El pájaro que canta dentro - RSSB Satsangs & Essays

Descargar | Imprimir

El pájaro que canta dentro

Nadie me habla del pájaro
Que canta dentro del cuerpo.
Su color es de tonalidad incolora,
Su forma, una forma sin forma.
Vive bajo la sombra del Nam1.

Nacido en el seno de una familia pobre de tejedores cerca de Benarés, Kabir se vio privado de una educación formal y es posible que fuera analfabeto. Sin embargo, como demuestran sus composiciones, tenía un intelecto agudo, una mente perspicaz y una capacidad de comprensión mística.

En este verso, Kabir nos habla de nuestra alma. ¿Quién puede hablarnos de nuestra alma sino los místicos, los santos del más alto nivel, que han fundido su conciencia en el Nam de Dios? Esto es lo que da poder a sus palabras. Hablan a nuestra esencia, de lo que realmente somos.

Kabir nos dice que nuestra alma no tiene color ni forma. ¡Cómo podría describirse, ya que nuestra alma no se encuentra en el cuerpo físico! Nuestros sentidos nos harían creer que no existe, y sin embargo Kabir nos dice que sí existe. La compara con un pájaro oculto tras las coberturas del cuerpo físico, que vive bajo la sombra del Nam, el Shabad, el Espíritu Santo de Dios.

Nadie me habla del pájaro
Que canta dentro del cuerpo.
En el inmenso árbol habita un pájaro.
Salta, picotea, come,
Y de rama en rama vuela.

Kabir utiliza la metáfora de un árbol enorme para ilustrar el dominio de la transmigración, la rueda de los 8.4 millones de especies. El pájaro, nuestra alma, se mueve en este gigantesco árbol y nace innumerables veces; vuela de rama en rama, dice Kabir.

Nadie sabe de dónde viene,
Nadie sabe qué le hace cantar.

Solo los santos, los maestros verdaderos, saben de dónde viene nuestra alma y qué la hace cantar, es decir, qué la deleita, qué la llena de felicidad. Nadie más, ni siquiera los científicos más expertos, puede explicar el origen de la vida y la muerte. Y entre ellos, aquellos cuya intuición les dice que existe una energía primordial que sostiene la vida son incapaces de demostrarlo. Los científicos tampoco pueden localizar un punto exacto dentro del cuerpo físico donde se encuentra el alma.

Nosotros mismos no sabemos de dónde viene nuestra alma ni los muchos nacimientos diferentes que ha tenido. Ignoramos nuestras vidas pasadas; hemos bebido las aguas del río Leteo, el río del olvido. Curiosamente, en el griego antiguo, la palabra para la verdad es a-letheia, que está relacionada con la palabra Lethe. La a indica que la verdad es "des-olvido", descubrimiento del olvido, recuerdo.

Este pájaro divino que llevamos dentro solo pide poder cantar, que le escuchen todos, lo que desgraciadamente en nuestro estado actual no es posible, porque nuestra atención está muy dispersa en el mundo. No solo está nuestra atención dispersa, sino que también hemos acumulado tanto karma a lo largo de nuestras vidas pasadas –buenas y malas–, tantas acciones y sus reacciones. Al igual que las capas de tela o suciedad que hacen imposible que una lámpara derrame su luz, vamos a tener que quitar pacientemente cada una de estas capas para poder ser conscientes del resplandor de nuestra alma. El alma sigue siendo alma –no se altera– pero su resplandor está oculto; ¡la mente la tiene cautiva y no puede cantar!

Cuando nos encontramos con el maestro, se nos da la técnica para devolver la vida a nuestra alma, que la hace cantar de nuevo. Y esto sucede cuando ella escucha al Nam, al estar inmersa en el Nam, su verdadera esencia. El Nam o Shabad está presente en cada uno de nosotros. Suena dentro de nosotros sin cesar, y sin él nuestra vida se acabaría. Es el núcleo mismo de nuestro ser; es de lo que estamos hechos, lo que somos, pero en nuestro estado actual simplemente no somos conscientes de ello. Incluso una "partícula" de Nam tiene el poder de borrar grandes cantidades de karma. El alma siempre está viva y forma parte del Shabad, pero la mente tiene que purificarse. Y esta es la razón por la que los maestros no dudan de que podamos tener éxito.

Nadie me habla del pájaro
Que canta dentro del cuerpo.
Numerosas enredaderas entrelazan el árbol
Arrojando sombras oscuras y densas;
Numerosos pájaros se apiñan
Para construir sus nidos
En la penumbra sin sol del árbol.

