Una llamada de atención a la vida
Un sabio dijo una vez: “La vida es un banquete, pero mucha gente muere de hambre porque no son conscientes de este festín”. Cuando nos encontramos con nuestros amigos, nuestra familia, y con personas que conocemos, habitualmente nos preguntamos unos a otros, ¿cómo va todo en tu vida? Normalmente nuestra respuesta es acerca de nuestra vida externa: trabajo, familia, logros, posesiones, salud, etc. Esto es lo que describimos como nuestra vida. En el fondo todos sabemos que vivimos en una era de transformación instantánea. Nuestras vidas están fragmentadas. En esta llamada vida hay demasiadas cosas que hacer, demasiadas necesidades que demandan nuestra atención. A menudo parece que mantener las cosas bajo control requiere de una enorme energía.
Nos hemos inscrito y debemos atender a la gran escuela de la llamada vida. Lo que aprendemos en la vida depende de lo que estamos buscando. Estamos muy ocupados con nuestra vida externa, pero ¿qué hay de nuestra vida interna? ¿Qué pasa con nuestras metas espirituales? ¿Tenemos realmente una meta espiritual en nuestra vida? ¿Pensamos alguna vez en ello? ¿Qué es lo que verdaderamente nos mantiene vivos? ¿Es esta vida externa lo que cambia a cada momento o es alguna otra cosa?
Los santos a menudo nos recuerdan que nuestra vida interna es más importante que nuestra vida externa. Pero lamentablemente olvidamos fácilmente esta verdad cuando la mayoría de nuestro tiempo lo dedicamos a nuestra vida externa. Esta vida externa nos parece tan importante que constantemente dedicamos nuestro esfuerzo a mejorar nuestras mentes, impresionar a otros, a tener buena imagen o a intentar ser felices. Quizá ganemos un poco de perspectiva al considerar la historia de Krisha Gotami, que vivió en la época de Buda.
Cuando su primer hijo tenía cerca de un año, se puso enfermo y murió. Desconsolada, Krisha Gotami vagaba por las calles, agarrando su pequeño cuerpo y rogando a cualquiera que se encontraba por medicinas que pudieran devolver la vida a su hijo. Algunos la ignoraban, otros se reían de ella, otros pensaban que estaba loca, pero finalmente encontró a un sabio que le dijo que la única persona que podía ayudarle era Buda.
Así que fue a ver a Buda, postró el cuerpo de su hijo a sus pies, y le explicó la historia. Buda la escuchó con infinita compasión. Entonces delicadamente le dijo: “Solo existe una manera de curar tu dolor y miseria. Ve a la ciudad y tráeme una semilla de mostaza de cualquier casa donde nunca hayan sufrido una muerte”.
Krisha Gotami se sintió entusiasmada y partió inmediatamente hacia la ciudad. Paró en la primera casa que vio y dijo: “Buda me ha dicho que busque una semilla de mostaza en una casa que no haya conocido la muerte”. Le dijeron: “Muchos han muerto en esta casa”. Fue a la siguiente casa: “Ha habido incontables muertes en nuestra familia”, le dijeron. Continuó hasta la tercera y la cuarta casa, y no paró hasta haber recorrido toda la ciudad. Entonces comprendió que no podía cumplir la petición de Buda.
Ella llevó el cuerpo de su hijo a la funeraria y le dijo adiós por última vez. Entonces fue a ver a Buda. “¿Has traído la semilla de mostaza?” le preguntó.
“No” dijo ella. “He empezado a comprender la lección que tratas de enseñarme. El dolor me volvió ciega, y creí ser la única que sufría”.
“¿Por qué has vuelto?”, le preguntó Buda.
