¿El Señor se siente solo?
En una ocasión, alguien le preguntó a Hazur Maharaj Ji: “¿El Señor se siente solo?” Y el maestro respondió: “Tal vez por eso nos está llamando”1.
Así que la verdad es que: Él nos está llamando de vuelta a él. ¡Qué cosa tan extraordinaria! No somos solo nosotros los que anhelamos a Dios, es él quien nos anhela a nosotros. Como escribió una vez un filósofo: “Dios está en busca del hombre. Dios nos desafía, y nosotros tenemos que responder”.
Profundicemos en este tema. Dios es la fuente primordial de luz y amor. Somos partículas de esa luz, pero nos hemos separado de nuestro origen. Nos hemos apegado a la materia, nuestra luz está ensombrecida por nuestros karmas; por nuestros deseos y miedos, por nuestros hábitos, por nuestro ego. Estamos perdidos en la oscuridad de la ignorancia espiritual y necesitamos contactar con la fuente de luz una vez más, para reavivar la llama que está dentro de nuestros corazones.
Nuestro anhelo de regresar al Señor, de ir al interior y experimentar al maestro en toda su refulgencia es nuestra respuesta, desde lo más profundo de nuestro ser, a la atracción del Señor. La fuente primordial de amor y luz lleva a la chispa de nuestra alma de regreso a su origen. Él siembra esa soledad en nuestro interior. Hazur dijo:
Esa soledad no te puede abandonar. Es el anhelo del alma de ser uno con el Padre. No puedes superar esa soledad2.
Es él quien ha puesto este amor dentro de nosotros y luego nosotros correspondemos con ese amor. Como Hazur Maharaj Ji solía decir: él se adora a sí mismo a través de nosotros. Alguien le preguntó una vez a Hazur Maharaj Ji si el Señor necesita nuestro amor.
Sí, pero ¿quién le da el amor al amante? Es el amado quien proporciona ese amor al amante. El amante cree que ama al amado. Pero el anhelo en el corazón del amante proviene del amado, siempre. Le da al amante la sensación de que está enamorado de él. En realidad, es el amado quien ha puesto esa atracción en el corazón del amante. Sin esa necesidad, ¿por qué debe el amado darle ese anhelo al amante? ¿Por qué ha de sembrar la semilla del amor en el corazón del amante? El amado debe necesitar ese amor3.
Así que necesita amarnos y necesita que lo amemos. Como nuestra alma es de su esencia, naturalmente siente una atracción hacia él. Hay una atracción magnética del todo hacia la parte y de la parte hacia el todo. Es un gran círculo de amor.
El anhelo en nuestro interior crece hasta que enciende un fuego y nos desesperamos por encontrarlo en el interior. Necesitamos alimentar ese intenso anhelo, y ayudar a que el amor crezca y se desarrolle. La meditación es el ingrediente esencial, apoyado por el seva y el satsang.
El maestro es la clave del proceso. Necesitamos que el maestro nos ponga en el camino de regreso a la unión con nuestro origen. El maestro nos atrae con su amor incondicional. Nos llena de esperanza e inspiración. Es paciente. Cuando estamos en su compañía nos sentimos colmados de amor. Él nos muestra nuestro ser más positivo –siempre nos dice que somos dignos de encontrar al Señor– a pesar de nuestras debilidades humanas.
Estar con el maestro físicamente es un recordatorio de la gran compasión que el Señor nos tiene, ya que ha enviado al maestro para sacarnos de la ilusión de esta vida mundana y para revelarnos nuestro verdadero potencial como seres espirituales. Estar con él es una prueba del propósito verdadero de nuestras vidas. Él es un espejo de lo que realmente somos.
Cuando por primera vez escuchamos hablar del maestro, cuando se nos reveló y nos condujo a sus pies, fue un verdadero milagro. Pudimos despojarnos de las oscuras capas de miedo y desesperación, bajarnos de la rueda kármica y empezar a movernos hacia la luz. A lo largo de nuestras vidas tenemos que recordarnos este milagro, ya que nuestra mente da las cosas por sentado.
