Trampa-22 - RSSB Satsangs & Composiciones

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Trampa-22

Hay una historia sobre un piloto de las Fuerzas Aéreas que participó en misiones durante una guerra terrible. Se estaba volviendo loco poco a poco al pensar en la muerte y la destrucción que estaba causando, pero también por el miedo constante a su propia muerte. El reglamento de las Fuerzas Aéreas dice que un piloto que padezca demencia puede ser dado de baja y volver a su vida normal. Pero tiene trampa. La trampa consiste en que cualquier piloto que afirme que la guerra le está volviendo loco y le hace querer irse, está siendo increíblemente sensato. Cualquier persona cuerda querría dejar la guerra. Eso significa que no puede estar loco. En consecuencia, no puede ser dado de baja.

Esta trampa se conoce como Trampa-22, y la historia proviene de una novela con el mismo nombre. Y el sendero espiritual, también, está lleno de situaciones y paradojas Trampa-22. Huzur Maharaj Charan Singh decía que estar en este mundo es como haberse caído en un pozo profundo y oscuro. Y los humanos somos los afortunados. Tenemos una mente que puede razonar, y tenemos fuerza de voluntad para elegir las decisiones correctas. Los animales no tienen la misma capacidad, ellos se limitan a vivir como esclavos de sus propios instintos: comiendo, durmiendo y reproduciéndose. Somos los únicos seres que podemos utilizar nuestra mente para encontrar una solución a nuestra situación. Sin embargo, hay una Trampa-22. Necesitamos esta mente humana para pensar en cómo salir del pozo, y volver a esa luz que vislumbramos. Pero la mente tiende a reforzar nuestros apegos hacia el mundo que nos rodea. La mente, que necesitamos para ayudarnos a salir del profundo pozo, también puede crear apegos que nos mantengan aquí. De ahí, la Trampa-22. Nuestra mente, si somos capaces de mantenerla concentrada en el objetivo, nos ayudará a escapar de este profundo y oscuro pozo. Si no podemos mantenerla concentrada, entonces nuestra mente solo creará argumentos para que nos quedemos en el pozo.

¿Qué hacemos al enfrentarnos a una paradoja como esta? ¿Nos rendimos? ¿Cuál es la actitud correcta que debemos adoptar? Cuando la gente le plantea a Baba Ji esta clase de contradicciones, él suele decir que debemos tener un enfoque práctico. Cuando la gente dice que todo es inútil, él pregunta: ¿Es esa la actitud que adoptas cuando te enfrentas a los desafiantes problemas mundanos? Quizá si analizáramos la forma en que resolvemos las paradojas mundanas, obtendríamos pistas sobre cómo afrontar las paradojas espirituales. Afortunadamente hay ejemplos de personas que enfrentan con éxito situaciones Trampa-22.

Un ejemplo habitual, al menos antes del covid, es el de intentar conseguir una vivienda en un país nuevo al que acabas de llegar. A menudo, para firmar el contrato de alquiler de la vivienda se necesita una cuenta bancaria en la localidad, en la que se cargarán los pagos. El problema es que se necesita una dirección permanente para poder tener una cuenta corriente. No hay vivienda sin una cuenta corriente y no hay una cuenta corriente sin una vivienda. De ahí, el dilema.

Hay una solución alternativa o “truco” para esta paradoja. Encuentras a un amigo que tenga una residencia permanente en tu nueva ciudad, y le pides que te deje dormir en el sofá (o en la habitación de invitados) durante uno o dos meses. Le facilitas la dirección de tu amigo al banco y abres una cuenta. Utilizas esta cuenta corriente para conseguir tu propia casa y cambias la dirección de la cuenta corriente poniendo la de tu nueva vivienda. Todo es perfectamente legal.

Y lo mismo sucede con nosotros, atrapados en el fondo del pozo oscuro, prisioneros de este mundo que no es el verdadero hogar de nuestras almas. No obstante, y al igual que un neozelandés o un australiano en Londres, también tenemos un amigo que viene del otro lado, hacia donde queremos ir. Tenemos al maestro. Él nos da un truco o solución, la forma concreta de usar nuestras mentes que puede desatar estas ataduras. Nos da los cinco nombres que usamos en la meditación.

Así que para los que estamos en este pozo y el maestro, el amigo, nos ha iniciado, hemos obtenido las palabras verdaderas que nos sacaran de él. Pero ¿las usamos?

A menudo, nos enredamos en todo tipo de asuntos. Le preguntamos al amigo cómo llegamos al pozo por primera vez. Miramos ese destello de luz en lo alto, la luz de nuestra atención y decimos: “¿Cómo sé que eso es realmente la salida y no solo una luz dentro del pozo? ¿Cuál es la prueba? ¿Cómo sé que existe algo así como estar ‘fuera del pozo’? ¿Cómo es estar ahí fuera?”.

