Diamantes - RSSB Satsangs y Composiciones

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Diamantes

Diamantes. Todos sabemos que los diamantes son considerados como la más preciada de las joyas. Todos tienen brillantez, y los más caros tienen una claridad codiciada. En muchos países, un anillo de diamantes se ha convertido en algo casi obligatorio, y todo debido a lo que se considera una de las campañas de publicidad más exitosas de la historia actual: “Un diamante es para siempre”. Esa es la gran frase: Un diamante es para siempre. Tocó la fibra sensible de las mujeres, que comenzaron a equiparar el diamante con el amor perpetuo de un hombre. Y tocó la fibra sensible de los hombres, que ven el valor de un diamante como indestructible, sin fin. Un diamante es para siempre. El amor perdura. La inversión perdura. Los diamantes perduran, o eso dicen.

Curiosamente, la industria del diamante tiene una palabra clave para este fenómeno de gran valor. Lo llaman ilusión. Se define como “una proyección de valor sobre un objeto (normalmente un diamante) basada únicamente en un criterio subjetivo y psicológico, y no en ningún parámetro objetivo de medida”1. El negocio de los diamantes gira en torno a la ilusión, al valor percibido.

Se podría pensar ahora que los comerciantes de diamantes son ajenos a este fenómeno, pero es justo lo contrario. Las encuestas nos demuestran que:

Cuando un vendedor posee un diamante, no es solo otro bien inanimado en el que ha invertido… cuando compra un diamante, ama ese diamante. Cree que su diamante es el más bonito que haya visto en ese color particular y con esa clase de pureza. Ha puesto mucha ilusión en la piedra2.

Así pues, pese a que los comerciantes entienden el concepto de la ilusión del diamante, “siguen viviendo dentro de la burbuja y dependen de ella para su sustento”. Quizá reconozcan que un diamante carece de valor intrínseco y que su precio depende de la percepción de su dueño, del comprador o del público en general. Entienden el concepto. Sin embargo, los comerciantes siguen atrapados en la belleza, el atractivo, el valor percibido en los diamantes. Aman sus diamantes y no renunciarían a ellos.

Y esto mismo ocurre con nosotros. ¿Qué es un diamante? Un pedazo de carbón, un trozo de tierra, una pieza de este mundo. Los santos nos dicen que es el valor percibido que le damos a esta creación, nuestro apego –además de nuestros karmas– lo que nos mantiene atados a este mundo, a este plano de conciencia. En muchos sentidos, amamos este mundo y pretendemos obtener amor a cambio. Ciertamente invertimos en este mundo, no solo en dinero, sino con el tiempo y la atención que le dedicamos física, emocional e intelectualmente. Y esperamos un retorno de esa inversión. Si bien reconocemos el concepto de que todo aquí es ilusión (maya) y carece de valor intrínseco, nos cuesta mucho imaginarlo de otra forma. Llevamos tanto tiempo atrapados en esta burbuja que formamos parte de esta conciencia que sustenta este sistema. A Huzur Maharaj Charan Singh se le preguntó: “Nos dicen que todas las cosas en nuestra vida son una ilusión o un sueño. ¿Es eso cierto?”. Él respondió:

Lo que significa es que lo que vemos no es real; la realidad en el sentido de que nada va a existir, nada va a permanecer, todo es perecedero y no es permanente.

Eso significa que no es “para siempre”. Los diamantes no son para siempre. Hazur Maharaj Ji continúa:

La carne no perdura, por lo tanto, la carne no es real. …¿Dónde están esas civilizaciones antiguas ahora? Llegan nuevas civilizaciones, las antiguas desaparecen. ¿Qué es real aquí? Todo es perecedero, nada es para siempre. En este sentido, esto es ilusión.

Solamente él es real, aquel que no vemos, aquel a quien no conocemos. Lo que vemos, aquello que se supone que conocemos, lo que nosotros pensamos que sabemos no tiene realidad3.

Por lo tanto, mientras estemos en este mundo, hay una cierta realidad, una realidad percibida, pero que no perdura. Nada aquí es para siempre. Y los santos nos dicen que debemos elevarnos a un nivel superior de conciencia, si queremos percibir a aquel que es real, que sí es eterno.

Dado que este mundo no es más que una farsa, una ilusión, qué tontos somos al sustentar nuestras vidas y nuestras formas de actuar en una base tan inestable. Por su propia naturaleza, todo lo que existe en el mundo exterior tiene que cambiar. Lo que en un momento nos produce tanto placer, en otro momento tendrá que aportarnos el mismo sufrimiento, aunque solo por el hecho de que no podemos aferrarnos a ese placer, no podemos detener o atrapar cualquier simple “suceso”, y seguir experimentándolo, porque ya se ha convertido en otra cosa, como una película que sigue reproduciéndose. Cuanto más intentamos agarrarnos a esas experiencias y sentimientos, más dolor sentimos por nuestra incapacidad de hacerlo, y más apegados estamos a ellos. El poeta persa, Shaikh Abu Saeed Abil-Kheir, escribió:

Cuanto más profunda sea tu implicación aquí,
Más difícil tu dolor y sufrimiento,
Los burros con adornos coloridos y campanas sonoras
Se acicalan para cargas pesadas4.

