Amor revolucionario
Valerie Kaur, una joven abogada y activista de la justicia civil, hija de granjeros sij en California, acuñó el término “amor revolucionario” para describir el ideal enseñado por los santos a través de los siglos que sigue siendo indiscutible a pesar de su antigüedad: amar sin límites, amar a todo el mundo, sin ver a nadie, ni siquiera a los enemigos, como extraños1.
Cuando leemos las palabras de los santos, podemos ver por qué este amor ilimitado es llamado “revolucionario”. En el Sermón de la montaña, Jesús dice:
Ya habéis oído lo que dicen: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: no repliquéis al malvado. Antes bien, si alguien te abofetea la mejilla derecha, preséntale también la otra2.
Este ideal de Cristo –´presenta la otra mejilla´– se menciona con frecuencia, pero ¿realmente lo creemos? ¿Y somos capaces de ponerlo en práctica? La mayoría de nosotros, al menos en teoría, desearíamos poder responder con bondad y misericordia a los que nos han hecho daño. Pero cuando nos han hecho daño, o cuando se lo han hecho a un amigo o familiar, nuestra primera reacción es querer que se haga justicia; no podemos imaginarnos poner la otra mejilla para que nos abofeteen de nuevo. Así que tendremos que hacernos algunas preguntas duras: ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestros ideales de justicia? ¿Queremos hacerlo? Y si fuera así, ¿cómo podremos transformar esta tendencia natural de tomar represalias contra el mal?; ¿cómo podremos transformarnos en amantes revolucionarios?
En el Adi Granth, Gurú Arjun Dev da las condiciones bajo las cuales podemos acceder al amor revolucionario:
He olvidado mi envidia hacia los demás desde que encontré la compañía sagrada. No veo ningún enemigo. No veo ningún extraño. Todos nos pertenecemos. Lo que haga la divinidad, lo acepto como bueno. He recibido esta sabiduría de un santo. El Uno lo impregna todo. Contemplando al Uno, admirando al Uno, Nanak florece en alegría3.
Una vez que tengamos la “compañía sagrada” de un maestro espiritual, obteniendo “sabiduría de lo sagrado”, podremos empezar a aprender a no ver ningún enemigo. Esta capacidad se logra al ver a todas las personas como pertenecientes unas a otras, como miembros de una misma familia. Todos estamos relacionados porque todos somos parte del Uno. Cuando vemos a cualquiera –amigo o enemigo, querido o extraño– vemos al Uno que lo impregna todo. Y cuando volvemos nuestra mirada al Uno, milagro de milagros, nos convertimos en amantes revolucionarios y “florecemos de felicidad”.
El viaje de Valerie al amor revolucionario empezó a raíz de que mataran a su tío cuando ella solo tenía veinte años. Esto le llevó al activismo por los derechos civiles. Se hizo abogada y productora de cine, trabajando para proteger a quienes eran objeto de delitos de odio. Pero muy poco parecía cambiar: independientemente de cuántos inculpados fueran puestos entre rejas ni cuantas políticas corruptas se cambiasen, los problemas persistían. Quince años después de la muerte de su tío, ella y el hermano menor de su tío fueron a otra conmemoración y se atrevieron a preguntar: “¿Quién es la única persona a la que todavía no hemos intentado amar?”. Y la respuesta fue: al asesino de su tío.
Llamaron por teléfono al asesino a la prisión, y él les expresó su pesar por lo que le había hecho a su tío. Luego dijo que cuando llegara el día del juicio después de su muerte, pediría ver a su tío y le pediría perdón. Valerie respondió que ella y el hermano de su tío ya le habían perdonado.
Valerie empezó a verse con el asesino, acercándose a él con “asombro”, preguntándose quién era y cuáles eran sus heridas. A través de este proceso empezó a entender el dolor y los miedos que le habían motivado. Ella le contó su historia, para que él pudiera también verla no como una odiosa desconocida, sino como una hermana, un miembro de la misma familia.
