El valor de la vida - RSSB Satsangs & Composiciones

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El valor de la vida

La vida es valiosa; esta es una creencia humana universal que es aplicable tanto a nuestras propias vidas como a las de los demás. Hacemos todo lo posible por mantenernos vivos y prolongar nuestras vidas. Nos esforzamos mucho en mantener nuestros cuerpos sanos e intentamos curarlos cuando sufrimos una enfermedad. Para estar sanos, dedicamos una energía enorme hacia nuestra dieta, tomamos vitaminas y suplementos alimenticios, hacemos deporte, vamos al gimnasio, e incluso reemplazamos nuestros órganos y articulaciones, todo con el propósito de seguir vivos y mantenernos en forma. Pero todos sabemos que esta vida es pasajera, y hay valores más elevados que el mero hecho de vivir y sobrevivir.

Realmente, lo único cierto es que esta vida llegará a su fin. Los santos nos siguen diciendo que esta vida es corta, que solo estamos aquí para desempeñar un papel en la obra de teatro kármico que nos ha asignado el Señor. Aparte de ese papel, esta vida y todo lo que vemos aquí tiene muy poco valor. Todo es un sueño.

Entonces, si la vida es transitoria y es un mero sueño, ¿qué es lo que tiene un valor real? Maharaj Sawan Singh escribe:

El amor es el mayor de todos los tesoros. Sin él no hay nada y con él lo hay todo. Aquel que no tiene amor en su corazón no merece llamarse a sí mismo un ser humano… Donde hay amor hay vida. Donde no hay amor, la vida no tiene ningún valor. En realidad, el ser humano no es un verdadero ser humano a menos que tenga en su interior la chispa divina del amor. Dios, en forma de amor, está dentro de todos1.

Así que el amor es el que le da valor a la vida:

  • El amor que nos concede el Señor y que lo permea todo y a todos en esta creación,
  • El amor que da calor a nuestras vidas, sin el cual nuestra existencia sería fría y árida,
  • El amor que emana de nuestro corazón y de nuestra alma,
  • El amor que es un aspecto del Shabad y que nos hace conscientes de nuestro anhelo de volver a nuestro origen, al océano de esencia divina del que procedemos y al que volveremos cuando termine nuestra representación escénica y se hayan terminado de interpretar nuestros roles.

Menos matanza, menos karma
Al mismo tiempo, el valor de la vida es un hecho universalmente reconocido que se ha convertido en parte de la constitución de toda nación civilizada. También se expresa en las conocidas palabras de la Biblia “no matarás”, que se aplica tanto a los seres humanos como a los animales y a las plantas. Teniendo en cuenta que tenemos que quitar vida para sobrevivir, podemos minimizar el daño que causamos, quitando la vida únicamente a las formas de vida más simples; esto abarca desde las plantas que son lo más bajo, hasta los animales que son lo más alto; en otras palabras, siguiendo una dieta vegetariana.

Las palabras “no matarás” se refuerzan con las palabras “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, es decir, respetar la vida de otra persona como respetamos la nuestra. ¡Es un recordatorio de que tenemos que respetar nuestra propia vida! Después de todo, incluso cuando la vida se vuelve insoportablemente dolorosa o desagradable, no debemos descuidar nuestros cuerpos, y mucho menos acabar con nuestras vidas, ya sea mediante el suicidio o la eutanasia. La vida es un don del Señor, y es el Señor quien decide cuándo empieza y cuándo acaba, a pesar de la tendencia de la sociedad moderna del “ser humano fabricable” [makeable man], que intenta cambiar nuestro enfoque sobre la noción de que es solo el Señor quien puede dar y quitar la vida.

Si consideramos nuestras propias vidas desde la perspectiva del karma, la vida en forma de ser humano es una valiosa oportunidad para saldar cualquier cuenta kármica pendiente y así ascender en la escalera hacia nuestro destino final. Como seres humanos, se nos ha dotado del sentido de discernimiento, y se nos ha dado la posibilidad de elegir, por muy limitado que sea el alcance de nuestras elecciones. Dependiendo de las elecciones que hagamos, podemos elevarnos o caer, pagar el karma o crear un nuevo karma, y así hacer uso de la importancia de esta vida para escalar hasta nuestro destino final.

La sociedad impone sus límites
Si consideramos el valor de la vida desde una perspectiva social, rápidamente observamos que influyen aspectos totalmente diferentes. Por ejemplo el mundo médico: muchos trabajadores se sienten motivados por la compasión y el amor hacia la humanidad, pero debido a los recursos limitados, a menudo tienen que elegir a quién pueden ayudar. Un ejemplo reciente es el de la pandemia del covid-19, en el que hay más pacientes en estado crítico que requieren tratamiento urgente que la capacidad disponible para poder ayudarlos. ¿Qué criterios se utilizan para decidir quién recibirá los tratamientos y quién no? ¿Le damos prioridad a una persona mayor y más débil que probablemente morirá sin el tratamiento, o elegimos a una persona más joven que tiene más años de vida por delante?