Por lo tanto, ¿quién puede permitirse ser un burro cargando con tales pesos? Necesitamos aligerar nuestras cargas, desprendernos de nuestro equipaje. Hazur escribió: “Toda la infelicidad en la vida es el resultado de nuestro apego… Donde no hay apego, no hay tristeza”5.

Los santos nos dicen que nos conviene buscar al Uno, la realidad, porque no somos felices aquí, atrapados en este mundo de sueños en constante cambio. Hazur explica:

Es un sueño que no tiene realidad. Quieres ser uno con la realidad. Somos desgraciados aquí, estando separados del Padre. Por eso, queremos escapar. Si fuéramos felices aquí, no pensaríamos para nada en el Padre. No querríamos ir a él si fuéramos felices aquí6.

Aquí da en el clavo. No somos felices aquí. Pensemos en ello. Pero es una gran bendición incluso si pensamos en el Padre, y una bendición mayor si queremos llegar a él, y aún mayor el beneficio si intentamos llegar a él. Hazur continúa diciendo:

Aquellos que están felices en este sueño permanecerán siendo parte de este sueño y aquellos que son bendecidos van a realizar la travesía de este mundo, y van a querer ir a su hogar para siempre, su morada permanente. Ellos van a sentir su separación. Van a echarle de menos. Van a intentar llegar a él7.

Pero ¿qué pasa con las cosas que amamos de este mundo? Y ¿qué decir de la inversión de tiempo y atención que le damos a la gente, lugares y actividades de este mundo? Si invertimos energía positiva, ¿no deberíamos obtener un beneficio o algo positivo? Bueno, cosecharemos un rendimiento positivo desde una perspectiva kármica y esto ciertamente es mejor que recoger algo negativo. Pero al final, ¿por qué esperar una ganancia? Hacemos tantas cosas intentando encontrar nuestra autoestima –nuestro propio valor– desde las fuerzas externas, como si algo externo y siempre cambiante pudiera definir nuestro valor intrínseco. Somos hijos de Dios, ¡no hijos de este mundo! Aun así, hacemos tantas cosas para intentar conseguir algo de satisfacción en las actividades y acontecimientos externos. E incluso si obtenemos cierta satisfacción, esta no perdura. Entonces, volvemos a intentarlo, tal vez con más fuerza, e invertimos aún más en un objetivo siempre en movimiento. Es un juego que no podemos ganar, pero estamos enamorados de nuestros diamantes, sean lo que sean. Este mundo es un amante poco constante. Es hora de romper esta relación.

A Hazur Maharaj Ji se le preguntó: “¿Podemos experimentar la felicidad en esta vida?”. Él respondió:

¿Dónde está la felicidad? …¿Donde está esa paz que intentas buscar en esta creación? No hay paz …cuanto más buscas …e intentas buscar fuera esa felicidad, te conviertes en más desgraciado, te sientes más infeliz. Nos encontramos más frustrados cada día. ¿Dónde está esa paz que buscamos fuera? Vivimos en una ilusión y nos decepcionamos. Cuanto más intentamos buscar paz fuera, más tristes nos sentimos cada día. Si hay algo de felicidad, esta se encuentra en nuestro interior. No puede encontrarse fuera8.

Y para encontrar esa felicidad interior necesitamos un maestro, un guía, un compañero constante. Necesitamos un maestro vivo que está unido al Padre y conoce todos los entresijos del viaje, tanto por dentro como por fuera. Hazur dijo:

Siempre necesitamos un maestro. Estamos tan sometidos al dominio de la mente, de los sentidos, que a no ser que haya alguien que nos arranque de nuestras raíces, y nos lleve de vuelta a él, nunca podremos llegar a él. Estamos en un profundo, muy profundo sueño. Todos estamos muertos. Necesitamos a alguien que nos dé vida9.

Y ¿qué es la vida? El Shabad es la vida, es la esencia de todo lo que es. Lo impregna todo y se experimenta en un estado trascendente en forma de sonido y luz.

Cada partícula en esta creación está impregnada con la esencia del Señor, lo que nosotros llamamos el alma, y que nos da la vida10.

Por eso, los santos nos atan a ese sonido y luz interior, ese Shabad, Nam o Verbo de la Biblia. Nos otorgan la meditación para que también nosotros podamos experimentar y seguir ese Shabad rumbo al Padre. De nuevo, Hazur dice:

Y ese amor por el Shabad y Nam interior es tan elevado y puro que automáticamente olvidamos el amor mundano, las caras mundanas, los objetos del mundo. Esta es la naturaleza de la mente. Si encuentras algo mucho más bello, automáticamente corre y deja esas otras cosas a las que te encuentras atado. Por eso los místicos, con la ayuda del Shabad y Nam, nos desapegan de toda la creación y nos atan de forma permanente con el Shabad, con el Padre divino en el interior11.

