Sé cómo te puedes sentir
Si observamos el mundo actual, podríamos decir que está sumido en el caos, ya que vivimos en tiempos en los que impera la intolerancia, la hostilidad y el conflicto. Son tiempos en los que las personas desconfían unas de otras, se pelean, libran guerras entre ellos y se matan mutuamente. Casi a diario, los medios de comunicación nos abordan con noticias de personas que utilizan la violencia mental o física contra otros seres humanos en una lucha por la existencia, el poder, el dinero, la libertad. Hazur Maharaj Charan Singh decía en repetidas ocasiones que esta confusión no solo afecta al mundo de hoy, que por desgracia los conflictos han existido siempre. Y el Gran Maestro (Maharaj Sawan Singh) daba la siguiente explicación:
Las características del mundo actual son la tensión, la preocupación y la ansiedad. Salvo las almas realizadas, nadie se ha librado de su influencia, sea cual sea nuestro estilo de vida. La notable ausencia de armonía en la vida moderna proviene de la bancarrota espiritual de una sociedad arrojada al caos por personas cuyas almas están afligidas. En la historia reciente, la humanidad ha hecho grandes progresos en todas las esferas de la actividad material. La gente ha explorado la tierra, el mar, el aire y el espacio exterior, pero han fallado a la hora de explorar su ser interior y mejorar su lado espiritual… Las personas adquieren conocimientos de todo tipo, pero siguen ignorando su alma, la cual no es solo la base de todo conocimiento, sino la vida que activa el cuerpo, la mente y el intelecto…
No conocer nuestra propia alma y estar separados de nuestro origen causa una constante lucha que perdura en el interior de los individuos. Todo esto se traduce en malestar social, ya que las personas olvidan el ideal de la unión con Dios y la hermandad del ser humano. A esto le sigue la discordia entre individuos, familias, comunidades y naciones, que arroja al mundo entero a la confusión1.
En consecuencia, la agitación del mundo actual es solo un reflejo de nuestra propia inquietud interior, que existe porque nuestra mente no está controlada. Los conflictos en el mundo son la consecuencia de una lucha interna constante dentro de cada uno de nosotros; una lucha que persiste mientras no somos conscientes de nuestra alma, ni nos sentimos unidos con la fuente divina, de la que todo ha emanado.
Los místicos y los santos –almas realizadas– viven entre nosotros para mostrarnos la realidad del mundo y la nuestra. Al mismo tiempo, nos señalan que tenemos la posibilidad de liberarnos de todos los conflictos y sufrimientos mediante la realización de Dios. Así que nos animan a buscar a Dios, felicidad permanente, paz y sosiego, dentro de nuestro propio cuerpo; la paz y el sosiego que todos anhelamos y que son tan difíciles de encontrar en el mundo que nos rodea. Nos aseguran que si vivimos de acuerdo a sus enseñanzas, nuestra agitación interior desaparecerá y seremos capaces de vivir de manera amorosa y compasiva, en armonía con todo nuestro entorno, y respetuosos con todos los seres vivos, debido a la dicha y el amor divino incondicional que encontraremos en nuestros corazones.
Los místicos nos aseguran que una vez que seamos conscientes de esa chispa divina de amor en nosotros, que es nuestra alma, podremos llegar a ser uno con la fuente divina de la cual emanamos. Nos dicen que hacerse uno con Dios conduce a una experiencia distinta a este mundo y a nuestra vida. En vez de discordia, caos y conflicto, experimentaremos unidad, coherencia y armonía. Nos daremos cuenta de que todo tiene una función y un propósito, que nada carece de sentido; que todo está impregnado con el amor divino; que cada criatura, cada forma de vida es una expresión de ese amor. El mero hecho de que no somos conscientes ahora de la presencia de este amor omnipresente es exactamente nuestro problema y la causa de todos los conflictos y sufrimientos.
¿Qué implica vivir de acuerdo con las enseñanzas de los místicos y santos? Significa que debemos seguir una dieta lacto-vegetariana; abstenernos del consumo de alcohol, tabaco y drogas que alteren nuestra mente; llevar una vida pura y moral; y practicar la meditación diariamente bajo la guía de un maestro espiritual verdadero. Únicamente siguiendo estas instrucciones, nuestra mente podrá aquietarse y permanecer bajo control. Solo entonces podremos alcanzar una concentración profunda durante la meditación. Solo entonces podremos ser conscientes del amor divino en nuestro interior, el cual se revelará como luz y sonido. En un texto budista se expresa esta idea muy bellamente:
Existe una concentración suprema llamada paz y dicha
La cual puede salvar y liberar universalmente
a todos los seres conscientes,
Irradiando una gran luz, inconcebible,
Que apacigua a todos aquellos que la ven.