Para Valerie, este proceso de desarrollo del amor revolucionario se basa en un concepto clave para el sijismo –charrhdi kala, la alegría infinita–, la capacidad de navegar por la vida con optimismo y energía positiva, confiando siempre en la voluntad de Dios sin importar la adversidad a la que uno se enfrente.
Charrhdi kala se menciona en la última línea de la oración diaria que recitan los sijs. Esta breve línea engloba los parámetros para conseguir una alegría infinita: “Nanak Nam charrhdi kala, tere bhane sarbatt da bhala”: “Nanak, con el Nam llega la alegría infinita, y por su voluntad que haya bendiciones para todos”.
En esta breve frase, se esboza el sendero hacia el amor revolucionario. El primer componente es el Nam, la energía divina, el amor divino a través del cual el Uno se convirtió en muchos y creó el universo, la energía que impregna toda la creación, la energía a través de la cual todos regresaremos al Uno. Esta energía no conoce el mal, es cien por cien positiva. Solo “con el Nam” podemos activar nuestra propia energía positiva y comenzar a aprender el amor revolucionario. Sin el Nam, nuestro universo es pequeño y temible, nuestros horizontes limitados, nuestra alegría restringida. Con el Nam, vemos todo como Uno, nos expandimos, nos elevamos y amamos.
Mientras nos identificamos con nuestro ego, nuestra mente, con el “yo” y lo “mío”, los ataques que recibimos nos parecen realmente grandes y vemos al mundo como nuestro enemigo. Pero cuando ampliamos nuestros horizontes a través del contacto con el Nam, el gran ego se vuelve pequeño: vemos lo insignificantes que somos dentro del esquema del plan del Señor. Cuando nos quejamos al maestro por lo poderosas, obstinadas e inconquistables que son nuestras mentes, él se ríe. ¿Es fuerte el ego comparado con el Nam? ¡Qué absurdo! Cuando experimentamos el poder del Nam, empezamos a ver lo insignificantes que son nuestras preocupaciones y nuestras heridas. El texto budista, el Dhammapada, dice:
La mente precede a todos los estados mentales. La mente es su jefe; están todos forjados por la mente. Si con una mente impura una persona habla o actúa, el sufrimiento le seguirá de la misma forma que la rueda sigue a la pata del buey. …Si con una mente pura una persona habla o actúa, la felicidad le seguirá como su sombra que jamás se aleja.
“Me maltrató, me pegó, me dominó, me robó”. Los que albergan este tipo de pensamientos no apaciguan su odio. …El odio nunca se aplaca con el odio en este mundo. Solo sin odio se aplaca el odio. Esta ley es eterna4.
Estos versos identifican al culpable que nos aleja de charrhdi kala: este es la mente. Ser capaces de amar a nuestros enemigos es un ideal; lo más probable es que pasemos años intentando apenas acercarnos al estado de no odio. Mientras tanto, cuando nos maltratan o nos roban algo o a alguien que amamos, probablemente sentiremos dolor y rabia. Esto es natural y no debe reprimirse. Pero lo que podemos empezar a controlar es lo que ocurre con estos sentimientos: a qué le damos energía, qué alimentamos. En la historia de los dos lobos, que a veces se atribuye a los nativos americanos Cherokee, un hombre sabio le cuenta a su nieto que hay dos lobos que luchan entre sí, uno es oscuridad y desesperación y el otro es luz y esperanza (charrhdi kala). Cuando su nieto le pregunta cuál de ellos gana, el hombre le responde, “el que más alimentes”.
