Consejos prácticos sobre la meditación
La vida espiritual sin la meditación regular es como pasar semanas recogiendo buena tierra, limpiándola, tamizándola y preparándola, colocándola en su sitio, construyendo un canal de protección a su alrededor, fertilizándola, regándola... y luego no plantar el árbol.
El árbol, si se planta en una tierra así, y si se cuida, crece fuerte y da muchos frutos deliciosos, pero si el árbol no se planta, por muy buena que sea la tierra, ¿cómo va a crecer?
La meditación hay que hacerla; tarde o temprano, simplemente hay que hacerla.
Meditar es vivir las enseñanzas; meditar es acercarse cada vez más al maestro; meditar es plantar el árbol en la tierra.
Los principios de una dieta lactovegetariana, la abstinencia del alcohol y de las drogas que crean dependencia, y el esfuerzo por llevar una vida moral –que el maestro nos pide en el momento de nuestra iniciación– son los cables que conducen a la central eléctrica, pero es solo la práctica de la meditación, tal como la enseña el maestro, la que realmente enciende la energía. Solo a través de la meditación regular y puntual se puede elevar nuestra conciencia, para ir más allá de las garras de la mente, y empezar a desplegar lenta y pausadamente la verdad de quiénes somos realmente, quién es el maestro, y lo que está haciendo por nosotros.
La meditación hay que hacerla. No hay ninguna duda al respecto, pero nadie, y menos el maestro, dice que sea fácil. Como dice Hazur Maharaj Ji en Muere para vivir:
La meditación es en sí misma un camino difícil. No creo que haya nada más difícil que la meditación. La meditación es lo más difícil. Parece simple, y sin embargo es muy difícil hacerla. Es fácil entender Sant Mat porque toda la filosofía es muy sencilla, pero cuando la ponemos en práctica, surgen muchos obstáculos en el camino. Vivir Sant Mat, vivir las enseñanzas, significa una lucha constante con la mente1.
¿Qué podemos hacer para ayudarnos a ser fieles a nuestra meditación con regularidad y puntualidad, y qué podemos hacer para profundizar y fortalecer nuestra concentración cuando nos sentamos realmente?
La lectura diaria de literatura espiritualEl viaje espiritual que hemos emprendido es tan difícil y tan desafiante que los santos suelen compararlo con la ascensión a una montaña elevada y noble. Ambos viajes requieren un progreso muy lento hacia la cima, y a lo largo del camino a menudo experimentamos alegría, deleite, paz, amor y felicidad. Pero hay dificultades en el sendero que no necesariamente desaparecen a medida que subimos más alto. Aparecen de repente desfiladeros por todas partes. En el trayecto se interponen enormes rocas que hay que superar. Las nieblas y las tormentas nos impiden ver, y a veces el viaje puede parecer frío y solitario; podemos dudar de si llegaremos a la cima. Estos son nuestros karmas pralabdh –nuestro destino, la cosecha de los cultivos que hemos sembrado– y es la naturaleza de esta vida que debe haber estos altibajos.
Es en estos momentos, cuando la atracción del mundo es fuerte, cuando nuestros karmas son pesados, cuando nuestra confianza disminuye, cuando nuestras esperanzas se desvanecen, es entonces cuando las palabras de nuestro maestro, y de todos los maestros, renuevan nuestra fuerza y nos permiten recordar lo que es la vida realmente; ver lo que se nos ha dado y lo que nosotros, como seres humanos, podemos llegar a ser: nuestra capacidad de elegir, cambiar; soportar, conocer, amar, e irradiar su amor.
Los escritos de los maestros son diferentes a los demás. Cuando leemos una novela de misterio con homicidio y nos enteramos de que fue el tío del mayordomo quien ‘lo hizo’, la historia se vuelve predecible y nos aburrimos; no encontramos placer ni interés en volver a leerla. Sin embargo, con la verdadera literatura espiritual, no hay límite para nuestro interés y disfrute.
Los maestros vienen de la cima de la montaña y viajan varias veces al día de arriba abajo. Conocen el sendero estrechamente, al igual que saben que su conciencia y la del Señor son una. Por eso, cuando leemos las palabras del maestro, no hay ninguna limitación a lo que podemos llevarnos. Nos llevamos todo lo que somos capaces de llevar.