Las compañías de seguros de salud se enfrentan a menudo a cuestiones parecidas. El gasto en medicamentos para curar una enfermedad poco común puede ascender a cientos de miles de dólares por tratamiento, mientras que los fondos disponibles también son necesarios para cubrir las enfermedades más leves que afectan a un número mayor de pacientes. Para apoyar su proceso de toma de decisiones, el mundo médico utiliza una fórmula conocida como “año de vida ajustado por calidad” (QALY), en la que se considera que un año de salud perfecta tiene un valor más alto que un año de vida en coma. En los países occidentales el valor asignado a un año de vida de calidad razonable está en el rango de los 100 000 dólares americanos, mientras que en los países con un PIB más bajo, el valor es la mitad de esa cantidad o incluso menos.

Los equipos de rescate que reparten paquetes de alimentos en zonas afectadas por la hambruna, o los equipos que intentan ayudar a los refugiados que se ahogan, también se ven obligados a tomar decisiones. Obviamente, tomar estas decisiones es extremadamente difícil, pero teniendo en cuenta las limitaciones con las que los equipos de rescate prestan su ayuda, hacen lo mejor que pueden. Más allá de eso, desde una perspectiva mundana, la responsabilidad última recae sobre la sociedad en general, y desde una perspectiva espiritual, es una cuestión de karma y destino.

Valor ilimitado a través del amor
A pesar de todos los defectos de la sociedad moderna, afortunadamente todavía hay mucha compasión y voluntad de ayudar. Esta predisposición es evidencia de la comprensión del valor de la vida, y es una parte intrínseca de vivir la vida como un buen ser humano. Se inspira en el amor que irradia nuestra vida, y al compartir ese amor, hacemos que nuestra propia vida sea valiosa.

En el video producido por RSSB “La vida es muy valiosa”, que se centra en la atención sanitaria gratuita en varios hospitales de la India, Maharaj Charan Singh dice:

Si podemos hacer algo para ayudar a alguien, lo debemos hacer. Es nuestro deber. Tenemos que ayudarnos mutuamente. Los humanos deben ayudar a los humanos. ¿Quién más nos ayudará? Los pájaros y los leones no vendrán a ayudaros. Tenéis que ayudaros los unos a los otros2.

El video enfatiza que debemos hacer todo lo posible para ayudar a los demás. Si disponemos del tiempo y los recursos, en lugar de usarlos únicamente para nosotros mismos o dejarlos sin usar, ¿por qué no los usamos para los demás? Desde esa perspectiva, prácticamente no hay límites. Estamos aprovechando una fuente infinita de energía, y tenemos el privilegio de compartir esa energía. Simplemente somos el medio para compartir ese amor y energía ilimitada, de la que hay más que suficiente.

“La vida es muy valiosa” documenta un ejemplo destacado de ayuda que se proporciona a los demás. Pero hay muchos otros ejemplos en todo el mundo. Pensemos en los fondos de ayuda humanitaria y las iniciativas que se ponen en marcha después de las catástrofes naturales, las hambrunas, las guerras, las crisis de los refugiados, etc. Pensemos también en el personal sanitario; a pesar de que la preocupación humanitaria es aspecto de su obligación profesional y sus esfuerzos están remunerados, arriesgan su propia salud o incluso sus vidas para ayudar a los demás en estos tiempos de covid-19.

En otro lugar Maharaj Charan Singh dice:

Debemos ayudar a los demás, no solo a los seres humanos, sino también a las criaturas inferiores. Debemos ayudarlos absteniéndonos de matarlos y siendo compasivos hacia ellos, no comiéndolos, y de tantas otras maneras en las que podemos ayudar3.

Si creemos que la vida, es decir, la fuerza que nos mantiene vivos, llamémosla el espíritu o Shabad, es una expresión directa de la energía divina, entonces todo este universo está lleno de una sola y misma fuerza vital. Todos somos parte de esa misma fuerza, de ese mismo océano. Ser parte de esa misma fuerza, ese mismo océano de la vida y de amor, rechaza por completo la idea de separación: tú y yo; yo y el prójimo; el ser humano o el animal o la planta. El concepto de la separación es un sueño ilusorio en el que estamos viviendo, y del que tenemos que elevarnos.

Como se dice: “Una gota solo es una gota mientras cree que está separada del mar”4. En el momento en el que la gota se da cuenta de que no está separada de las olas de ese océano de vida y amor, entiende que todos somos uno. Entonces, automáticamente ama al prójimo como a sí mismo, y no solo a nuestro vecino, sino a cada ser vivo, ya sea un humano que pertenece a cualquier casta, raza o credo, o cualquier mamífero, pájaro, insecto o planta. Con esa comprensión, ni siquiera entra en la mente el pensamiento de matar. Simplemente se inculca un inmenso respeto por el valor de la vida en toda esta creación; una creación en la que todo está lleno de esa inestimable fuerza vital del amor en la que todos somos uno.


  1. Philosophy of the Masters, Vol. II, p. 113-114
  2. Video: Life Is Precious en www.rssb.org
  3. Spiritual Perspectives, Vol. III, #206
  4. Dara Shikoh, The Compass of Truth, quoted in Scott Kugle, Sufi Meditation and Contemplation, Omega Publications, 2012