La vida no es más que un intercambio de amor y devoción
La maravillosa noticia que los santos transmiten a este mundo es que hay un único Dios.
Aunque las distintas religiones utilicen diferentes conceptos y nombres, solo existe un Dios.
Qué gran noticia en este mundo lleno de división y lucha: una y la misma esencia divina está disponible para todos y presente dentro de cada ser.
Y aún hay más, la fuente de esa esencia divina es una fuente inagotable de amor, y no desea otra cosa que retornar todo a su origen. Todo lo que ha sido creado, sin excepciones.
Todos –buenos o malos, santos o pecadores– cada ser: ángeles, humanos, animales, plantas e incluso la materia inerte como rocas y piedras. En algún momento de la vida de cada uno, todos regresarán a su origen, evolucionarán hacia el lugar de donde vinieron, hacia su verdadero hogar. Y esto se debe a la atracción del amor del Señor, del Shabad.
Esto significa que si somos infelices aquí en este mundo –infelices porque sentimos que hemos sido separados del Creador– no hay necesidad de serlo.
Estamos aquí solo por un corto tiempo. Y, por supuesto, lo sabíamos desde el principio, aunque tendemos a olvidarlo.
Nos olvidamos porque los ajetreados acontecimientos de la vida toman el control. Familia, amigos, trabajo, posesiones. Estamos ocupados intentando conseguirlos o estamos ocupados preocupándonos por perderlos. Preocuparse, pensar. Una mente muy muy ocupada en un mundo muy muy ocupado.
Y mientras estamos tan ocupados, perdemos de vista las mejores y más importantes noticias que podamos recibir. Y por eso los santos siguen dándonos toques de atención. Nos hacen conscientes de nuestra situación, de la temporalidad de esta vida y de este mundo, y nos dicen:
- Dirige tu atención hacia adentro, hacia adentro, hacia esa gota del Shabad.
- Dirige tu atención hacia la fuerza del amor divino que nos llama a regresar a nuestra fuente.
Toda la creación es el resultado del amor
La razón por la que vinimos a este mundo fue el amor, y la razón por la que regresaremos a nuestra fuente, nuestro verdadero hogar, también es el amor. Es la fuerza del amor la que ha dado vida a toda esta creación y es la fuerza que la mantiene viva. Y cuando llegue el momento en que nuestro mundo llegue a su fin, esa misma fuerza del amor nos atraerá hacia el hogar. En realidad, no hay nada más que amor, por extraño que parezca en este mundo que tiene tantos desastres, guerras y percances. Nada más que amor, gracia, compasión. Compasión para nuestra confusión.
El Gran Maestro dice:
Dios es amor, y el amor existía en el principio. Toda la creación es el resultado del amor. Hemos sido enviados a este mundo por amor, y la causa de nuestro regreso también será el amor.
Aunque quizá no lo veamos, toda nuestra vida no es más que un intercambio de amor y devoción. Este gigantesco imán de lo divino, esta fuerza magnética que nos atrae, no es más que el poder del amor, el amor que fluye de él hacia nosotros y… el amor que fluye de nosotros hacia él.
Ese flujo de amor de él hacia nosotros, ese flujo está siempre ahí. Sin embargo, para experimentarlo, debemos ser receptivos a él. Necesitamos limpiar nuestra taza y ponerla boca arriba. Limpiémosla, limpiemos la cámara de nuestro corazón y seamos receptivos, dirigiendo nuestra atención hacia adentro.
En otras palabras: vivir nuestras vidas como buenos seres humanos y meditar. O, como ya han dicho algunos de los antiguos filósofos griegos: vive una vida virtuosa, una vida de virtudes como la pureza, la humildad y la bondad. Y, además, dedica todo el tiempo que puedas a una profunda contemplación. Contemplación de la fuerza del amor que nos atrae de regreso a nuestra fuente.
Al mismo tiempo, no guardes ese amor que recibes solo para ti. Devuélvelo, deja que fluya hacia él. Después de todo, es su amor lo que estás retornando. Así que devuélvelo a la fuerza que te lo dio. Déjalo fluir a través de toda su creación. Déjalo fluir. Déjalo florecer.
¿Y cómo podemos dejarlo fluir? Al dar. Cuanto más compartimos el amor que recibimos, más fluye: hacia otros seres humanos, hacia los animales, hacia las plantas. Es toda su creación, todo animado por el Shabad, el divino e incesante flujo de amor.
Escucha las siguientes palabras de Soami Ji:
Siempre fuiste parte integrante de mí.
Cada vez que te veía sufrir, la compasión me movía a venir para ayudarte.
Concebí, paso a paso, un método para la práctica del Shabad mediante el cual alcanzarías tu verdadero hogar.
Abandona ya esta creación originada por la gota, vuelve y regocíjate en el reino del océano.
Querido surat, ya es hora de que escuches mi consejo.
Escuchando constantemente la melodía del Shabad, llegarás a mi país, a mi hogar.
Compasión, compasión con nuestra situación, con nosotros como almas perdidas, almas perdidas nadando en círculos en este cuenco.
El hecho de que estemos perdidos es lo que conmueve a los maestros. Y entonces vienen, por compasión, y usan el imán del amor para atraernos de regreso a casa, para reunirnos con nuestra fuente divina.
Ya dijimos cuán cerca está esta fuente, aquí mismo, dentro de nosotros mismos. Y para alcanzarla, como dijo una vez Hazur: simplemente inclínate en tu interior.
Simplemente inclínate en tu interior y usa esas cinco palabras. esa joya de valor incalculable que recibimos en nuestra iniciación, y que siempre está con nosotros. ¡Siempre!