Nuestra meditación no solo enfoca y eleva nuestra conciencia para que podamos alcanzar al Padre, sino que nuestra meditación también nos desapega de la burbuja de este mundo con toda su belleza, atractivos y rebabas. La meditación no podría ser un mayor regalo, –quizás porque es el maestro el mismísimo regalo. Y como dijo Hazur:

Los santos solamente vienen con ese propósito, liberarnos del mundo. No vienen a solucionar nuestros problemas. Vienen a ayudarnos a elevarnos por encima de esos problemas… los santos nos dan la fe para vivir en este mundo y no vernos afectados todavía por este mundo12.

Pero los santos son mucho más que maestros y guías. Porque ellos han realizado al Padre, y se han hecho uno con el Padre, y uno con el Shabad, se han convertido en un medio para nosotros para que nos hagamos uno con el Shabad. Hazur Maharaj Ji explica:

El maestro no es más que el sonido, y el sonido no es más que el maestro. Nuestro maestro real es el sonido, el Verbo, el Bani, el Shabad, el Nam, llámalo con el nombre que quieras13.

Y de nuevo:

El maestro es el medio entre el alma y el Señor, y está preocupado por el alma, para ayudarla a desarrollar, alcanzar el nivel del Padre… Ese Verbo que ha creado toda la creación es nuestro propio maestro y este está en nuestro interior en cada uno de nosotros… en la carne, el maestro ha realizado ese Verbo en el interior, y nosotros estamos conectados a él a través de ese Verbo14.

Realmente es una bendición que nos haya encontrado un maestro. Incluso mayor es la bendición si seguimos sus instrucciones y hacemos nuestra meditación lo mejor posible, regular y puntualmente cada día. La meditación es nuestra puerta de entrada. La meditación pinchará la burbuja de la conciencia del mundo y nos llevará a una conciencia superior, divina y eterna. La meditación nos llevará al maestro verdadero en nuestro interior. Hazur dijo:

La meditación cambia nuestra actitud en la vida. La meditación nos hace ser más receptivos a su gracia, y su gracia limpia todos los karmas. La meditación nos convierte en amantes. Nos ayuda a perder nuestra identidad, individualidad… Ayuda a convertirte en otro ser. Te ayuda a convertirte en un verdadero amante, a perder tu propia identidad. Si lo consideramos desde los karmas, pienso que si con la meditación tuviéramos que ajustarlos, Dios sabe cuántas vidas necesitaríamos para limpiar nuestros karmas con la meditación. La meditación solamente nos convierte en amantes de Dios y nos desapega de la creación15.

La meditación nos convierte amantes de Dios y nos desapega de la creación. La meditación también nos hará receptivos a su gracia, lo que acabará eliminando nuestro amplio residuo de karmas. Pero lo otro que nos mantiene atados aquí en esta creación son nuestros apegos, y nuestra meditación nos ayudará a desapegarnos de esas ataduras, de nuestra fascinación por el atractivo, la ilusión de este mundo. Necesitamos nuestra meditación para romper ese dominio que el mundo tiene sobre nosotros. Poco a poco la meditación rompe esas cadenas. Entonces seremos libres. El maestro Charan Singh escribe:

Lo más importante para un satsangui es alcanzar el desapego del mundo y el apego al Shabad… a través de la atención regular al simran y al bhajan16.

Una vez se le preguntó a Hazur: “Supongo, Maharaj Ji, ¿que cualquier satsangui que haga su meditación diariamente, de forma diligente y con devoción, durante dos horas y media o más en la mañana puede razonablemente esperar alcanzar su destino espiritual?”. El maestro respondió:

Definitivamente sí. Ves, no solo se hacen progresos espirituales en el interior, sino que además con la regularidad en la meditación y viviendo el estilo de vida de Sant Mat, toda tu actitud y tu percepción del mundo y los problemas mundanos cambian. Llega un momento en que no te encuentras atado a nadie. Y esa es la razón principal de nuestra vuelta a esta creación, no importa qué pequeño sea el progreso que hayamos hecho en el interior. Toda nuestra actitud y percepción de la vida cambia con la meditación, viviendo esta forma de vida, y automáticamente nos desapegamos de todo. Y ese desapego nos empuja fuera de esta creación17.


  1. “Pierde tu ilusión”, Gaceta de Pennsylvania, Sept/Oct 2014, p. 16
  2. “Pierde tu ilusión”, Gaceta de Pennsylvania, Sept/Oct 2014, p. 16
  3. Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 24
  4. Shaikh Abu Saeed Abil-Kheir, Nobody, Son of Nobody, tr. Vraje Abramian, p. 10
  5. Maharaj Charan Singh, En busca de la luz, carta 231
  6. Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 25
  7. Spiritual Perspectives,Vol. I, p. 25
  8. Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 374
  9. Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 468
  10. En busca de la luz, carta 268
  11. Spiritual Perspectives, Vol. I, pp. 462–3
  12. Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 375
  13. Spiritual Perspectives, Vol. I, p. 483
  14. Spiritual Perspectives, Vol. I, pp. 483–4
  15. Maharaj Charan Singh, Dera, 6 abril 1981
  16. Maharaj Charan Singh, Luz sobre Sant Mat, carta 56
  17. Spiritual Perspectives, Vol. III, p. 377