Esa única cosa - RSSB Satsangs & Composiciones

Descargar | Imprimir

Esa única cosa

El místico Al-Ansari dijo:

Él viaja con cualquiera que lo busca,
y tomando al buscador de la mano
lo despierta para ir en busca de sí mismo.
Al-Ansari1

Las enseñanzas de este sendero en busca de nuestro verdadero yo están muy vivas y preparadas para llevar nuestra alma de viaje a su hogar. Cada uno de nosotros ha llegado a este sendero y camina por él de forma única porque todos somos muy diferentes y los karmas que nos trajeron al sendero tienen su propio patrón. Sin embargo, todos hemos sido, de alguna forma, reunidos por la mano de Dios e invitados a entrar en el escenario de nuestra alma. Mientras algunos de nosotros hemos estado buscando todas nuestras vidas, yendo de un místico a otro, de una iglesia o religión a otra, este descontento divino y anhelo por algo que no podríamos nombrar, nos trajo a los pies de nuestro maestro.

Esa ansia, ese persistente descontento, es la sombra del recuerdo de que todos venimos de Dios. Esa remembranza que quedó oculta cuando vinimos a este mundo. La conciencia de nuestro viaje espiritual empezó cuando esta memoria latente se despertó. Quizá fue el resultado inesperado de ver a Hazur, de un libro caído en nuestras manos desde una librería, de un amigo que compartió su interpretación del sendero mientras tomábamos un café. Quizá fue el sentimiento de no encajar en ningún lugar de este mundo, de descontento con nuestros trabajos, amigos, relaciones. Este momento de despertar fue el rayo de luz en la oscuridad que nos permitió recordar la única cosa que nunca deberíamos olvidar. Rumi escribió:

Solo hay una cosa en el mundo que nunca debes olvidar. Si olvidases todo lo demás y recordases solo esto, entonces no tienes nada de lo que preocuparte; pero si recordases todo lo demás y olvidases esto, no habrías logrado nada en tu vida2.

¿Qué es eso? Las raíces más profundas de nuestro ser, el Señor. Este es el destino grabado en nuestra frente antes de nacer. Traemos este destino con nosotros cuando venimos al mundo, y es este destino de nuestra alma el que da propósito y sentido a nuestras vidas. Y a pesar de todo, es tan fácil desatender esa “única cosa”. A veces alcanzamos extremos para llenar nuestras vidas con distracciones que nos ayudan a evitar la llamada del alma. Esto sucede fácilmente debido a la constante llamada del mundo 24 horas al día, 7 días a la semana. Es como si nos dejasen en un área de juegos construida para nuestro entretenimiento, un buffet de deleites. Sin embargo, como Hazur solía decirnos, la feria es un lugar aterrador cuando nos soltamos de la mano de nuestro Padre.

Así que, por la gracia de Dios, nos hemos sentido atraídos por el maestro y sus enseñanzas. Inicialmente, cuando al principio llegamos al sendero, nuestra vida externa raramente reflejaba nuestro verdadero yo. Reflejaba nuestros condicionantes, nuestra carga psicológica y nuestra confusión sobre la realidad. Pero una vez que él nos encuentra, siempre estará con nosotros y cambiamos y lo sabemos. Para ilustrar este punto, hace años Hazur dijo que podemos correr junto a la excavadora que él conduce o ser arrastrados por ella; de hecho, durante años, algunos erróneamente pensaron que nos había dado una tercera opción: que podíamos sentarnos en su regazo. Porque cada uno de nosotros viene a este sendero como es, los misterios del sendero no pueden describirse con palabras que tengan el mismo significado para todos nosotros, no importa cuánto lo intentemos, no pueden transmitir el significado que únicamente la experiencia puede proporcionar. El sendero interior es de una dimensión diferente que la mente no puede comprender.

Metafóricamente, este sendero es de alguna forma como un viaje con un taxista en Delhi; uno nunca sabe con seguridad hacia dónde se dirige, pero tiene fe, basada en la experiencia de otros que han ido en taxi antes que nosotros, de que llegaremos.