Naturalmente tenemos ambos lobos en nuestro interior. No se nos aconseja que matemos a uno u otro, sino que tengamos mucho cuidado con cuál alimentamos. Cuando ponemos constantemente energía en pensar en nuestras heridas y maltratos, estamos alimentando la oscuridad y la desesperación. Cuando ponemos nuestra energía en conectar con el Nam, alimentamos la luz y la esperanza, nuestra alegría infinita. El Nam habita en la quietud, y conectamos con el Nam a través de la quietud; como dice el Dhammapada, cuando dejamos de albergar pensamientos de ira, aquietamos nuestro odio. Cuando despejamos la mente y la hacemos pura e inmóvil, la felicidad nos acompaña como una “sombra que nunca nos deja”.
¿Cómo podemos conectar con el Nam, cómo podemos aquietar nuestra mente para que esta alegría infinita pueda fomentarse? Hay tres modos de hacerlo:
La primera es con el simran, la repetición del Nam, los nombres que nos dan en la iniciación. Esto detiene los pensamientos obsesivos para que seamos capaces de abrirnos a la energía ilimitada del Nam, que no puede percibirse a través de la espesa barrera de pensamientos. Una vez despejada la mente, queda espacio para que el amor remplace al odio y la compasión a la ira. Cuando estamos con el simran, estamos con el Nam.
La segunda es a través del contacto con el Nam en forma humana: el maestro, el “Verbo hecho carne”. El maestro es la personificación del Uno: él rebosa de charrhdi kala y lo encarna para nosotros. Sentimos el poder de su felicidad, de su amor y cuidado. Queremos estar sin preocupaciones y ser positivos, llenos de bienestar, con nada más que amor a nuestros enemigos, tal y como es él.
Y la tercera forma es a través de la práctica del dhyan y bhajan, contemplando al Uno, sintiendo su presencia en el interior, y escuchando y experimentando el Shabad-dhun, el sonido con el que se manifiesta el Nam. Con ello seremos absorbidos en el Nam y en el Uno, y la dicha del charrhdi kala es su consecuencia.
El siguiente concepto importante en esta línea es “a través de su voluntad”. Con la alegría infinita y la energía positiva que surgen al hacernos amigos del Nam, seremos capaces de pedir al Señor que, por medio de su voluntad, todos los seres puedan hallar la felicidad, todos los seres puedan prosperar. Como dice el verso del Adi Granth citado anteriormente: “Lo que haga la divinidad, lo acepto como bueno”. Esta aceptación de la voluntad de Dios es crucial para cultivar que surja la felicidad.
Podemos aprender a aceptar la voluntad de Dios sustituyendo los aspectos negativos de nuestra mente por sus características positivas. Un modo de hacer esto es usar nuestro sentido del discernimiento y pensamiento claro. Con el discernimiento somos capaces de aceptar completamente el concepto del karma. Llegamos a saber que no somos nunca víctimas; somos los arquitectos de nuestro propio destino, como lo son todas las demás personas del mundo. Lo que hemos hecho en vidas anteriores está dando sus frutos en esta vida, y cualquier sufrimiento que tengamos que atravesar es por nuestro propio bien. Nos damos cuenta de que limpiar la vasija de nuestro corazón, hacerla pura y radiante, a menudo requiere tener que fregar duro, pero no hay otro modo de hacer que brille.
Si hemos herido a alguien en una vida anterior y en esta vida nos toca que nos hagan daño, podemos detener el ciclo no tomando represalias. Si queremos “justicia”, si queremos a esta persona dañada como lo fuimos nosotros, entonces solo estamos continuando el ciclo de dar y recibir. Pero si podemos dejar ir al dolor, cuando no lo alimentemos pensando constantemente en él, cuando practiquemos el Nam y de buena gana aceptemos la voluntad de Dios en cada ocasión, entonces charrhdi kala emergerá naturalmente, y entraremos en la dicha de disolver nuestra dureza y negatividad. Entonces la compasión tendrá espacio para florecer.
