El alma en espera - RSSB Satsangs & Composiciones

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El alma en espera

En el evangelio de la Biblia según San Mateo, Jesucristo narra la parábola de las diez vírgenes que esperan la llegada del novio.

Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes. Las que eran necias tomaron sus lámparas, pero no llevaron aceite con ellas; las prudentes, en cambio, pusieron aceite en sus vasijas, junto con sus lámparas. Como el novio tardaba, se adormilaron todas y se durmieron1.

Su relato se plantea así. Tal vez todos tengamos ese deseo de encontrarnos con el Señor, el novio, el maestro, y vamos a verlo y queremos estar con él. Pero tenemos que hacer los preparativos. Es de noche. Todo está oscuro. Tenemos que llevar una luz. Así que las diez vírgenes llevan una lámpara, pero algunas no llevan combustible para la lámpara. Es como llevar una linterna sin pilas. No es una buena preparación, incluso en el mundo físico, y menos aún en una búsqueda espiritual. Así que Hazur Maharaj Charan Singh dice:

Él da un ejemplo para explicarnos cómo debemos prepararnos para hacer el mejor uso de esta vida... Las vírgenes necias no hicieron los preparativos para recibir a su bienamado, y lo dejaron todo para el último minuto, mientras que las cinco vírgenes prudentes hicieron todos los preparativos adecuados, antes de que llegara el prometido2.

San Mateo sigue diciendo:

Pero en mitad de la noche se oyó un grito:
  ‘¡Ya está aquí el novio!
  ¡Salid a su encuentro!’.
Entonces aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas,
y las necias dijeron a las prudentes:
  ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’.
Pero las prudentes replicaron:
  ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras;
  es mejor que vayáis a los vendedores
  y se lo compréis’.
Pero, mientras iban a comprarlo, llegó el novio,
  y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda,
  y se cerró la puerta3.

Entonces, ¿por qué las vírgenes sabias simplemente no prestaron algo de su aceite a las otras? No es porque fueran tacañas o poco amables. Hasta cierto punto, simplemente era práctico. Si tú y tu amigo salís por la noche con linternas, y la linterna de tu amigo se queda sin energía –sus baterías se han agotado– no puedes darle la mitad de las tuyas, porque entonces ninguna de las linternas funcionaría. Así que las sabias dijeron: "Será mejor que consigáis vuestras propias pilas".

Ahora bien, esta historia se puede interpretar a nivel mundano, práctico, como es ver al maestro físicamente. Pero si tomamos la historia como una metáfora espiritual, también destaca la necesidad de prepararnos para el encuentro con la forma interior, la forma radiante del maestro. Y la historia trata tanto de la espera como de la preparación. La virgen representa el alma en toda su pureza, que espera a que la lleve a casa su maestro, su Señor.

¿Qué hacemos mientras esperamos? Está claro que debemos tener suficiente aceite en nuestras lámparas para verlo, para reconocerlo, cuando llegue. Ese aceite es nuestra meditación y forma de vida. Y las bendiciones que provienen de hacer nuestra meditación no pueden ser compartidas, incluso si se trata solo de una tranquilidad o compostura para superar nuestros karmas. Podemos reflejar sus bendiciones a través de nuestro comportamiento, pero en realidad no podemos compartirlas.

El maestro quiere que estemos enfocados en el centro del ojo, en la puerta, el centro del ojo espiritual. Él quiere que nuestra vigilia sea constante mientras esperamos. Hazur Maharaj Ji explica la parte de la espera durante esta vigilia:

Y el maestro espera ese esfuerzo, con el que invocamos el amor y devoción que él nos da. Es todo un regalo del maestro, pero debemos estar preparados para ello, debemos estar preparados para él, estar receptivos. No hay escasez en su gracia. Siempre está siendo derramada en abundancia. Pero debemos realizar nuestro esfuerzo. Debemos demostrarle que estamos sinceramente agradecidos, que tenemos fe en que verdaderamente está en nuestro interior para dárnosla, y de este modo, cuando se presente ante nosotros en su forma radiante interior, estemos preparados para volver con él4.

Así que esa es una indicación de cómo debemos esperar: con esfuerzo para llenar nuestras lámparas, con gratitud por todo lo que nos da, y con fe en que realmente está ahí dentro de nosotros, donde nos da todo. Tenemos que estar preparados para ir con él cuando aparezca en la puerta de nuestro ojo único. Si no estamos preparados, si no estamos receptivos a él, ¿cómo podríamos recibirlo? No sería posible si nosotros mismos no estamos abiertos. Además, la puerta del novio permanecería cerrada hasta que estuviésemos preparados.

