Abrir el corazón
En el siglo XIX, el gran santo Tulsi Sahib aconsejó a sus discípulos:
Limpia la recámara de tu corazón para la llegada de tu amado.
Probablemente estos versos nos resulten familiares a la mayoría de nosotros; el maestro a menudo usa este ghazal (poema) como base de su satsang, en el que Tulsi Sahib nos insta a vaciar nuestros corazones de los deseos y los apegos. Esto incluye nuestros malos hábitos, todo lo que llevamos del pasado, nuestras expectativas y preocupaciones por el futuro. Hemos colgado el cartel de “completo” en nuestros corazones, pero tenemos que vaciarnos para recibir la presencia del Señor, nuestro maestro. Necesitamos crear esa “vacante”.
Y al igual que deseamos verdaderamente darle la bienvenida al Señor en nuestros corazones, él anhela aún más estar sentado allí. El maestro solo está esperando que llamemos a la puerta, que dirijamos nuestra mente hacia él.
Hazur Maharaj Ji comentó una vez que el Señor es el que nos impulsa a amarlo. Alguien le preguntó a Hazur:
Maharaj Ji, está claro que el amante necesita al amado. ¿Pero necesita el amado al amante?
Hazur contestó:
Sí, pero ¿quién le da ese amor al amante? Es el amado quien le da ese amor. El amante piensa que ama al amado. Pero el anhelo en el corazón del amante proviene del amado, siempre. Hace que el amante sienta que está enamorado del amado. En realidad, es el amado quien ha puesto ese anhelo en el corazón del amante. El amado debe necesitar ese amor1.
De modo que él necesita nuestro amor tanto como nosotros necesitamos el suyo. Es un círculo de amor y nosotros estamos en él. Él espera, pacientemente, que le demos la bienvenida en nuestros corazones. Él necesita amarnos tanto como nosotros anhelamos su amor, así que preparémonos para recibirlo.
¿Cómo podemos hacer esto?
Tenemos que seguir sus enseñanzas; tenemos que vivir el estilo de vida de Sant Mat y controlar nuestras mentes a través de la meditación. De esta manera nos libraremos de todo lo que nos frena, contamina o corrompe. Así es como crearemos espacio para que él se asiente allí.
Si estamos tan ensimismados en nosotros mismos, ¿dónde hay lugar para él? Sabemos que si nuestra casa está sucia y llena de trastos, con periódicos viejos apilados y platos sucios en el fregadero, nos avergüenza que nuestros amigos o familiares nos visiten hasta que hayamos limpiado. ¿Acaso no queremos preparar nuestros corazones y nuestras mentes como mínimo, para que nuestro amado, el Señor mismo, esté cómodo allí?
Hazur Maharaj Ji habló de cómo podemos vivir en la presencia divina todo el tiempo; entrenando nuestras mentes para obedecer al maestro, viviendo el estilo de vida de Sant Mat, asistiendo a satsang y haciendo seva. Siempre enfatizó que el servicio realizado con el cuerpo y la mente es la mejor manera de canalizar la mente hacia el servicio supremo: la meditación. El servicio desinteresado nos permitirá vivir conscientes de aquel a quien deseamos emular, y mantendrá nuestras mentes centradas en él y no dispersas en el mundo. Hazur dijo una vez:
Por supuesto, el mejor servicio es el bhajan; la meditación, pero hay otros servicios también, que son medios importantes que conducen al bhajan. Entrenar la mente para vivir en la voluntad del Padre también es un servicio.
Tenemos que enfrentarnos a situaciones a cada paso en esta vida, y a cada paso tenemos que explicarle a nuestra mente que acepte todo lo que ocurre en nuestro destino de manera sonriente y alegre; ¿por qué quejarse?
Es un entrenamiento constante de la mente. Esto también es una manera de servir, porque nos ayuda en la meditación. Si siempre nos sentimos molestos por cada pequeña cosa, entonces ¿cómo podremos concentrarnos, cómo podremos meditar? Si hacemos que cada pequeña cosa sea del tamaño del Himalaya, ¿cómo nos concentraremos? Tenemos que olvidar; tenemos que perdonar; tenemos que entrenar nuestra mente para que se tome las cosas con calma, a la ligera, riéndonos de ellas, ignorándolas. Todo esto es entrenar la mente2.
