Busca al Señor. Hazlo ahora mismo - RSSB Satsangs & Composiciones

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Busca al Señor. Hazlo ahora mismo

Hazur Maharaj Charan Singh escribió la siguiente carta a un discípulo:

Lleva una vida alegre, plenamente distendida y agradeciendo al Señor el gran don que te ha concedido. Mantén tus pensamientos en el simran y bhajan y verás qué felicidad encuentras dentro de ti. No te apures por nada de esta vida, que es toda ella un desagradable sueño. La verdadera vida está dentro, donde te espera tu maestro1.

Hasta que no conocimos al maestro vivo, la mayoría sentíamos que algo faltaba en nuestra vida. Teníamos un hambre, una sed que no se podía saciar por nada del mundo. Cuando conocimos al maestro, aprendimos que esta sensación de vacío y soledad es el anhelo del alma por el Señor, que está oculto en lo profundo de nuestro ser, justo detrás del denso bosque de nuestros pensamientos y la gruesa pared del ego. El maestro nos enseñó que, si deseamos la paz y la felicidad eterna, debemos buscar en nuestro interior y hallar al Señor.

Nos enseñó cómo meditar; cómo desconectar los teléfonos de los cinco sentidos y centrar nuestra atención dentro. El maestro conectó nuestra conciencia con la corriente audible del sonido, el Shabad, el Espíritu Santo que mora en nuestro interior. Nos enseñó que, por medio de la meditación sobre la magnética y reverberante refulgencia del Shabad, nuestra alma se funde en él, y su corriente la transporta de vuelta a la unicidad con el océano de la conciencia, el Señor.

Entonces nos damos cuenta de que nuestra alma es una gota de ese océano y que nunca hemos estado separados del Señor en absoluto. Los místicos llaman a esta vida el juego del escondite, una ilusión, una obra, un sueño. Pero, ¡qué real parece hasta que nos despertamos de este sueño de la vida diaria!

El maestro hace que miremos con atención detrás de los días soleados de este mundo, para que seamos conscientes del aprieto de nuestra alma. Nos enseña que existen muchos reinos en la jerarquía de la creación, y que este plano físico está en lo más bajo. Vivimos en un mundo transitorio e inquieto que nunca ha conocido el sosiego. Naciones, razas, y religiones siempre han estado enfrentados los unos con los otros. Conflicto, lucha y batallas siempre han estado presentes aquí. Aquí nada es duradero. Lo único con lo que podemos contar es con el cambio constante. Con el tiempo, todo se desintegra y se convierte en polvo en nuestras manos. Las personas a las que amamos pueden ser arrebatadas de nuestros brazos en cualquier momento sin previo aviso. Nada ni nadie aquí realmente puede ser nuestro.

El maestro nos enseña que este mundo es el hogar del cuerpo, no del alma. En este mundo, un ser debe alimentarse de la carne de otro ser para sobrevivir. Aunque la creación entera está palpitando con la presencia de Dios, prácticamente nadie puede percibirlo. Un Poder Negativo gobierna los planos inferiores y vivimos bajo la severa ley de la justicia –ojo por ojo, diente por diente– en un mundo donde saldar las cuentas kármicas es el único negocio.

La mente del ser humano arde con las cinco pasiones de la lujuria, ira, avaricia, apego y vanidad, y el alma es su prisionera indefensa. La mente corre desenfrenadamente por el mundo, deseando obtener el placer a través de las personas, lugares, y objetos, pero nunca sacia su apetito voraz, jamás encuentra la paz y la felicidad permanente. Y el precio por estas escapadas es alto. La mente hace el crimen y el alma hace el tiempo, como dice la máxima. Arrojado en la cárcel del deudor, en una celda tras otra de la prisión de diferentes cuerpos, el alma no tiene voz, ni paz, ni esperanza de libertad.

Pero en nuestra noche interminable y lluviosa del exilio, el Señor escucha el llanto del alma. Envía a un maestro vivo para rescatar a sus almas perdidas. Este es el punto de inflexión más importante en toda la historia del alma. El maestro nos inicia en el Shabad, y por primera vez, escuchamos la voz del Señor llamándonos para que regresemos a las orillas del hogar. Su voz forma un sendero de sonido y luz dentro de nosotros que nos guía de vuelta a él. Realmente conseguimos escuchar la voz de Dios. ¿Acaso podemos comprender lo increíble que es lo que estamos haciendo? El Shabad es Dios. Cada día, obtenemos un privilegio de lo más excepcional, para entablar una relación de amor con el maestro Shabad interior.