El maestro es enviado por Dios, el Padre, para todas aquellas almas que anhelan ser liberadas del interminable ciclo del nacimiento y renacimiento; esas almas a las que el Padre está llamando a casa, hacia sí mismo. Anhela que nos unamos a él, como nosotros anhelamos ser uno con él.
El maestro es el portador de la verdad. Él nos muestra nuestro verdadero estado en la vida: cómo vivimos en el autoengaño, en la ilusión sobre lo que es real y verdadero o falso; cómo no podemos elegir las prioridades correctas en la vida. Esto se debe a que somos esclavos de la mente, y la mente siempre nos lleva por el camino de menor resistencia, hacia los sentidos, hacia un apego creciente a este mundo. Sin la intervención del maestro, estaríamos atados a la creación para siempre.
Así que el maestro nos enseña que, si seguimos sus instrucciones, podemos liberarnos de estos apegos. Podemos romper las cadenas que nos retienen y experimentar el amor verdadero.
El maestro es como el flautista de Hamelín de la leyenda medieval, que aleja a los niños de sus padres y de su vida normal, mediante la fuerza de atracción de su música. Por lo tanto, una vez que entramos en su campo magnético, en la órbita del Shabad, que es la verdadera forma del maestro, la orientación de nuestra mente cambia. Empezamos a escuchar su música en lugar del ruido y la música del mundo. Nos desprendemos de los valores que solían significar tanto para nosotros y adoptamos los valores espirituales que él nos enseña.
Así que el milagro no es solo que el maestro nos haya elegido, sino que, a un nivel más profundo, los santos cambian nuestra actitud hacia la vida. Nos separan de la creación y nos unen al Creador. Maharaj Ji dijo:
Ese es el mayor milagro que pueden realizar. Nuestra actitud y enfoque de la vida cambian por completo. Cosas de las que solíamos atribuirnos el mérito y presumir, nos avergüenza hacerlas cuando entramos en su compañía.
Como dijo Cristo: “He venido para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”. Ese es el milagro que vienen a realizar. Aquellos que solo ven el mundo, solo ven la creación, están atados solo a la creación; he venido a cegarlos, lo que significa que he venido a separarlos de esta creación. Y quiero darles esos ojos que únicamente ven al Padre...
Los místicos nos despiertan de un sueño profundo; ese es el milagro que realizan. Y este milagro es único para cada discípulo. Él siente ese milagro dentro de sí mismo4.
Qué afirmación tan contundente, esa de que el maestro nos ha despertado del sueño profundo de la vida, de la ilusión, para que ya no tengamos que vivir en un sueño. ¡Podemos vivir en la realidad! El maestro nos muestra la verdad.
Hazur Maharaj Ji describió la forma en que el maestro hace esto: es como un jardinero que trasplanta un árbol de un lugar a otro. Y hace que suene muy simple: nos arranca de raíz de un lugar y nos planta en otro lugar, donde la tierra es más fértil.
Por nosotros mismos nunca podremos superar nuestras viejas formas de pensar, nuestros hábitos rutinarios. Somos como un tren que circula por la vía automáticamente, y necesitamos que alguien nos cambie de vía. Necesitamos una fuerza externa que entre en nuestras vidas, en nuestras mentes, y cambie la dirección de nuestros pensamientos. Esta es su gracia. Por eso el Padre, en su misericordia, ha enviado al maestro.
Puede usar diferentes métodos dependiendo de nuestras personalidades, pero lo principal es que tiene que “sacudirnos de raíz”. Como explicó Maharaj Ji:
Si un árbol tiene muchas raíces profundas en la tierra, y quieres desarraigarlo, necesitas que el viento sea muy fuerte. También hay que humedecer las raíces para aflojarlas, para que el fuerte viento pueda hacer su trabajo fácilmente. Tenemos tantas raíces en esta creación, con todos nuestros karmas pasados. Estamos tan absortos en los placeres de este mundo que a menos que los santos nos sacudan, nunca seremos capaces de desarraigarnos de esta creación. Así que a veces utilizan medidas muy drásticas. Su enfoque es muy, muy estricto, diría yo, porque quieren arrancarnos de esta creación y llevarnos de vuelta al Padre5.