En Luz sobre Sant Mat, Hazur Maharaj Ji dice:
…Los santos han exhortado a los satsanguis a consagrar diariamente algún tiempo a la lectura de libros de Radha Soami, o de cualquier otra literatura relacionada con las enseñanzas de Sant Mat. Este consejo se le dio especialmente a quienes no podían asistir a los satsangs diarios del maestro…
Es del todo evidente la razón de que sea necesario mantener la mente ocupada en las enseñanzas de los santos todo el tiempo que se pueda. Es la mente la que debemos someter. Por lo tanto, cuando no es posible meditar adecuadamente o asistir a los satsangs del maestro, lo mejor es ocuparse de que la mente permanezca en sus enseñanzas. De lo contrario, la mente crea nociones propias y estas son muy engañosas. Hasta que haya sido conquistada, la mente es nuestro peor enemigo.
También puedes inculcar en los demás la idea de que nunca leeremos con demasiada frecuencia esas verdades. Pues cada vez que leemos, parecen contener un nuevo y más significativo mensaje, particularmente para las almas sinceras y fervorosas2.
En el mismo libro, Hazur Maharaj Ji habla sobre el consejo que le dio su maestro, el Gran Maestro:
Maharaj Ji solía aconsejar leer satsangs y libros de Sant Mat cuando uno está físicamente apartado del satgurú y del satsang. El leer tal literatura tiende a poner la mente en sintonía con el satgurú y el Shabad3.
Qué suerte tenemos hoy en día de disponer de tanta literatura, cintas, vídeos y películas del maestro, que, si se utilizan con regularidad, nos ayudarán a acercarnos a la meditación y al maestro interior. Pero lo más importante es saber que la lectura no puede sustituir a la meditación. La lectura debe inspirarnos a cambiar nuestra vida y enseñarnos cómo hacerlo. La lectura tiene que convertirse en acción, porque es mucho más fácil leer que meditar. Un pensador contemporáneo que entendió este problema, lo expresó de forma breve cuando dijo: “Si tuviéramos que elegir entre unirnos a Dios o escuchar una conferencia sobre él, la mayoría de la gente buscaría un buen asiento”.
Leer un poco de literatura de Sant Mat todos los días, asimilarla y reflexionar sobre ella, nos ayudará mucho a darnos cuenta de la importancia vital de la meditación, y nos conducirá hacia ella. Es especialmente importante antes de ir a dormir por la noche, ya que lo que hacemos antes de dormir determina cómo nos despertamos. El material agresivo y molesto, ya sea en un libro, una película o la televisión, conduce a sueños desagradables y a un estado mental inquieto. Mientras que un párrafo o dos de un libro espiritual, más unos minutos de simran, nos lleva a la paciencia, la seguridad y la sabiduría, incluso mientras dormimos, y nos asegura ser conscientes de la presencia del maestro cuando nos despertamos.
La compañía espiritualEl maestro nos dice que tenemos que vivir en el mundo, llevar una vida práctica y sencilla, ganarnos la vida honradamente y cumplir con nuestras responsabilidades mundanas de la mejor manera posible. Todos nosotros, en un grado u otro, tenemos que relacionarnos con la gente del mundo, y las palabras del maestro deben recordarse y servirnos de guía. En el libro En busca de la luz, el maestro escribe: “La compañía que tenemos ejerce gran influencia sobre nosotros”4. Hazur nos aconseja:
Debemos evitar a las personas con hábitos, carácter o reputación mala; personas cuya vida y comportamiento perturban nuestra vida y alteran nuestra paz, felicidad y equilibrio mental y personas que se entregan por completo a los placeres mundanos y son esclavas de sus sentidos. Tales compañías pueden despertar pensamientos similares en un satsangui y alejarle de la meditación y del sentimiento de desapego que intenta crear en su interior. No hay reglas estrictas para encontrar la compañía adecuada. Tu propio corazón puede guiarte. “Todo lo que obstaculiza mi meditación es malo” puede ser una regla general que puedes aplicar5.