Esas cinco palabras que podemos usar para llamar a su puerta, y seguir llamando y llamando hasta que él abra esa puerta. Para que podamos disfrutar de la calidez y el confort de nuestro verdadero hogar y fundirnos en el océano de la esencia divina.
Abandona esta creación de la gota, dijo Soami Ji. Abandona esta creación, regresa y regocíjate en el reino del océano.
Una gota es solo una gota mientras crea que es una gota
Solo estamos separados de la esencia divina mientras creamos que estamos separados. Tan pronto como abandonamos nuestra creencia en la gota, y plof, la gota desaparece. Es como hacer estallar una pompa de jabón. Se fue y la vida no fue más que un sueño.
Tan pronto como abandonas la idea de que estamos separados de nuestra fuente, de ese océano divino, instantáneamente te das cuenta de tu unidad. Inmediatamente, al levantar el velo de la mente que cree en nuestra existencia separada como una gota. Separados de la realidad del océano divino.
Y constantemente se nos recuerda la ilusión de nuestra existencia separada. En libros, en satsangs, en meditación. O a veces nos damos cuenta cuando caminamos en la naturaleza y vemos y nos sentimos uno con la maravillosa belleza de la creación. O…, o cuando nos pasa algo.
Aquí tienes un ejemplo, algo de un periódico reciente. Normalmente, cuando lees el periódico, hojeas los distintos titulares y te saltas gran parte del texto porque ya lo has oído muchas veces: guerras sin sentido, ascenso o disminución del covid, éxito o fracaso de los peces gordos de la política, y así sucesivamente. Y a menudo, cuando lees algo, no lo absorbes y no recuerdas ni una palabra de lo que acabas de leer. O a veces ya estás en la página siguiente y algo dentro de ti dice: ¿qué acabo de leer en la página anterior? ¿Fue realmente lo que creo que fue?
Y este fue el caso esta vez. ¿Cuál fue el titular? "El ego es solo una ilusión".
¿Qué? El ego es solo una ilusión. ¿De verdad decía eso en un periódico normal y corriente? Siendo así regresa y empieza a leer.
En este caso, el artículo trataba sobre un abogado exitoso que había dedicado toda su vida a luchar y ganar sus casos judiciales. Debía su éxito a la minuciosa preparación de sus casos, trabajando de 16 a 18 horas al día, y a su enfoque agresivo al poner toda su vitalidad y energía en ganar los casos.
Bueno… las cosas cambiaron. Le diagnosticaron un tumor en el cerebro y tuvieron que operarlo.
El cirujano que iba a realizar la operación le explicó la gravedad de la operación a la esposa del hombre y le dijo que era muy posible que notase cambios en el comportamiento de su esposo. Si bien anteriormente él había tenido un enfoque bastante agresivo, una de las cosas que le aconsejó fue que vigilase de forma exhaustiva su cuenta bancaria. Podría suceder que su esposo quisiera regalarlo todo. Bien, resultó que después de la operación, el hombre no podía hablar más que de amor. Él dijo:
Todo es amor y todo es uno. El ego es solo una ilusión, y si ese ego desaparece, nos fusionamos en el océano de la esencia y el amor divinos. Lo divino está en todas partes y, sobre todo, estoy agradecido de haber sido bendecido con esta comprensión.
Desde entonces, solo ha sentido compasión y ha asumido casos de forma gratuita y ha ayudado a personas con una acuciante necesidad de ayuda.
Como muestra este ejemplo, tan pronto como se remueve el velo (en este caso el tumor), desaparece la separación de la gota. Y todo lo que queda es ese océano divino.
El océano se funde en la gota
Ahora, aquí hay otra joya. Ya sabes que a menudo hablamos de la gota que se funde en el océano. ¿Pero qué dijo Kabir? De hecho, le dio la vuelta y dijo: el océano se funde en la gota.
Reflexiona por un momento sobre esa imagen: el océano se está fusionando en la gota.
El océano que llena nuestra copa hasta rebosar, rebosante de amor y compasión.
El Creador, por amor y compasión, permite que ese océano –el Shabad– se funda en nuestra gota. Se fusiona con nosotros, se desborda dentro de nosotros, desde dentro. El océano divino de amor y compasión, fluyendo aquí, dentro de nosotros, para nuestro beneficio.
No es mérito nuestro el que encontrásemos este camino y este maestro. Nos encontraron, nos llamaron. ¡Así de increíblemente afortunados somos! La esencia divina nos está llevando a casa. ¿No es esta una época dorada?
Piensa en la pregunta y respuesta final en ese cofre del tesoro de Muere para vivir, en el que Hazur responde una pregunta sobre la esperanza de la llegada de una edad de oro: “¿No crees que ya es una edad dorada que estemos en el sendero, que estemos meditando y que hagamos lo posible por volver con el Padre y por perder nuestra propia identidad? ¿No es esto una edad dorada?
Al perder esa identidad, la gota abandona su creencia de que es una gota separada. Se funde en el océano. En realidad, fue el océano el que inundó la gota; llenó la copa con tanto amor que simplemente se fundió y dejó de existir.
Al igual que la polilla que no puede evitar la atracción por la llama, lo único que siente es esa atracción, hasta el punto de olvidarse de sí misma. Todo lo que existe es la luz de la llama, y se convierte en llama, se convierte en luz, se funde y se vuelve una con la fuente de luz que la atrajo.
¿Cómo podemos lograr esto? ¿Cómo podemos fusionarnos con la llama y convertirnos en luz?
“Querido surat”, continuó Soami Ji: “Ya es hora de que escuches mi consejo. Escuchando constantemente la melodía del Shabad, llegarás a mi país, a mi hogar”.
¡Qué tranquilizador! Llegarás a mi país. Llegarás a mi hogar.