Compasión significa tener sentimientos de empatía y ternura hacia alguien que está sufriendo. Podemos acercarnos a nuestro dolor y sufrimiento con compasión hacia nosotros mismos, sin culparnos, sino aceptando que estos sentimientos son inherentes a la condición humana. No tenemos que darles energía y de este modo magnificarlos; podemos simplemente hacer nuestro simran y aceptar nuestro dolor en presencia del maestro, en su refugio. Su presencia nos ayuda a aliviar nuestro dolor, sanar nuestras heridas, para que los pensamientos obsesivos y los planes de tomar represalias puedan disolverse. Entonces podremos acercarnos a los demás con compasión. Podemos pedir con alegría bendiciones para todo el mundo: para nosotros mismos, amigos y enemigos, para los “malos” y para los “buenos”. Podremos ver a nuestros adversarios como a personas como nosotros, débiles y heridos, pero también impregnados de lo divino: almas llenas de amor. Como dijo Abraham Linkoln: “¿No destruyo a mis enemigos cuando los hago mis amigos?”5. Y Martin Luther King dijo:
Hay una razón última por la que creo que Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos”. Es esta: que el amor contiene un poder redentor. Un poder que acaba transformando a las personas. Sigue siendo amable con esa persona. Sigue amando a esa persona, y no lo podrá soportar demasiado tiempo. ¡Oh! Al principio reaccionarán de muchas maneras. Reaccionarán con sentimientos de culpabilidad, y a veces te odiarán incluso un poco más en ese periodo de transición, pero simplemente continúa amándolos. Y por el poder de tu amor se derrumbarán bajo la carga. Eso es el amor. Es redentor, y por eso Jesús dice “ama”. Hay algo acerca del amor que construye y es creativo. Hay algo acerca del odio que derrumba y es destructivo. Así que ama a tus enemigos6.Al igual que los sijs recitan esta oración pidiendo bendiciones para todos, cada día, otras tradiciones espirituales también tienen oraciones para propiciar bendiciones para todos. En la práctica budista de bondad amorosa, se reserva un tiempo diario para conscientemente repetir deseos de bienestar, por ejemplo, “Que seas feliz, que tengas salud, que estés a salvo”. Los practicantes ofrecen estos deseos primero a sí mismos, luego a alguien cercano, después a una persona neutral y, por último, a alguien con quien tienen un conflicto. Esto aquieta la mente y transforma la energía negativa de la crítica interna a la de la aceptación y el amor. Ayuda a conectar con el Nam, permite que el charrhdi kala se eleve y florezca. Podemos comenzar el día con una actitud de amabilidad amorosa como la descrita en la oración sij, “con el Nam viene la alegría infinita, y por medio de su voluntad habrá bendiciones para todos”. O podemos empezar el día con la primera oración que el monje budista y maestro Thich Nhat Hanh aprendió cuando se hizo monje:
Al despertarme esta mañana, sonrío.
Tengo ante mí veinticuatro horas nuevas.
Me comprometo a vivirlas profundamente y a aprender a mirar todo
lo que me rodea con ojos compasivos7.
- https://resources.soundstrue.com/transcript/valarie-kaur-activating-revolutionary-love/?print=print
- Biblia, San Mateo 5:38-39
- Sri Guru Granth Sahib, Raag Kanarra, 1299:13–15, trans. Kaur, Valarie. See No Stranger (p. 321). Random House Publishing Group. Kindle Edition.
- Dhammapada 1:1-5 Buddhanet Presents the Dhammapada: The Buddha’s Path to Wisdom, © 2008 - BDEA / BuddhaNet. http://www.buddhanet.net/e-learning/buddhism/dp01.htm
- Abraham Lincoln wasn’t the first person to say this, but this quote is often attributed to him. See https://quoteinvestigator.com/2020/05/13/make-friends/ for information on the sources.
- From "Loving Your Enemies" ―Sermon by Martin Luther King Jr., in A Knock at Midnight: Inspiration from the Great Sermons of Reverend Martin Luther King, Jr.
- Hanh, Thich Nhat Silence (p. 128). HarperOne. Kindle Edition.