Recordar nuestro verdadero objetivo
Este mundo siempre ha sido gobernado por dos filosofías contradictorias. Una es una filosofía materialista y la otra es una filosofía espiritual.
Los seguidores de una filosofía materialista sostienen que esta creación llega a existir por sí misma y funciona con su propio impulso. No hay nada llamado espiritualidad, y no hay Dios.
Los seguidores de esta filosofía creen que el único propósito de nuestra existencia humana es acumular los objetos materiales de este mundo y disfrutarlos todos hasta la saciedad. En resumen, los partidarios de una filosofía materialista tienen un solo objetivo: “Come, bebe y se feliz. Porque mañana moriremos”.
Ahora bien, esta creencia, nos lleva a una pregunta importante: ¿Es el único propósito de nuestra existencia? ¿Es la única razón que hay detrás de nuestra presencia en esta creación? Si solo estuviéramos aquí para experimentar este mundo, para procrear, y correr tras efímeros placeres sensuales, entonces ¿en qué nos diferenciamos del resto del reino animal?
Si este es el curso de nuestro proceso vital, entonces todos los animales –ya sean perros, gatos, caballos o nuestros parientes evolutivos más cercanos, los monos– también tienen el mismo ciclo vital. También vienen al mundo; comen, duermen, crecen, tienen descendencia y luego mueren. Entonces ¿en qué aspecto podemos afirmar que somos superiores al resto de estas criaturas?
La búsqueda de respuestas a estas preguntas nos lleva hacia el segundo concepto, la filosofía espiritual. Una vez que empezamos a recorrer el camino de la espiritualidad, empezamos a comprender que este mundo lo ha creado un poder supremo. Ese poder no solo ha creado, sino que está sosteniendo toda la creación. Podemos llamar a este poder supremo Señor, Dios, Hari Om, Wahigurú, Alá o por cualquier otro nombre; el significado es el mismo. Gradualmente, empezamos a comprender que estamos en esta creación con un propósito definido. Y ese propósito es la realización de Dios.
Como dice a menudo el presente maestro, citando a un filósofo francés: “Somos seres espirituales pasando por una experiencia humana”. Así que, el verdadero propósito de nuestra vida es ser un buscador de la realización espiritual mientras vivimos en esta creación.
Ahora, de nuevo, surge la pregunta: si es tan fácil realizar nuestro objetivo supremo, entonces ¿por qué estamos perpetuamente habitando en la oscuridad? ¿Por qué estamos pasando por el ciclo interminable de la transmigración? ¿Por qué no podemos tener la realización de Dios por nosotros mismos?
En el Adi Granth está escrito:
Aapan leeya je mile, vicharr kyon rovann. Si la gente pudiera encontrarse con el Señor por sus propios esfuerzos,
¿Por qué estarían clamando,
en el dolor de la separación?1
La plena comprensión del propósito real de nuestro nacimiento humano se despliega solo cuando nos refugiamos en la compañía de un maestro verdadero contemporáneo. Una vez que empezamos a seguir las enseñanzas de un maestro verdadero, empezamos a darnos cuenta de que el propósito real de este nacimiento es fusionar nuestra alma de nuevo con el Señor.
En la compañía de nuestro maestro, gradualmente comprendemos que solo hay un propósito en la vida humana.
Bhayi paraapat maanukh dehureeya,
gobind milan ki eh teri bareeya.
Avar kaaj tere kitai na kaam,
mil saadh sangat bhaj keval naam. Se te ha dado este cuerpo humano.
Esta es tu oportunidad para encontrarte con el Señor.
Todos los demás esfuerzos son en vano.
Únete a la compañía de los santos
y medita en el único Nam2.
Un maestro verdadero no es como los filósofos del mundo. No se limita a impartir las enseñanzas de otros. Más bien, se convierte en la encarnación de sus enseñanzas y se convierte en un modelo para nosotros, para que también nos sintamos motivados y podamos incorporar la esencia de esas enseñanzas en nuestra vida cotidiana, en nuestras acciones diarias.