Así pues, Hazur nos dice que, viviendo equilibradamente, tomándonos las cosas a la ligera y pasando por la vida felizmente, aceptando lo que nos llega como nuestro destino –el resultado de los karmas que hemos creado en el pasado– esto en sí mismo es entrenar a nuestras mentes, y este entrenamiento de nuestra mente es el primer paso para controlar a la mente.
Muy a menudo el maestro nos da consejos prácticos, sugerencias sobre cómo superar nuestras debilidades y vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Nos dice que no nos concentremos en lo negativo, sino que simplemente lo diluyamos con lo positivo; es como diluir una tinta roja en un vaso de agua. Cuanta más agua añadamos, más se diluirá la tinta, hasta que finalmente el agua se vuelva pura y transparente. Por lo tanto, debemos pensar en las acciones positivas que podemos tomar, no reflexionar sobre nuestros fallos; y no rumiar sobre todo lo que nos ocurre. Tenemos que diluir lo negativo con lo positivo.
Tenemos que dar pasos positivos hacia el maestro en cada momento. A menudo Maharaj Ji nos aseguraba que cualquier cosa que hagamos para lograr nuestro objetivo no es un desperdicio, sino un paso hacia adelante. Dijo:
Cuando nace un niño, termina por caminar y correr. Cada paso que da desde su nacimiento es un paso hacia adelante. Aprende a sentarse, a mantenerse de pie y a inclinarse. Al final lleva su propio peso sobre sus piernas; entonces, empieza a caminar; y luego se cae muchas veces.
Incluso las caídas son un paso hacia adelante para él, y luego, en última instancia, logra su objetivo de correr. Así que todo el proceso está a su favor. Del mismo modo, cuando intentamos regresar al Padre, todo lo que hacemos para lograr ese fin, está a nuestro favor. No es un desperdicio. Cada paso que damos es un paso hacia adelante3.
Cada paso que damos es un paso hacia adelante. Solo tenemos que dar estos pasos. No tenemos nada de qué preocuparnos, ya que él está allí para ayudarnos y sujetarnos si nos caemos. Nos dice que solo necesitamos tener una actitud positiva. Realizar nuestra meditación y vivir el estilo de vida de Sant Mat. Dar un paso positivo. Hazur dice: “¿Por qué no te preparas para afrontar el presente y el futuro, mediante la meditación?”4.
Nuestra meditación nos protegerá. Creará una barrera protectora contra las distracciones mundanas. Limpiará nuestro corazón de toda la negatividad acumulada en él. Hazur comentó por qué es tan importante la regularidad en la meditación. Dijo:
Si estás atado a una cadena fuerte, solo puedes moverte dentro de un área limitada. Por lo tanto, si estamos atados a nuestra meditación todos los días, aunque estemos involucrados en otras cosas, siempre permaneceremos dentro del círculo. Si la cadena se rompe, entonces, por supuesto, te alejas por completo: estás involucrado. De modo que no debe romperse la cadena de la meditación. La meditación debe llevarse a cabo todos los días. Entonces, no importa cuánto te involucres en otras actividades, nunca podrás desviarte en absoluto. Nunca podrás involucrarte tanto que olvides tu verdadero camino, porque tu cadena es muy fuerte5.
Nuestra vida es como un río que fluye rápidamente, y nosotros tratamos de nadar contra corriente hacia la orilla opuesta. Si no nos esforzamos en controlar la mente y nadar contra corriente, seremos arrastrados hacia abajo, lejos de nuestro destino; tal vez por las cascadas violentas hacia las rocas de abajo y hacia una muerte segura. Controlar nuestra mente es una cuestión de vida o muerte. No sabemos lo que nos espera en la vida; no sabemos lo que nos depara nuestro destino. Así que tenemos que estar preparados para todas y cada una de las eventualidades teniendo nuestra mente concentrada en el maestro y en el Señor. Aquí hay una historia real de un maestro judío jasídico que lo ilustra:
Un hombre viajaba en un coche de caballos con su maestro. El camino bajaba por una colina empinada y los caballos se asustaron. Corrían a toda velocidad y no se les podía controlar. El discípulo se asomó desde el carruaje y se estremeció, pero cuando miró a su maestro, muy sorprendido, vio que su rostro permanecía tranquilo y sereno. “¿Cómo es que no tienes miedo al peligro que corremos?”, preguntó.
“Aquel que es consciente del peligro real a cada instante”, respondió el maestro, “no teme por ningún peligro del momento” 6.
