Te Amo
Abordemos el tema del amor y la transformación, comenzando con el cuento del pájaro y la tortuga.
Dos pájaros estaban posados en la parte superior de un árbol observando a un bebé tortuga. La tortuga se esforzaba por subir hasta una rama y luego saltaba, aleteando intensamente sus cuatro pies pequeños y cayendo al suelo. Una vez más, la pobre tortuga se esforzaba por subir al árbol, luego saltaba y caía al suelo.
Los pájaros vieron a la tortuga hacer esto una tercera y cuarta vez. Finalmente, un pájaro se volvió hacia el otro y dijo: “Creo que debemos decirle que no es un pájaro”.
¿Qué podemos aprender de este cuento? El primer punto es que no conocemos nuestra verdadera naturaleza. Intentamos hallar la felicidad en este mundo, intentamos encajar, nos lanzamos al fango de la lujuria, ira, avaricia, apego y orgullo. Cometemos los mismos errores una y otra vez.
El segundo punto es que los santos son enviados por el Señor para acogernos como suyos. Para hacernos conscientes de nuestra naturaleza divina. Nos dicen que somos seres espirituales y nos aceptan en su familia espiritual. El Gran Maestro, Maharaj Sawan Singh, dice:
A la hora de la iniciación por el maestro, el alma se vuelve apta para conectarse al Shabad. Este momento se considera como su nacimiento en la familia del maestro1.
Y el último punto es que el maestro nos transforma desde la lenta tortuga terrestre en un pájaro como él mismo, que puede ascender a los cielos más elevados. El maestro nos dice: “Sal de ese caparazón pesado de tortuga y vuela. Deja de arrastrarte por el barro y la suciedad y elévate a los cielos”.
Los maestros nos dicen que este caparazón de tortuga está compuesto por karmas de innumerables vidas. Y este caparazón esta fortalecido con egoísmo y apego. Pero si un gusano puede transformarse en mariposa, ¿por qué no puede una tortuga convertirse en pájaro? Los maestros nos adoptan y nos transforman dentro del capullo del amor y la meditación. Nos transforman de pecadores envueltos en el caparazón duro de orgullo e ignorancia, en soldados santos.
La iniciación por parte de un santo es el momento de transformación máxima. En una carta a un discípulo, Maharaj Charan Singh dice:
Esta iniciación no es una mera ceremonia. El Señor te ha admitido como suyo. Te ha elegido para la liberación eterna y desea que regreses a él… ahora es el momento de mostrar tu agradecimiento practicando tu bhajan y simran todos los días con amor y devoción.
¡A la hora de la iniciación el Señor nos ha aceptado como suyo! Nos ha adoptado. ¿Cómo podemos llegar a comprender lo que esto significa? Se nos ha brindado el mayor regalo posible en esta existencia. No cambiaríamos este regalo ni por billones, ni por estrellato ni por poder. Los santos nos dicen que estas cosas perecen. Solo lo que el maestro nos concede es permanente y persiste con nosotros tras la muerte.
Por ello, Hazur nos pide que demostremos agradecimiento. “Practicando el simran y el bhajan” – eso es gratitud. Y realizándolo con amor y devoción es gratitud.
El santo Charandas, un santo del siglo dieciocho, describe al maestro y nos relata su poder de transformación:
Llama solo a aquel maestro perfecto
que ha alcanzado la morada maravillosa …
porqué él se ha fundido en el Señor,
como la gota que se sumerge en el océano
se convierte en el propio océano.
El mismo darshan de esa persona
transforma al ateo en místico2.
El santo Charandas nos dice que el maestro, solo con su darshan, puede transformar al ateo en místico. En cada una de nuestras vidas nos damos cuenta de que el maestro nos está remodelando; independientemente del progreso que pensemos o no que hemos logrado en el interior, vemos la transformación en nuestras vidas cotidianas. ¿Cómo era nuestro estilo de vida antes de encontrarnos con él? ¿Dónde estaba nuestra atención antes de entrar en contacto con él? Él está transformando nuestras vidas, pero sobre todo está transformando nuestro espíritu.
