Todos tenemos mucho en común
Todos tenemos mucho en común. Todos estamos en la misma circunstancia: somos seres conscientes confinados en una forma humana, prisioneros del tiempo, del espacio y del ego; todos ellos ilusorios. Somos seres espirituales atravesando una experiencia humana.
Da la impresión de que empezamos muy bien. De niños no teníamos mucho de lo que preocuparnos. Nuestros padres y otras personas adultas de nuestro entorno atendían nuestras necesidades. Un poeta inglés escribió:
¡El cielo está sobre nosotros en nuestra infancia!
Sombras de prisión dentro de nuestra casa comienzan a cerrarse
sobre el niño que está creciendo1.
Los santos pueden ser dolorosamente directos sobre nuestra crítica situación. Sultán Bahu escribió:
Se me obligó a bajar, me arrojaron;
desterrado del cielo, abandonado en la tierra.
Condicionado por los dictámenes de mi destino,
me exiliaron en esta tierra ajena2.
Qué situación tan extrema la que él invoca. Es como si estuviera describiendo una situación conflictiva –una batalla entre la mente, la materia y el alma–, una contienda. Bien, si ese es el caso, es necesario que algo cambie, y necesitamos tener un plan.
Pensemos, si nuestro cuerpo no estuviera bien, lo atenderíamos. Iríamos al médico, tomaríamos medicinas. Puede que tuviéramos que ir al hospital, someternos a una operación, recuperarnos, hacer ejercicio y cambiar nuestra dieta y estilo de vida. Haríamos todo lo que fuera necesario para recuperarnos.
Si tuviéramos problemas emocionales o mentales, obviando las demás cosas, reflexionaríamos, comentaríamos nuestros problemas con amigos y parientes y, quizá buscaríamos algún tipo de terapia. El cuerpo y la mente nos impelerían a atender sus necesidades propias. No habría manera de eludirlas.
Ahora bien, ¿se aplica lo mismo a nuestra condición espiritual? Nuestra alma siente la separación del Señor, su fuente y elemento natural. Estamos en un ambiente extraño y sin importar de qué comodidades nos rodeemos o qué placeres busquemos, aquí, en el nivel material, no existe cura alguna. Sultán Bahu expresa de forma muy gráfica este punto:
Soy un forastero, mi casa está lejos.
Y mi situación aquí empeora
con cada aliento3.
¡Guau! Una de las líneas más estremecedoras de la literatura de Sant Mat. Esta es la noche oscura del alma. ¿Cómo podemos vivir sin sentir la presencia de lo divino? La mejor poesía del mundo expresa la amarga y dulce angustia y el anhelo por un amor que se ha perdido.
Sin embargo, es debido a una gran fortuna que alcanzamos la forma humana, en la que tenemos discriminación y consciencia para sentir nuestra situación y así buscar una solución. Estamos llenos de potencialidad. Podemos llegar a ser conscientes, muy dentro de nosotros, de nuestra situación de no pertenencia, del sentimiento, como el título de la película de James Bond: “el mundo no es suficiente”. ¿Cómo podemos satisfacer nuestro anhelo espiritual con cosas materiales?
Estamos como Alicia en el País de las Maravillas, fascinados durante un tiempo por los personajes extraños que la rodean. Pero por más que su comportamiento sea curioso y entretenido, Alicia finalmente se da cuenta de que extraña su propio hogar, al que en realidad pertenece y comienza a desandar el camino.
El Gran Maestro escribió:
La primera señal de su misericordia hacia cualquier persona es que crea en ella el descontento con la rutina mundana y un anhelo por buscar la verdad4.
Esto nos convierte en buscadores. Hazur Maharaj Ji escribió:
Este sentimiento constante de soledad y de que algo nos falta es en realidad el anhelo insaciable del alma por su Señor… Este sentimiento ha sido colocado deliberadamente en el corazón del ser humano5.
Es parte del plan a largo plazo para llevarnos a casa.