El mensaje principal de esta historia es que siempre nos enfrentamos al peligro. No sabemos cuándo llegará la muerte, por lo que debemos recordar a Dios en todo momento. Pero desde un punto de vista más profundo, la historia emplea la metáfora de los caballos que corren descontrolados para referirse a nuestra mente, que siempre corre asustada y salvaje. Hay “peligro en todo momento”; siempre que nuestra mente está descontrolada. De hecho, incluso en las disciplinas mundanas, una mente descontrolada implica la disipación de energía y una complacencia en el comportamiento destructivo. Esta clase de mente nunca nos ayuda.
Una historia del rabino Dov Ber, otro maestro jasídico, presenta una forma radical de ver el problema de controlar nuestra mente:
Una vez un discípulo se quejó a su maestro: “Maestro, puedo entender que soy responsable de mis acciones, incluso de mis palabras. Eso está en mis manos. ¿Pero mis pensamientos? ¿Cómo se me puede castigar por mis pensamientos cuando entran en mi mente por voluntad propia? ¿Puede una persona controlar su mente?”.
Su maestro escuchó en silencio y respondió: “Ve a visitar a Rav Zev, mi entregado discípulo que vive en una remota aldea en las montañas. Solo él puede responder tu pregunta”.
Así pues, el discípulo emprendió el viaje en pleno invierno. Después de viajar durante dos semanas por las carreteras nevadas, finalmente llegó a la aldea de Zev a altas horas de la noche. En la ventana del estudio de Zev se veía una luz que brillaba; Zev estaba estudiando sus libros sagrados.
El viajero llamó y siguió llamando, pero no hubo respuesta. Fue ignorado por completo. Golpeó la puerta, pero Zev, a pocos pasos, continuaba con sus estudios, ajeno a sus gritos. El viajero tenía mucho frío.
Era casi de día cuando Zev se levantó de su asiento, abrió la puerta y saludó amablemente a su visitante. Lo sentó junto al fuego, preparó un vaso de té caliente y preguntó por la salud de su maestro. Luego acompañó a su invitado; todavía mudo de frío e incredulidad, a la mejor habitación de la casa para que descansara su cuerpo agotado. Durante varios días, Zev atendió todas sus necesidades, y el invitado fue un huésped ejemplar, sin mencionar nunca su terrible experiencia de la noche de su llegada.
Después de una semana, el viajero sintió que era hora de volver a casa y, justo antes de irse, planteó su pregunta apremiante: “¿Por qué tengo que ser responsable de mis pensamientos, cuando no tengo control sobre mi mente?”, preguntó.
El rabino respondió sencillamente: “Dime, amigo mío, ¿el hombre es menos maestro de su propio ser que lo es de su casa? Verás, te di mi respuesta la misma noche que llegaste”.
“En mi casa, yo soy el dueño. Permito la entrada a quien quiero, cuando estoy preparado. A quien no quiero dejar entrar, no se lo permito”7.
Por lo tanto, tenemos que preguntarnos: ¿Somos los dueños de nuestra mente? ¿O dejamos que cualquier pensamiento o deseo entre libremente, en cualquier momento? ¿Acaso no tomamos medidas para proteger nuestra casa de los ladrones? No le dejamos entrar a cualquiera. Entonces, ¿por qué no somos tan firmes y contundentes con nuestra mente? Cuando nos sentamos a meditar, ¿cuánto nos esforzamos por controlar nuestros pensamientos y mantener nuestra atención en el simran, dirigiendo nuestra mente hacia nuestro maestro? El maestro dice que debemos ser como soldados santos. Pero, ¿bajamos las armas y nos rendimos ante cualquier pensamiento que llama a nuestra puerta? Esta historia ilustra que sí podemos ser dueños de nuestra mente, si así lo decidimos. Tenemos que ser proactivos. No podemos culpar a las condiciones externas de nuestra falta de disciplina mental. Es una lucha, pero no podemos rendirnos.
Hazur en una ocasión empleó la misma metáfora, diciendo que tenemos que reivindicarnos como dueños de nuestra casa y atar al hombre fuerte: la mente, que nos impide acceder al tesoro del Nam que hay en nuestro interior. Dijo:
Cristo se ha referido a la mente como un hombre fuerte, es decir, algo dentro de nosotros que es muy poderoso. Y también nos ha dicho cómo atar al hombre fuerte. Entonces tú eres el dueño de esa casa. Esta casa es el cuerpo, y ese hombre fuerte, la mente, está dentro de este cuerpo. Por lo tanto, si queremos obtener el tesoro del Nam, el tesoro del Señor, de nuestro cuerpo, tenemos que atar al hombre fuerte; la mente. Únicamente podemos atar al hombre fuerte por medio de la meditación. A menos que la mente esté dominada, no podemos obtener el tesoro que el Señor ha guardado dentro de este cuerpo8.