Una parte esencial de la vida espiritual es juntarse con aquellos que tienen una mentalidad espiritual similar, ya que una vez que empezamos a recorrer el sendero espiritual, nuestras vidas ya no pueden ser las mismas. Todos aquellos que antes estaban tan cerca de nosotros ahora ya no disfrutan de nuestra compañía, o viceversa. Ya no comemos lo mismo que ellos, ni nos metemos los mismos líquidos o pastillas en el cuerpo, ni fumamos lo mismo. Nuestro lenguaje cambia. Ya no lanzamos maldiciones al mundo constantemente, sino que intentamos cultivar dulzura y delicadeza en todas nuestras conversaciones. Ya no tenemos los mismos horarios nocturnos, ni anhelamos constantemente el ruido y la distracción, sino que ahora buscamos la tranquilidad y el silencio interior.
La mayoría de las personas del mundo se lanzan al río de la vida y flotan río abajo, desplazados y sacudidos de aquí para allá por las corrientes de la vida, pero el aspirante espiritual tiene que ser como el salmón, que nada contracorriente, intentando volver a su hogar de origen, a menudo contra las corrientes del hábito, de la familiaridad y las soluciones fáciles: el flujo implacable de la vida egoísta.
La lucha es constante, y necesitamos todo el apoyo y estímulo que podamos encontrar, y por eso los maestros enfatizan el satsang, la verdadera compañía espiritual, una y otra vez.
En Muere para vivir se le cita a Hazur Maharaj Ji:
El satsang te ayudará a conservar ese tesoro de la meditación. El satsang te ayuda a permanecer humilde... el satsang te ayudará a permanecer en su voluntad, que es la verdadera humildad y mansedumbre. Te ayuda a atesorar toda la gracia del Padre que hay dentro de ti. Mientras más atesoras y digieres internamente la riqueza de tu meditación, más derrama él su gracia sobre ti6.
Todo está ya dentro de nosotros. Desde el momento de la iniciación, el tesoro nos pertenece, pero es la meditación la que nos permite disfrutar del tesoro. Es la compañía espiritual la que nos ayuda a dirigirnos hacia la meditación.
Poner a los demás por delanteHabía un niño que iba a la escuela y vio, por primera vez, a un niño con elefantiasis, una enfermedad aterradora que inflamó tanto las piernas del pobre niño que apenas podía caminar con dificultad, y mucho menos jugar con otros niños.
Cuando el niño llegó a casa, comentó a su abuela que debía ser horrible tener elefantiasis y no poder jugar con otros niños. Su abuelita, llena de amor y compasión –al igual que nuestro maestro– le dijo: “Sí, todo en la vida será difícil para él. Pero solo uno entre un millón padece elefantiasis en las piernas. Hay una enfermedad mucho más terrible que puede afligir a cada uno de nosotros si no nos protegemos de ella todo el tiempo, y es la elefantiasis del ego”.
El maestro nos dice muy a menudo que es este ego o voluntad propia la que nos separa del Señor, y esta es la peor amenaza para nuestro crecimiento espiritual. Es la fuente principal de todo nuestro sufrimiento. Es este ego, esta prepotencia, la que nos hace ver el mundo a través del medio distorsionador de nuestros gustos y disgustos, esperanzas y temores, opiniones y juicios. Queremos que todo el mundo se comporte como nosotros pensamos que debería hacerlo, y si no lo hacen, nos alteramos y nos irritamos. Es normal que deseemos ser felices, ser libres, vivir en la presencia del maestro, pero si ponemos nuestra propia felicidad personal a la cabeza de la lista, sin duda fracasaremos y nos sentiremos miserables.
¿Por qué pensar tanto en uno mismo? El propio ego que queremos aplastar es la única barrera entre nosotros y el Señor. En el momento en que pierdes tu identidad y te fundes en él, él aparece ante ti. El ego es nuestro único enemigo, el que nos ata a este mundo, y toda batalla consiste en eliminarlo de nosotros mismos7.