Las numerosas enredaderas que cruzan el árbol representan nuestros apegos a este mundo. Estamos realmente enredados, impedidos por todos esos apegos de estar en constante recuerdo de Dios. En un momento del pasado usamos nuestro libre albedrío; nos apegamos y ahora estos apegos limitan y restringen este libre albedrío. Kabir nos dice que estos apegos arrojan sombras oscuras y densas, lo que significa que oscurecen nuestra visión; oscurecen la luz de nuestra alma y crean un velo espeso dentro de nuestra mente que hace que perdamos la consciencia de nuestra alma y lo que realmente necesita. Y Kabir dice, por tanto, que este mundo, este árbol, está en una profunda oscuridad –una penumbra sin sol– privada de la luz divina.

Pero al atardecer se van volando,
Por la mañana regresan por el día;
Nadie entiende sus extrañas formas.
Nadie me habla del pájaro
Que canta dentro del cuerpo.
Solo para probar dos frutos viene el pájaro,
Ni por diez, ni por veinte,
Ni por innumerables, ni por muchos.

Kabir nos dice que los pájaros se van al atardecer y vuelven al árbol por la mañana; con esta metáfora está hablando de la transmigración de las almas. Los pájaros dejan el árbol al morir y vuelven a este mundo por la mañana. Vuelven a nacer para degustar solo dos frutos: el fruto de sus buenas y malas acciones. Y este ciclo continúa interminablemente hasta que el pájaro busca ayuda, dándose cuenta de que necesita un guía. Así es como Soami Ji expresa la oración de ayuda del alma:

Agarra mi brazo, mi maestro,
  o seré arrastrado por las rápidas corrientes
  de este océano de la existencia.
¿Cómo puedo salir de esta red?
  Tú eres mi única esperanza.
Ahora he encontrado una maravillosa oportunidad,
  pero todavía me enfrento a las terribles víboras de Yama y Kal.
Ven y enséñame algún mantra
  y ten la amabilidad de mantenerme bajo tu protección2.

Kabir nos dice ahora que el hogar verdadero del pájaro está más allá del tiempo y del espacio. Es ilimitado y eterno, y si el pájaro consigue volar de vuelta al lugar al que pertenece, no tendrá que visitar nunca más el árbol de este mundo.

Pero vasto e inaccesible,
Ilimitado y eterno
Es el verdadero hogar del pájaro;
Si el pájaro regresa
A su hogar original,
No se verá forzado
A ir y venir de nuevo.

Pero para que esto ocurra se requiere la intervención de un guía o maestro verdadero. Por lo tanto, Soami Ji continúa:

En su misericordia el maestro dijo entonces:
  eleva tu conciencia al cielo interior;
  el camino es traicionero.
Retira tu mente y tus sentidos, ponlos a descansar,
  entrega tu mente, tu cuerpo
  y las posesiones mundanas;
  solo entonces encontrarás el Shabad eterno.

Kabir concluye su poema dirigiéndose a los eruditos (los pundits), aquellos que han estudiado a fondo las escrituras, y les pregunta si ese tipo de conocimiento les ha permitido comprender dónde está el verdadero hogar del alma.

Pero nadie me habla de este pájaro
Que canta dentro del cuerpo.
Dice Kabir: Sí, amigos míos,
La historia que os cuento
Es difícil de comprender;
Pero ¿dónde, oh eruditos,
Dónde, oh sabios,
Está el hogar de ese pájaro
Que nadie es capaz de ver
que canta dentro de cada cuerpo?

Solo los santos, los maestros verdaderos, saben de dónde viene nuestra alma y qué la hace cantar: escuchar el Nombre de Dios, el Shabad. Para conseguirlo, solo tienen una recomendación, que nunca cambia: el bhajan y el simran: el simran, la oración incesante que concentra la mente en el tercer ojo, y el bhajan, que es la práctica de la escucha de la corriente sonora. El bhajan y el simran desarrollarán infatigablemente las dos facultades de nuestra alma para su mayor deleite, la de escuchar y la de ver. Y solo esta práctica espiritual, bajo la guía de un maestro verdadero, es la que puede liberar al pájaro para siempre. Ninguna cantidad de conocimiento de las escrituras, dice Kabir, concederá jamás la liberación al alma.

Así pues, demos gracias a nuestro maestro por habernos dado esta enseñanza, por mostrarnos cómo practicar esta oración constante y obtener un beneficio completo de ella, por mostrarnos cómo estar en contacto con el Nombre de Dios, el Shabad, la corriente de sonido: corriente de sonido que al final liberará nuestra alma y la hará una de nuevo con lo divino.


  1. Sant Kabir, Shabd 358; in V.K. Sethi, Kabir, The Weaver of God’s Name, RSSB, 1984, 2020; pp. 242–243
  2. Soami Shiv Dayal Singh (Soami Ji Maharaj), Bachan 29, Shabd 2; in Sar Bachan Poetry (Selections), RSSB, 2002; p. 285