Nuestro último momento - RSSB Satsangs & Composiciones

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Nuestro último momento

Los santos nos dicen que la verdadera vida comienza con la devoción al Señor. Un viajero tuvo un atisbo de esto cuando llegó al cementerio de un pueblo. Mientras recorría el cementerio, examinó las fechas de nacimiento y muerte en las lápidas. Se dio cuenta de que muchos habían muerto muy jóvenes y le intrigaba saber por qué la mayoría había tenido una vida tan corta. Cuando el viajero preguntó a los ancianos con los que se cruzó en el pueblo, le dijeron que los años grabados en las lápidas indicaban los años de devoción al Señor de cada persona, ya que los años físicos carecían de significado. Solo el tiempo dedicado a la devoción al Señor tiene algún valor en la vida. Lamentablemente, muchos malgastan sus vidas en la búsqueda de cosas mundanas y superficiales.

¿Qué reflejará nuestra lápida? ¿Cuántos años le hemos dedicado nosotros al Señor? La verdadera devoción requiere que cambiemos el enfoque de nuestra atención de todos los deseos externos a ese único deseo interno de regresar a casa con el Señor. Se nos presenta esta oportunidad cuando recibimos el don de la iniciación por parte de un maestro vivo perfecto. La iniciación es la promesa del Señor de salvarnos de este mundo. Debemos valorar y hacer uso de ese regalo. Si le hacemos al Señor un hueco en nuestro corazón, solo nos quedará el deseo de fundirnos de nuevo en él.

El santo Nivritti nos dice:

A los que adoptan el Nombre
  en el último momento de la vida;
  les espera su hogar en el más allá.
  Los corazones en los que mora su presencia,
  terminan con este mundo1.

A pesar del sabio consejo de este poema, rara vez pensamos en cómo aprovechar de forma sensata nuestro último momento de la vida. Nos estamos engañando si pensamos que disponemos de tiempo ilimitado en este mundo. En realidad, como mucho, apenas tenemos unas pocas décadas, entre el nacimiento y la muerte. La mayoría solemos ignorar y negar que la muerte nos espera. Sin embargo, la muerte es inevitable. Nadie puede escapar de ella. La pregunta es: ¿queremos que nuestra muerte sea un final o un comienzo?

La belleza de la muerte es que nos brinda la oportunidad de escapar de este mundo y volver a casa con el Señor. La única manera de escapar de la ilusión de este mundo y de alcanzar la verdadera felicidad es dedicarnos al Señor. Los santos nos dicen que la verdadera vida comienza con la devoción al Señor. Solo a unos pocos afortunados se les muestra el verdadero propósito de la vida humana: volver a casa con el Señor. En el fondo de nuestro corazón sabemos que algo más grande nos espera tras nuestra existencia en este mundo. ¿Aprovechamos y escuchamos el deseo de nuestro corazón que nos llama a regresar a casa con el Señor o nos distraemos con los deseos mundanos?

Los santos tienen un mensaje para nosotros. Podemos regresar a casa con el Señor. Solo tenemos que desearlo lo suficiente. Debemos valorar y hacer uso de este don de la iniciación por parte de un maestro vivo a través de la práctica de la meditación. El maestro nos colma de gracia y nos concede el don de la salvación espiritual. Él es nuestro único y verdadero amigo; enviado por el Señor para ayudarnos. No obstante, nuestra salvación depende de nuestra voluntad de aceptarle y de seguir su guía. Tenemos todo que ganar y nada que perder.

Los santos nos dicen continuamente que este viaje de vuelta a casa es posible y que estamos más cerca de lo que pensamos. Este sencillo mensaje de los místicos solo se puede poner en práctica con la ayuda y la guía de un maestro vivo. Para llegar a nuestro hogar verdadero debemos entablar una relación con un maestro vivo y comprometernos a seguir sus instrucciones, dirigiendo nuestra atención hacia el interior a través de la meditación. Cada momento de meditación es recordar al Señor. Rumi nos dice:

El sufí vive el momento;
  mañana no es más que un espejismo
  para aquellos que caminan
  por el sendero espiritual2.
Vivamos de tal manera
  que en el día del juicio
  nuestras acciones, hablando por sí mismas,
  respondan por nuestro ser interior3.