En todas las esferas de la vida, para aprender un arte o habilidad mundana, necesitamos un maestro, un profesor. Si queremos ser doctor o ingeniero, o aprender cualquier otra profesión, necesitamos un guía que tenga experiencia en la materia y sea capaz de llevarnos hacia la meta. Ahora bien, si necesitamos un maestro en nuestras actividades mundanas normales, es obvio que necesitaremos la guía de un maestro verdadero para seguir el sendero de la espiritualidad.
Un maestro verdadero en su forma física aparenta ser un ser humano como cada uno de nosotros. Él también come, duerme, habla, y atraviesa las fases de la vida, como todos lo hacemos. Por lo tanto, al mirar solo el nivel físico, nosotros criaturas de intelecto limitado, no comprendemos su verdadera identidad y empezamos a cuestionar. Pero su identidad verdadera no es el cuerpo. Más allá de lo físico, interiormente, ha fusionado su alma con el Shabad, la Palabra. Ha realizado a Dios y es uno con ese poder supremo.
El Adi Granth enseña:
sat purakh jin jaaniya, satguru tis da naa’o. Aquel que conoce al Señor verdadero
es llamado el gurú verdadero3.
A lo largo de nuestra historia, tenemos ejemplos de santos verdaderos que guiaron a sus discípulos en el sendero de la realización de Dios. En nuestra propia vida, tenemos el ejemplo de un maestro verdadero delante de nosotros que no solo nos conecta, sino que nos guía a cada paso en el camino de nuestro viaje espiritual.
Hazur Maharaj Ji siempre solía recordarnos en sus satsangs que los santos o maestros verdaderos no vienen al mundo para crear una nueva religión o dogma, ni tampoco vienen a introducir rituales o formas externas de adoración. Vienen a esta creación con un solo propósito; llevarnos de vuelta al Señor. Vienen con el único objetivo de despertar nuestra alma y fusionarla de nuevo con el Supremo.
Los maestros hacen esto impartiendo la técnica de retirar nuestra atención de lo que tira de ella hacia fuera y hacia abajo y canalizarla hacia adentro y hacia arriba. Conectan nuestra alma al Shabad, que también es llamado corriente del sonido, corriente audible de la vida, nombre sagrado, Nam o Palabra.
Los maestros verdaderos son los custodios de esta riqueza espiritual. Tienen la autoridad absoluta para otorgar esta riqueza a quien deseen a través del Naam Daan: el regalo de la iniciación.
El Nam o la Palabra es la realidad esencial de la que hablan todos los santos y maestros; es el origen y el sostén de toda la creación. A lo largo de los tiempos, los santos lo han descrito con diferentes nombres. En la religión sij, se le llama Hari Kirtan, Akath Katha, Saachi Bani o Dhur ki Bani. Las escrituras hindúes se refieren a él como Ram Nam, Ram Dhun o Akash Vani. En el cristianismo, se le llama Espíritu Santo, Palabra y Logos. Los santos musulmanes lo recuerdan con nombres como Nada-i-Sultani, Kalma, o Bang-i-Elahi.
Todos estos nombres no son más que los atributos del sonido interior que es intrínseco al Shabad o Palabra. Pero la esencia es la realidad absoluta que reverbera constantemente en el interior de cada uno de nosotros. Esta realidad que llamamos Shabad, o corriente del sonido, resuena dentro de cada uno de nosotros y es la herencia de cada persona. Pero como somos ignorantes de nuestra herencia divina, vivimos una vida de pobreza espiritual.
Baba Ji a menudo describe nuestra situación presente con esta cita:
bheekha bhookha ko nahi sab ki gathri laal;
girah khol na jaansi, taate bhaye kangaal. Oh Bhika, a nadie le falta; dentro del hatillo de cada uno
hay una joya de valor incalculable.
No saben cómo deshacer el nudo,
por lo que permanecen miserables y pobres4.
Los místicos nos explican que el Señor creó esta creación a través de la Palabra. Esta Palabra es nuestro vínculo con el Padre celestial. Esta Palabra es el creador y el sostén de este universo. Si el Señor retira la Palabra de esta creación, la creación entera dejará de existir.
La Biblia explica esta realidad suprema:
En el principio era la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios. Todas las cosas fueron hechas por él y sin él no se hizo nada de lo que se hizo5.