La idea principal de Hazur aquí es que, a la hora de meditar, tenemos que ser fuertes. No debemos permitir que se interponga nada. Cuando la mente se aleja, debemos seguir llevándola de nuevo hacia el simran. Sin rendirse nunca. Esto es un paso positivo. Como Maharaj Ji decía a menudo: En lugar de maldecir la oscuridad, debemos encender una vela.
Además, no estamos solos en este viaje. El maestro ha dejado muy claro que si damos un paso hacia él, él dará cien pasos hacia nosotros. Es cierto que tenemos que dar ese paso, ¡pero él está dispuesto a ayudarnos! Hazur enfatiza que cuando damos este paso, su gracia nos lleva el resto del camino. Dice:
Hay que dar ese primer paso. Esperamos sus cien pasos más ansiosamente que nuestro primer paso.
Estamos tan atados a los apegos de esta creación que nos resulta difícil dar siquiera un paso. Estamos tan absortos en esta creación, tan apegados a esta creación. Nuestras raíces se han adentrado tan profundamente en esta creación que no es tan fácil desarraigarlas. Así que incluso nuestro primer paso es un gran paso. Sin su gracia, nunca podremos salir de esta creación. Nuestro primer paso es suficiente para que él nos atraiga9.
¡El maestro nos motiva y nos alienta tanto! Hace todo lo posible para ayudarnos en el camino. Esa es su gracia. Hazur dice:
Cuando intentamos seguir el sendero, él nos da fuerza para hacerlo. Él fortalece nuestra fe; fortalece nuestro amor con la ayuda de la meditación y el seguir el sendero. Él es el que nos atrae desde el interior. A veces pensamos que le adoramos o que estamos enamorados de él. En realidad, él está enamorado de nosotros. Si no fuera por eso, nunca lo amaríamos en absoluto10.
Se puede decir que desarrollar nuestra fe en el maestro y en el sendero es un proceso: inicialmente, es posible que tengamos una fe inmediata en el maestro –que el sendero que nos muestra es verdadero– por lo que respondemos a la atracción que ha ejercido sobre nosotros. Pero todavía tenemos que satisfacer nuestro intelecto, para poder seguir el sendero de forma coherente sin que nos desviemos por las dudas y el análisis excesivo. Es normal tener dudas, pero si perseveramos en la meditación, adquirimos la fe y la confianza necesaria para seguir el sendero. La meditación nos proporciona el amor que anhelamos tener. Hazur dice:
Verás, la fe en realidad se desarrolla con la meditación, la fe nace de la meditación, la fe nace de la experiencia. De lo contrario, la mente siempre permanece inestable. La meditación es capaz de crear esa fe. Genera la fe, fortalece la fe. La fe crece con la meditación11.
Por lo tanto, la meditación fortalece nuestro amor. Nos da la experiencia personal que jamás tambalea. Y si continuamos con nuestra meditación, Hazur dice, entonces se convierte en una intoxicación permanente. “La experiencia personal da profundidad a nuestra fe, y eso solo lo conseguimos con la meditación”12.
Por supuesto, la fe en el maestro físico es lo que nos hace llegar al sendero en primer lugar y hacer el esfuerzo de obedecerlo. Es la fe en el maestro la que nos anima e inspira a hacer nuestra meditación y, finalmente, a elevar nuestra conciencia hasta el nivel en el que podamos verle en su verdadera forma de Shabad. Podemos anticipar el momento en el que encontraremos al Señor, y solo al Señor, asentado en nuestros corazones. Nos convertiremos en él.
Una vez alguien le preguntó a Hazur Maharaj Ji qué quería decir Cristo cuando dijo que la fe mueve montañas. Hazur respondió:
Bueno, hermano, con tu fe puedes mover al creador de las montañas, qué decir de las montañas. ¿Quién creó el universo? ¿Quién creó las montañas? El Señor. Con tu fe en él, puedes moverlo. Puedes convertirte en él. Si te conviertes en él, puedes mover cualquier cosa13.
Aquí Hazur nos dice que no debemos fijarnos límites a nosotros mismos, a lo que podemos lograr con su gracia. Solo tenemos que alimentar nuestra fe en él.