Esta luz que emana se llama ‘buena manifestación’.
Si algún ser consciente halla esta luz,
Le resultará muy beneficiosa, sin duda:
Pues de esta forma puede obtener conocimiento sin igual…También emite una luz llamada ‘tranquilidad’:
Esta luz puede despertar a los que tienen la mente dispersa,
Haciendo que se desapeguen de la codicia, la ira y la insensatez,
Con sus mentes firmes y debidamente estabilizadas.
Así abandonarán todas las malas compañías,
Habladurías sin sentido y actos impuros,
Alabando la meditación y la soledad:
Esto es lo que genera esta Luz.También irradia una luz llamada ‘sonido maravilloso’:
Esta luz puede despertar seres iluminados
Y hacer que todas las voces que se escuchan en el mundo
Sean para el oyente la voz del Buda2.
Por lo tanto, es la práctica de las enseñanzas espirituales, la práctica de la meditación, la que disipará nuestra agitación interior, nos traerá paz, tranquilidad y dicha, y nos hará conscientes de la presencia del amor divino en nuestro interior y a nuestro alrededor. No inmediatamente, sino de manera gradual, porque la intranquilidad interior y el dominio de nuestra mente son enormes. Eso queda patente cuando comenzamos a practicar. Solo a través de la práctica nos daremos cuenta de que el simple hecho de permanecer sentados sin moverse es muy difícil para nosotros, y que nuestros pensamientos interrumpen el simran, la repetición de los cinco nombres sagrados. Solo recorriendo el sendero espiritual descubriremos que a veces tenemos problemas al elegir nuestras prioridades, al amoldar nuestras vidas de acuerdo con las instrucciones del maestro. Y solo mediante la práctica seremos conscientes del hecho de que estamos muy apegados a las cosas, más de lo que jamás nos hubiéramos imaginado.
Ser conscientes de nuestras limitaciones y de todo tipo de debilidades puede ser doloroso, ya que nuestra imperfección e impotencia se hacen evidentes. Como resultado, algunos de nosotros comenzamos a perder la confianza y la fe en el sendero. En esos momentos es importante darse cuenta de que este despertar tiene un propósito y es de gran valor, pues nos ayuda a ser humildes, nos ayuda a soltar, a dejar ir todas las cosas que antes nos daban confianza. Esta es para nosotros la forma de aprender a entregarnos al maestro, para que él pueda ser nuestro ayudante. El santo Tukaram ha mencionado esto acertadamente en uno de sus poemas:
Quiero a ti dedicarme, pero de amor carezco;
En vano han sido todos mis intentos de sentarme a tus pies.
Por alguna razón mi mente está fuera de control.
Cuando deseo hacer buenas obras, me falta fuerza de voluntad;
Cuando deseo dar en caridad, no tengo la capacidad;
A sacerdotes e invitados no sé cómo honrar.
En mi corazón no hay compasión por mis semejantes,
Ni nada puedo hacer por ellos.
A mi maestro no sé cómo entregarme,
Ni cómo a los santos servir.
Ritos y rituales no puedo realizar,
Ni tampoco renunciar al mundo.
No puedo habitar en los bosques,
Ni mis sentidos controlar.
Cuando deseo realizar peregrinaciones, mi corazón lo descarta;
Cuando deseo hacer votos, no sé cómo actuar.
Aunque digo que Dios en mi interior reside,
Los sentimientos del ‘yo’ y del ‘tú’ aún persisten.
Todas estas debilidades a entregarme a ti me han llevado.
Ya no tengo más preocupaciones, dice Tuka…
Me he convertido en tu siervo marcado3.