Así que dijo: "Debemos demostrarle que estamos sinceramente agradecidos", porque todo es un regalo del maestro, el Señor. ¿Cómo se lo demostramos? La forma principal, por supuesto, es ser regulares y puntuales en la realización de nuestra meditación. Esto es imprescindible. Es lo que él busca. Todo lo demás puede corregirse o moldearse si nos atenemos a nuestra meditación.

Y realmente, nuestro amor y gratitud deben reflejarse también en nuestra vida cotidiana. ¿Dónde está la profundidad de nuestro amor si no seguimos la guía que nos ha dado, particularmente los votos que hemos hecho? El maestro Jagat Singh escribió:

También es un error suponer que al maestro no le importa cómo vivimos o qué hacemos si únicamente realizamos nuestra meditación. Para empezar, el progreso en la meditación espiritual depende, en gran medida, de nuestra vida y pensamientos5.

Por lo tanto, lo que pensamos y cómo vivimos tiene un impacto directo en el esfuerzo de entrenar nuestra mente para concentrarse y elevar nuestra conciencia fuera del cuerpo físico. La mente sigue deslizándose hacia sus desgastadas grietas, hacia esos patrones de pensamiento que hemos moldeado a lo largo de muchas vidas. Así que, si esos patrones de pensamiento y acciones son más bajos y burdos, luego será más difícil elevarlos y mantener la mente enfocada en el centro del ojo.

Nos gusta pensar que estamos agradecidos y que amamos al maestro, pero ¿hasta qué punto es profunda esa gratitud, ese amor? Los santos nos dicen que no somos lo suficientemente agradecidos. Y está claro que no lo somos. Aun así, el Gran Maestro dice: "¿Dónde está el espacio para sentir desprecio por uno mismo?". No se supone que debamos revolcarnos en la autocompasión, la negatividad o la culpa. ¿Y sabes qué? Sin su gracia nunca estaremos suficientemente agradecidos, porque somos seres imperfectos. Solo el que es perfecto estará perfectamente agradecido.

Esto no quiere decir que no debamos intentar ser más conscientes de estos regalos del Divino y desarrollar un mayor sentido de la gratitud. Debemos hacerlo. Es parte del desarrollo espiritual. Pero al final, tenemos que tener fe en que él nos ayuda, a pesar de lo que pensamos. Él observa con mayor amplitud y profundidad. Ve nuestro verdadero ser, nuestra alma, que quiere liberarse de este reino de negatividad, que quiere experimentar ese amor innato que somos.

En nuestra vida diaria, todo lo que el maestro desea es caminar con nosotros, estar con nosotros, ser nuestro compañero en todo lo que hacemos. Esto implica, por supuesto, que debemos mantenerlo en nuestros pensamientos, en nuestra memoria, y mantenernos en su simran durante todo el día. Baba Ji ha dicho a menudo que no quiere caminar delante o detrás de nosotros; solo quiere estar a nuestro lado, ser nuestro amigo y guía. Quiere ganarse nuestra confianza. De lo contrario, es difícil que nos abramos a él, que confiemos en él, que seamos receptivos a él.

Henry Suso, un místico cristiano del siglo XIV, cuenta la historia de un hombre espiritual que quería alcanzar la perfección. Se dirigió a un grupo de practicantes diligentes y les preguntó cuál era su escuela de pensamiento. Uno de ellos le respondió que no era más que el abandono total del yo en todas las cosas. El eufórico buscador dijo que deseaba quedarse allí aunque tuviera que morir mil veces para ello. Allí construiría su celda donde podría vivir como un ermitaño. Pero el hermano le respondió: "No, continúa tu vida con calma y sin frenesí. Cuanto menos logres, más habrás conseguido". Suso explica esta historia:

La gente es terriblemente ciega y quiere realizar grandes hazañas, emprender algo, como si quisiera tomar a Dios por asalto, haciendo todo por su propia voluntad, y confiando en su propia naturaleza. No, no luchando, sino abandonando, muriendo, disminuyendo y renunciando6.

A veces, en nuestros esfuerzos, nos permitimos un exceso de ego. ¡Imagínate! No nos empeñemos en grandes hazañas, en ser siempre el artífice. Se trata de dejar ir, abandonar el yo, incluso en nuestra vida cotidiana. Como él dice, vivir "con calma y sin frenesí".

Maharaj Charan Singh lo expresa de otra forma:

Una tela blanca tomará cualquier color con el cual se le tiña. Nuestra mente se parece a esta tela. La buena compañía y el sincero esfuerzo la orientarán en la dirección de Dios. Por esta razón todos los santos han aconsejado a sus discípulos que frecuenten buenas compañías. Es condición de la naturaleza humana volverse inevitablemente semejante a lo que se ama. Y cuanto más profundo, es decir, cuanto más ardiente, más entregado y más desinteresado sea este amor, tanto más rápida y certeramente se realizará la transformación7.