“Para pedirte que me enseñes la verdad”, respondió ella…
Así que Buda empezó a enseñarle: “Si deseas saber la verdad de la vida, debes reflexionar constantemente acerca de esto: Existe una ley universal que nunca varía, y es que todas las cosas cambian, y que todas las cosas son impermanentes. La muerte de tu hijo te ha ayudado a ver que el reino donde estamos –el samsara– es un océano de insoportable sufrimiento. Existe un camino, uno solo, fuera del incesante ciclo de nacimiento y muerte del samsara, es el camino de la liberación. Ya que el dolor ha hecho que estés lista para aprender y tu corazón esté abriéndose a la verdad, te lo mostraré”.
Krisha Gotami se arrodilló a sus pies y siguió a Buda por el resto de su vida. Cerca del final de su vida, se dice que obtuvo la iluminación1.
Esta historia ilustra algo que podemos observar una y otra vez. Una conmoción, un trágico suceso, un encuentro cercano con la muerte puede traernos un verdadero despertar. Puede que sea una llamada de atención para despertar a la vida, transformando toda nuestra concepción de ella. Reflejar profundamente la impermanencia, tal y como Krisha Gotami hizo, es comprender la verdad expresada en las palabras de un poema del santo tibetano Nyoshul Khenpo:
La naturaleza de todo es ilusoria y efímera.
Aquellos con una percepción dualista consideran el sufrimiento como felicidad,
al igual que aquellos que lamen la miel del filo de una cuchilla.
Cuán doloroso para aquellos que se aferran a una realidad concreta.
Vuelve tu atención al interior, amigo del alma2.
Aun así, ¡qué duro puede resultar traer nuestra atención al interior! Qué fácilmente permitimos a nuestros viejos hábitos y patrones predeterminados dominarnos a pesar de que, como este poema expresa, nos traen sufrimiento. Los aceptamos casi con sumisión, porque estamos demasiado acostumbrados a ceder ante ellos. Quizás amamos la idea de ser libres, pero cuando se trata de nuestros hábitos, estamos completamente esclavizados. El maestro frecuentemente nos pide que tengamos claras nuestras metas, para establecer nuestras prioridades. Nuestra prioridad es recorrer el viaje interior. Nuestra meta es la realización de Dios. Tenemos que participar activamente en nuestra vida interior, no solo hablar de ella. Nuestra vida exterior es solo un juego, y debemos aprender a actuar para abrirnos camino a través de ella.
A través de la reflexión vamos adquiriendo poco a poco sabiduría. Podemos ver que caemos una y otra vez en patrones fijos y repetitivos y comenzar a desear abandonarlos. Hay un poema llamado Autobiografía en cinco capítulos cortos:
Capítulo 1
Camino por la calle. Hay un profundo agujero en la acera. Caigo en él. Estoy perdido… Estoy desesperanzado. No es culpa mía. Se hace eterno encontrar una salida.Capítulo 2
Camino por la misma calle. Hay un agujero en la acera. Pretendo no verlo. Caigo de nuevo. No puedo creerlo. Estoy en el mismo lugar. Pero no es culpa mía. Aún me lleva mucho tiempo salir.Capítulo 3
Camino por la misma calle. Hay un agujero en la acera. Veo que está ahí. Pero aun así caigo… Es un hábito. Mis ojos están abiertos. Sé dónde estoy. Es culpa mía. Salgo inmediatamente.Capítulo 4
Camino por la misma calle dónde hay un agujero en la acera. Lo rodeo.Capitulo 5
Camino por otra calle3.
Este poema nos enseña que el propósito de reflexionar es realizar un gran cambio. Hemos de aprender cómo evitar el agujero en la acera, y tenemos que escoger otra calle. A menudo esto requerirá de una profunda meditación, porque únicamente eso puede abrir nuestros ojos a lo que estamos haciendo en nuestra vida actualmente. Esta vida nuestra puede tener un montón de momentos de dolor, sufrimiento y dificultades, pero todo son oportunidades que se nos brindan para ayudarnos a dirigirnos hacia la aceptación.
