Solo haz cosas buenas
Los místicos nos dicen que es muy sencillo comprender la espiritualidad y sumamente difícil llevarla a la práctica. Como dijo Hazur Maharaj Ji en repetidas ocasiones: “Sant Mat es muy fácil de explicar, pero muy difícil de practicar”. La siguiente historia budista ilustra este punto:
Hace mucho tiempo en China, había un monje llamado “Birdsnest” (nido de pájaro), que vivía y meditaba en un árbol. Vivió allí durante muchos, muchos años, meditando a diario. Con el tiempo, se convirtió en un hombre sabio, en un “maestro budista”. La gente local acudía a él a pedirle consejo. Con el tiempo se corrió la voz de su amabilidad y sabias reflexiones y empezaron a acudir de todas partes. Venían de muy lejos para consultarle. Lo apreciaban, y se hizo famoso por su bondad y su profunda sabiduría.
Un día, el gobernador de la provincia que contaba ya ochenta años de edad, viajó un largo trayecto para pedirle consejo. Cuando llegó ante él, le hizo dos preguntas sencillas pero profundas: “¿Qué es lo que han enseñado todos los sabios?” y “¿Qué es lo más importante que jamás dijo Buda?”.
Hubo un silencio tras el cual respondió el monje: “No hagas cosas malas. Haz siempre cosas buenas. Eso es lo que han enseñado todos los budas”.
El gobernador se enojó al escuchar esta respuesta. Sarcásticamente repitió el consejo que le había dado el monje: “No hagas cosas malas. Haz siempre cosas buenas”. Después el gobernador dijo: “Yo sabía eso cuando tenía tres años”.
Mirando bondadosamente al gobernador, el monje respondió: “Sí, el de tres años lo sabe, pero al de ochenta años aún le resulta difícil hacerlo”.
Para muchos de nosotros en el sendero de Sant Mat esta historia habla de una verdad empírica. El maestro explica muy claramente cuáles son las “cosas buenas” pero, a menudo nos cuesta hacerlas. Los maestros del Shabad son ejemplos vivos de lo que significa llevar una vida buena, honesta, moral; una vida en la que ellos siempre hacen las cosas buenas. Si seguimos su consejo al pie de la letra y de corazón, nunca haremos cosas malas. Si en cada momento de nuestra vida estamos haciendo cosas buenas, entonces no podremos estar haciendo ninguna cosa mala.
Las cosas verdaderamente buenas que debemos hacer en la vida están contempladas en los cuatro votos, simples y directos, que los buscadores hacen en el momento de la iniciación.
La primera “cosa buena” es el voto de vivir alimentándonos únicamente a base de una dieta lactovegetariana. Esto es lo más humano, lo más compasivo lo menos dañino posible. Debemos dejar de matar deliberadamente formas de vida superiores, ya sea como deporte, por ánimo de lucro o como alimento. Citaremos al reconocido filósofo y médico Albert Schweitzer, que dijo: “Mientras el círculo de su compasión no abarque a todos los seres vivos, el ser humano no hallará la paz por sí mismo”.
No hacer daño a los animales es una “cosa buena”. Sencillamente, hacer más bien y menos mal a todas las criaturas de Dios. Eso es lo correcto y compasivo.
La segunda cosa buena que el maestro nos pide hacer cuando venimos a este sendero es que nos abstengamos de consumir sustancias que alteran la mente, como el alcohol, el tabaco y todo tipo de drogas, incluida la marihuana. Tenemos que dejar de dañar este regalo de Dios que es el cuerpo humano. Es más, tenemos que respetarlo, mantenerlo limpio y detener la actividad “descontrolada” de la mente. Hazur Maharaj Ji solía decir que el alcohol y las drogas: “atan a la mente y ciegan al alma”. Renunciar al vicio de consumir sustancias nocivas nos ayudará, con el tiempo, a frenar y aquietar la mente. Nuestra mente debe volverse como el agua serena de un lago en un día sin viento para que podamos avanzar en nuestro viaje espiritual. Abstenernos del alcohol, las drogas para uso recreativo y el tabaco nos ayuda a conseguir esa quietud, así que es una cosa muy buena que debemos hacer.
La tercera cosa buena que debemos hacer es llevar una vida honesta, ética, llena de coraje y verdaderamente moral, en la que la bondad y la compasión hacia todos se convierta en nuestra naturaleza, nuestro carácter, nuestra forma de ser y de vivir. De los tres primeros votos, llevar de verdad una vida moral, quizá sea el más difícil de seguir, porque implica renunciar con deliberada y consciente determinación a nuestras viejas, y profundamente arraigadas, formas de decir y hacer cosas malas. Esto se aplica a nuestras acciones, palabras e incluso a nuestros pensamientos. Implica cambiar los hábitos adquiridos en esta y en incontables vidas anteriores, para renunciar a hacer malas o dañinas acciones y hacer siempre acciones buenas, éticas, amables y compasivas.
