El lenguaje del amor - RSSB Satsangs & Composiciones

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El lenguaje del amor

Nuestro tema de hoy es el amor. Amor es una palabra tan corta, fácil de decir y sin embargo imposible de describir a fondo. En la actualidad hemos olvidado el significado real y la verdadera profundidad de esta palabra. Así como el aceite está presente en todas partes de una aceituna, similarmente el amor está presente en todas partes de la creación. Las palabras no pueden describir completamente el sabor de una naranja; tienes que probar la fruta para conocer su sabor.

Muchos de nosotros no creemos necesario analizar qué es el amor. Comúnmente reconocemos el amor como un sentimiento que tenemos por nuestra familia, parientes, amigos, y otras personas a las que estamos fuertemente apegados, pero el amor real es mucho más que eso.

El sacerdote y psicoterapeuta jesuita de la India, Anthony de Mello, dice en su libro, The Way to Love:

El amor surge de la conciencia. Solo en la medida en que veas a alguien como es realmente, aquí y ahora… podrás amarlo de verdad… el acto más doloroso que el ser humano puede llevar a cabo, el acto que más teme, es el acto de ver. Es en ese acto de ver donde nace el amor, o mejor dicho, ese acto de ver es el amor1.

Una vez leí un precioso artículo sobre aprender el lenguaje del amor. En él, un hombre narra la siguiente historia: “Cuando estuve en la universidad, recibí unas clases de lingüística, el estudio del lenguaje. Un día el profesor preguntó: “¿Cuál es el elemento más importante que determina el éxito, para aprender un idioma extranjero?”. Esta es una pregunta que posiblemente también nos hagamos, ya que, en nuestra búsqueda espiritual, nosotros también intentamos aprender un nuevo lenguaje: el lenguaje del amor.

No obstante, el lenguaje del amor no es un idioma extranjero. Es nuestra “lengua materna”, aunque la hemos olvidado completamente. En cambio, hablamos fluido el lenguaje de la mente. La mayor lucha de nuestra vida es la de aprender de nuevo la lengua materna y volver a hablarla de forma fluida. Ahora, puede que nos preguntemos: ¿cuáles son las similitudes entre aprender de nuevo el lenguaje del amor y aprender un idioma extranjero?

En las clases de lingüística algunos estudiantes ofrecieron diversas opiniones. “Encontrar un buen profesor”, sugirió un alumno. “Una total inmersión: vivir donde se habla la lengua”, dijo otro. “Haber nacido con habilidades naturales para los idiomas”, sugirió el siguiente estudiante. El profesor respondió: “Un buen profesor, aunque es muy importante, no es el factor mas importante”. De modo similar los maestros a menudo nos recuerdan que tener un maestro espiritual no nos va a hacer ningún bien si no seguimos –y practicamos– las lecciones que nos da.

El profesor también estuvo de acuerdo en que vivir en un sitio donde uno pueda estar inmerso en el idioma que tratamos de aprender ayuda. Esto es similar a cuando volvemos de una visita a Dera; muchos de nosotros pensamos que si pudiéramos vivir allí y pasar tiempo con nuestro maestro, en un lugar saturado en amor, tal vez entonces podríamos llegar a dominar el idioma. Vivir en un lugar puede ayudar, pero no lo es todo.

¿Y que hay de tener una habilidad natural? Algunos han nacido con un talento para aprender idiomas con facilidad. ¿Tendrán algunas personas un instinto para el amor, un talento especial para ello, mientras que otros no? Los maestros dicen que todos tenemos la capacidad de amar. Es solo que hemos perdido contacto con este instinto puro, debido a estar viviendo en el país de la mente. El amor no es algo que nos falte; es algo que es nuestra propia esencia. El profesor dijo entonces que la habilidad natural tampoco es el factor más importante.