Los santos nos instan a no olvidar al Señor a lo largo del día, a toda costa y en cualquier momento. Y ese es un aspecto de la gratitud: recordarlo. Eso también es amor, práctica y persistencia.

Hay un relato de C. S. Lewis, escritor cristiano y teólogo laico del siglo XX. Su libro, Hasta que tengamos rostros, es una versión del mito griego de Psique y Cupido. Aquí la historia se narra desde la perspectiva de la hermana mayor de Psique, Orual, que tiene una queja contra los dioses, porque nunca responden a las súplicas de la humanidad y, sin embargo, esperan que aun así, el ser humano tome decisiones; y eso provoca acciones y reacciones, muchas de ellas inesperadas. Orual también se queja de que los dioses le despojan a uno de todo lo que aprecia. No es justo, especialmente si perdemos el amor de otra persona. Así que Orual consigue por fin una audiencia en el tribunal de los dioses, y se dedica a vociferar sobre lo que los dioses le han hecho, que en realidad era un argumento bastante egocéntrico. Ella declara:

No nos dejaréis nada... el hijo dando la espalda a la madre y la novia a su novio, robados por esta eterna llamada, llamada, llamada de los dioses. Llevados donde no podemos seguir... Queremos ser nuestros. Yo era mía y Psique era mía y nadie más tenía derecho a ella8.

Bastante posesiva, ¿no? Pero Orual se da cuenta, cuando termina de dar voces, de que en realidad nunca tuvo un amor desinteresado por Psique. El ego siempre estuvo presente. El ego incluso pensaba que era dueño de Psique, que en realidad significa el alma. Es decir, nuestras mentes se creen dueñas y poseedoras de nuestras almas, y no al revés: que el alma es dueña o utiliza la mente y el cuerpo según sus necesidades. Entonces le tocó al dios juzgar a Orual; como parte del juicio fue purificada, y a través de esa purificación se convirtió en su alma. El libro termina poco después con un escrito de Orual:

Ahora sé, Señor, por qué no pronuncias ninguna respuesta. Tú mismo eres la respuesta. Ante tu rostro, las preguntas desaparecen. ¿Qué otra respuesta sería suficiente? Solo palabras, palabras; para ser llevadas a la batalla contra otras palabras9.

En última instancia, la única respuesta es encontrarse con el Señor, el novio, cara a cara. Entonces no habrá preguntas. Entonces lo sabremos. Todo lo demás es palabrería mental.

Mientras tanto, la otra guía de Hazur Maharaj Ji sobre cómo esperar fue: "Debemos mostrarle... que tenemos fe en que realmente está en nuestro interior para darnos [su gracia]". Podemos aceptar o creer intelectualmente que él está realmente dentro de nosotros, pero ¡cuánto más difícil sería aceptar o creer que él está trabajando activamente dentro de nosotros! El Gran Maestro escribió:

¿Cómo podría un benefactor como el maestro... ser un observador silencioso de lo que le sucede a su discípulo en la vida? Está dando la guía necesaria y la ayuda que considera apropiada... Lo que normalmente se llama una desgracia es una bendición disfrazada. Es una forma de saldar una vieja cuenta. Aligera la carga kármica, y el maestro es consciente de ello10.

El maestro está siempre con nosotros, animándonos y ayudándonos en nuestros intentos de apartar nuestra atención del mundo hacia el Señor, seamos o no conscientes de él. En Luz sobre San Juan, se cita una carta de Maharaj Charan Singh:

El maestro desde dentro está continuamente atrayendo al discípulo hacia arriba, y cuanto más pura es el alma, antes entra en contacto con el maestro interior, el Verbo. Mientras estemos atrapados por los apegos y los placeres de este mundo, ni siquiera somos conscientes de esa atracción. Pero cuando hacemos la práctica espiritual según las instrucciones, nos limpiamos gradualmente de nuestros pecados y nos volvemos puros y receptivos a su gracia. Es su gracia, en otras palabras, el Shabad, o Espíritu Santo, el que nos atrae hacia su forma radiante, para que podamos vivir en él, y él en nosotros11.