Estar lleno de ego es estar vacío de amor, y estar lleno de amor es tener poco ego. Nuestra situación es muy clara. Si pudiéramos meditar puntualmente y con regularidad, reduciríamos lentamente nuestro ego; pero mientras estemos tan llenos de ego, ¿cómo podremos meditar con éxito, si es que meditamos? El maestro nos da el secreto en seis palabras de uno de los títulos de los capítulos de Muere para vivir: “Sé lo suficientemente valiente para luchar”.
En esto consiste este sendero. Tenemos que luchar con nuestra meditación y para desarrollar las cualidades en nuestras vidas que son propicias para la meditación.
Cuando recibimos como regalo un nuevo equipo de música, una lavadora, un automóvil o cualquier otro artículo, generalmente recibimos un manual de instrucciones que nos enseña a manejarlo correctamente, por lo que si queremos que funcione bien, debemos seguir esas instrucciones. El mayor regalo en nuestras vidas es que el maestro nos ha iniciado y, para cumplir con el propósito por el que nacimos, para el que tenemos este valioso cuerpo humano, tenemos que seguir el “manual de instrucciones” del maestro al pie de la letra, al cien por cien. Porque el maestro es amor, pero el amor, como un diamante perfecto, tiene muchas caras y tenemos que imitar las cualidades del maestro y llegar a ser como él. Tenemos que desarrollar esas cualidades tan bellamente descritas por San Pablo en su primera carta a los Corintios:
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás8.
Intenta, en tu vida cotidiana, desarrollar estas cualidades. Practica, persevera, recordando que en este nivel de conciencia nuestro comportamiento exterior es el barómetro verdadero de nuestro progreso espiritual, y si nos esforzamos por llegar a ser como él, finalmente lo haremos.
Entrenar a los sentidosPara progresar verdaderamente en lo espiritual, nuestros sentidos deben estar bajo el control de la mente, y la mente debe estar bajo el control del alma. Desgraciadamente, siempre es al revés. Los sentidos no controlados se convierten en nuestros amos más opresivos.
Nos sorprendería mucho que, mientras andamos por un camino rural, un campesino apareciera por la esquina llevando un burro a cuestas. Sin embargo, esto es precisamente lo que hacemos cuando dejamos que nuestros sentidos y nuestro cuerpo tomen las riendas de nuestra vida y den las órdenes. San Francisco de Asís explicó claramente este punto al hablar de su cuerpo:
Este es el hermano asno. Lo cuidaré bien. Lo lavaré, lo alimentaré y le daré descanso. Pero yo voy a montar sobre él y él no va a montar sobre mí9.
Lo mismo ocurre cuando tenemos un cachorro en casa. Nos muerde las zapatillas y nos reímos, pero si hace lo mismo cuando crece, no nos gustará.
El maestro dice que los satsanguis deben pensar antes de actuar. Debemos desarrollar la conciencia de las demandas de nuestros cuerpos y mentes, lo que nos lleva a una atención focalizada, y esto, a su vez, nos lleva a nuestra meditación y la profundiza.
Hay que meditar y luchar, pero no hay lugar para el desánimo. Estamos en un maravilloso viaje de despertar, y solo podemos avanzar.
Como Maharaj Ji explica tan bellamente:
Tú no eres el único satsangui en lucha, como pareces creer. Cada uno lleva su propia carga y está combatiendo en el sendero. Puedes consolarte pensando que estás en el buen camino, y que cada paso que des ahora te acerca a tu propia casa. Ya no es la vida sin sentido de vagar en la oscuridad. Tienes ahora una finalidad y una meta, por las cuales debes estar dispuesto a hacer cualquier sacrificio10.
- Muere para vivir, pregunta 297.
- Luz sobre Sant Mat, carta 129, p. 208.
- Ibíd, carta 253, p. 294.
- En busca de la luz, carta 246.
- Ibíd, carta 375.
- Muere para vivir, pregunta 83, p. 123.
- En busca de la luz, carta 135.
- Biblia, 1 Corintios 13:4-8.
- Eknath Easwaran Passage Meditation: A Complete Spiritual Practice. Nilgiri Press, 2016; p. 109.
- En busca de la luz, carta 315.