Sacrificio - RSSB Satsangs & Composiciones

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Sacrificio

¿Quién habría imaginado, el día de Año Nuevo de 2019, que cerraríamos la mayoría de nuestros centros de satsang, no durante un par de semanas o un par de meses, sino durante más de dos años? Es un sacrificio que hemos hecho para protegernos unos a otros, sobre todo a los más vulnerables, y en particular a los ancianos y a los que padecen ciertas enfermedades.

Durante este tiempo, muchas personas se han sacrificado por el bienestar de los demás. Sentimos gratitud por los trabajadores de primera línea, los médicos, las enfermeras y los paramédicos, que han dado tanto, yendo más allá de sus obligaciones habituales para atender a los enfermos; y por los científicos que trabajaron incansablemente día y noche para desarrollar vacunas y tratamientos. Y luego están los demás trabajadores esenciales que garantizaron que tuviéramos acceso a los alimentos, medicinas y demás necesidades de la vida.

Durante este tiempo, la mayoría de nosotros no hemos asistido a grandes eventos especiales, como bodas y otras celebraciones, y ni siquiera a los funerales de los seres queridos que hemos perdido. Hemos evitado el contacto estrecho con los demás, incluso con nuestros amigos más queridos. No hemos viajado y, sobre todo, hemos echado de menos nuestras visitas a Dera.

Entonces, ¿qué entendemos por la palabra “sacrificio”; qué significa?

Como verbo, significa “el acto de renunciar a una cosa deseable por un propósito superior”, y como sustantivo significa “algo a lo que se renuncia por el bien de otro”. La palabra sacrificio procede de la idea de hacer algo sagrado, algo santo.

Analicemos esta idea de “sacrificio” en el contexto de Sant Mat, las enseñanzas de los santos. En Spiritual Perspectives, se le pregunta a Hazur Maharaj Charan Singh: Para alcanzar la forma radiante, ¿qué clase de sacrificio es necesario en esta vida mundana? Y Hazur Maharaj Ji responde:

Bueno, hermana, la clave está en retirar tu conciencia al centro del ojo y apegarte al Shabad interiormente. Ese es el único sacrificio que tenemos que hacer... Lo más importante es que debemos cumplir con nuestra meditación y no transigir con los principios de Sant Mat. Como dijo Cristo, si construyes sobre arena, cuando llegue una tormenta, la casa se derrumbará. Si construyes sobre roca, una tormenta no la moverá. Así que los cimientos tienen que ser fuertes. Para sostener este techo y tejado puedes imaginar lo fuertes que son los cimientos. Si los cimientos fueran débiles, tú y yo no podríamos sentarnos bajo este techo. De la misma manera, tenemos que construir unos cimientos fuertes para construir nuestro tesoro en el cielo1.

Así que nos dice que tenemos que apegarnos al Shabad, la corriente del sonido, que es la presencia activa del Creador en la creación. A través del Shabad regresaremos a nuestro hogar verdadero: sach khand, la región espiritual más elevada. Maharaj Ji también nos dice que es esencial mantenerse fiel a los principios de Sant Mat. Como él dice, vivir según los principios de Sant Mat es la base de nuestra vida espiritual. Y para algunos de nosotros, por lo menos al principio de nuestro viaje en este sendero de Sant Mat, hay algunos sacrificios que debemos hacer para seguir esta forma de vida.

Los santos y místicos nos enseñan a no matar animales para alimentarnos. Enseñan que todos los seres vivos son “parte integral” del Creador. También explican que se contrae una pesada deuda kármica al comer alimentos no vegetarianos. Hazur Maharaj Ji solía poner el siguiente ejemplo: Si arrancamos una flor del jardín de un vecino nos pueden reñir; pero si herimos o matamos a un animal que pertenece a ese vecino, el castigo será mucho peor. Hazur Maharaj Ji a veces explicaba la frase de la Biblia: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Solía decir que todo el mundo, toda criatura viva, es nuestro prójimo. Si hemos adquirido el hábito, algunos desde la infancia, de comer animales –carne, pescado, huevos– y si hemos disfrutado de consumir algunos de esos alimentos, entonces al principio podemos pensar que es un “sacrificio” volverse vegetariano. Pero lo que suele ocurrir es que, al cabo de un tiempo, es como si nuestro corazón creciera dos tallas más, porque empezamos a sentirnos cada vez más conectados con todas las criaturas vivas. Cuando vemos los gansos en el parque, o una foca en el océano, o un ternero o cordero en el campo, sentimos una conexión con ellos, los reconocemos como almas vivas, tenemos un parentesco con ellos. Descubrimos que seguir una dieta vegetariana se convierte en una verdadera alegría, una forma de vida a la que no nos imaginamos que podamos renunciar. Adoptar una forma de alimentación que al principio pensábamos que sería tan difícil, que creíamos que sería un gran sacrificio, se convierte en un valioso regalo del maestro.