La cuestión es que, habiendo vivido toda nuestra vida en un pozo oscuro, no tenemos conceptos ni experiencias, ni palabras que puedan reflejar cómo es la vida fuera del pozo. ¿Cómo puede el amigo explicar la luz del atardecer sobre el océano a quienes solo han visto esa pequeña chispa de luz sobre sus cabezas en la oscuridad? Lo mismo ocurre con la espiritualidad. No tenemos ni idea de cómo es nuestro verdadero hogar. Vamos al satsang, leemos libros y todo lo demás, y creemos que sabemos algo. Pero en realidad no sabemos nada. Por ejemplo, leemos que el alma se liberará de la mente y que existe un reino de bella música más allá del tiempo. Pero como todas nuestras experiencias son a través de la mente, ¿Cómo sería la consciencia sin la mente? Y si el tiempo no existe, ¿cómo puede haber música? No habría ninguna melodía que conozcamos. Eso significa que en realidad no tenemos ningún concepto.

Decimos que el maestro es el Shabad encarnado. Pero el Gran Maestro, Maharaj Sawan Singh Ji, dice que todo es Shabad. Las rocas, las plantas, las luminarias, los olores, los sabores; todo es Shabad1; todo procede de esa Palabra, de ese Logos. Por lo tanto, el maestro es Shabad, pero también lo es tu vaso de agua. Podemos decir que hay algo distinto en los santos, pero en realidad, no tenemos un concepto exacto de lo que realmente son los santos, de lo que hace que estos hombres y mujeres sean tan especiales. El problema está en que los conceptos son herramientas de la mente, y estamos hablando de una realidad que trasciende la mente. Cuanto antes vayamos más allá de los conceptos y pasemos a la acción y a la experiencia, mejor será. Parafraseando a Baba Ji: “mientras más nos demos cuenta de que no somos nada, más abiertos estaremos al verdadero conocimiento. Cuánto más nos demos cuenta de que no tenemos nada, más se abrirán nuestras manos para recibir”.

Así que el amigo no puede satisfacer completamente nuestras preguntas sobre por qué caímos en el pozo, o cómo es el exterior. Todo lo que puede hacer es darnos la técnica para salir y ver por nosotros mismos. Es casi todo lo que nos pide. Y si repetimos esas palabras; para él, si simplemente repetimos esas palabras, las ataduras empiezan a desatarse. No tenemos que hacer nada más. No forcemos. No tratemos de encontrar ningún lugar. Podemos mirar lo que hay, pero no forcemos, no intentemos imaginar, porque la imaginación no capta la realidad. El alma quiere elevarse. Si desatamos las ataduras con el simran, el alma encuentra automáticamente su camino.

Como dice Huzur Maharaj Ji, tienes que encontrar el centro del ojo:

No intentes encontrar ningún punto concreto en esa oscuridad, como cinco o seis centímetros arriba o abajo. Entonces te pierdes en eso… y no puedes concentrarte2.

No tienes que invertir los ojos físicamente para encontrar ningún objeto determinado dentro, porque estos ojos físicos no se relacionan con nada de lo que vas a ver en el interior3.

Automáticamente estás ahí. Cuando cierras los ojos no estás en ningún sitio más que ahí, detrás de los ojos en esa oscuridad. Cierra los ojos y olvida dónde te estás concentrando. No tienes que encontrar ese punto en absoluto… Cierra los ojos y ve la oscuridad, y estando allí, en la oscuridad, haz el simran. Ese es el punto al que se hace referencia (como el tercer ojo). Automáticamente estás ahí… También sientes que tu maestro, está ahí y que tú estás ahí en la oscuridad y que estás haciendo el simran en presencia del maestro4.

Dice que si ninguna forma aparece de manera automática, y si no es posible contemplar al maestro, solo siente que el maestro está ahí contigo, y eso es suficiente dhyan por ahora. Él dice:

Así que permanece ahí y siente asimismo que está ahí tu maestro, y eso mantendrá tu atención en la oscuridad5.

Mientras tu atención esté ahí, en la oscuridad, estás ahí, pero cuando empiezas a pensar en todos los problemas del mundo, tu atención no está ahí, ya sea que veas la oscuridad o cualquier otra cosa. Cuando tu atención está ahí, tú estás ahí6.

Y eso es todo lo que tenemos que hacer, esforzarnos en mantener la atención en el maestro y en sus palabras. Si, cuando haces eso, sientes que

algo tira de ti hacia arriba… Entonces déjate llevar. Simplemente sométete a ello7.

Con la ayuda del simran y la concentración, desaparecerán los otros sonidos y el sonido verdadero será distinto y claro, y empezará a atraerte8.

Él lo hace muy sencillo. Solo hay que utilizar el truco que nuestro amigo del otro lado nos da para salir del pozo, la práctica que nos permite superar la Trampa-22 de esta existencia.

Es una cuestión de compromiso.

Fíjate en los atletas que están totalmente comprometidos con la búsqueda del oro. En los juegos olímpicos, no es raro ver cómo el ganador de una carrera se derrumba y, con bastante frecuencia, el corredor que llega en segundo lugar no lo hace. Es difícil no llegar a la conclusión de que los ganadores lo deseaban más; significaba más para ellos. Los entrenadores de rugby (fútbol americano) lo llaman “estar presente”. Si queremos ganar nuestra carrera espiritual, también tenemos que estar presentes. ¿Qué puede ser más importante para nosotros que complacer al maestro? Es una simple cuestión de prioridades.

