La elección, un hermoso regalo
Vivimos en un mundo en el que tenemos muchas opciones en todos los ámbitos de la vida. Una simple visita al supermercado para comprar algo tan básico como un cepillo de dientes, una barra de pan o un par de zapatos, las estanterías están repletas de cientos de marcas, versiones y variedades, que ponen a prueba nuestra perspicacia para tomar decisiones. A cada paso, tomamos decisiones que se decantan por una u otra cosa: Colgate o Crest, Adidas o Nike, iPhone o Android, etc. Algunas de esas decisiones o elecciones se basan en nuestro análisis de muchos criterios para obtener el máximo beneficio o valor que esperamos conseguir del artículo elegido.
A un nivel más profundo, las decisiones que tomamos definen nuestra vida y sientan las bases de nuestro futuro. Elegir una carrera o vocación, una pareja, la compañía o los amigos adecuados, tienen un impacto mucho más profundo en nuestra vida. Pero se aplica el mismo principio. Las decisiones que tome no solo marcarán el camino o la dirección correcta de mi vida, sino que también me impulsarán hacia mi objetivo y harán que mi vida merezca la pena.
Los santos nos dicen que, a nuestro nivel, tenemos lo que podría definirse como libre albedrío limitado, una capacidad “condicionada” para tomar decisiones. Cómo hagamos uso de esa capacidad limitada de elegir depende de nosotros. Aunque las palabras “limitado” o “condicionado” suenan restrictivas, cualquier capacidad de poder elegir puede abrirnos la puerta de la liberación.
En primer lugar, solo se da al ser humano la posibilidad de cambiarse a sí mismo. Un perro nace como un perro y muere como un perro. Lo mismo pasa con las demás formas de vida. Solo al ser humano se le ha dado el privilegio de convertirse en algo más de lo que es al nacer y transformarse en lo divino y tomar el control, no solo de su vida, sino también de la muerte. Todo depende de lo bien que hagamos las elecciones que puedan llevarnos a realizar esa divinidad, si ese fuese nuestro objetivo.
En segundo lugar, aunque acabemos tomando decisiones equivocadas, la vida nos brinda la oportunidad de aprender de ellas. Tenemos la posibilidad de sacudirnos el polvo y empezar de nuevo, en vez de quedarnos atrapados en el pantano de la autocompasión y la culpa. Oportunidad de elegir.
Muchas veces, incluso después de décadas de seguir un camino espiritual, solemos pensar que no nos sentimos diferentes a como nos sentíamos antes. ¿Me está ayudando todo esto? ¿Por qué no me siento diferente? Estos momentos de introspección pueden ser muy valiosos. Todo en la vida es un reflejo de las elecciones que hemos hecho hasta ahora. Si queremos resultados diferentes, debemos tomar decisiones diferentes. Lamentablemente, a menudo culpamos a algo externo: un trabajo estresante, un jefe hostil, una pareja poco colaboradora, una relación difícil, la crisis económica, etc., o, en conjunto, a nuestras circunstancias. El primer paso para salir de este agujero cavado por nosotros mismos es estar dispuestos a aceptar la responsabilidad de todos nuestros actos. Este reconocimiento es un paso importante para cambiar el rumbo. Y después tenemos que tomar todas las decisiones; dar todos y cada uno de los pasos que nos lleven hacia la transformación que buscamos. Como satsanguis, anhelamos ese momento en el que experimentaremos la unión con el maestro interior, el Shabad. Soñamos con la autorrealización, con el moksha (o salvación). Y cada mañana, la vida nos presenta dos opciones: seguir soñando con nuestros sueños o despertarnos y hacerlos realidad. Es una oportunidad para elegir.
Cada vez que hacemos una elección, es siempre en el momento presente (aunque se trate de algo en el futuro). En otras palabras, nos ayuda a ser más conscientes del momento presente. Por ejemplo, cuando alguien dice o hace algo que no nos gusta (tal vez debido a nuestro condicionamiento), poder elegir no reaccionar hace que nuestra mente sea consciente al instante. Cuanto más activamente elijamos (en este caso, ejercitar la elección de no reaccionar), más conscientes seremos del momento presente. A su vez, una mayor consciencia del momento presente nos permite tomar decisiones correctas. Es como hacer ejercicio: cuando empezamos a levantar pesas, nuestros músculos se fortalecen y, a su vez, unos músculos más fuertes nos permiten levantar más peso. Esta mejora de la calidad mental de ser consciente tiene el potencial de impregnar todas las facetas de nuestra vida.
A menudo se dice que la felicidad no es un objetivo a alcanzar en el futuro, sino una elección que debemos hacer aquí y ahora.
Una forma de expresar gratitud por este regalo, por esta capacidad de elegir es hacer el mejor uso de ella. Si tenemos la actitud adecuada, todo el universo conspira para apoyarnos.
Cada día es un nuevo comienzo;
Cada mañana es el mundo renovado,
Tú que estás cansado del dolor y del pecado,
He aquí una hermosa esperanza.
Una esperanza para mí y una esperanza para ti.
James Allen, As a man thinketh (Como un hombre piensa)