Sinceridad - RSSB Satsangs & Composiciones

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Sinceridad

La palabra “sinceridad” o “sincero” aparece muy a menudo en la literatura de Sant Mat. Hazur Maharaj Charan Singh a menudo decía que debíamos hacer nuestra meditación con devoción y sinceridad. ¿Qué quiere decir ser sinceros en nuestra meditación?

El diccionario define la sinceridad como honestidad mental y también como ausencia de hipocresía. Algunas palabras que significan lo mismo o están relacionadas son “de todo corazón”, “sentido de corazón” y “auténtico”. El diccionario nos dice que “sentido de corazón” implica “profundidad de sentimiento” y define “de todo corazón” como “devoción sincera sin reservas ni recelo”.

Así que hacer nuestra meditación con sinceridad, tomar las enseñanzas de los santos con sinceridad, es embarcarnos en nuestro viaje espiritual con “devoción sincera sin reservas ni recelo” En otras palabras, tenemos que estar comprometidos, tenemos que tener “honestidad mental”.

Maharaj Charan Singh resume nuestra búsqueda espiritual en Luz sobre Sant Mat:

El único medio de conseguir paz y felicidad duraderas y un sentimiento de genuino bienestar, es ir dentro de nosotros mismos y confiar en el interior. Lo mejor para establecer contacto con ese poder interno es hacerlo a través de un maestro verdadero. Nos podemos acercar a un maestro vivo tanto desde fuera como desde dentro. De aquí que los discípulos tengan confianza y una sensación de seguridad, al saber que no se les dejará suspendidos en el aire y que siempre tienen solución para sus dudas o dificultades. Pero como tú sabes, cada cosa a su tiempo. Nuestro deber consiste únicamente en hacer continuados y sinceros esfuerzos, y cuando llegue el tiempo oportuno y así lo disponga el Señor, se nos dará el gran regalo1.

Baba Ji ha dicho que Sant Mat es un experimento con la verdad y que la meditación nos expone a la verdad. Es trabajo del maestro guiarnos hasta la verdad. Pero somos nosotros los que tenemos que desarrollar la capacidad para abordarla.

Cuando ponemos esfuerzo sincero al hacer nuestra meditación y seguir el sendero, nos estamos de hecho exponiendo a la verdad y aumentando nuestra capacidad para afrontarla con “honestidad mental”, como indica el diccionario.

Cuando nos aplicamos de todo corazón, con “devoción sincera sin reservas o recelo”, estamos en el proceso de hacer nuestros corazones completos. Estamos sanando nuestros corazones rotos, corazones que se rompieron cuando nos separamos de nuestro hogar. Estamos en el proceso de hacernos completos, de hacernos “todo corazón”.

Para hacernos “todo corazón”, para ser sinceros en nuestros esfuerzos para abordar la verdad –de nuestro origen, nuestra identidad espiritual– tenemos que ser fieles a nuestro intento, fieles a nuestro propósito. Tenemos que recordar la intención que tuvimos al principio.

En otras palabras, debemos recordar nuestra meta para de ese modo emplear un esfuerzo honesto y sincero. Alguien preguntó a Hazur: “Podrías explicar lo que es para nosotros ser honesto en nuestra meditación?”. Su respuesta fue:

Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Tenemos que vivir con nosotros mismos en vez de para los demás. Tenemos que poner de nuestra parte esfuerzos honestos y sinceros, y después dejar los resultados en manos del Señor2.

Tenemos que vivir con nosotros mismos en vez de para los demás. Vivir con nosotros mismos quiere decir que debemos llevar a cabo nuestras responsabilidades pero al mismo tiempo tener como prioridad nuestra búsqueda de la verdad. Al fin y al cabo nunca seremos capaces de agradar a todo el mundo todo el tiempo. No podemos comprometer nuestros principios, los votos que tomamos en la iniciación, para agradar a otras personas. Si comprometemos nuestros principios sentiremos como si literalmente no pudiéramos vivir con nosotros mismos. Tendremos que trabajar duro para volver a nuestro centro, y solo podremos hacer esto poniendo de nuestra parte un esfuerzo honesto y sincero.

En otra ocasión Hazur dijo:

Tenemos que ser sinceros y honestos con nosotros mismos, no con los demás. Cuando seamos sinceros con nosotros mismos, entonces podremos vivir con nosotros mismos; de lo contrario, estaremos siempre en guerra con nosotros mismos. Estaremos abatidos en nuestro interior si no somos honestos y sinceros con nosotros mismos. Así que no deberíamos tratar de decepcionarnos. Tenemos que afrontar los hechos, y tenemos que entender la realidad, y tenemos que ser honestos con nuestros propios sentimientos, con nuestro propio ser. Y si eres honesto contigo mismo, serás honesto con los demás también. Si te decepcionas a ti mismo, vas a decepcionar también a los demás. Uno siempre sabe si está siendo honesto consigo mismo o no. No necesitas a nadie que te lo diga; sabes en tu interior si eres sincero contigo mismo, o si eres honesto contigo o no3.