Maharaj Sardar Bahadur Jagat Singh Ji escribe:

A menudo me llegan quejas de satsanguis de que la mente no les deja sentarse a meditar. Son demasiado propensos a sucumbir a sus sugerencias. Si el espíritu no está dispuesto y la carne es débil, ¿cuál es el remedio?

A la menor incomodidad causada por mantener la postura y la retirada de la corriente del alma, la mente impulsa al practicante a abandonar la meditación. Recordemos la sentencia infalible: “Sin esfuerzo no hay recompensa”.

Solo el más valiente de los luchadores, que está preparado para abrazar la muerte (es decir, cerrar las nueve puertas de este cuerpo a las satisfacciones mundanas) y asaltar la oscura fortaleza del poder negativo puede lograr su propósito.

Escuchad lo que dicen los amantes: “¡Oh Farid! Debido a mis esfuerzos por llegar a su palacio mi cuerpo está encendido como un horno y mis huesos arden como leña. ¿Me detendré? No, si mis piernas se debilitan y no pueden moverse, con tal de obtener un solo vislumbre suyo, seguiré andando sobre mi cabeza”9.

Mira Bai, una poeta mística del siglo XVI, adapta una melodía popular rajastaní para expresar el anhelo de un discípulo verdadero.

Sin ver a mi amado
  ¿cómo puedo vivir?
Solo la hierba curativa de su darshan,
  puede curar mi sufrimiento.
He permanecido mucho tiempo en la puerta del palacio,
  con mis ojos pegados al camino,
  esperándole.
Mira ha vendido su propio ser al Señor10.

Lo importante es empezar. No podemos decir que el anhelo de Mira es un regalo del Señor y que, hasta que no sintamos esa intensidad, seguiremos como antes de ser iniciados. No podemos permanecer atrapados en la prisión de una Trampa-22, tal y como un discípulo le dijo a Huzur:

Maharaj Ji, en los libros se dice con frecuencia que el Shabad eliminará las tendencias negativas, y lo que yo entiendo es que primero tienes que eliminar las tendencias antes de que escuches el Shabad11.

Huzur respondió:

Ambas cosas son correctas. Hasta cierto punto tienes que abstenerte de esas cosas negativas, con el fin de retirarte al centro del ojo, pero solo puedes escapar de ellas, de manera permanente cuando tu mente se apegue al Shabad y al Nam interiormente y el Shabad te atraiga hacia arriba. No obstante, antes de eso tienes que luchar, en cierta medida, a fin de retirar tu consciencia al centro del ojo, con ayuda del simran y el dhyan y absteniéndote de esas tendencias negativas. Pero no es un remedio permanente. Tu mente volverá a los sentidos de nuevo. Únicamente cuando la mente se apega a placeres mejores que los sensuales es cuando se desapega permanentemente de los sentidos12.

Recientemente, Baba Ji ha estado haciendo hincapié una y otra vez en la necesidad de practicar siempre nuestro bhajan, no solo el simran, y aquí Huzur explica por qué. Dice:

Déjame darte un ejemplo: Si construyes un dique en un río, serás capaz de contener el agua durante algún tiempo, pero no permanentemente. Cuando el agua suba demasiado alto en la cuenca, romperá el dique e inundará las orillas. Pero si haces otro canal para que el río fluya en una dirección diferente, el dique permanecerá de forma duradera y el río empezará a fluir en una dirección distinta. Sin el segundo canal el dique contendría el agua durante algún tiempo, pero no siempre.

Similarmente, el mero simran y dhyan fijan tu atención en el centro del ojo, lo cual reprime tus instintos, y eso incluso te vuelve salvaje a veces. Pero si eres capaz de apegar la atención al Shabad, cambia por completo la dirección de nuestra atención y el “dique” se convierte en permanente13.

Así que puede que tengamos que luchar para auto obligarnos a sentarnos, y luchar contra las tendencias negativas de la mente, pero no hay que luchar para “elevarse”. Simplemente tenemos que volvernos receptivos a la melodía que resolverá la paradoja de nuestra existencia.

Hazte receptivo al sonido. Relájate en él. Báñate en él. Disfruta de la paz que ahí encuentras. Tú no has de hacer nada; tan solo ser receptivo. El maestro hará el resto. La conciencia se elevará por sí sola. Goza de la paz que hallas estando en este “lugar” de sonido sin pensamientos, enfocado en el Shabad14.

  1. Maharaj Sawan Singh, Philosophy of the Masters, Vol 4, p. 120
  2. Muere para vivir, P101
  3. Muere para vivir, P99
  4. Muere para vivir, P92
  5. Ibíd
  6. Muere para vivir, P95
  7. Muere para vivir, P136
  8. Muere para vivir, P218
  9. Maharaj Jagat Singh, La ciencia del alma, p. 233 (“Un ramillete espiritual”, #31)
  10. Mira: La divina amante, p. 241 (Poema – “El anhelo de los ojos de Mira”)
  11. Muere para vivir, P302
  12. Ibíd
  13. Muere para vivir, P302
  14. Hector Esponda, Del yo al Shabad, p. 42