Similarmente el quinto gurú, Shri Gurú Arjan Dev, en su bani, describe el Nam:
Naam ke dhaare sagle jant,
naam ke dhaare khand brahmand. Por el Nam se sostienen todas las criaturas,
por el Nam se sostienen continentes y universos6.
En Sar Bachan Poesía, Soami Ji Maharaj describe el Shabad como el creador de todo este universo:
Shabd ne rachi triloki saari,
shabd se maaya phaili bhaari.
Shabd ne khand brahmand racha ri,
shabd se saat deep nau khand bana ri. El Shabad creó los tres mundos;
el Shabad extendió la vasta red de la ilusión.
El Shabad creó las regiones y los universos;
el Shabad creó las siete islas
y los nueve reinos7.
Hermanos y hermanas, obtener el regalo de la iniciación o Naam Daan no es solo un evento único en la vida. Es la culminación de buenos sanskaras (buenas acciones e impresiones) de nuestros innumerables nacimientos y la gracia y misericordia del Señor mismo, para que tengamos la oportunidad de estar en la compañía de un maestro vivo verdadero.
En la compañía de un maestro verdadero, cuando hacemos nuestra meditación regularmente, empezamos a comprender la realidad de esta creación, la razón de nuestra separación del Señor, y el verdadero propósito de nuestra vida. Aprendemos a fusionar nuestra alma de nuevo con el Creador.
Al igual que cualquier institución mundana se rige por principios y estipula ciertas regulaciones, el camino de Sant Mat establece condiciones a seguir en forma de cuatro votos:
- Mantener una dieta lacto-vegetariana; no comer carne, pescado, aves, huevos, o cualquier cosa hecha con ellos;
- Abstenerse de todo tipo de toxinas, incluido el alcohol y las drogas, que alteren la mente, así como productos del tabaco;
- Llevar una vida moral limpia y sana, y ganarnos la vida por medios justos, honestos y honorables;
- Dedicar dos horas y media de nuestro tiempo a la meditación cada día.
Sant Mat no es un sendero para expresar nuestro amor meramente con palabras; es un sendero para demostrar ese amor, ese deseo sincero de conocer al Señor, en todas y cada una de nuestras acciones. Cada uno de nuestros pensamientos, cada una de nuestras palabras, y cada una de nuestras acciones deben reflejar nuestro verdadero amor y deseo por el Señor. El único modo de expresar ese amor es atendiendo a nuestra meditación con la mayor regularidad, durante al menos dos horas y media cada día.
Sin embargo, mirando nuestra situación actual, el Adi Granth dice:
Poochhat pathik teh maarag na dhaarai pag.
Preetam kai des kaise baatan ke jaa’eeyai. Uno pregunta a un caminante por el camino
hacia la morada del amado Señor
pero no lo recorre, ni siquiera un paso.
Si no se recorre ese camino, ¿cómo puede uno llegar
a la morada del amado
con meras palabras?8.
Por su amor y gracia, el maestro nos ha concedido el regalo de la iniciación. Ahora nos toca expresar nuestra gratitud al maestro atendiendo nuestra meditación.
Ser iniciado no es el punto final, sino que es el comienzo del viaje. Es el compromiso de por vida de mantenerse firme en los principios de Sant Mat. Ser iniciado no significa que nuestra vida va a ser tranquila, o que no va a haber dolor o sufrimiento en ella. Tenemos que pasar por lo que esté escrito en nuestro destino. Pero si atendemos a nuestra meditación, regularmente con amor y dedicación, vamos a ser capaces de afrontar cada situación en la vida con la gracia del maestro.
Como el maestro presente siempre nos recuerda en sus satsangs, si hemos agarrado el dedo de nuestro padre, podremos pasar cada desafío de la vida con alegría y no tendremos miedo de nada.
Surge la pregunta: ¿Cómo podemos agarrar el dedo del padre? La respuesta es simple: atendiendo a nuestra meditación; haciendo nuestro bhajan y simran con sinceridad, regularidad, y con amor y fe en el maestro.
Mientras enfatiza la necesidad de tener una completa confianza y entrega absoluta al maestro, Goswami Tulsi Sahib explica:
Ek bharosa ek bal,ek aas bisvaas.