El señor está en todos nosotros. Todo ser vivo tiene un alma. Nuestra alma está cubierta por este cuerpo humano y se ha convertido en esclava de los dictados de la mente. Aun así, cuando se nos concede el don de la iniciación por parte de un maestro vivo perfecto, tenemos la oportunidad de superar a la mente y volver a casa con el Señor. ¿Qué es la iniciación? Es la promesa del Señor de salvarnos de este mundo. Debemos valorar y hacer uso de este regalo y no desaprovecharlo.

Mientras estamos en este cuerpo humano, tenemos la oportunidad de conocer y escuchar el consejo de un maestro, un santo, un alma avanzada. Aunque ahora mismo nos sintamos atrapados en nuestro cuerpo, este cuerpo nos da la oportunidad de conocer a un maestro vivo, también en forma humana, que nos puede llevar a casa con el Señor. Si tenemos la suerte de que nos inicie un maestro vivo, tenemos la oportunidad de aflojar los apegos de este mundo y aferrarnos a lo único que nos puede salvar: el Señor.

Cuando un maestro vivo nos bendice con el don de la iniciación, se nos muestra el camino a casa. Durante la iniciación se nos instruye cómo meditar. Mediante la práctica diaria de la meditación, se nos aconseja relajarnos en nuestro simran y bhajan, y la luz y el sonido vendrán después. Esfuérzate, pero relájate: vacía la mente, silencia los pensamientos, siéntate en quietud, y simplemente relájate. El maestro nos ha dado todo lo que necesitamos para recorrer este sendero espiritual. Él nos bendice y protege.

Cuando nos entregamos, todo nos llega del maestro y poco a poco cumplimos con lo que nos comprometimos durante la iniciación. Cuando solicitamos la iniciación, reconocimos que necesitábamos ayuda. No podemos hacer esto por nuestra cuenta. Los místicos son enviados aquí para ayudar a sus ovejas marcadas. Están aquí para apoyar a sus discípulos, no para juzgarlos. Así que déjate llevar y confía en él. Rumi nos dice:

Compartir el camino con un acompañante
  da calidez al corazón y promete un santuario,

Pero, visto de cerca,
  nuestro acompañante es el mismo camino4.

El maestro es nuestro acompañante y nos proporciona la salvación espiritual. Pero nuestra salvación depende de nuestra voluntad de aceptarle y de seguir su guía. El maestro está aquí para salvarnos de este mundo y rescatarnos de esta vida de miseria, dolor y separación. Él es nuestro único amigo verdadero, enviado por el Señor para ayudarnos. Con su gracia, nos saca de esta creación. Podemos volver a casa con el Señor.

Los santos nos aseguran que estamos más cerca de lo que pensamos de realizar a Dios. Nuestro éxito está asegurado gracias a la guía del maestro vivo que ha sido enviado para emprender con nosotros este viaje de regreso a la casa del Señor. Aun así, la mente nos intenta engañar haciéndonos pensar que estamos lejos de la meta, de encontrarnos con el Señor, plantando semillas de duda en el discípulo. Los discípulos a menudo le suplican al maestro que acelere el viaje, tratando de que les asegure que es posible salir de este mundo. El maestro siempre les dice a todos y cada uno de los discípulos que pueden recorrer este camino de vuelta a casa esforzándose cada día al máximo. Una vez concedido el don de la iniciación, debemos ser firmes y sinceros. Cuando nos esforzamos, cosechamos la recompensa en el momento de la muerte.

Rumi nos dice:

Cuando perpetuamente anhelas
  y buscas constantemente el espíritu,

Vencerás, con el tiempo, todos los obstáculos5.
Si quieres obtener la sabiduría de los místicos
  y aprender cómo han conquistado su ego,

Tienes que sentarte con ellos,
  Tienes que hacerles compañía6.

Necesitamos sentarnos con un místico. ¿Qué quiere decir eso? Sentarnos a meditar, sintonizarnos e interiorizarnos. Bloquear y domar la mente. Durante la iniciación nos dan instrucciones de cómo meditar y fortalecer el vínculo con el Señor. A menudo, las personas se esfuerzan muchísimo, pero sienten que sus esfuerzos son muy escasos y que no progresan.