Charandas nos dice “llama solo a aquel maestro perfecto”. ¿Quién si no puede transformarnos? Solo aquel que ha alcanzado la “morada maravillosa”. Precisamos de un guía que ha caminado el sendero antes que nosotros. De un dador solo podemos recibir aquello que él ha logrado. Nadie nos puede conceder lo que no tiene.
¿Y cuál es la mejor forma de “llamar” a ese maestro? Es atendiendo a nuestra meditación. La repetición de cada nombre es una llamada al maestro. Shams Tabriz, un místico sufí, escribe:
¿Acaso no somos los débiles y agotados? El maestro sabe que tenemos una necesidad imperativa de ayuda y por ello nos instruye. Nos dice que no obtendremos ningún éxito construyendo nuestros tesoros en este mundo. Ni tesoros intelectuales ni mundanos. Nos indica que dejemos de perseguir las falsas promesas de cosas nuevas, nuevas modas, nuevas filosofías. Hazur en una ocasión escribió que no debemos correr tras el espejismo de las aguas en constante retroceso.El maestro sintió mi pulso cuando ya estaba agotado…. Me dijo: “El propósito del amante de Dios no es adquirir aprendizaje ni acumular tesoros del intelecto, ni tampoco tener alguna conexión con las ganancias y pérdidas de este mundo”3.
Como dice un refrán inglés: “Estoy tan triste sin ti, que es casi como tenerte aquí”. Estamos tristes sin las personas y objetos del mundo, pero cuando las tenemos, esos mismos objetos son la causa de nuestra infelicidad. Asimismo, nuestros conceptos intelectuales de los que tanto nos enorgullecemos se convierten en cargas que nos retienen.
Ahora Charandas dice que, busquemos un maestro perfecto. Recientemente escuchamos que a Baba Ji se le preguntó por el concepto del maestro perfecto. Baba Ji respondió –y esto es parafraseándolo– que quizás el término debería ser ‘completo’ o ‘maestro completo’. Qué extraño que en el diccionario uno de los sinónimos de completo sea ‘perfecto’.
¿Qué podría significar cuando dice que un maestro es completo? ¿Qué ha completado el curso de la meditación? ¿Completado el viaje de la realización de Dios? ¿Completo en la devoción a su maestro? ¿Completo en la devoción a sus discípulos?
El santo Charandas relata las características de un maestro completo:
Un verdadero santo es aquel que no quiere ser adorado.
Ha eliminado los vicios de la mente:
está siempre absorto en la repetición del Nombre del Señor.
No está separado del Señor, ni tan solo un momento;
siempre lo percibe cerca.
Solo habla del Señor, y no participa en habladurías.
Se ha desprendido de falsedad, astucia, engaño y fraude.
En su corazón moran la continencia, la verdad,
la satisfacción y el perdón.
Se ha desprendido de lujuria, ira y avaricia,
así como del apego y orgullo.
No tiene ninguna enemistad con nadie,
y vive en un estado de desapego4.
Estas líneas son una descripción maravillosa de los maestros y de lo que significa ser completo. Pero aquí hay algo más. Un mapa de carreteras completo para el discípulo, una lista de cosas por hacer:
- Eliminar los vicios de la mente. Alejarse de su constante orientación errada.
- Dedicarse a la repetición, dedicarse a la meditación.
- Mantenerlo cerca de nosotros con nuestros pensamientos y acciones.
- Desprenderse de falsedad, engaño y fraude.
- Ser moderado.
- Ser honrado.
- Estar satisfecho.
- Ser indulgente.
- Desprenderse de lujuria, ira, avaricia, apego y orgullo.
- No tener enemistad con nadie. Ni en el seva, ni en la familia y tampoco en la vida.
- Ser desapegado.
El maestro completo y el viaje completo han sido descritos por el santo Charandas.