Es difícil para nosotros afrontar la verdad. Nos hemos acomodado a nuestras propias ilusiones, así que es función del maestro mostrarnos la verdad; cómo abandonar nuestro comportamiento negativo y vivir con nuestros ojos y con nuestro modo de vida completo enfocados en nuestro destino. Esto puede ser doloroso para nosotros, pero el maestro no está aquí para llevarnos de una ilusión a otra, como Baba Ji ha dicho a menudo.
El maestro ideal fue descrito con bastante firmeza por un místico judío:
Cada vez que un nuevo hasid (discípulo) acudía a él, inmediatamente le sacaba el alma, la limpiaba de cualquier mancha y herrumbre, y la volvía a poner de nuevo dentro de él, restaurada al estado en que se encontraba a la hora en la que nació6.
Soami Ji nos explica cómo el maestro hace esto:
¡Oh mente!, ve al ghaat (lavandería) del gurú
y haz que los atavíos del alma se laven y queden limpios.
Usando el jabón del seva, lávalos con el darshan,
y después acláralos en el agua del amor.
Aplica el detergente de sus palabras
y enciende el fuego del anhelo en la caldera del amor.
El alma queda purificada en la corriente del bhakti
que fluye allí día y noche7.
Así que Soami Ji está diciendo que cuando llegamos al sendero, nuestra alma debe ser limpiada. Tenemos que hacer nuestra parte. Tenemos que participar en el seva y asistir al satsang; tenemos que prestar atención a las instrucciones del gurú y cultivar la devoción a través de la meditación.
Nuestra iniciación es un hito ya que muestra nuestra intención de cambiar el rumbo de nuestras vidas. Es como nacer de nuevo, desarraigarse de allí y replantarse aquí. Pero no sucede nada si no seguimos las instrucciones del maestro. Cuando estamos bajo su protección, comenzamos el proceso. Pero la iniciación es solo el primer paso. Ahora debemos implicarnos en el proceso y hacerlo. Esto significa que tenemos que moldear nuestras vidas de manera seria y sincera, de acuerdo con las enseñanzas.
Maharaj Ji solía decir que él corta nuestras raíces, nuestras cadenas, con la espada del Nam, de la meditación. A menudo subrayaba la importancia de la meditación para poder cortar estas raíces que nos devuelven a esta creación una y otra vez. A veces comparaba nuestra meditación con un hacha; el hacha es lo único que cortará las raíces que son gruesas y profundas en la tierra. Así que tenemos esta poderosa herramienta, pero tenemos que usarla. Maharaj Ji dijo:
Conectarte con el Shabad es como si te dan un hacha. Ahora corta las raíces del árbol. Si no vas a usar el hacha, ¿de qué sirve? Un granjero usa un hacha para arrancar un árbol, para cortar sus raíces, pero si no quiere usar el hacha, no quiere trabajar, no quiere esforzarse, ¿cómo podrá cortar el árbol y cortar las raíces de ese árbol? Tiene que trabajar, tiene que usar el hacha. Está bien equipado para hacerlo.
Los místicos nos equipan para luchar con nuestra mente, luchar con nuestros apegos a la creación, pero tenemos que hacer nuestra parte. El general equipa a sus soldados para luchar contra el enemigo, y quiere que cada soldado luche. Él está detrás para guiarlo, para equiparlo, para darle sus municiones, para cuidar de todas sus necesidades, pero el soldado tiene que luchar. El soldado no puede decirle a su general que venga a luchar en primera línea por él. Tenemos que hacer nuestra parte. Tenemos que luchar contra nuestro enemigo, nuestra mente, que está unida a esta creación. Así que, por supuesto, la meditación os ayudará a desarraigaros de esta creación8.
Maharaj Ji nos recuerda que él nos coloca en el sendero, pero nosotros somos los que tenemos que pelear la batalla contra nuestra mente. Tenemos que responder a su atracción.
Y, como nos recuerda a menudo, no debemos ser calculadores, no podemos pensar que, porque he meditado dos horas o dos años, o veinte años, merezco tanto progreso espiritual. No debemos pensar en los resultados, simplemente debemos hacerlo para complacerlo. Necesitamos ser sinceros, honestos, humildes y pacientes. Como le escribió Hazur Maharaj Ji a un discípulo:
Cada cosa a su tiempo. Nuestro deber consiste en hacer esfuerzos continuados y sinceros; y cuando llegue el momento oportuno y así lo disponga el Señor, se nos dará el gran regalo9.