En un plano práctico y cotidiano, tenemos que vivir nuestras vidas con madurez; madurez espiritual, como lo ha llamado Baba Ji. Madurez significa que, a pesar de todos los obstáculos y desafíos, mantenemos nuestras creencias y continuamos con nuestra meditación. Nos ceñimos a nuestros valores y a nuestro estilo de vida centrado. Nuestra fe nos permitirá aceptar los acontecimientos de nuestra vida. En cada etapa hay que superar diferentes obstáculos: la carrera, el matrimonio, la educación de nuestros hijos, la enfermedad, la vejez y, finalmente, la muerte. Podemos hacer frente a este reto gracias a la fe que nos proporciona el hecho de seguir en el sendero y hacer la meditación.
Todos los santos nos dicen lo mismo. En uno de sus shabads, Soami Ji nos aconseja continuar pacientemente con nuestra meditación, y con el tiempo nuestra mente será dominada. El simran nos pondrá en contacto con el Shabad, y el Shabad, el poder creativo de Dios en acción dinámica, purificará y controlará nuestra mente. Soami Ji dice:
Si lo haces con puntualidad cada día,
las malignas tendencias de la mente serán sometidas.
Si controlas el monstruo de la mente
usando la técnica adecuada,
armonizarás con la melodía del Shabad14.
Tenemos que ser disciplinados, Soami Ji continua:
Realiza esta práctica diariamente sin interrupción;
asiste al satsang del maestro y mantén su compañía.
Tu apego al mundo desaparecerá
y empezarás a disfrutar de la comunión interna.
A cada momento disfrutarás del néctar de Shabad
Y vivirás para siempre en el palacio del Señor.
Así que Soami Ji dice que el proceso se volverá automático si asistimos al satsang y hacemos nuestra meditación regularmente. En última instancia, Soami Ji nos aconseja fortalecer nuestra fe en la voluntad del Señor:
Pon tu fe en la voluntad del maestro,
no en tus obligaciones ni en tus esfuerzos.
Entrégate a Radha Soami ahora;
Un día, él cumplirá los deseos de tu corazón15.
Aquí Soami Ji nos está recordando muy claramente algo que todos los maestros han enfatizado; que en definitiva, no es cuánto meditamos lo que limpia nuestros karmas, lo que limpia nuestros corazones. No, este poder radica en la gracia del Señor.
Tal vez sea una relación sutil entre la gracia y el esfuerzo: Podemos rogar su gracia a través de nuestros esfuerzos, y podemos volvernos receptivos a la gracia a través de nuestros esfuerzos. Pero, en última instancia, no es nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, el que nos llevará a casa. Es su gracia.
Si pensamos que nosotros lo hacemos todo, entonces estamos aumentando nuestro ego.
Vivimos en la ilusión de que tenemos control sobre nuestras vidas, incluso sobre nuestra meditación. Tenemos que abandonar esta ilusión. Debemos someternos al bienamado, nuestro maestro, y hacer humildemente lo que él nos indica, y entonces el Señor cumplirá el deseo de nuestro corazón. Él entrará en la recámara de nuestro corazón. El Señor se manifestará dentro de nosotros, ¡si él es realmente el deseo de nuestro corazón!
El maestro nos ha alentado tanto, nos ha dado mucho apoyo en este drama de la vida. ¡Pensemos en lo que está ocurriendo ahora mismo en todo el mundo! A pesar de que se hayan suspendido los satsangs en vivo en la mayoría de los países debido a la pandemia del covid-19, él nos ha dado muchos otros medios de apoyo. Puede que el maestro no esté físicamente disponible para la mayoría de nosotros en este momento, pero se acerca con los vídeos de Hazur Maharaj Ji impartiendo satsang, así como los vídeos de satsangs online y los satsangs y composiciones escritas por nuestros hermanos y hermanas, que se han puesto a disposición nuestra durante este periodo de aislamiento social. Las sesiones de preguntas y respuestas con Baba Ji, que se están traduciendo en más de una docena de idiomas, son una bendición imprevista, al igual que los shabads que están siendo bellamente cantados por los compañeros satsanguis. Además, existe un tesoro cada vez mayor de grabaciones de audio de las sesiones de preguntas y respuestas que se celebraron con Hazur Maharaj Ji durante la década de 1980. También tenemos libros de Sant Mat para ayudar a entrenar nuestras mentes y alimentarlas con pensamientos positivos; algunos libros son los clásicos favoritos, e incluso hay algunos nuevos.