El Señor responde automáticamente al llanto del alma, como una madre responde al llanto de su hijo o como un barco responde a un velero que está en apuros. Por pura compasión, el maestro aparece en nuestras vidas para desarraigarnos; un golpe aun más grande de buena fortuna, que Kabir describe como “ese momento propicio cuando el hombre de Dios vino y agració mi casa”6. Como Hazur explica:
Los santos nos sacan de este apuro enseñándonos el Nam bhakti, que es la devoción al Nam, Verbo o Shabad, dirigiendo así hacia dentro (hacia Dios) las corrientes que ahora fluyen hacia afuera. A la naturaleza de la mente le corresponde correr tras los placeres, pero ningún placer del mundo tiene fuerza suficiente para cautivarla permanentemente, por lo cual revolotea de un objeto a otro7.
La naturaleza de la mente: por un minuto es una criatura de costumbres y al siguiente ansía la novedad. Hazur continúa:
Sin embargo, cuando se entrega a la devoción al Nam, y “yendo hacia el interior”, saborea la felicidad del Shabad, su volubilidad desaparece y se torna estable. El amor a los santos y la devoción al Nam son los medios por los que la mente se aparta de los placeres sensuales, y se conecta al Shabad, la corriente audible de la vida, que finalmente nos devolverá a nuestro origen: Dios8.
El Shabad o la corriente audible del sonido resuena dentro de todos nosotros. Sostiene todo. Quizá puede captarse su eco en momentos de concentración o elevación del espíritu. El poeta Wordsworth lo describió así:
Un movimiento y un espíritu que impele
a todas las cosas pensantes,
a todos los objetos de todo pensamiento,
y se arremolina a través de todas las cosas9.
En la obra El mercader de Venecia, Shakespeare interrumpe la acción con un interludio en el cual el personaje Lorenzo le dice a su amada Jessica cómo las orbitas celestiales cantan como ángeles en el cielo nocturno, y dice:
Hay tal armonía en las almas inmortales:
pero mientras esta fangosa y decadente vestimenta
nos encierra densamente, no podemos oírla10.
Los maestros nos enseñan cómo escuchar la música interior y ver la luz interior para que podamos sumergirnos en ella siempre que queramos. Nosotros nunca encontraríamos su origen por nosotros mismos; está bajo llave y candado. Solo los maestros conocen la combinación. En la Biblia, San Juan dice: “Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron”11. ¿Quién nos ayudará a entrar en esa oscuridad? Hazur dijo:
¿Con la gracia de quién ganaremos la entrada en la corte del Señor? Con nuestros propios esfuerzos seguro que no. Solos no podemos hacer nada. Jamás podremos recorrer por nosotros mismos el terreno desconocido del sendero interior. Lo debemos todo a la inconmensurable gracia del maestro12.
¿Cómo podemos demostrar nuestro aprecio por estas grandes bendiciones? Se dice que cuando estamos contentos somos agradecidos, pero es más probable que sea justo al revés. Cuando estamos agradecidos somos felices. La gratitud trae felicidad. La mejor manera de demostrar nuestra gratitud es sacarle el máximo provecho a nuestros privilegios y oportunidades, y sabemos lo que eso significa:
- Practicar vivir la vida de Sant Mat sin concesiones; no a las “condiciones” o “peros”.
- Practicar la concentración en el centro del ojo: enfocando nuestra atención, que es nuestra “joya de la corona”.
- Practicar la repetición de los nombres y escuchar el sonido.
Soami Ji nos aconsejó:
Aférrate al Shabad con la gracia del maestro, y con su ayuda, haz que sea el pilar fundamental de tu vida13.
En los barcos de vela antiguos el pilar sostenía el mástil y lo mantenía firmemente erguido. Sin este pilar el mástil se derrumbaría y el barco se desviaría irremediablemente de su rumbo. De la misma manera, sin el apoyo del Shabad, que es el pilar de nuestra vida, iríamos a la deriva y sin rumbo en la vida.