Por lo tanto, nuestro aparente fracaso tiene un propósito: ayudarnos a crecer en el sendero. Es una fase por la que tenemos que pasar, y por eso los maestros nos alientan a no desanimarnos y a continuar con la práctica. Como expresa el Gran Maestro en una carta a uno de sus discípulos:
Inmovilizar la alocada mente y retirar la atención del cuerpo, concentrándola en el foco del ojo, es un asunto lento. Un sufí dice: ‘Se necesita toda una vida para triunfar y mantenerse abrazado al ser amado’…
La naturaleza humana es frágil, está llena de debilidades, y comenzamos a darnos cuenta de ellas cuando practicamos el Surat Shabad Yoga. Estas debilidades se presentan de casi todas las formas imaginables e interfieren en la concentración. Pero llegan a superarse, una tras otra, con la ayuda del maestro y de la corriente del sonido, con cada milímetro que se retire la corriente desde el cuerpo hacia el foco. La debilidad de la naturaleza humana da paso a la fuerza, y cuando la atención se ha separado de los centros de los órganos sensoriales, los sentidos dejan de funcionar en este mundo material de manera anárquica y quedan bajo control…
No te desanimes y sigue luchando valientemente. La batalla acaba de empezar. La mente no es más fuerte que la corriente del sonido. El maestro está contigo, observándote en todo momento. Él está dispuesto a librar las batallas junto a ti. Llévalo como tu ayudante. Ten fe en él. Enfréntate a la mente y tendrás éxito4.
Sigue practicando las enseñanzas de los santos, dice el Gran Maestro, y triunfarás. Todos los maestros, ya sea Hazur Maharaj Ji o Baba Ji, nos lo garantizan. No tenemos que caminar solos en este sendero. Nuestro maestro está dispuesto a librar nuestras batallas junto a nosotros; él está preparado para guiarnos, para ayudarnos y apoyarnos. Por eso, Hazur escribió a uno de sus discípulos lo siguiente:
No te inquietes, pero sigue cumpliendo con tu deber en el mundo; y en lo que se refiere a la meditación, no nos corresponde a nosotros juzgar cuánto progreso estamos haciendo. Esto solo lo sabe él. Siendo nuestro limitado entendimiento incapaz de vernos a nosotros mismos tal como somos, no podemos tener idea de lo que el Señor está haciendo constantemente por nosotros, ni cómo y de qué manera nos está preparando para entrar en su palacio. Nuestro deber es hacer diariamente nuestra meditación con amor y fe. El resto lo hará él mismo5.
Al igual que Hazur, Baba Ji insiste en que no nos preocupemos, pero también en que a pesar de la enorme ayuda del maestro, cumplamos con nuestra parte en el proceso de aquietar la mente y realizar a Dios, pues hay una vía para dar y una vía para recibir. Las enseñanzas del maestro, su guía, y el derramamiento continuo de su gracia y bendiciones, constituyen la vía para dar. Escuchar con atención sus enseñanzas, poner en práctica fielmente sus instrucciones, recordándole constantemente con devoción, obedeciéndole por completo, y sirviéndole con la mayor dedicación en pensamiento, palabra y obra, constituyen la vía para recibir, para hacernos receptivos a su gracia y bondad, para darle la vuelta a nuestro recipiente de modo que pueda llenarse con su amor y gracia. Como Baba Ji nos ha dicho, la vía para dar está siempre abierta. Nosotros tenemos que cuidar de que la vía para recibir no se bloquee.
Por eso Baba Ji continúa con el martilleo constante de los principios básicos, alentándonos e instándonos a seguir recordando a Dios, practicar la meditación y refugiarnos a los pies de nuestro maestro, ya que en este mundo de total confusión, ser conscientes de la presencia de Dios y beber su amor divino es nuestra mayor necesidad vital.
Hafiz, un maestro sufí, resume nuestra situación, nuestra necesidad vital y la única manera en que podemos satisfacerla, del siguiente modo:
Sé cómo te puedes sentir
Cuando no tienes un trago de Amor:Tu rostro se endurece,
Tus suaves músculos se tensan.
Los niños se preocupan
Cuando ven esa extraña mirada que brota de tus ojos…Esa es la razón por la que todos los grandes hablan de
La necesidad vital
De seguir recordando a Dios…Por eso Hafiz dice:
Acércame tu copa,
Porque soy un cordial y viejo vagabundo
Con un barril de fugas infinitas,
de luz, risa y verdad
Que el Amado amarró a mi espalda.Querido,
De verdad, por favor, ¡acércame tu corazón!
Ya que todo lo que me importa
¡Es saciar tu sed de libertad!¡De lo único que puede preocuparse un hombre sensato
es de dar Amor!6.
- Maharaj Sawan Singh, Mi sumisión, 1a ed., pp. 28–29
- Avataṁsaka Sūtra (The Flower Ornament Scripture) como se cita en Buddhism, Path to Nirvana, pp. 258–259
- Tukaram: The Ceaseless Song of Devotion, p. 88
- Maharaj Sawan Singh, Joyas espirituales, carta 210
- Maharaj Charan Singh, En busca de la luz, carta 274
- I Heard God Laughing, Renderings of Hafiz, Daniel Ladinsky, tr., pp. 81–83