Los maestros verdaderos, los maestros espirituales auténticos también nos dicen que debemos abstenernos de las bebidas alcohólicas, el tabaco y las drogas que se toman por placer o para provocar las llamadas experiencias espirituales. Y una vez más, al principio de nuestro viaje espiritual, podemos sentir que renunciar a ellos es otro “sacrificio” que debemos hacer. Sin embargo, a medida que seguimos las enseñanzas y vivimos según los principios de Sant Mat, solemos descubrir que no nos estamos absteniendo de la “diversión”. En realidad, no nos estamos perdiendo nada. Descubrimos que el simple hecho de pasear por el bosque o por la orilla del mar nos proporciona una experiencia alegre y natural, a la que ninguna bebida o droga se aproxima. Además, por supuesto, está el tipo especial de alegría que se experimenta cuando tenemos la oportunidad de estar ante la presencia del maestro. Ninguna droga o bebida puede comparársele.

Los científicos también han descubierto que el simple ejercicio físico suele ser más eficaz contra la depresión que cualquier medicamento. Y, por supuesto, están los beneficios para la salud. Los médicos llevan décadas hablándonos del perjuicio que causa fumar, y un estudio reciente ha descubierto que beber alcohol provoca la contracción del cerebro, es decir, su envejecimiento. Así que, de nuevo, lo que podía parecer un sacrificio –renunciar a algo que considerábamos placentero– resulta que es otro regalo del maestro.

En este sendero, el tercer voto o promesa que hacemos es vivir una vida honesta, ética y moral. Como Baba Ji nos recuerda con frecuencia, tenemos que hacer todo lo posible para convertirnos en “buenos seres humanos”.

Esto puede parecer sencillo, pero es descomunal: ya que incluye todos los aspectos de nuestra vida. Si investigamos cómo ser un “buen ser humano”, descubriremos que incluye ser honesto en todas las relaciones: con las personas, la sociedad, y el gobierno. Una buena persona es amable, de confianza, compasiva, generosa, humilde, respetuosa, desinteresada, tolerante, indulgente, no se deja llevar por la ira o el odio, no cotillea ni habla mal de los demás, y la lista continúa. En realidad es el trabajo de toda una vida, y nos decepcionaremos de vez en cuando. Pero qué proyecto tan maravilloso es aspirar a la bondad y trabajar consciente y regularmente para mejorarnos a nosotros mismos. Una vez más, ¿a qué renunciamos realmente? ¿Qué sacrificamos, cuando nos comprometemos con esta tarea? Cada vez que “hacemos lo correcto” en lugar de lo incorrecto, ¿no nos sentimos muy bien?

Ahora, el último voto o promesa que hacemos es practicar nuestra meditación todos los días durante dos horas y media. Tenemos que renunciar a otras actividades para tener tiempo para la práctica espiritual diaria. Sobre todo, si somos sinceros con nosotros mismos, tenemos que renunciar a algunas de nuestras actividades de ocio, incluso a las actividades en las que perdemos el tiempo: ver la televisión o YouTube, mirar el Facebook, jugar a videojuegos o leer tuits. Los maestros nos dicen que hay mucho tiempo durante el día; suficiente para dormir bien, comer, trabajar, cumplir con nuestros compromisos familiares y meditar. Simplemente tenemos que dedicar tiempo a sentarnos. Hazur Maharaj Ji dice:

Bueno, hermana, el tiempo que le dedicamos a la meditación es un sacrificio. Y tenemos que abstenernos de la sociedad para poder dedicar nuestro tiempo, ajustar nuestro tiempo a la meditación. Nos alejamos de ciertas compañías que ya no nos gustan, que nos alejan del Padre, que nos arrastran, que son perjudiciales. Ese es el tipo de sacrificio que tenemos que hacer2.