Solo cuando creemos que las cosas son permanentes nos cerramos a la posibilidad de aprender del cambio. A todos nos aterroriza el dejar ir. Dejar ir es verdaderamente una invitación a parar de aferrarnos a algo, ya sea una idea, una cosa, un suceso, un momento determinado, una perspectiva, o un deseo. En otras palabras, dejar ir significa abandonar la resistencia, la lucha y la expectativa. Es permitir que las cosas sean como son sin quedar atrapados en ellas. Hoy por hoy nos aferramos a las cosas con nuestros deseos y expectativas. También nos aferramos con nuestras mentes, así que nos atascamos en estrechas perspectivas, y en esperanzas y deseos egoístas.
Para poder realmente dejar ir todo esto hemos de trabajar en el contexto de nuestras vidas. De la misma forma que los estudios de medicina requieren tanto de teoría como de práctica, lo mismo pasa con la vida. En la vida el entrenamiento práctico es aquí y ahora, en el laboratorio del cambio. A medida que los cambios suceden, aprendemos a observarlos con una nueva comprensión. A pesar de que seguirán surgiendo como lo hacían antes, algo en nosotros será diferente. Un escritor budista sugiere probar un experimento:
Probemos un experimento. Toma una moneda. Imagina que representa el objeto al cual te aferras. Tómala fuertemente, agarrándola con tu puño y extendiendo tu brazo, con la palma de tu mano mirando al suelo. Ahora, si dejas ir o relajas la sujeción, perderás aquello a lo que te aferras. Por eso te apegas a ello.
Pero hay otra posibilidad: Puedes dejar ir y aun así agarrarte a ello. Con tu brazo aún extendido, gira tu mano de modo que mire hacia el cielo. Abre tu mano y la moneda aún permanecerá en la palma de tu mano. Dejas ir, y la moneda es todavía tuya con todo el espacio a su alrededor. Por lo tanto, existe una manera en la que podemos aceptar la impermanencia y aun así saborear la vida, al mismo tiempo, sin aferrarte4.
Baba Ji a menudo nos dice que si vivimos una vida equilibrada y priorizamos nuestra meditación diaria, experimentaremos contento y dicha, a pesar de los sufrimientos que nos traiga la vida. Al enfocarnos en nuestro interior, disfrutaremos del encanto de la vida. Enfocándonos en el exterior caemos en la negatividad, y el encanto de la vida se desvanece. Hazur Maharaj Ji similarmente nos asegura:
La práctica diaria de la meditación definitivamente aporta paz, dicha y felicidad dentro de ti. Puedes atravesar la rutina de todo tu día sin perder tu equilibrio y más si atiendes a tu meditación diariamente5.
En Spiritual Perspectives vol. III (Perspectivas espirituales III), un discípulo preguntó a Hazur: “¿No sufren los maestros algún dolor en nuestro nombre?”. A lo que Hazur respondió: “No te preocupes acerca del sufrimiento de los maestros; el cuerpo quizá sufra, pero el alma nunca sufre en absoluto. El cuerpo pertenece a Kal, el príncipe de este mundo: Los maestros no se preocupan de eso para nada. Su alma nunca sufre. El alma está siempre en paz y feliz”6.
Ahora quizá preguntemos: ¿cómo podemos superar los apegos? Queremos ser felices, pero la misma forma en que lo perseguimos es tan torpe e incompetente que solo nos trae más sufrimiento e infelicidad. Los santos a menudo nos recuerdan, que solo siendo conscientes de la impermanencia de la vida podemos lenta y gradualmente liberar nuestro aferramiento.
