El ayer es historia; el mañana es un misterio - RSSB Satsangs & Composiciones

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El ayer es historia; el mañana es un misterio

Hay una cita que probablemente todos hemos escuchado, que es bonita, porque rima. Pero en realidad tiene un significado mucho más profundo, en el contexto de nuestra práctica espiritual.

Ayer es historia, mañana un misterio será; hoy es un regalo de Dios, por eso presente se llama1.

Los místicos nos dicen que la verdadera meditación es vivir plenamente en el presente, totalmente absortos en el momento presente. Nos dicen que si podemos esforzarnos al máximo mientras intentamos hacerlo, entonces esa oportunidad y el resultado de ese esfuerzo, serán un regalo del Señor.

Hazur Maharaj Ji contextualiza esta idea de vivir en el presente:

O nos sentimos infelices pensando en el pasado o nos preocupamos por el futuro. No queremos disfrutar felizmente del momento presente. Hay algo equivocado en nosotros. Nunca queremos ser felices en el momento presente2.

¿Cómo se traduce esto en términos prácticos?

En cualquier momento, nuestra atención puede dirigirse al pasado, al presente o al futuro.

Cuando nuestra atención está en el presente, la mente suele mantenerse ocupada con nuestros sentidos. Conducimos un coche (ojos, manos, oídos), hablamos con alguien (boca, oídos, ojos), vemos una película (ojos, oídos), ponemos música, hacemos deporte, escribimos, etc...

Todas estas actividades requieren que nuestra atención esté en el presente. Puede ser peligroso, por ejemplo, jugar al fútbol, mientras pensamos en lo que vamos a cenar. Corremos el riesgo de golpearnos fuertemente si no podemos dedicar el 100 % de nuestra atención al instante presente.

La práctica espiritual requiere la misma atención de la mente, mientras mantenemos nuestros sentidos en calma y la mente inmóvil.

Maharaj Jagat Singh Ji explica detalladamente cómo hacerlo:

Por consiguiente, el primer paso es retirar del cuerpo las corrientes de atención hasta el punto desde donde el sonido pueda elevarlas. Esto se realiza concentrando la atención en el centro del ojo, lo cual solo es posible cuando la mente queda inmóvil3.

Los santos explican que si podemos hacer que nuestra mente permanezca en el presente, mientras la mantenemos inmóvil o vacía, entonces se crea el espacio necesario para permitir que el Shabad, la corriente audible de la vida, la Palabra, la energía creativa llene ese vacío. Cuando sucede, sentimos una sensación de felicidad que, según los místicos, apenas puede describirse. Y estamos de camino...

De la Biblia: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”4.

El Gran Maestro dice lo mismo: “Cuando estemos dentro, la corriente del sonido estará allí para hacerse cargo de nosotros”5.

Quien viva enteramente en el presente durante un cierto periodo de tiempo podrá sentir una pequeña dosis de esa felicidad. El psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi utilizó la palabra “flujo” para describir cómo se siente alguien cuando está absolutamente entregado a una actividad física o intelectual especialmente exigente. Lo describe como “un estado en el que las personas están tan involucradas en una actividad que nada más parece importar; la experiencia es tan placentera que la gente continua haciéndola incluso a un alto coste, por el simple hecho de hacerla”6.

Los atletas, por ejemplo, describen un estado de “flujo” cuando están completamente concentrados en lo que hacen durante largos periodos de tiempo. Las palabras que usan para describir este estado generalmente suelen ser “paz” y “contento”, y a menudo dicen que pierden la noción del tiempo. Cuando salen de este estado, algunos dicen que estaban en un trance de felicidad. Muchos artistas, escritores, cirujanos y otras personas que tienen que concentrar su mente intensamente en el presente durante largos periodos de tiempo suelen describir estados similares de “flujo”.

Para conseguirlo con la espiritualidad, debemos alcanzar ese mismo estado en el que nuestra mente está al 100 % en el presente, a la vez que impedimos el acceso a todos los sentidos. Normalmente, lo logramos sentándonos en silencio en una habitación oscura.