En una ocasión, Baba Ji hizo un comentario, parafraseando: soy el único que se levanta por la mañana y no tiene opción a elegir, si realizar seva o no. Vemos al maestro viajando a lugares tan lejanos donde hay cientos de miles o simplemente cientos. Los rincones de África, Asia, América del Sur, el Caribe. Parece que no puede mantenerse alejado. Ese amor por cada discípulo y el deber hacia cada discípulo no le permiten permanecer alejado.
¿Acaso puede un padre levantarse por la mañana y decir: “Hoy no voy a alimentar a mis hijos. Hoy no los voy a animar. Hoy no les voy a amar.”? Recordémoslo, somos sus hijos adoptivos.
Aun así, por nuestra parte decimos: “No tengo tiempo para realizar mi seva hoy. Hoy es demasiado difícil ser buena persona, o demasiado costoso. Hoy no hay tiempo para hacer mi meditación”.
Preguntémonos a nosotros mismos: Si tuviéramos solo el diez por ciento del deseo de estar con él, ese que él tiene de estar con nosotros, ¿dónde estaríamos? ¿Qué estaríamos haciendo a diario? En su vida cotidiana él nos muestra los atributos que tenemos que adoptar. Y nos muestra el nivel de devoción al maestro que es necesario. El Gran Maestro dice:
Siempre que tengamos el deseo de expresar nuestro amor por alguien, debemos intentar descubrir qué tipo de amor preferirá nuestro amado. Después debemos inculcar aquellas virtudes o acciones por medio de los cuales complazcamos al amado … Cuando hayas desarrollado aquellos atributos que agraden al amado y él esté satisfecho de que los hemos desarrollado, el automáticamente derramará su amor sobre ti5.
¿Qué cualidades prefiere? El santo Charandas ya nos ha dado la respuesta: Bondad, dulzura, sumisión, perdón, desapego, humildad, satisfacción. El cumplimiento estricto de los cuatro votos. Seva y acudir a los satsang. Meditación, meditación, meditación.
Hay un consejo un tanto especial en la cita del Gran Maestro. Nos dice que dejemos de pensar en cómo creemos que debe ser un discípulo y en lo que creemos que demuestra nuestro amor, y que en lugar de eso, realicemos el esfuerzo por descubrir las virtudes del maestro y desarrollar estas virtudes. Ahora, Hazur describe este proceso:
El amor tiene la característica de convertirse en otro ser humano. Perder la identidad propia, perder la individualidad, este es el rasgo distintivo del amor. El amor nunca pretende que la otra persona sea como tú eres. El amor hace que queramos convertirnos en la otra persona6.
Todos los días vemos el mundo queriendo rebajar al Señor a nuestro nivel, intentando reducir las enseñanzas de los santos a nuestro nivel. Percibimos al mundo utilizando las enseñanzas espirituales para justificar el peor comportamiento posible. Queremos remodelar las enseñanzas para hacerlas encajar con el ambiente de la sociedad moderna. Queremos que las enseñanzas sean ‘políticamente correctas’. Las enseñanzas de los maestros verdaderos no provienen de ninguna cultura, raza, religión ni país. Proceden directamente del Señor.
Por tanto no debemos intentar moldear las enseñanzas a nuestro modo de vida, sino moldear nuestro modo de vida al de las enseñanzas. ¡Que Dios nos guarde de hacer que el maestro se comporte como nosotros! Nosotros tenemos que ser como él. Como dijo Hazur: “El amor nos hace querer convertirnos en la otra persona”.
El maestro cuida de todos y cada uno de sus discípulos como una madre cuida de su hijo enfermo. Hazur dijo:
Todos estamos enfermos al ser víctimas de los sentidos, por tanto somos purificados; somos sanados de las enfermedades y el alma vuelve a resplandecer. Ese es el milagro que llevan a cabo los místicos7.
El amor que siente el maestro por el discípulo es el único amor imperecedero que hallaremos en este mundo. Los santos atienden a cada discípulo según sus necesidades y dotan a cada uno con la cura milagrosa individual.