El maestro nos trae a sus pies de muchas maneras, acordes con los tiempos difíciles en los que vivimos. Todos estos medios nos llevan a entender la importancia de mantener la atmósfera de meditación durante las veinticuatro horas, de encontrar armonía interior y exterior en cualquier lugar donde nos encontramos. Siguiendo sus instrucciones y cumpliendo con nuestra meditación y forma de vida, seguiremos inspirándonos para seguir en el sendero durante toda nuestra vida.
Uno de los mayores regalos del maestro es el seva. Tal vez durante este periodo no haya muchas oportunidades para el seva institucional, o el seva en los centros de satsang, pero sin duda podemos tender la mano para ayudarnos entre nosotros: familia, amigos y desconocidos, con quienquiera que nos encontramos. Actuar con amabilidad y compasión mantiene nuestra calidad de vida y nos permite absorber la cualidad de humildad que encarna el maestro. Empezamos a servir a los demás en lugar de a nosotros mismos, y así alineamos nuestra voluntad con la suya. Cuando el seva se hace con amor, nos conduce a la meditación.
El maestro siempre subraya que todo lo que conseguiremos, será a través de la meditación. La meditación nos proporcionará pureza de mente. Al escuchar el Shabad, nuestra mente se purifica y desarrollamos una actitud positiva. Nos aconseja que continuemos con nuestro simran las veinticuatro horas del día cuando no estamos ocupados de otra manera. De este modo, nuestra mente se canaliza hacia él y no recogemos el ruido negativo del mundo con el que normalmente llenamos nuestro corazón. De hecho, el maestro siempre nos aconseja que todo nuestro día debe ser una preparación para nuestra próxima sesión de meditación. Todo lo que hacemos o pensamos debe llevarnos en esa dirección, no alejarnos de ella. Ese es nuestro acto de amor. Una vez Hazur dijo, muy concisamente:
Para el amante, el amor es una enfermedad que se sufre las veinticuatro horas. No tiene un tiempo específico para amar, ni para pensar en el amado. Está enamorado las veinticuatro horas, no importa lo que haga, dondequiera que esté16.
Así que si sentimos que nos falta amor, solo tenemos que dar el primer paso para acceder a su amor. Tenemos que perseverar en nuestros esfuerzos, tener fe, ser positivos, ser firmes en el sendero y “mantener la compañía de los santos”. Esto no se refiere únicamente a la compañía física, sino que significa que debemos tenerlo presente en todo momento. Tenemos que vivir en su presencia.
Así que no olvidemos que el Señor nos ha marcado; que el maestro ha venido por nosotros y no dejará que nos desviemos. Como Hazur Maharaj Ji decía a menudo, el Señor se adora a sí mismo a través de nosotros. Esto significa que nos atrae hacia él. Él ha plantado la semilla del amor en nosotros que nos hace querer amarlo. De hecho, no podemos evitar amarlo, ya que es su amor el que está dentro de nosotros, el que busca fundirse con él. Lo único que podemos sentir es gratitud. Hazur dijo una vez:
Amar no es más que dar las gracias. Es su gracia la que nos da su amor, nos da su devoción, y nuestras palabras son muy insuficientes para expresar este sentimiento, esta profundidad, este agradecimiento hacia el Padre17.
Así que respondamos a su atracción y limpiemos nuestros corazones. Hagamos el esfuerzo de aquietar nuestras mentes, para que nuestro amado pueda manifestarse en el interior. Mantengamos nuestra fe en él, en su gran generosidad, y vivamos una vida feliz; una vida de gratitud y amor.
- Spiritual Perspectives, III, #520
- Spiritual Perspectives, III, #265
- Spiritual Perspectives, III, #476
- Spiritual Perspectives, III, #481
- Spiritual Perspectives, III, #218
- Martin Buber, Tales of the Hasidim, vols 1&2 in one vol., p. 304
- Basado en Yanki Tauber, Once Upon A Chassid, www.chabad.org
- Spiritual Perspectives, II, #397
- Spiritual Perspectives, II, #580
- Spiritual Perspectives, II, #499
- Spiritual Perspectives, II, #173
- Spiritual Perspectives, II, #182
- Spiritual Perspectives, II, #176
- Bachan 33, Shabad 5, en Sar Bachan Poesía, p. 165-166
- Ibíd, p. 166
- Spiritual Perspectives, II, #513
- Spiritual Perspectives, III, #535