Esta es una definición interesante de la gracia. Dice: "Es su gracia, en otras palabras, el Shabad, o Espíritu Santo, el que nos atrae". El Shabad es esa esencia divina, la Palabra de la Biblia, el Tao, el Nam, que lo impregna todo y da vida. Es el Espíritu Santo dentro de nosotros, nuestra alma. Es este Shabad el que nos atraerá hacia la forma radiante, la forma Shabad del maestro, "para que vivamos en él, y él en nosotros". Esa es su gracia. Hazur Maharaj Ji escribió:

Los maestros están completamente absortos en el Shabad, así que al amarlos también nos fundimos en el Shabad. El amor y la fe en el maestro, por lo tanto, conectará nuestras corrientes de pensamientos con el Shabad12.

Hazur Maharaj Ji también respondió a varias preguntas sobre el sentimiento de amor y cercanía al maestro interior. Por ejemplo:

Cualquier cosa que hagas en este mundo para mantener a tu maestro dentro de ti o que te mantenga a ti mismo con el maestro es meditación, es una parte de la meditación. Ya sea que estés correctamente sentado o solo sentado en silencio, lleno de amor y devoción por el maestro, o escuchando el sonido, viendo la luz; cualquier cosa que estés haciendo, incluso el trabajo mundano, si tu maestro está contigo en tu mente, en tu corazón, si todas tus acciones se ajustan a las enseñanzas, a los mandatos del maestro, entonces estás con el maestro. Por eso decimos que Sant Mat no es solo meditación; es una forma de vida. Tenemos que amoldarnos a esa forma de vida para estar siempre con nuestro maestro, en todas las actividades de nuestra vida, para no olvidarlo en ningún momento, en ningún lugar13.

De nuevo:

¿Hay algún lugar por el que no camine el Señor? Todo lo obtendrás de tu interior... Tienes que construir tu propia atmósfera de meditación dentro de ti, y tienes que vivir en ella14.

Dice que esta sensación de cercanía, de proximidad, de intimidad con el maestro se desarrolla y se experimenta en el interior. Es el amor, el amor del Señor, que está dentro de nosotros porque nuestra alma, nuestro ser verdadero, no es más que amor, no es más que Shabad. Creamos una atmósfera, tal vez inconsciente, dentro de nosotros y a nuestro alrededor, en la que estamos relacionados con lo divino, y vivimos nuestras vidas externas e internas dentro de eso. Esto es parte de la meditación.

La alternativa a la que nos enfrentamos es común pero más dura. Maharaj Jagat Singh escribió:

Cuando un hombre presume de que ha dominado su mente con sus propios esfuerzos y poderes, el Señor vuelve inútil todos sus esfuerzos, con el fin de matar su ego. Cuando cae en la desesperanza y toma conciencia de su extrema debilidad, se le otorgan los dones y la gracia del Señor15.

Ego, ego, siempre vuelve al ego, esa barrera entre nuestro yo verdadero y el Señor, ese sentido del yo. Tenemos que entregar el ego, y la única manera de hacerlo no es luchando contra él, sino, como dijo el místico Suso: "¡abandonando, muriendo, disminuyendo y renunciando!". Los maestros nos dicen cómo. Tenemos que volvernos desinteresados a través de la meditación y la fusión con el Shabad interior del maestro, para que podamos vivir en él, y él en nosotros. Entonces nos damos cuenta de que somos Shabad y volvemos al Señor.

Y todo esto requiere devoción (algunos lo llaman esfuerzo), devoción para hacer nuestra meditación a conciencia, devoción para recordar su nombre a lo largo del día, devoción y amor por nuestro maestro con la fe de que él y el Señor están realmente ahí dentro de nosotros, y que él sabe mejor cuándo otorgar sus dones y cuándo llevarnos ante él mismo.

Llegaremos al maestro que llevamos dentro. Está asegurado. Llegaremos al Señor. El alma estará más que satisfecha.

Que nuestras vigilias de medianoche, esperando al novio, sean tan sinceras como la de las cinco vírgenes prudentes que esperaban. Pero no somos solo nosotros los que esperamos. Él también nos espera a nosotros.


  1. Luz sobre San Mateo, ed. 2007, p. 275
  2. Luz sobre San Mateo, ed. 2007, p. 275
  3. Luz sobre San Mateo, ed. 2007, p. 275
  4. Ibíd, p. 277
  5. Science of the Soul, p. 139
  6. Henry Suso, The Exemplar (Sermon 4), p. 373
  7. Discursos espirituales, Vol. I, p. 13
  8. C. S. Lewis, Till We Have Faces, p. 292
  9. Ibíd, p. 308
  10. Joyas espirituales, carta 28
  11. Luz sobre San Juan, ed. 2019, p. 199-200
  12. Luz divina, carta 379
  13. Spiritual Perspectives, Vol. III, P #125
  14. Ibíd, P #136
  15. La ciencia del alma, “Ramillete espiritual” #89