En las biografías de los maestros, a menudo encontrarás que si no hubieran afrontado dificultades y obstáculos, no habrían descubierto la fuerza que necesitaban para elevarse por encima de ellos. Las dificultades y los obstáculos, propiamente comprendidos, y correctamente usados, pueden a menudo resultar ser una fuente inesperada de fuerza. Cuando caemos de una gran altura, solo hay un lugar posible donde caer, el suelo: el suelo de la verdad. Y si tienes la comprensión que aporta la práctica espiritual, entonces caer no es un desastre, sino el descubrimiento de un refugio interior. Los maestros nos dicen que nuestra lucha en la meditación es importante. Si la naturaleza nos permitiera pasar a través de la vida sin obstáculos, nos debilitaría. No seriamos tan fuertes como deberíamos, y no podríamos nunca afrontar la vida.
Esto queda bellamente ilustrado en la historia de un joven que encontró el capullo de una mariposa. Él revisaba el capullo a diario, y finalmente un día apareció una pequeña abertura. Durante muchas horas observó como la mariposa luchaba por forzar su cuerpo a través del pequeño orificio. Entonces de repente parecía no haber ningún progreso. Daba la sensación de que había renunciado. El joven decidió que iba a ayudar a la mariposa. Así que tomó un pequeño par de tijeras y recortó la pieza remanente del capullo. Ahora la mariposa salió fácilmente, pero tenía un cuerpo hinchado y las alas algo reducidas. Continuó observando a la mariposa porque esperaba que, en cualquier momento, sus alas se alargarían y se desplegarían lo suficiente para soportar su cuerpo. Pero no pasó nada parecido. Desafortunadamente, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con su cuerpo hinchado y sus alas encogidas. Nunca fue capaz de volar. Lo que el hombre en su bondad y premura no comprendió fue que la lucha requerida por la mariposa para salir a través de la pequeña abertura del capullo era la forma natural de forzar el fluido del cuerpo de la mariposa a las alas, de modo que estuviera lista para volar una vez consiguiera la libertad del capullo.
La obediencia es un ingrediente importante requerido por un discípulo para seguir un camino espiritual. Para poder obedecer al maestro y realizar la tarea que nos ha consignado, debemos darle nuestro tiempo con amor, sencillez y sin preguntas. La devoción al maestro consiste en crear en nuestra mente amor y fe en él, además de comprometerse con la práctica espiritual tal y como él nos instruyó. Los santos nos explican que la fe se desarrolla y fortalece únicamente cuando nuestra creencia y confianza inicial se refuerzan mediante la experiencia.
Para comprender como aflora la fe, podríamos compararlo a seguir el consejo de una amiga sobre como hervir mejor las patatas. Basándose en su experiencia, nos aconseja usar una olla a presión, ya que es más eficiente que una olla normal. No tiene ninguna razón para engañarnos y, ya que ella es una cocinera experta, confiamos en su consejo. No es que tengamos fe en la olla a presión, aún no. Simplemente creemos y confiamos en la persona. Por otro lado, ella nos explica cómo usar la olla a presión con unas instrucciones tan claras y simples que tenemos confianza en que podemos aprender cómo hacerlo. Así que compramos una olla a presión y la llevamos a casa. Seguimos sus instrucciones llenándola de agua, sal y las patatas lavadas. Luego cerramos la tapa. Durante el proceso de cocción no miramos en el interior de la olla a presión. Solo esperamos que todo salga bien. Siete minutos después, abrimos la tapa y las patatas están perfectamente cocidas, como estaba previsto. En este momento nuestra creencia en usar la olla a presión para hervir patatas más rápidamente, se ha convertido en firme gracias a la experiencia directa. La próxima vez que usemos una olla a presión, tendremos fe en su capacidad culinaria.
Aquí en el plano físico funcionamos mediante deseos y expectativas. Esperamos conseguir nuestras metas, así que nos sentimos decepcionados cuando no las alcanzamos. Antes de pedir la iniciación creíamos en el maestro y teníamos un cierto nivel de confianza en las enseñanzas. Esta fue la razón de nuestro acercamiento al maestro y de solicitar la iniciación. Después de la iniciación empezamos a meditar aplicando el método que se nos enseñó, y ¿qué nos ocurrió a la mayoría de nosotros? ¡Nada! Nada de nada, ningún progreso en absoluto por lo que a nosotros se refiere. Como nuestras expectativas acerca de la meditación fallaron, nos sentimos decepcionados. Para algunos de nosotros, esta decepción nos conduce a practicar menos meditación cada día y a veces, algunos días, ninguna meditación.