¿Qué quiere decir cuando dice que debemos hacer “esfuerzos continuados y sinceros”? ¿Qué es la sinceridad en la meditación? Significa una mente honesta, abordar nuestra práctica con una sincera devoción. Tenemos que ser fieles a nuestras intenciones, fieles a nuestros propósitos; moldear nuestras vidas para que todo lo que hagamos nos encamine hacia nuestro destino. Como dice Baba Ji a menudo, cada acción conduce a su conclusión lógica. Lamentablemente, sin embargo, a menudo preferimos vivir bajo nuestras propias ilusiones – nos engañamos a nosotros mismos, y ponemos constantes excusas para no cumplir con nuestro compromiso– de modo que tenemos que dedicarnos constantemente a mantenernos en el sendero. De lo contrario, tomamos el camino fácil o nos volvemos complacientes.
Un satsangui le preguntó una vez al maestro: “¿Puedes explicarnos lo que significa ser honestos en nuestra meditación?”. Él respondió:
Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Tenemos que vivir con nosotros mismos en lugar de vivir para los demás. Tenemos que hacer esfuerzos honestos y sinceros, y luego dejar el resultado al Señor10.
El resultado es el gran regalo que nos llegará cuando estemos preparados.
En otras palabras, tenemos que realizar el esfuerzo de forma sincera, pero los resultados, el fruto, no están en nuestras manos. Solo él conoce el momento adecuado; es cuando el Señor lo ordena. Sabe lo que es mejor para nosotros espiritualmente, no retiene su gracia, pero no siempre podemos ver cómo está interviniendo en nuestras vidas. Nos aconseja que seamos pacientes. Él sabe cuándo y cómo darnos el “gran regalo” de la realización de Dios. No podremos conseguirlo a menos que vivamos humildemente como él nos ha pedido. Cuando él quiera, nos atraerá hacia él. Es toda su voluntad. Como Maharaj Ji aconsejó:
Él es ahora el timonel en tu vida, que solo tiene tu felicidad y el mejor interés en el corazón. Por su gracia te lleva hasta él lo más rápidamente posible, para darte todo lo que tiene11.
Todo es un regalo que él nos da.
A decir verdad, con el tiempo, a menudo nos desanimamos; pero esto se debe a que tenemos demasiadas expectativas de nosotros mismos. Al principio somos muy idealistas y esperamos obtener progreso espiritual rápidamente. No nos damos cuenta de lo dominados que estamos por nuestros egos, nuestros apegos y nuestros deseos. En lugar de aceptarnos a nosotros mismos y simplemente hacer lo que se nos pide, empezando desde donde estamos, nos volvemos impacientes y empezamos a analizarnos y a criticar nuestros esfuerzos. Nos volvemos demasiado autocríticos. Vigilar nuestras acciones y hacer balance objetivo pueden ser útiles si nos impulsan a continuar. Pero a menudo nos excedemos. Esto puede convertirse en una indulgencia negativa, una forma de autocompasión.
Nuestro objetivo puede ser el de mejorar nuestros esfuerzos, pero de hecho, a menudo terminamos creando bloqueos mentales y desanimándonos. ¿Medité lo suficiente hoy? ¿Tuve la actitud correcta? ¿Por qué no me acuerdo de hacer simran durante el día, todo el día, por qué tengo todos estos malos hábitos? Bla-bla-bla. Y así, en lugar de pensar en el maestro, ¡estamos pensando en nosotros mismos! Qué lista es nuestra mente, para desencaminarnos.
En una ocasión, un místico judío aconsejó a un hombre que se quejaba de su falta de devoción y de su fracaso a la hora de vivir una vida espiritual. El maestro dijo:
El que ha hecho el mal y habla de ello, y piensa en ello todo el tiempo, no elimina esa mala acción de sus pensamientos. Seguramente no podrá arrepentirse, porque su espíritu se volverá tosco, y su corazón se volverá obstinado. Puede incluso ser asaltado por la oscuridad y la depresión.