Con todo lo que dice, con todo lo que hace, ¿qué nos está diciendo, que nos expresa? Son dos palabras muy sencillas: Te amo. Cada cita en la charla de hoy y todo lo que hemos abarcado se resume en esta idea sencilla. Él no se puede mantener alejado, nos acoge en su familia espiritual, nos cuida, nos trae aquí.
Los santos son cascadas de amor; son un recipiente a través del cual fluye el amor de Dios hacia este mundo. Nos sumergimos en ese estanque formado por la cascada, y se convierte en arroyo, luego en río, y más tarde fluye hacia el océano.
Ahora declaramos: Yo también te amo, maestro.
Hazur dijo: Si dices que amas al maestro sin meditación, solo te engañas a ti mismo”8.
Repite: “Si dices que amas al maestro sin meditación, solo te engañas a ti mismo”.
Por tercera vez: “Si dices que amas al maestro sin meditación, solo te engañas a ti mismo”.
Esto es un satsang condensado en una frase. Proclamamos que amamos al maestro y su respuesta es que si afirmamos esto, pero no atendemos a nuestra meditación, nos engañamos a nosotros mismos. Ahora veamos cómo Hazur ahonda en esta idea.
El maestro no es el cuerpo, él es el Shabad interior. ¿Cómo puedes fundirte en eso sin meditar?… tenemos que fundirnos en eso, para convertirnos en ese ser. ¿Cómo lo podemos realizar sin atender a la meditación? El amor te ayuda a meditar, el amor te obliga a meditar. Si amas a alguien, siempre quieres estar en la compañía de la persona en cuestión9
Si amamos al maestro, y él está en nuestro interior, dirigiremos todos nuestros esfuerzos hacia estar con el maestro. Él demuestra su ‘te amo’ salvándonos, iniciándonos, protegiéndonos y guiándonos. Nuestro ‘te amo’ es nuestra meditación, con regularidad, dedicando el tiempo completo y con concentración.
Charandas habló sobre la meditación:
Realiza la repetición con una mente aquietada …
No permitas a la mente divagar;
Aquel que repite el Nombre con la atención enfocada
se desapega del cuerpo;
se funde en el Señor de la verdad, consciencia y dicha –
y se aquieta…10
obstaculiza su camino, rodea y acorrálala.
Mantenla ocupada en la contemplación del Señor.
Escucha atentamente, hay otra manera más
de disciplinar a la mente,
de la cual hablo ahora a continuación:
Repite el Nombre del Señor, y se cansará
de su agitación.
Todos hemos escuchado el cuento de la liebre y la tortuga. Pero no pretendemos ganar la carrera de este mundo. Esa se la dejamos al conejo. Pocos han escuchado el cuento de la tortuga y el pájaro, donde la tortuga se posa en el árbol del amor bajo la mirada atenta del pájaro. Se sienta y practica su meditación. Ignora las tentaciones que hay debajo en la tierra. Su caparazón se desprende y sus alas crecen. Y finalmente, vuela.
Otro poema más del santo Charandas:
Se lo he dado todo a mi devoto;
Cien veces más que un padre,
observa el amor que tengo por él.
De ser sin forma, he asumido una forma,
Un cuerpo burdo de cinco elementos….
ama la madre a su hijo.
Interiormente lo cuida,
aunque externamente le recrimina y regaña.
El amor del Señor
es cien veces más que el de una madre.
El amor del maestro
es cien veces más que el del Señor.
Oh Charandas, así es como te quiere Sukhdev
y elimina tus defectos11.
En otras palabras: te amo.
- Maharaj Sawan Singh, Philosophy of the Masters, Vol. V, 6th ed., p.132
- T.R. Shangari, Sant Charandas, p.92
- Citado en Maharaj Sawan Singh, Philosophy of the Masters, Vol. II, pp.243–44.
- Sant Charandas, p.94
- Philosophy of the Masters, Vol. II, 5th ed., p.148
- Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. I, #265
- Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. III, #1
- Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. III, #35
- Spiritual Perspectives, Vol. III, #36
- Sant Charandas, pp.409,133
- Sant Charandas, p.124