Este tipo de fe crece en medio de nuestra vida diaria porque ocurre en el interior de nuestra alma. Cuanto más seguimos en este viaje, se crea una atmósfera interior y alrededor nuestro que nos recuerda el mundo que hemos olvidado. Cambiamos nuestro foco para nutrir nuestra alma en vez de alimentar al mundo.

Mientras todos los caminos espirituales son una única elaboración sobre el mismo tema, la verdad es que todos queremos regresar a casa. En el Masnavi de Rumi hay un poema que refleja nuestro verdadero deseo:

Escucha cómo el junco nos cuenta una historia, al lamentarse del dolor de su separación
Desde que me cortaron de mi juncal
Mi lamento trae lágrimas a ambos, hombres y mujeres
Aquellos arrancados de su amado conocen mi canción
Arrancados de su fuente, anhelan volver3.

La llamada de esta aparente separación es un regalo, nos sacude de nuestro letargo, nos recuerda lo que hemos perdido. Si él no nos tomase de la mano y agitase ese recuerdo en nuestro interior, no buscaríamos nuestro hogar. El hecho de estar realizando esta travesía es un recuerdo de que sabemos dónde pertenecemos realmente. El Gran Maestro dice en Mi sumisión, que las enseñanzas de los maestros se basan en los siguientes fundamentos: el maestro y las enseñanzas, satsang y meditación. Cada uno de estos fundamentos tiene su propósito en sostenernos en nuestro viaje interno hacia esa “única cosa”4.

El maestro
Nadie que camine por este sendero puede hacerlo por sí solo. Uno necesita al maestro, como el pájaro de la luna necesita la luna. Añadido al regalo de la iniciación, el maestro nos ayuda a obtener acceso a ese yo interior. Él nos mantiene enfocados y nos ayuda a alejarnos de todo aquello que no es esencial en nuestra vida. El viaje de vuelta a uno mismo y al Señor no siempre es evidente para nosotros en el camino, no es una línea recta, y debido a nuestra condición humana, tomamos caminos alternativos. Nos enfocamos en el exterior y el maestro nos lleva de vuelta al centro donde de nuevo recordamos esa “única cosa”. Nos recuerda las enseñanzas y despeja los obstáculos que nosotros ponemos. A veces sobreviene la tragedia, a veces el éxito, a veces el rechazo, él nos proporciona aquello que necesitamos exactamente para recobrar nuestro equilibrio y para comprometer nuevamente nuestras vidas con el camino a casa. Necesitamos la sabiduría del maestro que ha ido antes que nosotros y nos habla de simples verdades a las que aferrarnos, y nos hace conscientes de la dirección en la que debemos ir. Nos enseña a aprender a leer entre las líneas de nuestra vida y a sensibilizarnos a las pistas que se nos dan desde el mundo interno. Él nos mantiene dentro de los límites de las enseñanzas. Rumi dice que él (el maestro) estará contigo en este mundo y en el próximo de modo que no te apartes del camino. El poeta E. E. Cummings describe bellamente al maestro:

Tuya es la luz por la que mi espíritu nace…
Tú eres mi sol, mi luna, y todas mis estrellas5.

Satsang
Hazur decía que cuando nos iniciamos, pasamos a formar parte de la familia más extensa del mundo. En el satsang estamos en un lugar donde el valor del alma y del viaje interno es prominente. Nos hallamos entre muchos cuyo foco está en esa “única cosa”, no importa en qué punto estemos de nuestra jornada espiritual, se crea una atmósfera donde, por una breve hora aproximadamente, podemos dejar el mundo en la puerta y permitir brillar el reflejo de nuestra naturaleza espiritual. El satsang nos recuerda nuestra profunda conexión con el Señor. También puede ayudar en la renovación de energía y proveernos del sustento para continuar la jornada. El satsang nos conduce de vuelta al centro de nuestro verdadero yo y nos sostiene cuando caemos; manos invisibles abrirán las puertas que no sabíamos que existían. Hazur dijo que este sendero no es para los pusilánimes, necesitamos coraje para no perder el foco y construir una vida que apoye nuestra meditación6. Él dijo que incluso las almas avanzadas atienden al satsang para construir una cerca alrededor de la cosecha de la meditación. Rumi menciona que este sendero es el camino del guerrero y no es para gente frágil, débil y quebradiza…Y sugiere (afortunadamente) ¡que este camino está lleno de huellas! Huellas de aquellos que han luchado de forma similar a la que nosotros luchamos y que han superado los obstáculos que a nosotros quizá nos desalientan. No todos tienen la fuerza y determinación para luchar penosamente a través de los obstáculos por sí solos, pero nos tenemos los unos a los otros, tenemos al maestro y las enseñanzas, y a veces incluso una palabra dicha durante el satsang nos puede dar la fuerza para seguir y perseverar hacia nuestro objetivo.