Huzur Maharaj Charan Singh dice:

Cuando estás haciendo tu meditación, estás con el maestro2.

Dedicando tiempo a la meditación es lo que complace al Señor más que cualquier cosa que podamos hacer en la vida. Todo lo que él desea es nuestra atención, nuestro amor, y para que regresemos a nuestra morada con él lo antes posible.

Él ha derramado su gracia sobre nosotros. Nos ha brindado el don de la forma humana, el único cuerpo a través del cual el alma puede regresar a su morada. Nos ha bendecido con el anhelo por él. Nos ha concedido la iniciación de un maestro vivo, que ha colocado cuatro círculos sagrados de protección, nuestros votos, alrededor de nuestras almas. El Señor nos ha otorgado el sendero a la morada y entregado las llaves de su reino.

No existen obsequios más grandes que el Señor pueda derramar sobre el alma. Sin esta gracia, la mente jamás optaría por pensar en él ni un solo segundo. Sin su gracia, el alma no tendría ninguna esperanza en absoluto de regresar con él.

El maestro nos muestra una forma de vida para que seamos capaces de liberarnos de la ley del karma, el dominio de la mente y los sentidos, escapar de la creación, y crecer para convertirnos en uno con el Señor. Él nos concede todo lo que necesitamos, gratis. Todo lo que pide a cambio es que meditemos; nos levantemos cada mañana y hagamos el esfuerzo de retirar nuestra conciencia hasta el tercer ojo, la puerta a los reinos interiores, para que podamos fundirnos en el Shabad y alcanzar nuestro objetivo. La meditación es el viaje dentro de la conciencia que cada uno de nosotros debe emprender con el fin de liberar a nuestra alma.

Se requiere esfuerzo. Pero ¿qué otra opción tenemos? ¿Aplazar sin cesar nuestro viaje y condenar a nuestra alma a más sufrimiento? ¿A qué estamos esperando? Si nada, en nuestros millones de vidas pasadas, nos ha traído la paz y la felicidad eterna en este mundo, ¿Por qué pensamos que algo lo hará en el futuro? Todos los maestros nos han implorado: Busca al Señor; hazlo ahora. Estos días de oro de nuestra preciada vida humana se van desvaneciendo. Este no es el momento de postergar. Esta es la hora de la acción. Este es el momento de la meditación. Alguien está llamando. Es hora de irse.

Gurú Arjan Dev dijo:

El que te ha enviado a esta creación, te está llamando. Él te está llamando: “Ven a mí. Regresemos al Padre”3.

Con la inmensa gracia derramada sobre nosotros, no puede existir una tragedia mayor para el alma que vivir como si jamás la hubiera recibido. Dar la espalda al Shabad, dar más importancia al sueño que a nuestra alma, querer a nuestros placeres y comodidades más que al Creador.

Una oruga trepa por la tierra comiendo vorazmente. Pero durante un instante en concreto, se para y construye un capullo alrededor de sí misma. La oruga tiene que estar quieta y esperar en la oscuridad. Tiene que morir para volver a ser lo que una vez fue.

En esa quietud oscura, ocurre un milagro en el momento en que las células de la oruga se transforman en un ser completamente diferente. Poco después, ella emerge como una bella mariposa que solo bebe el néctar de las flores aromáticas y vuela sobre la tierra con la luz del sol sobre sus alas.

Nosotros los humanos también tenemos un cuerpo especial, diseñado divinamente para nuestra transformación. En el capullo de la meditación, en esa quietud oscura, ocurre un milagro. Cuando aquietemos nuestro cuerpo, inmovilicemos nuestra mente, y nos fundamos en el Shabad, nuestro falso ego se disolverá por sí mismo en amor y nos convertiremos en otro ser.

Con el tiempo, esta mente, que ha estado tan desdichada corriendo hacia abajo y hacía fuera en el mundo detrás de los placeres sensuales y objetos, se enamora del Shabad, el más dulce de los deleites. La mente comienza a adentrarse y elevarse probando cada vez más el néctar del Shabad. Se ha transformado completamente de un ciervo que come escoria, del peor enemigo del alma, a ser su más fiel amigo.

Nuestra alma, un ser inmortal de luz pura, que ha sido esclavizada y aprisionada, obligada a trepar por la tierra dentro de la jaula de un cuerpo tras otro, finalmente es liberada para regresar a su verdadero hogar en el resplandor del espíritu puro, el océano de la conciencia.