Incluso cuando la gente siente que fracasa, las enseñanzas de los santos nos ayudan a poner en perspectiva estos “fracasos”. Se nos dice que no hay fracasos, sino que son experiencias de aprendizaje. Si todo fuera maravilloso, jamás dirigiríamos nuestros pensamientos hacia el Señor o buscaríamos ese verdadero tesoro que se encuentra en todos y cada uno de nosotros. Todo lo que está en el exterior acabará desvaneciéndose y desapareciendo. El esfuerzo por alcanzar al Señor en nuestro interior es nuestro único tesoro permanente.

Antiguamente, los maestros sometían a sus discípulos a pruebas rigurosas. Una prueba muy conocida fue cuando un maestro le pidió a sus discípulos construir plataformas de barro. Una y otra vez les decía que no estaban bien, que las derribaran y las volvieran a construir. Nos podemos imaginar la frustración de hacer una tarea tan repetitiva. A la mayoría de los discípulos les empezó a parecer un sinsentido y, uno a uno, se fueron marchando. Excepto un discípulo, que construía y derribaba las plataformas de barro repetidamente. Finalmente, el maestro le preguntó: ¿Por qué sigues construyendo y derribando estas plataformas una y otra vez? El discípulo contestó: porque tú me lo pediste.

Esta respuesta sencilla y firme es un ejemplo muy tangible de fe, amor y devoción demostrados por el discípulo hacia su maestro. Este discípulo se entregó a su maestro. Hoy, nuestro maestro solo nos ha dado una prueba acorde a los tiempos en los que vivimos: la meditación. Meditando, con el tiempo, llegamos a la conclusión de que este cuerpo humano es efímero y, cuando vamos más allá del cuerpo y de la creación física, nos espera algo mucho más hermoso y profundo.

Los místicos vienen a mostrarle a sus discípulos el camino a casa. El maestro vivo ayuda a sus discípulos a entender este sendero espiritual y les infunde el deseo de volver a casa. El maestro siempre nos guía y nos da la fuerza para elevarnos por encima de este mundo. Algunos pueden pensar que es necesario estar cerca de la forma física del maestro para tal guía, pero en Legacy of Love se nos dice:

Algunas personas aun estando lejos, están más cerca del maestro que las personas que están muy cerca de él. Esta “cercanía” y “lejanía” no tienen nada que ver. Es el amor que albergan en sus corazones, lo que les acerca o aleja de él; no importa la distancia física7.

El maestro nos ha dado todo lo que necesitamos para adentrarnos en este sendero espiritual. Solo tenemos que dejar que el maestro tome el control. Cuando nos rindamos ante su voluntad y dejemos que él se haga cargo, estaremos cumpliendo con el compromiso que adquirimos durante la iniciación. Cuando pedimos la iniciación, admitimos que necesitábamos ayuda. No podemos hacer esto por nuestra cuenta. Si estamos dispuestos a aceptar y apreciar lo único que el Señor nos quiere dar, el don de la iniciación, entonces podremos abrir nuestro corazón para volver con el Señor y cumplir con el único deseo que cuenta: el deseo de fundirnos de nuevo con el Señor.

Sant Mat nos dice que no hay límites. Todo es posible. Si aceptamos y apreciamos el don de la iniciación concedida, nuestros corazones se abrirán y se cumplirá nuestro único deseo de fundirnos con el Señor. Ese es nuestro verdadero y eterno tesoro. Entonces la muerte no tendrá importancia ni poder sobre nosotros. Librarse del cuerpo humano y de la reencarnación marca un antes y un después para el alma que regresa a su hogar verdadero con el Señor, llevándonos más allá de la muerte y de este mundo.

Aquellos que abrazan el Nombre
  en el último momento de la vida;
  a ellos les espera su hogar en el más allá.

Aquellos corazones en los que mora su presencia,
  han terminado con este mundo8.

Aprovechemos esta oportunidad para fundirnos en el Shabad y volar de vuelta a casa con el Señor.


  1. Judith Sankaranarayan, Many Voices, One Song, p. 186.
  2. Maryam Mafi, Rumi – Day by Day, Hampton Roads Publishing, p. 161, poema 313.
  3. Ibid, p. 164, poema 320.
  4. Ibid, p. 186, poema 362.
  5. Ibid, p. 94, poema 182.
  6. Ibid, p. 94, poema 183.
  7. Legacy of Love, p. 131.
  8. Many Voices, One Song, p. 186.