Así que el maestro le preguntó a su discípulo: ¿Qué quieres hacer? Rastrillar la tierra para acá, rastrillar la tierra para allá; ¡siempre será tierra! ¿Has pecado o no has pecado? ¿Qué diferencia hay? Mientras le das vueltas, podrías estar ensartando perlas para el deleite del cielo. ¿Has hecho el mal? Entonces contrarréstalo haciendo el bien12.
Todos cometemos errores. Pero, el maestro está diciendo, que no le des más vueltas, simplemente no lo vuelvas a hacer. No te quedes atrapado en una espiral de negatividad, sino da un paso positivo. En lugar de perder el tiempo y deprimirte en la autocompasión, ensarta perlas para el deleite del cielo. Para nosotros esto significa: ¡Atiende a la meditación! Hacer del simran un collar de perlas para el deleite del maestro.
Hazur Maharaj Ji dijo en una ocasión:
Cualquier cosa que hagas para alcanzar tu objetivo no es un desperdicio, es un paso hacia delante...Cuando intentamos volver al Padre, todo lo que hacemos para alcanzar ese fin es a nuestro favor... Incluso cuando caemos, no es un desperdicio.... Cada paso que damos es un paso hacia delante13.
Tenemos que recordar esto: Que cada paso que damos es un paso hacia delante. Cuántas veces ha dicho el maestro que, si damos un solo paso hacia él, ¡él dará 100 pasos hacia nosotros! Ha dicho incluso que un solo paso es suficiente para que él tire de nosotros.
¿Cómo damos esos pasos hacia él, para invocar su amor, su gracia? El maestro habla de usar cada acción de nuestro día como un vehículo para prepararnos para nuestra próxima meditación; para crear una atmósfera de pureza las veinticuatro horas del día. Él dijo:
Cualquier cosa que purifique tu mente, es tu meditación; una vida buena, una vida correcta, vivir de acuerdo con las enseñanzas, tener buenas relaciones con todo el mundo, tener una actitud simpática, y también dedicar tu tiempo a la meditación. Verás, todo eso es meditación. La meditación no es simplemente encerrarse en una habitación durante un par de horas y luego olvidarse de dónde está Dios y dónde estás tú. Eso no es la meditación en absoluto. Tenemos que vivir en meditación día y noche. Esa es la verdadera meditación14.
Vivir en meditación día y noche significa ser conscientes del maestro todo el tiempo. Hazur Maharaj Ji dijo:
¿Por qué no permanecer siempre en presencia del maestro? Estar donde el maestro siempre esté contigo. Estar en su presencia siempre y estar siempre feliz. Debemos llegar a ese nivel en que podamos estar siempre con nuestro maestro. Por supuesto, si eso te da felicidad, serás feliz. Conoces el camino, conoces el sendero, conoces la ruta, conoces el destino, así que tienes que trabajar para conseguirlo. La felicidad viene del interior, no proviene de ningún lugar externo en absoluto. La felicidad siempre está dentro. Tenemos que ayudarla a crecer, crecer y crecer desde el interior, a través de la meditación15.
Para concluir, encontremos consuelo en las palabras de Rumi:
¡Oh, corazón! Siéntate con aquel que conoce el sonido interior.
Refúgiate bajo el árbol que tiene flores frescas.
No deambules sin rumbo en este mercado de comerciantes,
sino siéntate en la tienda que comercia con la miel16.
- Spiritual Perspectives, Vol. I, # 27
- Ibíd
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #520
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #536
- Spiritual Perspectives, Vol. I, #538
- Martin Buber, Tales of the Hasidim; NY: Schocken Books, 1975; p. 309
- Soami Ji Maharaj, Sar Bachan Poesía (Selecciones); RSSB, 1997; p. 203.
- Spiritual Perspectives, Vol. II, #546
- Luz sobre Sant Mat, carta #96
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #454
- Muere para vivir, Introducción a la sección “El efecto de la meditación”, p. 246
- Martin Buber, Hasidism and Modern Man; Princeton Univ. Press, NJ, 2016: pp. 78–79
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #476
- Spiritual Perspectives, Vol. II, #508
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #547
- Jalaluddin Rumi, citado en Philosophy of the Masters, Vol. 5; 2010 ed., p. 254