Un rebaño, un pastor
También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a esas tengo que llevarlas y escucharán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor1.
En Luz sobre San Juan, Hazur Maharaj Ji explica bellamente la estrecha relación entre el predecesor y su sucesor. El maestro presente de Beas, Baba Ji, también menciona siempre a su maestro, Maharaj Charan Singh Ji, cuando sus discípulos tratan de reconocer su mérito o mostrar su gratitud por haber sido iniciados o por haber recibido seva. Como sucesor de Hazur, él vive por completo las enseñanzas que Hazur dio y explicó, quien parafraseó el verso de la Biblia citado anteriormente:
Lo que dice Cristo aquí es que yo soy responsable de los iniciados de mis predecesores; aquellos iniciados por ellos que aún están en este mundo y con los cuales puedo contactar físicamente. También los traigo al rebaño para que me conozcan y oigan mi voz. A ellos también los tomaré bajo mi protección y los ayudaré, y entonces habrá un solo rebaño y un solo pastor2.
Baba Jaimal Singh fue el primer maestro de esta línea de maestros de Beas, el cual fue nombrado por Soami Ji Maharaj de Agra para empezar a iniciar en el Punyab en 1891. En 1903, cuando Baba Jaimal Singh falleció, la antorcha de la maestría pasó a Maharaj Sawan Singh Ji, conocido como el Gran Maestro. Maharaj Sawan Singh falleció en 1948 y algunos de sus discípulos siguen vivos. “Realmente no hay diferencia entre el predecesor y su sucesor”, dice Hazur. El verdadero maestro es el Shabad o maestro interior. El verdadero discípulo es el alma, que en esencia es el Shabad. Por lo tanto, los discípulos también se funden en el Shabad, su maestro.
La parábola de las ovejas y su pastor contiene mucha belleza, verdad y consuelo. En primer lugar, el maestro ama a todos sus discípulos por igual. Hay un reconocimiento silencioso y una alegría al entender la relación del maestro con el sucesor. Además de conocerlo, también hay que oír su voz –literalmente–, pero también a un nivel más profundo, escuchar sus enseñanzas, comprenderlas mejor y, finalmente, amarlas. Se comprende cada vez más la profundidad de las enseñanzas y se empieza a vivirlas. El proceso meditativo se convierte en una parte tan importante de nuestro ser que cualquier recuerdo de las enseñanzas del maestro nos produce un sentimiento de alegría.
La mano guiadora del maestro siempre está ahí; la percibimos como la sutil guía interior de la que de repente somos conscientes, o cuando leemos o escuchamos las enseñanzas de su sucesor. La mano guiadora del maestro es también una mano protectora. ¡Cuántas veces convierte una puñalada en un pinchazo! Vivir con la presencia del maestro es realmente llevar una vida bendecida. Formar parte de su sangat y vivir dentro de sus parámetros es buscar la protección y el refugio de su rebaño. No te alejarás ni podrás alejarte demasiado de él. Siempre oirás su “silbido” y volverás a ese “único redil y único pastor”.
“Oír su silbido” se puede interpretar y experimentar de muchas maneras diferentes. Puede ser una gran llamada de atención, como el fallecimiento de Hazur en 1990. Su existencia entre nosotros se daba por sentada, y fue necesario un golpe en la cabeza para darnos cuenta de que todo en este plano terrenal es temporal. Conocer al maestro y verlo en una de sus giras por el extranjero o durante una estancia en Dera puede tener el mismo efecto, un anhelo renovado de seguir el sendero. Hay tantos libros, publicaciones, vídeos y revistas inspiradoras, la página web de RSSB, y sin olvidar las maravillosas sesiones de preguntas y respuestas con Baba Ji en YouTube de estos días; todo para recordarnos nuestra verdadera misión en la vida.
La llamada de nuestro amado pastor también puede ser muy sutil e íntima. Él quiere llevarnos a la siguiente etapa o nivel en nuestra meditación, para que comprendamos y apreciemos más profundamente el hacer su trabajo, el trabajo del maestro. “Camina conmigo y trabaja conmigo”, nos dice el maestro actual una y otra vez. La recompensa que obtenemos, el salario que recibimos, es mucho más de lo que merecemos. Con nuestros propios esfuerzos no llegaríamos a ninguna parte, pero lo que nos impulsa a seguir adelante es una mayor intensidad de amor, la recompensa y el salario de nuestros valientes pero insuficientes esfuerzos.
No tenemos que hacernos ilusiones sobre nuestro estado, porque necesitamos muy poco para distraernos, para alejarnos del sendero. Todos somos ovejas descarriadas, que olvidan o descuidan fácilmente las enseñanzas del maestro. Es necesario recordarnos una y otra vez nuestro verdadero objetivo en la vida. El amor infinito del maestro que expresa Hazur en Luz sobre San Juan es un consuelo más allá de las palabras:
“Doy mi vida por las ovejas”. Él (Cristo) dice: “Estoy dispuesto a sacrificar todo para salvar las almas confiadas a mi cuidado, porque mi Padre no quiere que se pierda ni una sola alma. Debo llevar a todas las almas marcadas de regreso a él. Este es mi trabajo. Para eso me ha enviado él a tu nivel. Estoy dispuesto incluso a dar mi vida para salvarlas”3.
- Luz sobre San Juan, Juan 10:16, p.157
- Luz sobre San Juan, p. 157
- Luz sobre San Juan, p. 156