Aquí nos dice que tenemos que sacar tiempo, y renunciar a algunas cosas para sacar tiempo. También nos explica que tenemos que ser más conscientes de la influencia que algunas personas pueden ejercer sobre nosotros; aquellas que nos animan a probar “solo un bocado” de esa comida que hemos prometido no comer, o un pequeño sorbo de una bebida alcohólica, o un cigarrillo –“está tan bueno”– al fin y al cabo, pueden decirnos, “uno no te hará daño”. Algunas personas pueden decirnos “ya no eres divertido”; “arruinas la fiesta”, y cosas por el estilo. Maharaj Ji explica que llegamos a comprender que simplemente no nos gusta perder tiempo en situaciones y con personas que, intencionadamente o no, intentan alejarnos de nuestra nueva forma de vida. Y una vez más, cuando adoptamos nuestros nuevos hábitos y nos alejamos de los viejos, el resultado, muy a menudo, es que nos sentimos más ligeros, más alegres, más en paz, más equilibrados. Resulta que en realidad somos más felices de lo que éramos “en los viejos tiempos”, antes de llegar a este sendero.

Si queremos meditar por la mañana, tenemos que dormir bien por la noche, lo que significa que tenemos que acostarnos más temprano, lo que significa apagar la televisión o la consola de juegos, o no quedarnos hasta tan tarde con los amigos o la familia. Los maestros nos dicen que no debemos sacrificar el sueño: necesitamos dormir, y si no lo hacemos, es probable que nuestra atención descienda para dormirnos durante la meditación. Pero sí debemos recortar otras actividades, las que realmente no son importantes. Una vez más, esto puede parecer un sacrificio. Y el simple hecho de sentarse en silencio, intentando meditar, puede parecer muy difícil. Los maestros nos dicen que hagamos de nuestra meditación diaria un hábito, algo que hagamos todos los días. Con el tiempo, una vez que desarrollemos ese hábito de meditar regularmente, nos daremos cuenta de que, aunque parezca que no estamos haciendo ningún progreso –aunque la mente salte de pensamiento en pensamiento como un mono pequeño y tengamos que seguir intentando llevarla de vuelta al centro del ojo con nuestro simran, y repetición–, aun así no renunciaríamos a ella por nada. Se convertirá en una parte fundamental de nuestra vida, para nosotros, y ya no sentiremos que estamos haciendo un sacrificio; la meditación se convertirá en la piedra angular del día.

A través de estas enseñanzas, aprendemos quiénes somos, dónde estamos y a dónde pertenecemos realmente: al hogar del alma, sach khand, la región espiritual más elevada. Los santos y los místicos nos enseñan que dentro de todo ser vivo hay un alma, y que esa alma es “parte integrante” del Creador. El alma se ha convertido en prisionera de la mente y el cuerpo; de los sentidos. Nosotros mismos, con nuestras acciones, hemos forjado las cadenas que nos encadenan aquí en esta creación –es la ley del karma– lo que sembramos, eso es lo que cosechamos.

Todo lo que hacemos tiene una consecuencia, y las buenas acciones tendrán buenos resultados: nuestras circunstancias de vida mejorarán. Por otro lado, las acciones negativas nos causarán inevitablemente futuras desdichas. Pero ni las buenas ni las malas acciones liberarán el alma. Esta creación es esencialmente una inmensa prisión en la que nacemos una y otra vez, en cuerpos diferentes, incluso en especies diferentes, según nuestras acciones a lo largo de muchísimas –incalculables– vidas anteriores. Nuestra alma anhela regresar a su hogar verdadero en la región espiritual más elevada y fundirse de nuevo con el Creador. Pero no podemos liberarnos. Estas enseñanzas nos explican que los santos verdaderos, los místicos verdaderos, son enviados por el Creador, y su único objetivo, su único propósito, es liberar el alma para que pueda regresar a su hogar verdadero y ser una con su Creador.

El Gran Maestro, Maharaj Sawan Singh Ji, contaba historias. En uno de sus relatos, cuenta que un hombre generoso –un filántropo– visita una cárcel y ve sus lamentables condiciones. Se apiada de los presos y les envía azúcar y hielo para hacer agua fría azucarada. Los presos se sienten mejor y son un poco más felices, pero siguen en la cárcel.

Otro benefactor, otra persona bondadosa, ve la escasa comida que se les da, así que organiza una comida mucho mejor. Los presos disfrutan de la comida y se sienten aún mejor, pero todavía siguen en la cárcel.

Entonces, un tercer filántropo visita la prisión. Tiene las llaves y abre las puertas de las celdas de la cárcel y los presos por fin recuperan la libertad. El tercer filántropo es el mayor de los benefactores, porque no les concede a los presos mejores condiciones en la cárcel, sino su libertad.

