificación pueden ser tan a largo plazo como los planes de jubilación para alguien que acaba de entrar en la vida laboral, hasta tan a corto plazo como: “¿qué quiero comer para mi próxima comida?”. De modo que, para lograr ese objetivo, necesitamos priorizar nuestras tareas y finalmente actuar. Sin estos tres aspectos necesarios: objetivo, prioridad y acción, nuestra vida sería muy caótica, confusa e infructuosa.

Una fuerza común que apoya los tres principios es el “pensamiento lúcido”.

Al ser los pensamientos creaciones de la mente, el pensamiento lúcido nace de una mente lúcida. Una analogía que escuchamos frecuentemente en los discursos es que uno no puede ver su cara en el agua turbia y agitada. Si el agua está quieta, el barro se asienta en el fondo y podemos ver un reflejo claro. En esencia, así como el agua quieta es agua clara, una mente quieta e inmóvil trae claridad a nuestro proceso mental.

La falta de claridad en el pensamiento hace que reaccionemos a una situación tras otra, creando más dolor y sufrimiento. Sardar Bahadur Jagat Singh Ji señala:

¿Por qué nos enfadamos? Porque no reflexionamos. ¿Por qué la gente sucumbe a los ataques de la lujuria? Porque no piensan. ¿Por qué la gente se suicida por la pérdida de propiedades o riquezas? Porque no piensa. Vichar (pensar lúcidamente), es 90 por ciento de abhyas (práctica). Pensar lúcidamente es una bendición. Se puede lograr fácilmente con un poco de práctica1.

Esencialmente afirma que el pensamiento lúcido, como cualquier otra habilidad, ¡se puede aprender con la práctica! Así que necesitamos tener absoluta claridad en cada paso de la estructura de la vida anteriormente mencionada, en cuanto a:

  • ¿Cuál es nuestra meta en la vida?
  • ¿Cómo establecemos prioridades para mantenerla siempre presente y no perderla de vista, mientras atendemos a otras obligaciones y responsabilidades manteniendo un equilibrio?
  • ¿Cómo actuar para cumplirla?

Meta: Algunos de los que creen en el destino podrían sostener –por complacencia– que, si todo está predestinado, entonces ¿por qué debemos tener una meta o incluso actuar? Sin embargo, a nivel práctico, tenemos –y debemos– tener un propósito en la vida para darle sentido y tener una cierta seguridad de futuro, independientemente de su incertidumbre.

El objetivo o propósito común fundamental de la vida es lograr la felicidad. Podemos utilizar diferentes medios para ese fin. La claridad de pensamiento entra en juego aquí porque debemos esforzarnos en buscar lo que nos brinde una felicidad duradera, eterna, en lugar de efímeras ráfagas de placer. Los santos nos dicen por su experiencia que la felicidad permanente proviene de la búsqueda y realización de nuestro verdadero ser, que es la esencia de lo divino, y que, en última instancia, se funde en su fuente.

Prioridades: La vida está llena de distracciones. Una vez (que hemos) definido claramente nuestro objetivo, el siguiente reto es mantenerlo siempre presente y construir nuestra rutina de trabajo para lograrlo. Habrá muchas tormentas en esta vida. El objetivo se convierte en nuestra ancla. Las obligaciones y responsabilidades necesarias de la vida deben atenderse, y en medio de todas las tormentas, no podemos perder de vista nuestro objetivo. El sendero de la autorrealización también se llama el sendero de los valientes por esta misma razón. En una batalla, hay caos, conmoción, alboroto, etc., pero un soldado valiente es aquel que se entrega a su deber.

Acción: Si no realizamos lo que nos hemos propuesto, el establecimiento teórico de objetivos y prioridades carece de sentido. Siguiendo el consejo de Sardar Bahadur Ji, practiquemos el pensamiento lúcido tratando de calmar nuestra mente. Es por medio de la acción que hemos creado nuestro destino. Es por medio de la acción que podemos crear un futuro. Hay muy poco que podamos controlar en la vida y en este mundo, pero podemos controlar cómo manejamos las situaciones que encontramos. Una acción positiva, nacida del pensamiento lúcido, es como una semilla que puede convertirse en un gigantesco árbol de positividad, para nosotros y para los que nos rodean.

Como dice el refrán: "No soy lo que me pasa, soy lo que elijo ser".


  1. La ciencia del alma, p. 225, #18.