Este no es un sendero de información. Es un sendero de transformación. A través de la meditación del Shabad, por medio de este sencillo acto de amor, vamos creciendo para deshacernos de la dualidad y convertirnos en otro ser. Convertirnos en el mismo Señor.

Hay que pensar en el Shabad como si fuera una onda de radio. Esta música divina que fluye del Señor está constantemente siendo transmitida a nosotros, en el interior. Él nunca cesa de transmitir a través del corriente audible de la vida del Shabad. Pero no sintonizamos nuestra atención a su frecuencia. Sintonizamos nuestra atención a miles de frecuencias del mundo. Sintonizamos nuestra conciencia al canal de nuestro propio parloteo mental. Entonces nos preguntamos por qué no sentimos amor, por qué no hemos obtenido la paz.

A no ser que, y hasta que esta mente no se readapte, se adentre y sea amaestrada en el arte de la meditación, seguirá sobrecargando nuestra conciencia con interminables deseos, ambiciones y actividades, proyectos, planes y placeres. Su actual adicción es la tecnología, el mundo virtual. ¡Internet nos espera! Cerca de 1.7 billones de sitios web y sumando. Aproximadamente 547 200 nuevos cada día. Todos a solo un clic de distancia. WhatsApp. Facebook. Twitter. Instagram. YouTube.

Práctico. Informativo. Entretenido. Pero, cuántos de nosotros desperdiciamos incontables horas preciadas de nuestro tesoro del nacimiento humano, hipnotizados mirando fijamente impulsos digitales del teléfono móvil, ordenador y pantallas de televisión. Estos aparatos que una vez fueron sencillamente prácticos se han convertido en una adicción, algo que necesitamos para vivir. Se han convertido en las armas de distracción masiva del Poder Negativo, que devora ferozmente nuestra preciada atención, día y noche, mientras ignoramos los llantos de nuestra alma dentro, que anhela el Shabad. Por la libertad. Por el Señor.

El maestro ha empezado a despertarnos del sueño de la vida cotidiana. Ha revelado nuestra verdadera identidad, dónde estamos, y hacia dónde se encuentra nuestro destino. Él ha intensificado las llamas del anhelo y nos ha despertado hacia la nostalgia divina. La mente intenta huir, para escapar del dolor del despertar de nuestra conciencia de la separación del Señor, pero no puede superar la gracia del maestro. Nuestra hora ha llegado.

Huzur Maharaj Charan Singh a menudo hablaba sobre los efectos de nuestro cada vez creciente amor por el Shabad; que este vacío que sentimos es el Señor preparándonos desde dentro para algo real a lo que aferrarnos. El maestro hablaba sobre cómo empezamos a sentir esa dicha de pertenecer a alguien y que alguien nos pertenezca. El vacío de la carencia y la soledad finalmente comienza a desaparecer. Comenzamos a experimentar momentos llenos de felicidad y sosiego interior, sin motivo alguno.

Entonces, ¿por qué seguir huyendo del amor? Del único sitio donde deseamos estar. ¿Y si tuviéramos la valentía de apagar nuestros móviles, ordenadores, televisores, o cualquier cosa que nos aleje del Señor? Entonces podríamos sentarnos en silencio, crear un espacio sagrado donde seamos capaces de sentir ese anhelo. Podríamos acostarnos temprano para madrugar la mañana siguiente y dedicarnos al Amado en la meditación. No para contemplar la Luz. No para progresar. No para aniquilar karmas, sino solamente para complacerlo, porque lo amamos y lo añoramos, y deseamos estar con él.

La meditación es el amor en acción. Los que son amantes devotos del Señor jamás faltan a su cita diaria con él en la meditación. Día tras día, año tras año, su ferviente deseo es alcanzarlo. Viven una vida normal y equilibrada en este mundo, pero su amor por él, manifestándose en forma de meditación, es el diamante autoluminoso que brilla en el centro de su existencia. Y cuando se levantan tras la meditación, permanecen en sintonía con esa frecuencia. Encienden la linterna del simran y la llevan en su mente durante sus días y noches. La llama purificadora de los nombres sagrados quema todos sus oscuros deseos y temores. Proyecta todas las sombras y aflicciones de la vida mundana.