Así que ahora, de nuevo, la mente tiene tres opciones sobre donde enfocar la atención: el presente (que es nuestro objetivo), el pasado o el futuro. Solo que ahora, no tiene los sentidos para distraerse. Debido a la tendencia de la mente de salir al mundo, la forma más fácil de actuar es revivir experiencias pasadas o preocuparse por el futuro. No le gusta sentarse tranquilamente en una habitación oscura mientras permanece en el presente.

El filósofo y matemático francés, Pascal, dijo la famosa frase: “Todos los problemas de la humanidad provienen de la incapacidad del hombre para sentarse tranquilamente en una habitación a solas”7. Al principio, nuestra mente no puede soportar ese vacío.

Afortunadamente, los místicos nos ayudan a superar este problema. Utilizan la tendencia natural de la mente de pensar constantemente y repetir palabras e imágenes. Nos ayudan a limitar esa concentración a cinco palabras, que es nuestro simran.

La mayoría de las religiones o filosofías tienen algún tipo de mantra, oración o repetición. Así que esto no es nada nuevo. Maharaj Jagat Singh Ji explica este proceso de la siguiente manera:

Hay varios métodos para inmovilizar a la mente y recoger las corrientes de atención en los ojos. Pero el más cómodo y más fácil de todos ellos es la repetición de los nombres sagrados prescritos por los santos, mientras se tiene la atención fija entre los ojos8.

Los místicos también nos dan consejos y trucos prácticos para ayudar a mejorar la práctica espiritual. Cada uno de ellos pretende ayudarnos a mantener nuestra atención centrada en el presente, disminuir las impresiones kármicas, o ambas cosas. La alimentación vegetariana, por ejemplo, al ser más ligera y fácil de digerir, tiende a utilizar menos energía en el proceso de digestión y nos permiten concentrarnos más fácil y rápidamente. Esta dieta también reduce la cantidad e intensidad de muertes necesarias para alimentarnos.

Lo mismo ocurre con la abstinencia de intoxicantes: mejora nuestra capacidad de concentración y reduce la probabilidad de incurrir en comportamientos que podrían derivar en pesadas cargas kármicas.

Y, por último, el hacer todo lo posible para vivir de acuerdo con unos buenos valores morales nos ayuda a reducir las posibilidades de vernos envueltos en situaciones complicadas con otras personas, lo cual reduce nuestra implicación kármica. También nos permite tener la conciencia en paz, lo que es importante cuando se trata de eliminar todos los pensamientos del pasado o las preocupaciones sobre el futuro al meditar.

Hazur Maharaj Ji describe con más detalle la evolución normal del proceso de meditación:

…con la concentración que consigues con el simran por sí mismo te aporta paz, dicha y felicidad. Cuanto más concentrada está tu mente, más feliz eres; cuanto más dispersa está tu mente, más frustrado estás. …cuando eres capaz de retirar tu consciencia hasta el centro del ojo e inmovilizar tu mente, sientes dicha, plenitud y felicidad9.

Sin embargo, incluso con la ayuda del simran, mantener la mente en el presente puede resultar difícil al principio. La mente trata de escapar yendo al pasado o al futuro.

Cuando la mente va al pasado, recuerda o revive experiencias pasadas, a menudo tratando de encontrar defectos en los demás o en nosotros mismos. Cuando las cosas no han funcionado a la perfección, lo que rara vez sucede, nuestra mente disfruta recreando el pasado bajo una luz más favorable.

Los santos explican que parte de la práctica espiritual consiste en intentar dejar atrás el pasado y perdonar, ya sea a uno mismo o a los demás. Perdonar a los demás o a nosotros mismos cuando somos conscientes de nuestras faltas es una cosa. ¿Pero qué sucede con las incontables vidas y las acciones kármicas vinculadas a ellas que desconocemos?

El santo Kabir, en un poema que se refiere específicamente a nuestra práctica espiritual y al perdón, dice:

Pero solo alguien que muere en vida
  y se viste con el traje de buzo del perdón
  puede sumergirse y subir a la superficie
  con la riqueza de la sabiduría10.

Explica que parte de la práctica espiritual consiste en aprender a perdonar, en ponernos “el traje de buzo del perdón” cuando vamos a nuestro interior y conectamos con el Shabad. Para ello, exponemos nuestra mente y alma a las propiedades purificadoras del Shabad. Los santos explican que si meditas en el nombre puro bajo la guía de un gurú, tu alma se limpia de sus pecados.

