El fin y el medio son lo mismo - RSSB Satsangs y Composiciones

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El fin y el medio son lo mismo

A pesar de tantas encarnaciones, aún seguimos inconscientes y perdidos; sin brújula y engañados por el espejismo del mundo. Por fin aparece el maestro verdadero en nuestras vidas. Nos da un propósito, una dirección. Es el comienzo de nuestro rescate.

Un místico así es tanto el fin como el medio para lograrlo. El fin, porque la forma real del maestro verdadero es el Shabad, Nam o Palabra, que buscamos. Podríamos decir que es la mano de Dios extendida en la creación, que alcanzamos y a la que finalmente nos sujetamos. A partir de ahora, nos llevará de vuelta a la fuente, sin esfuerzo alguno.

Pero para experimentar conscientemente ese Shabad magnético, tenemos que progresar hasta lograr la concentración total en nuestra meditación. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo: para la mayoría, nuestras mentes están demasiado dispersas, hechizadas por el mundo. Así que el Señor envía a su emisario, el satgurú o maestro verdadero vivo, ahora y a lo largo de los tiempos. Su cautivadora belleza nos anima a experimentar el Shabad buscando en la dirección que él nos indica, en el interior, a través de la meditación. Y así, es él quien nos atrae a la práctica, nos inspira a ser perseverantes, a medida que gradualmente sentimos su presencia. El amor resultante que se desarrolla hace surgir el poder espiritual con el que él ha impregnado los cinco Nombres que repetimos. Solo así, solo a través de él se puede controlar la mente, despertar del “hechizo del mundo”.

En el Sar Bachan, Soami Ji dice: “Una persona que busque tan solo el Nam… sin tener amor al satgurú, nada conseguirá. Es primordial el amor por el satgurú, pues nos desprende de todas las ataduras”1.

Por tanto, todo comienza con la indispensable forma física del maestro, como medio o vehículo; el encanto de su ser enciende la chispa del amor en nuestros corazones. Él nos motiva a seguir sus instrucciones con más determinación. A buscar más y más su dulzura en el interior, con la meditación. La chispa se convierte en una llama y nuestra atención se fija en él, la fuente de néctar.

Así que, ciertamente, el maestro es ambos, el fin que anhelamos y el medio para conseguirlo.

Como dijo Jesús: “Yo soy el camino… Nadie viene al Padre, sino por mí”2. Podemos extrapolar que el Shabad, la forma real del maestro, es una extensión del Padre, que es uno y lo mismo, nuestra meta.

De nuevo en el Sar Bachan, Soami Ji dice: “Una semilla sembrada en tierra sin preparar no producirá nada. La tierra del corazón se prepara con devoción al gurú. Sin amor a él, de nada servirá el Nam”3.

Su forma física nos llevará a la verdadera. Él lo es todo para nosotros.

Así que busquemos en nuestro interior, con una dedicación inquebrantable, esa manifestación de amor que es el maestro. Que nada nos disuada ni nos desanime. Es nuestro deber seguir excavando en busca del tesoro. Parafraseando lo que Baba Ji dijo en una ocasión: “La recompensa superará con creces nuestras expectativas”.


  1. Soami Ji Maharaj, Sar Bachan (Prosa), 1ª edición, 1983, p. 87, #2
  2. Biblia, Juan 14:6
  3. Soami Ji Maharaj, Sar Bachan (Prosa), p. 96, #33