Esta es una declaración sorprendente. Al principio puede que pensemos: Oh, sin problema, seguro que puedo ser honesto conmigo mismo. Pero en realidad, ¿cómo de fácil es? ¿Es realmente tan fácil afrontar los hechos, como dice Hazur, comprender la realidad, y ser honestos con nuestros propios sentimientos? Si fuera fácil, ¿estaríamos todavía aquí, todavía luchando para hacer nuestra meditación, todavía luchando para hacer lo que el maestro nos pidió que hiciéramos? Y a pesar de todo nos dice que no necesitamos a nadie que nos diga cuál es la verdad, porque ya la sabemos.

Esta es una norma que tenemos que guardar para nosotros mismos: ¿Estamos afrontando los hechos, afrontando la vida? O al menos, ¿nos estamos exponiendo a la verdad? ¿Estamos intentando comprender la realidad? ¿Estamos siendo sinceros en nuestros esfuerzos?

Honestidad en el propósito. Mantener presente nuestra meta. Afrontar los hechos. Comprender la realidad –esto es, comprender qué es lo que tenemos que hacer para comprender la verdad en nuestro interior– todo esto es parte de esfuerzo sincero, de no decepcionarnos a nosotros mismos. Pero cuando hemos estado en el sendero durante mucho tiempo, nos enfrentamos con uno de los mayores enemigos para los buscadores espirituales. No la lujuria, ira, apego, o ego, sino la complacencia. Nos acomodamos. Decimos que el sendero es nuestra vida, pero comenzamos a llevarlo como un par de zapatillas cómodas.

Nos volvemos como los montañeros que se reúnen en el campamento base para hablar de escalar la montaña. Tenemos nuestro equipo caro, nuestra ropa técnica de escalada; hemos montado una fogata acogedora; y nos pasamos toda la noche hablando de escalar la montaña. Creamos un hogar en el campamento base, olvidándonos convenientemente de que tuvimos la intención de escalar la montaña.

Pero estamos a gusto y calentitos. No nos apetece salir al viento huracanado y comenzar a escalar la montaña. Simplemente es demasiado difícil y además no estamos seguros de si somos capaces de poder hacerlo. Así que nos quedamos contándonos historias de lo que otros relatan acerca de la montaña. Hablamos de lo que ellos se encontraron en la cima. Y hablamos sin fin de nuestro guía de escalada.

Del mismo modo, muchos de nosotros hemos dejado de buscar la verdad. Nos volvimos como montañeros en el campamento base, que hablan sin parar de la montaña que quieren escalar. Nos rodeamos de los accesorios; antes de la pandemia del covid, íbamos a satsang, hacíamos seva, visitábamos al maestro en cada oportunidad. Puede que repitamos como un loro los tópicos de Sant Mat, pero ¿estamos ahí en la montaña en el viento huracanado, completamente solos en la montaña, poniendo un pie delante del otro? ¿Afrontando nuestros miedos, exponiéndonos a la verdad? ¿Equivale eso a que todos los días guardemos nuestros teléfonos móviles y atendamos a la meditación durante 2.5 horas, y lo hagamos con esfuerzo honesto y sincero?

Deseamos sentirnos seguros, deseamos estar confortables, así que nos decimos a nosotros mismos que ya estamos salvados, que todo es la gracia del maestro. Es muy sencillo volvernos complacientes y quedarnos atrás por culpa de estar atascados en viejos hábitos.

Un escritor dijo lo siguiente de nuestra posibilidad de elegir entre avanzar o quedarnos parados:

Tienes que estar dispuesto a estar incómodo, adentrarte en lo desconocido, hacer cosas que tu ego no desea hacer. Tienes que valorar serle fiel a algo que vislumbras como una posibilidad –para el corazón de tu corazón– más que querer hacer lo correcto o llevar la razón o sentirte cómodo4.

El maestro dice que es posible obtener -para el corazón de tu corazón- para volver con él, para ser uno con él. Pero debemos quererlo más que nada en el mundo, y además ser sinceros con nuestro esfuerzo, sinceros con lo que sabemos que es posible.

Como Hazur escribió a un discípulo:

Hay también personas que sostienen que a pesar de su ardiente deseo de entrar en el interior, no parecen recibir la ayuda necesaria. A tales personas les basta con examinar sus corazones un poco más profundamente. Verán así que lo que ellos llaman su “gran deseo”, no es más que un deseo muy superficial. Cuando un alma quiere realmente volver a su casa, no hay nada que lo pueda impedir. Esta es la ley5.

Nos esta pidiendo que busquemos en nuestros corazones un poco más profundamente, para ser honestos con nosotros mismos. ¿Cuánto deseo hay realmente cuando decimos que lo deseamos?