Hazur Maharaj Ji habla con mayor detalle de esta limpieza que se lleva a cabo:

El perdón es para aquellos karmas que acumulamos en cada nacimiento y que hemos traído con nosotros ahora. El perdón es quitar las envolturas del alma. Si no se nos perdonan todos esos karmas, el alma nunca podrá volver al Padre11.

¿Qué ocurre cuando no pensamos en el pasado? A menudo, cuando intentamos hacer simran, la mente va en la dirección opuesta: el futuro.

¿Cuál es nuestra típica forma de pensar cuando eso sucede? Planeamos, esquematizamos, pero sobre todo, nos preocupamos. El maestro Jagat Singh Ji explica por qué esto es un problema: “La inquietud nunca ayudó ni ayudará a nadie”12. Y: “En general, la concentración resulta difícil cuando uno tiene molestias o preocupaciones, pues entonces la atención se queda adherida tenazmente al centro del corazón en lugar de subir al centro del ojo”13.

Como bien dijo el filósofo estoico Séneca: “Sufrimos más en la imaginación que en la realidad”. En otras palabras, la anticipación del peligro suele ser mucho más aterradora que el peligro mismo.

Los místicos explican además que la mayor parte de nuestro futuro ya está escrito. Estamos tan enredados kármicamente, que en realidad hay muy poco margen de maniobra. Si es así, ¿por qué preocuparnos tanto por algo que apenas podemos cambiar?

El maestro Jagat Singh escribió:

La vida no merece que nos preocupemos tanto. Comienza en locura y termina en humo. Habrá de concluir algún día nos guste o no nos guste. Y también acaba lo que reporta. La mejor manera de proceder consiste en desprenderse de las inquietudes, sonriendo14.

Por eso, aunque a la mente le resulte más fácil detenerse en el pasado o preocuparse por el futuro, los místicos explican que es una pérdida de tiempo. Especialmente durante las horas reservadas a la práctica espiritual. Si queremos progresar espiritualmente, debemos llevar la atención al presente, mientras mantenemos la mente quieta, e inmóvil. Explican que al hacerlo, con regularidad, devoción y perseverancia, se volverá más fácil y, con el tiempo, placentero. Finalmente, debería convertirse en la parte del día que más esperamos.

Hazur Maharaj Ji resume la importancia de estar en el presente y como el simran es decisivo en esta tarea:

O estamos preocupados por lo que hemos hecho o por lo que nos pasará. No queremos aprovechar lo mejor posible el momento presente. Si somos felices en ese momento, nuestro pasado se vuelve feliz automáticamente, y no tenemos tiempo para preocuparnos por el futuro. Así que debemos aceptar la vida tal y como viene y vivirla felizmente. Y el simran ayuda15.

El simran, cuando se hace correctamente, es la máxima expresión de vivir en el presente. Los místicos explican que si podemos repetir las palabras de forma pausada, con un esfuerzo consciente y concentrado, durante un periodo de tiempo prolongado, la mente dejará de querer ir al pasado o al futuro y se quedará inmóvil, en el presente. Si conseguimos que la mente permanezca inmóvil, el Shabad llenará automáticamente ese vacío. El sonido y la luz que son el Shabad nos guiaran. Este es el comienzo del sendero de regreso a nuestro verdadero hogar. No más historia, no más misterios. Solo el último don, o regalo, del Señor.


  1. Ampliamente atribuido a la historiadora y autora Alice Morse Earle, 1851-1911
  2. Muere para vivir, pregunta #69
  3. La ciencia del alma, parte III, carta #6
  4. Biblia, Salmo 46:10
  5. Joyas espirituales, carta #156
  6. Mihaly Csikszentmihalyi, Flow: The Psychology of Optimal Experience, 1990, p. 4
  7. Blaise Pascal, Pensées, 1669, p. 139
  8. La ciencia del alma, parte III, carta #6
  9. Muere para vivir, pregunta #176
  10. Isaac A. Ezekiel, Kabir: El gran místico, p. 223
  11. Muere para vivir, pregunta #34
  12. La ciencia del alma, parte III, carta #56
  13. Ibíd, carta #56
  14. La ciencia del alma, parte IV, carta #36
  15. Muere para vivir, pregunta #69