Meditación
Aunque el satsang sea de inmenso valor para nosotros en nuestro camino, es este en última instancia un camino solitario. Es una relación de tú a tú que construimos con el Señor a través de la meditación. Es el método que se nos ha dado para regresar al Señor, nuestra “única cosa”. Nuestro corazón ha despertado. Y el maestro nos ha proporcionado las herramientas para realizar la travesía y ayudarnos a preparar nuestro equipaje. Es una larga jornada, pero tenemos a nuestro compañero ahora. Abu said ibn l-Khayr dice:

El místico perfecto (discípulo) no es un devoto extasiado perdido en la contemplación de la Unicidad, ni un santo ermitaño que rechaza todo trato con la humanidad, sino que “el verdadero santo” se mezcla entre la gente y come y duerme con ellos y compra y vende en el mercado y se casa y toma parte en las interacciones sociales y nunca olvida a Dios ni por un momento7.

Somos atraídos a este sendero, y se nos pide recordar; nuestro trabajo es recordar; dos horas y media al día son solo el principio de esta remembranza, de este retorno a nosotros mismos y al Señor. Kabir dice, debemos repetir el nombre de Dios una y otra vez. Toda respiración que no repite el nombre del Señor es una respiración malgastada. ¿Por qué? Porque cada repetición de los nombres es un momento de recuerdo y un paso hacia él en la escalera que conduce a la mansión del Señor. El camino ha sido grabado en nuestra alma en la iniciación y hemos despertado a nuestro estado natural de ser, de pertenencia a Dios. La jornada espiritual es ahora un trabajo de ser conscientes de nuestra conexión con el amado.

El propósito de la meditación es ayudarnos a aquietar la mente de forma que la corriente audible de la vida pueda arrastrarnos hacia ella y esa conexión se pueda experimentar. A través de la meditación la mente eventualmente se aquieta, y ya no somos prisioneros de las historias de nuestro pasado y nuestro futuro.

En el minuto en el que pisamos este sendero de meditación, el mundo y nuestra vida funcionan de forma diferente. Ya no pertenecemos ni al pasado ni al futuro, pertenecemos al interior. Porque la batalla para aquietar la mente es una batalla épica, todavía tenemos preguntas y dudas que nos bombardean; especialmente durante la meditación, algunas de esas dudas quizá socaven nuestra determinación y nuestro esfuerzo. En esos momentos es mejor no discutir con la mente, solo resistirá, en vez de eso quizá podamos aceptar que hay cosas que la mente aún no comprende porque es limitada, y recodar que lo que buscamos es ilimitado.

Es en esos momentos cuando necesitamos hacer todo esfuerzo necesario para abstraer nuestra atención de estos problemas y meditar. Sentarse inmóvil aunque sea por un minuto repitiendo nuestro simran nos ayudará a recordar que todo aquí en este mundo cambiará, nuestras circunstancias, nuestras emociones, nuestro karma, y puede que comprendamos que la única opción que tenemos es rendirnos a su voluntad y sentarnos. Nuestra meditación incesante puede enderezar el barco en las tormentas de nuestra vida. Para nosotros ahora en este viaje, es la mejor opción que tenemos. Es nuestro puerto seguro, es lo único del mundo que es nuestro. Hay un poema de Rumi que describe la experiencia humana de forma muy bella.