Hazur Maharaj Ji dijo en una reunión con discípulos occidentales:
Cuando tenemos un corazón bondadoso, un corazón cariñoso, somos bondadosos con todos, queremos a todos, ayudamos a todo el mundo. Cuando somos amables, serviciales y cariñosos con todos, no nos apegamos a ninguna persona en concreto, este proceder se convierte en nuestra naturaleza. Esto es algo que tenemos que desarrollar. Si estamos llenos de amor y devoción por el Padre, ocurrirá de forma automática. En tal caso, todas estas cualidades aparecen como la nata sobre la leche. No tenemos que esforzarnos para conseguirlas, se convierten en parte intrínseca de nosotros, porque entonces vemos al Señor en todo el mundo. Somos humildes ante todos, amables con todos, puesto que solo vemos al Señor y no a una persona en particular, sino al Señor que mora en todos1.
Realizar estos cambios por nuestra cuenta es prácticamente imposible, porque no tenemos ni los medios ni la capacidad para hacerlo solos. “Solos y sin ayuda” no podemos convertirnos en seres humanos verdaderamente buenos. Afortunadamente, el maestro nos ha dado el ejemplo, los medios, el conocimiento y el apoyo a cada instante que nos permitirán hacer posible este extraordinario cambio.
El maestro comienza diciéndonos que cuando buscamos la verdad, si somos capaces de vivir durante un año cumpliendo los tres votos, si practicamos esas tres primeras “cosas buenas”, evitando las cosas malas, entonces podemos solicitar la iniciación en este sendero de los maestros; y, si se nos concede la iniciación, tenemos que vivir de esta manera durante el resto de nuestras vidas. Tenemos que hacer efectivas estas tres cosas buenas para establecer la base espiritual que nos permita empezar a hacer “lo mejor de todo esto”, la cuarta “cosa buena”: la práctica de la meditación tutelados por nuestro propio maestro vivo.
Hacer nuestra práctica de meditación: simran, dhyan y bhajan, cada día de acuerdo con las instrucciones impartidas en el momento de la iniciación es el cuarto voto. Al dedicarnos a nuestra meditación, nuestra práctica espiritual, comenzaremos a acercarnos al Creador y a alejarnos del mundo. Agradeceremos todo lo que se nos ha dado porque comprenderemos que cada respiración, cada instante de nuestras vidas, es un regalo y una oportunidad para dar un paso hacia el maestro, hacia el Señor. El maestro nos ha pedido que lo hagamos. Él ha dicho que “nuestra meditación debería ser nuestra preocupación principal”, y esa es la mejor de las cosas que podemos hacer.
Estas cuatro “cosas buenas” son los grandes pilares sobre los que se apoya la vida espiritual, así que, cuando comencemos a seguir el sendero en serio y a practicar nuestra meditación con regularidad, es cuando realmente empezaremos a seguir el consejo del viejo monje budista: “No hagas cosas malas. Siempre haz cosas buenas”.
En el libro Legado de amor, hay una foto preciosa de Maharaj Ji sonriendo y el pie de foto nos revela el secreto de cómo vivir la vida de la mejor manera posible. Dice así: “Me mantengo en forma porque no hago lo que no debo hacer”2.
Los maestros del Shabad nos ponen a todos en “forma” para regresar al hogar enseñándonos a no hacer lo que no debemos e intentar hacer siempre lo que debemos. Sabemos que hacer una cosa buena es una acción positiva y que hacer una cosa mala es una acción negativa. En el libro En busca de la luz, Maharaj Ji explica:
Mediante tu esfuerzo tu mente cambiará de lo negativo a lo positivo. Con esfuerzo y determinación, podemos lograr muchas cosas en la vida. Nuestra meditación no es más que el intento de conseguir dones positivos y deshacernos de los males negativos. La meditación da fuerza mental y dicha espiritual, y nos prepara para enfrentarnos a la vida con gran esperanza y coraje. Además, somos conscientes de que tenemos un objetivo ante nosotros que tenemos que conseguir y que nos dará la felicidad que nada de este mundo podrá proporcionarnos3.
El maestro, de forma muy bella, nos está dando el mismo consejo que dio el anciano sabio monje budista. Nos enseña a vivir de una forma que nos asegure no hacer cosas malas y solo hacer cosas buenas.
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #500
- Legacy of Love, p. 310
- En busca de la luz, #396