Dado que ninguna de las primeras respuestas era la correcta, otro alumno preguntó: “¿No será practicar regular y persistentemente? ¿Es esa la clave?”. El profesor entonces sonrió y dijo: “Sí, aprender y practicar”. Solo con escuchar las clases y leer libros, no aprenderemos; aprendemos practicando. Como discípulos, para aprender el lenguaje del amor, tenemos que practicar; tenemos que meditar regularmente.

Podemos preguntarnos, ¿qué nos impulsa a hacer la práctica? El elemento más importante que determina nuestro éxito es la motivación. Madre Teresa dice en su libro Donde hay amor está Dios: “No es cuánto has dado, sino cuánto amor has puesto al hacerlo…”2. Tal vez solo sepas pelar patatas, pero debes pelar las patatas espléndidamente. Ese es tu “amor por Dios en acción”3.

Como seres humanos normales no tenemos ningún control sobre el amor. Cuando nos enamoramos lo hacemos de verdad. Nos zambullimos hasta el fondo, de pies a cabeza, con tal intensidad y velocidad, que apartamos todos los obstáculos del camino.

Una de las citas más conocidas de Albert Einstein es: “La gravedad no es responsable de que la gente se enamore”4. El amor es otra fuerza –una fuerza mayor que la gravedad– que tira de nuestra alma desde lo más profundo de nuestro interior. Enamorarse es tan sencillo que simplemente nos ocurre. En ese estado de embriaguez muchas veces hacemos promesas de compromisos de por vida con nuestros amantes. En este estado, muchos de nosotros hemos prometido a nuestro amado maestro que vamos a meditar dos horas y media todos los días. ¿Cómo vamos a afrontarlo cuando el amor que antes nos impulsaba empieza a sentirse como una emoción lejana? Si enamorarse fue sin ningún esfuerzo, ¿por qué seguir estando enamorado es todo un desafío? La verdad es que enamorarnos fue un regalo divino, mientras que seguir enamorados requiere un esfuerzo sincero y trabajo duro de nuestra parte.

Esto nos trae de vuelta al aprendizaje de un idioma nuevo, en nuestro caso el lenguaje del amor. Las mejores noticias son que aprender el lenguaje del amor es muy diferente a aprender un idioma del mundo; no nos juzgan por los resultados. El maestro nos recuerda constantemente que no importan cuáles son los resultados; solo somos juzgados por nuestra obediencia y por atender. Él solo ve nuestro esfuerzo, por muy débil que sea, aunque solo sean unos minutos. ¿Estamos presentes o estamos ausentes durante nuestra meditación diaria? Nunca nos pide la perfección. Todo lo que nos dice es: simplemente hazlo; simplemente hazlo.

Leemos en El libro de Mirdad: “El amor no es una virtud. El amor es una necesidad; más que el pan y el agua; más que la luz y el aire”5. Nos han enseñado que aire, luz, agua y comida son esenciales para sobrevivir, pero solo para el cuerpo. ¿Qué hay de la comida para el alma? Bien, el alimento para el alma es el amor. El único modo de alimentar al alma es a través de la oración y la meditación. Todos hemos oído la expresión “amor en acción”. Como discípulos iniciados por un maestro verdadero, solo hay una forma de amar, que es hacer nuestra meditación. Es el único regalo que podemos dar a nuestro maestro; ese es nuestro “amor en acción”.

Conforme crecemos en el sendero espiritual, muchos de nosotros tenemos el deseo de servir al maestro. Querer servir al maestro con sinceridad significa vivir obedeciendo su voluntad. Cuando tenemos esta actitud de complacerle en todo momento es cuando le mostramos la profundidad de nuestro compromiso con el sendero. Los maestros nos recuerdan constantemente que la meditación es la medicación; es nuestro sistema de soporte vital. Es a través de la meditación que nos ganamos la gracia del Señor para quemar la carga de karmas que nos separan de él. Hay una historia que se cuenta para ilustrar esto:

Dos pájaros estaban sentados en lo alto de un árbol, observando a una cría de tortuga. La tortuga se esforzó para subirse a una rama y luego saltó, aleteando sus cuatro patitas con todas sus fuerzas y estrellándose contra el suelo. De nuevo, la pobre tortuga hizo otro esfuerzo para subirse al árbol, después se lanzó y se estrelló contra el suelo.