Este ser humano es una casa de invitados
Cada mañana una nueva llegada
Una dicha, una crueldad,
Algún despertar momentáneo viene como visitante inesperado.

Da la bienvenida y entretenlos a todos
Incluso si son una multitud de penas…
Aun así, trata a cada invitado de forma honorable
Puede que te estén limpiando
Para algún nuevo deleite.

El pensamiento oscuro, la vergüenza, la malicia,
Reúnete con ellos en la puerta riendo e invítalos adentro.

Sé agradecido con cualquiera que venga
Porque cada uno ha sido enviado como un guía del más allá8.

¡Qué sorprendente, al igual que la vida, parece el poema de Rumi!; recuerda, nuestros karmas no van a esperarnos hasta que nos convirtamos en santos o podamos responder con equilibrio en todo momento, pero si comprendemos que tenemos las herramientas –nuestra meditación: simran y bhajan– para soportar nuestros karmas con gracia y ecuanimidad, entonces quizá podamos también empezar a darnos cuenta de que dependemos totalmente del amado y aprendamos a recurrir a él para todo y a desarrollar gratitud hacia todo lo que aparezca en nuestro camino: lo bueno, lo malo, lo feo, porque nos acerca un paso más a él. Podemos rendirnos y relajarnos, todo viene de él. Él nos ampara.

Nuestra meditación es nuestro pilar. Sin ella estamos perdidos. Aunque no tengamos un sentido de a dónde vamos o no vamos en nuestra meditación, no importa. Un amante verdadero no calcula las probabilidades y vive con la ilusión de “si entrego dos horas y media, me convertiré en santo y alcanzaré mi meta”. Ya no necesitamos correr de calle en calle llamando a la puerta de desconocidos para asegurarnos que estamos en el camino correcto. Nuestra meditación, independientemente de si vemos u oímos algo durante 50 años, nos despertará, a veces de forma imperceptible, a la verdad de este sendero, pero debemos escuchar la quietud de nuestro interior que solo ocurre cuando nos sentamos y repetimos los nombres. Estamos tan condicionados que hemos olvidado que el tiempo es solo una construcción mental. 50 años no importan mientras que hagamos nuestra meditación, 2 años no importan mientras hagamos nuestra meditación.

Angela de Foligno en el libro Divina consolación, dice, p. 25:

Cuando un alma siente la presencia de Dios de forma más profunda a lo habitual, entonces sabe con certeza que él está dentro9.

La meditación nos abre internamente y con cada repetición de simran nos sintonizamos con el amado “esa única cosa”. Eventualmente podemos aprender a vivir donde el mundo interno y externo se encuentran, y el alma se convierte en el conductor en nuestro interior. Gracias a la meditación podemos ser más conscientes de ese “otro lugar” y consagrarnos al despertar de nuestra alma. Nuestro foco varía. Dejamos de ver el mundo a través de nuestro ego y llegamos a conocerlo a él reflejado en toda su creación. Nuestros dolorosos días de separación han finalizado y se convierten en una memoria distante. Todo se convierte en un reflejo de él, y nunca más olvidaremos esa “única cosa”, nuestro amado, al que vinimos aquí a recordar.

Amanda Gorman, poeta junior laureada escribió:
Siempre hay luz, si solo fuéramos lo suficientemente valientes para verla.
Si solo fuéramos lo suficientemente valientes para serlo10.

  1. http//awakening-together.org/June-26-1026 daily quote, accessed November 2022.
  2. Coleman Barks, The Soul of Rumi, p.150
  3. Masnavi, Book I, “The Song of the Reed”, p.13
  4. Maharaj Sawn Singh, Mi sumisión, p. 86
  5. ee cummings, Complete Poems (1904-1962), Poem 38
  6. Many Voices One Song, p.112
  7. Quoted in Llewellyn Vaughan-Lee, Love is a Fire, p.143
  8. Rumi, The Essential Rumi, p.109
  9. Angela of Foligno, in The Book of Divine Consolation, p.25
  10. Amanda Gorman, “The Hill We Climb” Inaugauration Speech, Jan 22, 2021.