Consideremos de nuevo la analogía de la olla a presión: Cuando usamos una olla a presión, no removemos la comida mientras se está cociendo. No abrimos la olla a cada momento para ver si está lista. Ponemos las patatas dentro y cerramos la tapa. Asimismo, la “tapa” en nuestra meditación solo se abrirá cuando el maestro considere que es el momento de hacerlo. Esto implica que deberíamos tener una gran fe en este método que el maestro nos ha proporcionado y en nosotros mismos. En Joyas espirituales, el Gran Maestro avisa a un discípulo:
El alma de cada verdadero discípulo progresa internamente, incluso cuando él no sea consciente del progreso7.
El profesor espiritual jesuita Anthony DeMello, dio una charla titulada: “Despierta a la vida”. En ella dice:
“Lo que nos pasa cuando somos jóvenes es que estamos programados para ser infelices. Ahora quizá nos preguntemos ¿cómo puede ser eso? Porque a ti y a mí nos enseñaron que, para ser feliz, necesitas dinero, éxito, un apuesto y bonito compañero de vida, un buen trabajo, una amistad, espiritualidad, etc. Si no obtienes estas cosas no vas a ser feliz. Las necesitas. Así que eso es a lo que llamamos un apego. Un apego es una creencia de que sin alguna de estas cosas no vas ser feliz. Una vez que te convences de eso en tu subconsciente, se convierte en tu realidad”8.
En Perspectivas espirituales Volumen I, Hazur explica claramente la intención humana de ser feliz.
Cuando somos felices, es nuestra mente la que es feliz. Cuando somos miserables, es nuestra mente la que es miserable. La mente busca felicidad… En la búsqueda por la felicidad la mente es persuadida por la felicidad. Por eso la tendencia de la mente se torna hacia arriba y hacia el interior. Quiere felicidad. Quiere paz. Quiere dicha. Es muy, muy miserable siendo esclava de los sentidos9.
Debemos aprender a dejar de aferrarnos a nuestro entendimiento convencional, y aprender a no esperar nada. Así que seamos testigos de nuestras reacciones a las cosas, desarrollemos la habilidad de vernos como actores en el juego de la vida y abandonemos ese aferramiento a todas las cosas que etiquetamos como “mi” en nuestra vida. Al final del día nada es mío o tuyo. Solo estamos aquí para interpretar nuestro papel en este acto llamado vida.
Somos como pájaros que han llegado a un acantilado muy alto. Para viajar más lejos, debemos saltar del acantilado hacia lo desconocido, extendiendo nuestras alas mediante la meditación. El maestro nos transportará y nos llevará de regreso a nuestro hogar verdadero. Hasta ese día, la única cosa que debemos hacer es continuar practicando diariamente.
Hazur nos asegura que la meditación nos conducirá a la felicidad última: “Cuando el alma se funde en su propia fuente, es la mejor y más dichosa felicidad que uno puede conseguir”10.
- Sogyal Rinpoche, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 52
- Sogyal Rinpoche, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 55
- Sogyal Rinpoche, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 55
- Sogyal Rinpoche, El libro tibetano de la vida y de la muerte, p. 59
- Spiritual Perspectives, Volume II, p. 117, #162.
- Spiritual Perspectives, Volume III, p. 19.
- Joyas espirituales, p. 274, #168.
- Anthony DeMello, Wake up to Life. https://www.youtube.com/watch?v=tRREgz-K8Io
- Perspectivas espirituales, Volumen I, p. 237.
- Perspectivas espirituales, Volumen I, p. 240.