Alguien le preguntó una vez: “¿Cómo podremos alguna vez limpiar todos nuestros karmas? Dijo: con la meditación. Ese es el único modo. Verás hermano, la gracia del Señor no falta; faltan nuestros esfuerzos, falta nuestra sinceridad, falta nuestra fe”.

Cuando nuestra sinceridad escasea, nuestro esfuerzo se queda corto; nos quedamos atrás. El maestro no retiene su gracia, nosotros retenemos nuestro esfuerzo. Y de nuevo se refiere a nuestra sinceridad, nuestra honestidad, cuando continúa diciendo: “Si somos sinceros y honestos en nuestra devoción, en nuestros esfuerzos, él nunca retiene su gracia. Él siempre está ahí”6.

Hay una ley cósmica que es una de la claves para nuestro éxito definitivo en el sendero. Suena tan simple, tan obvio, pero es muy profundo, y si la tomamos en serio, hallaremos el deseo de nuestro corazón, el del corazón de nuestro corazón. El Gran Maestro escribió a uno de sus discípulos: “Todas las acciones se hacen por un motivo, y es este motivo el que es vinculante”7.

Esto quiere decir que la calidad de la acción, esto es, nuestro éxito en ejecutarla, no es tan importante como nuestro motivo, nuestra intención. Puedes ver esto mismo en el sistema legal. Matar a alguien con premeditación conlleva una sentencia mucho más dura que matar a alguien por accidente. Tus acciones dieron como resultado una muerte, pero no tenías intención de provocar un daño.

Este es un ejemplo dramático, pero vamos a aplicar el mismo principio a la meditación. Si nuestro motivo es complacer al maestro, despertar nuestra conciencia y fusionarnos con Dios –si tenemos sinceridad de propósito– entonces, aunque nuestra ejecución sea un poco endeble, por ejemplo, no importa. “Si somos sinceros y honestos en nuestra devoción, en nuestros esfuerzos, él nunca retiene su gracia”. Es nuestro motivo lo que cuenta, nuestro motivo lo que es vinculante. Así, que no podemos ser vacilantes.

Cuántas veces nos ha dicho el maestro que si nos ocupamos en hacer nuestra parte, el Señor hará la suya? No importa si no estamos a la altura de las circunstancias. ¡Ninguno de nosotros está a la altura de las circunstancias! Ese es el motivo por el que nos dieron la iniciación en primer lugar: no lo podemos hacer por nosotros mismos, no podemos subir la escalera si no hay nadie que nos la sujete.

Durante una sesión reciente en Dera, alguien que había estado iniciado durante mucho tiempo le dijo con timidez al maestro unas palabras al efecto: Yo no soy espiritual. No soy lo bastante agradecido. Me quejo todo el tiempo. Baba Ji respondió que no son las palabras que decimos, es lo que hay en tu corazón lo que cuenta.

Él sabe muy bien lo que hay en nuestro corazón, sin importar como nos comportamos o lo que estamos parloteando. Sabe cuando le estamos engañando, y sabe cuando estamos siendo honestos, auténticos, sinceros. Así que sin tener en cuenta nuestro éxito o fracaso, a lo que responde el Señor es a nuestro motivo, nuestra verdad más profunda. Así que, como los santos dejan claro, esto no tiene nada que ver con cómo nos presentamos a nosotros mismos en el exterior. No importa si nos sentimos como si fuéramos el peor discípulo sobre el planeta, o si incluso si somos el peor discípulo. Nada importa excepto la sinceridad de nuestro propósito. Tenemos que tener esto presente toda la vida. Tenemos que recordar el motivo por el que llegamos al sendero y pedimos la iniciación. Esta sinceridad nos llevará no al éxito sino al esfuerzo, y eso es todo lo que el maestro quiere de nosotros.

Un famoso rabino dijo: “Dios nos está esperando en todos los caminos que llevan desde la intención hasta la acción”8.

Este mismo rabino ha escrito sobre la intencionalidad de nuestro viaje espiritual:

La fe no es quedarse en un santuario sino un peregrinaje sin fin del corazón. Anhelo audaz, canciones ardientes, pensamientos arriesgados, un impulso abrumando el corazón, usurpando la mente; estos son todos un impulso para servir a aquel que llama a nuestros corazones como una campana. Es como si él estuviera esperando para poder entrar en nuestras vidas vacías y perecederas9.

  1. Maharaj Charan Singh, Luz sobre Sant Mat, #96
  2. Ibíd.,Spiritual Perspectives, Vol. II, #454
  3. Ibíd., #119
  4. Geneen Roth, Lost and Found, Penguin Group, 2012, p. 194
  5. Maharaj Charan Singh, En busca de la luz, #30
  6. Ibíd., Spiritual Perspectives, Vol. II, #478
  7. Maharaj Sawan Singh, Joyas espirituales, #20
  8. Abraham Joshua Heschel, I Asked for Wonder, Crossroad, 1999, p. 12
  9. Ibíd., p. 15