Los pájaros vieron esto por tercera y cuarta vez. Al final uno de los dos pájaros se dirigió al otro y le dijo: “Creo que tenemos que decirle que no es un pájaro”. ¿Qué podemos aprender de esta historia? En primer lugar, que no conocemos nuestra verdadera naturaleza. Intentamos encontrar felicidad en este mundo, intentamos encajar, saltamos al fango de la lujuria, ira, avaricia, apego y orgullo. Cometemos los mismos errores una y otra vez.

En segundo lugar, el Señor envía a los santos para adoptarnos como suyos, para que podamos descubrir nuestra verdadera naturaleza divina. Nos dicen que somos seres espirituales y nos llevan a su familia espiritual6.

En una carta a un discípulo, Maharaj Charan Singh escribió: “La iniciación no es simplemente una ceremonia. El Señor te ha elegido. Te ha elegido para la liberación eterna y desea que vuelvas con él… ahora es el momento de mostrarle tu gratitud, de hacer tu bhajan y simran todos los días, con amor y devoción”. ¡Así que aquí Hazur nos dice que el Señor nos ha hecho a su imagen! Nos ha adoptado. ¿Tomamos este gran regalo a la ligera? ¿Entendemos la responsabilidad que el maestro ha contraído con nosotros? ¿Somos a cambio agradecidos y conscientes de esta valiosa oportunidad?

Hazur Maharaj Ji cita en el libro Legacy of Love:

Amor significa obediencia. Amor significa sumisión. Amor significa perder tu identidad para convertirte en el otro ser. Eso es amor7.

¿Qué entendemos de esta cita? Amor significa fundirse en el ser amado y hacerse uno con él. Nuestra atención se dirige únicamente al amado; no por fuerza sino por impotencia. Amor supone vivir nuestras vidas por él y tomar decisiones que nos van a llevar hasta él. Es estar conscientemente con él a lo largo del día, mientras hacemos nuestras actividades cotidianas con ganas de estar con él a solas. Es estar anhelándole, echándole de menos tanto que el alma se pierde a sí misma en él.

Algunas frases de Amir Khusrau, el amado santo sufí de los siglos XIII-XIV, nos van a inspirar:

Me he convertido en ti, y tú en mí,
  Yo soy el cuerpo, tú el alma;
  De manera que nadie podrá decir a partir de ahora
  Que tú eres alguien, y yo otro distinto.

Oh Khusrau, el río del amor
  Va en direcciones extrañas,
  Aquel que salta dentro de él se ahoga,
  Y el que se ahoga, consigue cruzar a la otra orilla8.


  1. Anthony De Mello, The Way to Love, Meditations for Life, Nueva York: Crown Publishing, 1992, pp. 97, 99
  2. Madre Teresa, Donde hay amor está Dios, ed. Brian Kolodiejchuk, Nueva York: Doubleday, 2010, p. 26
  3. Ibíd
  4. Albert Einstein, The Ultimate Quotable Einstein, ed. Alice Calaprice, Princeton, NJ: Princeton University Press, 2011, p. 440
  5. Mikhail Naimy, El Libro de Mirdad, Gran Bretaña: Element Books Unlimited, 1992, p. 62
  6. Historia repetida en satsang “Te Amo”; www.rssb.org, Satsangs & Composiciones #42
  7. Legacy of Love, Beas: RSSB, 2000, p. 525
  8. Amir Khusrau, The Writings Of Amir Khusrau: 700 years after the prophet: a 13th–14th century legend of Indian-Subcontinent, ed. Habibuddin Ahmed; Islamic Thought and Science Institute, 2007, Forest Park, Ill. (no p.#). Ver también: Amir Khusrau, In the Bazaar of Love, tr. P. Losensky & Sunil Sharma, Penguin, 2011