Allá donde se encuentran los verdaderos amantes, llenan el ambiente de la vibración sublime del amor. Irradian la paz. Alegremente aceptan lo que el Señor les mande. Ya no dependen de las circunstancias externas de la vida para ser feliz. Se sumergen en la dicha y se embriagan de alegría. Se olvidan de sí mismos y toman conciencia del Señor.

A través del simran amoroso, accedemos al Shabad. Se apodera de nuestra conciencia. Inunda nuestro ser de refulgencia y dicha. Transforma nuestra mente en un templo de paz y pureza. Comenzamos a ver la luz del Señor que brilla en todas partes y en todos. Entonces es todo amor. En ese momento conocemos que pronto vamos a ganar este juego del escondite y regresar a nuestra morada con el Señor.

El Gran Maestro dice:

Si deseas llenarte de la gracia de Dios, entonces debes eliminar todo lo demás de la mente. Deja todo lo demás a un lado y adora solo el Nombre del Señor en tu corazón. Tan pronto como vacíes tu mente de todo pensamiento por medio del simran, hallarás el sendero de vuelta a la mansión del Señor4.

Este es el sendero del amor. Es tan sencillo. Los místicos nos dicen que Dios es amor. El Shabad es amor. La esencia del maestro vivo es el amor. El alma es amor. A través de la gracia del Señor, por medio de la meditación, nos sometemos al Shabad, hasta convertirnos en el Shabad. Hasta convertirnos en el Señor.

Esta es la época más rara. El mundo se enfermó por eso lo cerraron. Todos están luchando para afrontar los confinamientos, se nos imponen restricciones económicas y sociales. El futuro es incierto. El temor está en el aire. Pero intentemos mantener el buen espíritu y ver la bendición de estos días. Refugiémonos en este descanso del ajetreo habitual de las actividades mundanas. Si estos días nos ayudan a alejarnos del mundo y girarnos hacia el Señor, entonces estos son días de gracia. Días sagrados.

Ojalá un día miremos hacía atrás y observemos este paréntesis como los días cuando comenzamos a llevar la linterna del simran en nuestros corazones. Cuando paremos de pensar: Meditaré mañana, cuando no esté tan ocupado y cansado, y empecemos a creer: Todo en esta vida puede esperar, salvo mi viaje de vuelta al Señor que no puede demorarse.

Ojalá miremos hacia atrás y pensemos: Esos fueron los días en que salí de la tormenta y me refugié con mi maestro, me refugié en el Shabad, el gran consolador. Esos fueron los días en los que puse mi fe en el Señor y comencé a respirar de felicidad y dar suspiros de alivio.

Durante un discurso que Hazur Maharaj Charan Singh dio en Pasadena, California, en junio de 1970, se refirió a la Biblia y comentó que Jesús dijo a sus discípulos:

No penséis que me habéis elegido vuestro maestro; yo os he escogido. Yo os he llamado y acercado a mí. Esto estaba en vuestro destino. Así lo dispuso mi Padre. También estaba decidido por mi Padre que dierais fruto, es decir, que progreséis espiritualmente.

Puedo contaros tanto sobre las preciosidades de las regiones interiores y muchas otras cosas maravillosas, pero no puedo hacerlo ahora porque no estáis lo suficientemente avanzados en el sendero para comprenderlas. Hasta ahora, solamente os he impartido lo fundamental de mis enseñanzas. Pero siempre estaré con vosotros para guiaros y explicaré todas estas cosas cuando contempléis mi forma radiante en vuestro interior. Cuando contactéis conmigo en el interior, os mostraré cosas que jamás habéis soñado y que están más allá del alcance de la mente…

Hasta que no alcancéis ese objetivo, vuestro esfuerzo será equiparado a la angustia de una mujer a punto de dar a luz. Pero vuestra felicidad no tendrá límites cuando me contempléis en vuestro interior. Entonces os olvidaréis por completo de todas vuestras vicisitudes y desdichas. Estaréis tan repletos de amor, alegría y felicidad indescriptible que no habrá espacio para nada más. Ni siquiera os acordaréis de que alguna vez estabais tristes5.


  1. Maharaj Charan Singh, En busca de la luz, carta #340
  2. Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, vol. III, #125
  3. Guru Arjan Dev, citado en Muere para vivir, carta #354
  4. Maharaj Sawan Singh, Philosophy of the Masters, vol. I, pág. 63
  5. Maharaj Charan Singh, transcrito de una sesión grabada en Pasadena, Ca., junio 1970