Renunciar a las viejas maneras de pensar - RSSB Satsangs & Composiciones

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Renunciar a las viejas maneras de pensar

Todos nacemos con un conjunto único de karmas que debemos afrontar en esta vida. Algunos parecen hacerlo con facilidad, y otros se aferran siempre a los resentimientos, las pérdidas y el dolor. Nos preguntamos, en medio de todos los cambios que están ocurriendo en el mundo, “¿Hay cosas, conceptos, comportamientos de los que pueda desprenderme, que ya no necesite en mi vida?”. Se han escrito innumerables libros de autoayuda sobre como “ordenar nuestras vidas”. Estos libros arrasan en las estanterías con ventas masivas. Es como si cuanto más caótica se vuelva la vida, más necesidad tengamos de darle sentido y organizar el caos. Ordenar nuestros espacios físicos puede entenderse como una metáfora de la limpieza de nuestros espacios interiores. Los acontecimientos de este año tal vez nos han permitido examinar de cerca los hábitos de nuestras vidas, nuestra relación con el maestro y el sendero, desde una nueva perspectiva.

El maestro se ha esforzado mucho por instarnos a deshacernos del desorden que hemos acumulado en lo referente al sendero. Para volver a centrar nuestra atención en la sencillez de las enseñanzas, ha intentado en repetidas ocasiones alejarnos de los rituales y comportamientos que nos apartan de la realidad interior. Sin embargo, es nuestra naturaleza aferrarnos a un mito y luego a otro.

Hay una historia de un monje budista que trataba de enseñar a su discípulo lo inútil de aferrarse a los conceptos y al dogma en el sendero, y la carga que conlleva hacerlo. En esencia, la historia gira en torno a la necesidad del discípulo de cruzar un río. El discípulo construyó una balsa con “hierba, ramitas y hojas”. Al llegar al otro lado del río, el discípulo decidió que como lo había transportado al otro lado, llevaría la balsa sobre sus hombros durante el resto del viaje, aunque la balsa ya había cumplido su propósito. Así que aceptó la carga de llevar la balsa sobre sus hombros. El Buda concluyó: “Así que os he mostrado cómo el dharma (las enseñanzas) es parecido a una balsa que sirve para cruzar, y no para aferrarse a ella”1.

Aferrarse a lo que creemos que es real y permanente es un obstáculo para nuestro crecimiento y experiencia en el sendero. Hemos oído que este mundo es una ilusión, y sin embargo podemos alcanzar y tocar a nuestro cónyuge, nuestro hijo, nuestro coche, una taza, y todos parecen reales.

Dado que tendemos a ver el mundo como algo fijo y permanente a pesar de la experiencia de que no lo es, nos sentimos infelices con su pérdida. Se nos ha lanzado a un mundo donde todo cambia. Nos hemos visto forzados a modificar nuestros hábitos (algunos han perdido sus trabajos, los niños no pueden ir a la escuela, ni siquiera podemos ir de compras). Se nos ha pedido mantener la distancia física y no tocar a los demás, e incluso que utilicemos mascarillas. La pérdida de nuestras viejas maneras de ser nos ha supuesto nuevos retos. Algunos puede que deseen volver a cómo eran las cosas. Otros lo ven como una oportunidad.

Sri Nisargadatta Maharaj dijo: “La madurez espiritual reside en estar dispuesto a renunciar a todo”. Esta renuncia es el primer paso. Pero la verdadera renuncia es darse cuenta de que no hay nada a lo que renunciar, pues nada nos pertenece”2. ¿A qué nos aferramos cuando la ley del universo dicta que todo cambia?