Pero, ¿acaba ahí la historia?
Observemos lo que hacen los presos.

Al parecer, algunos de los presos no quieren salir de la cárcel, algunas de sus celdas son grandes y muy cómodas, tan cómodas que ni siquiera pueden ver las paredes de sus celdas. No se dan cuenta de que se trasladarán de celda en celda (como nosotros nos trasladamos de especie en especie, de cuerpo en cuerpo, durante muchas vidas de nacimiento, muerte y reencarnación). Sus familias están en la prisión con ellos y están muy cómodos, algunos incluso viven lujosamente, y sus vidas parecen maravillosas.

Así que, el filántropo verdadero –el maestro– hace un sacrificio enorme por el bienestar de los prisioneros. Abandona su estado natural de felicidad, luz y amor. Entra en la prisión y vive aquí, con nosotros, los presos. Puede ver nuestra prisión como lo que es, un lugar oscuro donde hay mucha pobreza, enfermedad, hambre, miseria y guerra, muchos tipos diferentes de sufrimiento, pero a pesar de eso, se queda aquí en esta prisión y trabaja incansablemente para liberarnos, arrastrándonos fuera si es necesario. Para cumplir su misión, tiene que vivir en esta cárcel e intentar, y seguir intentando, convencernos de que la libertad y la felicidad verdaderas serán nuestras, si solo lo seguimos a él y a sus enseñanzas. Como nos recuerda el Gran Maestro:

Cuando estamos alejados del maestro y del satsang, el mundo imperceptiblemente influye en nosotros, hasta tal punto que, a pesar de que dediquemos regularmente tiempo al simran y al Nam, a menudo empezamos a sentirnos desanimados, sin inspiración y tristes3.

Llevamos más de dos años alejados del satsang y del maestro (para muchos de nosotros, por lo menos, alejados sin poder verle en persona), y conocemos bien los sentimientos de desolación y desánimo que pueden invadirnos.

Sin embargo, el Gran Maestro continúa en la misma carta con un rotundo mensaje de ánimo:

En este estado, la fe y el amor son nuestro apoyo, y si la fe es firme, el maestro responde. Él está siempre con nosotros, en nuestro interior, y nos vigila igual que una madre vigila a su hijo. Mientras estamos en esta parte del foco, no lo vemos actuar. Pero él está cumpliendo con su deber.

Muchos de nosotros hemos estado alejados de la presencia física del maestro y de nuestros centros de satsang, pero el maestro ha respondido. El maestro dejó claro cuando asumió por primera vez este seva que no quería utilizar internet ni las redes sociales para el satsang, ni siquiera hacerse fotos, pero durante la pandemia hizo una excepción. Hizo ese sacrificio para que su sangat de todo el mundo tuviera algo que desear: las películas sobre el seva, los pensamientos inspiradores, los videoclips de las vidas de los maestros, las sesiones frecuentes de preguntas y respuestas que tanto consuelo y ánimo nos dan.

Como Hazur Maharaj Ji nos recuerda:

Nuestro objetivo principal es volver al Padre y unirnos con él. La relación del alma entre el alma y Dios es de amor y devoción... El alma es una gota de ese océano. Únicamente con la fuerza de nuestro amor y devoción seremos capaces de volver al Padre; sin embargo, solo podemos amar a alguien a quien hayamos visto, a quien hayamos conocido, con quien nos hayamos relacionado. ¿Cómo podemos amar al Padre, a quien nunca hemos visto, de quien sabemos solo de oídas?4.

Hazur nos dice que nuestra alma es una gota y anhela fundirse de nuevo con el Creador, ese océano de amor. También nos dice que nuestro amor por el Creador es el único amor que perdurará, que nunca morirá, que es imperecedero; pero explica que como no hemos visto al Creador, no podemos experimentar ese amor. Pero entonces Maharaj Ji continúa:

Por eso, intentamos buscar la compañía de los místicos y santos, que nos llenan de amor y devoción por el Padre, que nos llevan de vuelta al Padre, que nos dan fuerza y apoyo y nos atraen hacia el Padre. ...Por eso buscamos la compañía de esos místicos, porque los hemos visto, los conocemos, y su amor se transforma en el amor del Padre.

Los santos hacen el gran sacrificio de venir al mundo; hagamos nuestra parte saliendo por la puerta abierta de la cárcel.


  1. Spiritual Perspectives, Vol. II., P. 535
  2. Ibíd, P. 547
  3. Joyas espirituales, Carta 117
  4. Perspectivas espirituales, Vol. I, P. 498