¿Tienes ganas de morir?
Si buscas en Google “¿Qué ocurre en el momento de la muerte y después?”, obtendrás más de 4000 millones de respuestas en menos de medio segundo. La primera respuesta de una clínica estadounidense explica lo que le ocurre al cuerpo físico, a los órganos vitales y a la actividad cerebral. Es todo muy clínico. No hay ninguna mención del alma ni de lo que ocurre más allá de lo físico, lo que, sin duda, se debe a que no lo saben.
El Gran Maestro abordó esta misma cuestión en su libro Philosophy of the Masters [Filosofía de los maestros], donde explicó que “la gente no ha escatimado esfuerzos para intentar resolver este acertijo”, añadiendo que “el intelecto fracasa. Los sabios y los analfabetos están igualmente incapacitados para resolver este misterio. La razón es porque nadie ha regresado después de la muerte para impartir sus conocimientos”1.
Esta misma opinión domina muchas de las respuestas en Google: nadie ha cruzado las Puertas de la Muerte y regresado para contar la historia. Pero, claro, esto no es del todo cierto. Como sigue explicando el Gran Maestro, “solo un maestro lo sabe todo sobre la muerte”. Ellos han resuelto el misterio de la muerte. “Abandonan el cuerpo humano cada día y viajan a las regiones astral y causal”2. No solo eso, sino que, en el momento de la muerte, cuando dejamos a todos nuestros seres queridos y nuestras posesiones mundanas, es el maestro quien nos acompaña en el viaje interior más allá de este plano físico.
Para los maestros, la muerte es un acontecimiento muy natural y, en definitiva, uno que no debemos temer. “Es simplemente la retirada del alma de los sentidos y su entrada a regiones más refinadas”3, explica el Gran Maestro.
En efecto, los maestros consideran que la muerte es un desenlace muy positivo que nos permite dejar atrás el tormento de este mundo físico, que tan a menudo describen como una prisión y un lugar de dolor y miseria. En cambio, las normas de la sociedad caracterizan a la muerte como un evento enormemente traumático; algo que lamentar. Palabras descriptivas como duelo, pérdida, pésame, fallecimiento o incluso la Parca se utilizan para expresar sentimientos de tristeza al final de una vida física, mientras que el nacimiento de un bebé en el mundo físico es recibido con alegría, felicidad y celebración.
A nivel físico, estas emociones son muy naturales. Tenemos que sacar lo mejor de la situación en la que nos encontramos, y los humanos somos, por naturaleza, seres muy sociables, por lo que no hay nada más acogedor que una nueva vida que entra en una familia y nada más angustioso que perder la compañía de un ser querido con quien quizás hayamos compartido toda nuestra vida.
No existen mejores ejemplos de la enorme alegría ni de la desesperante aflicción que experimentamos los seres humanos durante nuestras vidas que nuestras reacciones a los nacimientos y a los fallecimientos.
Pero cuando seguimos un sendero espiritual con la orientación y sabiduría de un maestro, aprendemos que, aunque estas emociones y experiencias son sentimientos naturales en el plano físico, se han de contextualizar debido al objetivo superior de nuestra alma interior, que se dirige a su hogar definitivo en el reino espiritual.
Se nos ha concedido la vida humana para que nos preparemos para esa travesía interior, aflojando nuestros lazos con el mundo físico y dirigiendo nuestra atención hacia ese objetivo interior. Esto solo se puede lograr si seguimos las instrucciones de vivir acorde a los 4 principios de una dieta lactovegetariana, abstinencia del alcohol, drogas y tabaco, llevar una vida honesta y de altos valores morales y, de manera crucial, la meditación diaria.
La meditación es nuestra tarea más importante. Los maestros la describen como una preparación para la muerte. Al meditar, nos proponemos “morir a diario” y “morir en vida”. El Gran Maestro explica que “una persona que muere en vida vive eternamente”, y añade que “esto de morir en vida no tiene nada que ver con la incineración o el entierro. Es un estado o una condición en la que el maestro otorga la vida eterna a sus discípulos”4.
También se nos explica que solo podemos alcanzar este estado con la gracia del maestro. No emprenderíamos un viaje complicado en el mundo físico sin buscar consejos y orientación en internet, guías de viaje y, hoy en día, incluso en el GPS; pero si contamos con la ayuda y orientación de alguien que ya ha realizado ese viaje y se ofrece a acompañarnos en el camino, no dejaríamos pasar la oportunidad de contar con su ayuda.
“Morir en vida no es algo que se consigue con facilidad”5, explica el Gran Maestro. Implica dominar la mente, contener los deseos y eliminar el ego. Esto no se logra pulsando un interruptor ni es una sensación que podamos percibir de la noche a la mañana. Requiere dedicación y práctica durante un periodo de tiempo largo y sostenido, probablemente durante toda nuestra vida. Nuestro mejor amigo en la consecución de este objetivo es el simran. Repitiendo los nombres a diario con todo nuestro amor y dedicación conseguiremos desapegar lentamente a nuestra mente de los deseos mundanos y centrar su atención en el centro del ojo.
Aspiramos a un estado de concentración enfocada para que nuestra consciencia se separe de nuestro cuerpo; el Gran Maestro explica que esto es lo que se define como “morir en vida”6. “El practicante abandona su cuerpo del mismo modo que el alma lo abandona en el momento de la muerte. La única diferencia es que su conexión con el cuerpo físico no se rompe por completo”7.
Para la mayoría de nosotros esto sigue siendo una experiencia que parece superarnos. Afortunados somos si conseguimos llegar hasta el final de una ronda de repetición de los 5 nombres sin que nuestros pensamientos deambulen hacia el mundo físico y hacia las tareas y problemas a los que nos tenemos que afrontar cada día. Pero el antídoto para este estado es más de lo mismo. La respuesta a los obstáculos de la meditación es más meditación. Estamos permitiendo a nuestra mente analizar y juzgar, cuando en realidad cualquier esfuerzo que hagamos para sentarnos a meditar es un progreso que se añade a nuestro haber y nos acerca a nuestra inevitable cita con la muerte física.
Si hemos estado siguiendo las instrucciones no necesitaremos a Google; sabremos la respuesta a “¿qué ocurre en el momento de la muerte y después?”. Lo habremos experimentado.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, p. 148.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, pp. 147 - 148.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, p. 148.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, p. 151.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, p. 150.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, p. 150.
- Philosophy of the Masters Vol. 1, 7th ed 2002, p. 149.