Swaanti salil gur charan hai chaatrik Tulsidas. Uno es mi esperanza, Uno es mi fuerza,
y en Uno solo está mi fe y confianza.
Los pies del gurú son como la gota de swanti
para Tulsidas, el pájaro de la lluvia9.
Sin embargo, la verdad es que nuestra confianza en nuestro maestro no está basada en nuestro amor y entrega absolutos, sino que se basa en deseos y expectativas. Cambia con las circunstancias de nuestra vida, con nuestras alegrías y penas. Por eso, cuando nos sentamos a meditar, en vez de pedir solo por él, le pedimos los objetos y las relaciones del mundo. Cada vez que nos sentamos a meditar extendemos una larga lista de nuestras demandas, deseos, y aspiraciones.
Al observar nuestra condición interna, Hazur Maharaj Ji a menudo citaba este pasaje del Adi Granth:
Vin boliya sabh kichh jaanda,
kis aagai keechai ardaas. Él lo sabe todo sin que se lo digan;
¿A quién debemos ofrecer nuestras oraciones?10
El propósito de esta vida no es acumular la riqueza de este mundo. El objetivo real de este nacimiento es acumular la riqueza del Nam. Si el propósito de esta vida solo fuera acumular riqueza mundana, entonces Mira Bai Ji, que nació en una familia real y tenía todas las riquezas y comodidades del mundo, no habría decidido renunciar a todo para convertirse en discípula del santo Ravidas. Cuando el maestro le dio el regalo del Nam, ella hizo su meditación con absoluta devoción y amor. Con la gracia del maestro, cuando obtuvo la riqueza interior, expresó las siguientes palabras de gratitud a su amado maestro:
Paayo ji, main to naam ratan dhan paayo.
Bastu amolak di mere satguru, kirpa kar apnaayo. He realizado la joya del Nam;
he obtenido esa riqueza preciosa.
Mi maestro verdadero me ha concedido un raro regalo;
en su misericordia, me ha hecho suya11.
Queridos hermanos y hermanas, las relaciones de este mundo son transitorias y temporales por naturaleza. Con el paso del tiempo, cada relación llega a su fin. Pero nuestra relación con el maestro es la única relación que es permanente y eterna.
El día que nos concedió el regalo de la iniciación, en ese mismo momento se estableció nuestra relación con el maestro. Esta es la única relación que siempre permanecerá con nosotros, no solo en esta vida, sino también después de la muerte. Podemos alejar nuestro rostro de nuestro amado maestro al no atender nuestra meditación, pero su rostro siempre se dirige hacia nosotros, esperándonos. Así que, sean cuales sean las condiciones de nuestra vida, nuestro rostro, nuestro enfoque, debe siempre orientarse hacia nuestro maestro. La meditación debe ser el eje central de nuestra vida. Cada uno de nuestros pensamientos y cada una de nuestras acciones deben girar únicamente en torno a nuestra meditación y nuestro maestro.
Y, mientras atendemos a la meditación, siempre debemos presentar una sola petición a nuestro amado maestro:
Asi khate bahut kamaavade, ant na paaraavaar,
Har kirpa kar kai baksh leho,
hau paapi vad gunahgaar.
Har jeeo lekhe vaar na aavayi,
tu bakhas milaavanhaar. Cometo muchos errores…
no hay límite ni fin para ellos.
Oh Señor, por favor, se misericordioso y perdóname.
Soy un pecador, un gran infractor.
Amado Señor, si llevas la cuenta de mis errores,
nunca seré perdonado.
Por favor, perdóname y úneme a ti12.
- Adi Granth, p. 134
- Adi Granth, p. 378
- Adi Granth, p. 286
- Bhikha Saheb ki Bani, pp. 71–72
- Biblia, Evangelio de San Juan 1:1-2
- Adi Granth, p. 284
- Sar Bachan, 9:2:1
- Adi Granth, p. 439
- Santbani Sangreh, part 1, p. 221
- Adi Granth, p. 1420
- Mira Bai ki Shabdavali, p. 24
- Adi Granth, p. 1416