San Mat es una tarea de minuto a minuto, un esfuerzo constante. Tenemos que lanzarnos de lleno en este proyecto y bucear profundo para encontrar esas joyas preciosas. Puede que en el pasado hayamos hecho malas elecciones que nos han traído a nuestra situación actual, pero ahora podemos escoger positivamente; y para eso necesitamos tener determinación.
No es fácil. Al cuerpo no le gusta cooperar y nos distrae con sus dolores y escozores. La mente encuentra justificaciones. Cuán frecuentemente hemos oído en satsang que tenemos que alzarnos en lucha contra este poderoso enemigo, la mente. Daremos y recibiremos golpes, ya nos lo dijeron; no podemos escapar. Hazur escribió: “Tienes toda la razón al decir que este sendero es difícil, pero no hay alternativa”14.
Así es que será mejor que nos apliquemos duro y concienzudamente a la tarea y disfrutemos. A su debido tiempo, el lamer la piedra seca de la meditación se transformará en la canción de la vida, algo que no nos perderíamos por nada del mundo. Hazur solía decirnos que poco a poco la mente encontrará placer en ello. El maestro nos urge a dejar de seguir malgastando más tiempo y a empezar a tomarlo en serio. No tenemos idea de cuánto tiempo nos queda. Soami Ji escribió:
¿Por qué, querida alma, no escuchas la melodía del Nombre?15.
Sabemos que queremos hacerlo, pero ¿cuánto queremos hacerlo? En octubre de 1987 en Delhi, le preguntaron a Hazur si de verdad él nos está llamando de manera urgente ahora mismo. Y él respondió:
¿Para qué son estas reuniones? Todas estas reuniones, todos estos satsangs, todas estas preguntas, respuestas, tienen un propósito: debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para llegar al nivel desde donde podamos ser atraídos hacia arriba… El Shabad nos está llamando a cada uno de nosotros16.
Entonces, ¿por qué nos resistimos? ¿Será porque estamos muy preocupados analizando nuestro sentido del yo? Como dijo el poeta George Herbert:
El amor me dio la bienvenida; pero mi alma retrocedió,
culpable de polvo y pecado…17.
Es esta sensación de “polvo y pecado” lo que el maestro dice que se curará con la meditación. Por lo tanto, todos deberíamos escuchar lo que él dice y seguir el método que propone, y como nos aconseja Soami Ji:
¿Por qué no someterse al maestro?
Te has pasado esta vida siendo engañado…
¿Por qué no consideras seriamente el hecho
de que este mundo es solo una ilusión?…
Radha Soami dice: convence a ese enemigo que es tu mente
y transfórmalo en amigo18.
Todos tenemos en común la necesidad de seguir el consejo del maestro y encontrar nuestro camino de regreso a casa, donde pertenecemos.
- William Wordsworth, from Ode to Immortality
- J.R. Puri and K.S.Khak, Sultan Bahu, Bait 27
- Sultán Bahu, Bait 27
- Maharaj Sawan Singh, Joyas espirituales, carta 28
- Maharaj Charan Singh, En busca de la luz, carta 10
- V.K. Sethi, Kabir, El tejedor del Nombre de Dios, p. 205
- Maharaj Charan Singh, Luz sobre Sant Mat, 8a ed., p. 6
- Luz sobre Sant Mat, p. 6
- William Wordsworth, "Lines Written a Few Miles Above Tintern Abbey"
- William Shakespeare, The Merchant of Venice, Act 5, Scene 1
- King James Bible, The Gospel According to St John, 1:5
- Maharaj Charan Singh, Muere para vivir, 1a ed., p. 280
- Soami Ji Maharaj, Sar Bachan Poesía, 1a ed., p. 49
- Maharaj Charan Singh, Divine Light, letter 58
- Sar Bachan Poesía, p. 65
- CD of Q&A session with Hazur Maharaj Ji in 1987
- George Herbert, Love, published in The Metaphysical Poets (Penguin paperbacks, 1966)
- Sar Bachan Poesía, pp. 113–114