Solo tenemos que ver nuestros cuerpos para entender esto. Sabemos que estamos envejeciendo, nuestros cuerpos están llenos de dolor y enfermedad, nuestros ojos se debilitan, pero luchamos para detener la marea con un “parche” tras otro. ¿Es hora de hacer balance y dejar de intentar aferrarnos a lo que ha sido nuestra vida hasta ahora? ¿Acapara demasiado tiempo de nuestro día el intento de invertir el proceso de envejecimiento? ¿Nos hemos vuelto tan ensimismados, con nuestras arrugas y la pérdida de nuestro paso ágil, que no podemos aceptar que hay un propósito para nuestro envejecimiento? Baba Ji dijo en una ocasión que el envejecimiento es naturalmente hermoso. Así que, de alguna manera, ¿nos ha permitido desprendernos de nuestra propia imagen como una presencia física con buenos dientes, oídos, ojos, pelo? Nuestro ego parece tratar de resistirse a esta noción de envejecimiento. Además, ¿el apegarnos a la imagen de un yo más joven no añade más carga mental?

Si dejamos a un lado la actividad incesante de nuestras mentes, nuestras preocupaciones por el pasado, nuestras emociones y preocupaciones por el yo, ¿qué es lo que realmente perdemos? Aferrarse a estas cosas es lo que nos impide recordar lo divino. Permanecemos atrapados pensando que todo aquí es real y nos apegamos a su presencia en nuestras vidas. ¿Cuál es la respuesta a este constante aferramiento, a este intento de apegarse a lo que fue? Si, según se dice, la vida de un ser humano tiene como objetivo descubrir la divinidad, ¿cómo llegamos a tener suficiente madurez espiritual para identificar y abandonar lo que nos retiene?

Por supuesto, la respuesta es la meditación. Pero como en todos los demás aspectos de nuestras vidas, es posible que hayamos decidido que con solo hacer “acto de presencia” y sentarnos sobre nuestros cojines es suficiente. Puede que nos hayamos quedado estancados y que sintamos que no avanzamos. Hay un viejo dicho que dice que la definición de locura es hacer lo mismo, de la misma manera, día tras día, y esperar un resultado diferente. Así que quizá superar esta inercia que nos impide explorar profunda y genuinamente nuestra meditación forma parte de liberarnos de cómo concebimos el esfuerzo. La búsqueda de la sabiduría reside en la capacidad de ajustar el rumbo y ver siempre un viejo hábito con otros ojos.

Para poder eliminar verdaderamente el desorden, nuestras vidas deben girar en torno a nuestra meditación. En Conceptos e ilusiones, leemos: “Las abejas, cuando se ven atrapadas en una tormenta en los campos, toman pequeñas piedras para mantener su equilibrio en el aire para que no sean fácilmente arrastradas por la tormenta”3. Nuestra ancla en cualquier tormenta es la meditación y el maestro. A través de la meditación, podremos darnos cuenta de que todo aquí es temporal y mantener nuestro equilibrio y corregir nuestro rumbo según sea necesario. La meditación nos entrena para asumir la perspectiva de aceptar lo que está pasando en nuestra vida. Nos permite experimentar que el mundo interior que buscamos es la roca en la que podemos apoyarnos mientras todo a nuestro alrededor es confuso y aparentemente fuera de control. La meditación nos ayuda a dejar de aferrarnos y tratar de evitar que las cosas cambien a nuestro alrededor y aceptar lo que hay. Es el único camino para liberarse.

Pedro de Celles, en el libro de Thomas Merton La oración contemplativa, dice:

Dios trabaja en nosotros mientras nosotros descansamos en él. Más allá de toda comprensión está esta obra del Creador... Este descanso, en efecto, sobresale por encima de todo otro trabajo productivo4.

Esta es solo otra manera de convencernos de que abandonar nuestros juicios, opiniones, conceptos sobre “cómo deberían ser las cosas”, nuestra indecisión y nuestras ansiedades, aunque no es tarea fácil, es nuestro camino hacia la paz, el equilibrio y el descanso que nos proporciona el refugiarnos en el maestro y en la meditación.


  1. The Spiritual Guide, Vol. 2, p. 31
  2. Sri Nisargadatta Maharaj, citado en Concepts and Illusions, p.124
  3. Concepts and Illusions, p.138
  4. Thomas Merton, La oración contemplativa