Ir con todo
En ciudades como Las Vegas, Macao, y Monte Carlo… existe un concepto en las apuestas conocido como “Ir con todo”. Se refiere a que el jugador pone todo el dinero en la mesa, arriesgándolo con el objetivo de ganarlo todo. Aunque este término se usa principalmente en el póker, también se aplica a otros juegos de apuestas.
En el ámbito espiritual, los místicos suelen adoptar esta actitud de ir con todo… Aquí tenemos un ejemplo de lo que señalan. Gurú Arjan (el quinto gurú sij) dice:
Mientras estás de pie y sentado, mientras duermes y mientras estás despierto,
medita en el Señor durante toda tu vida1.
Cristo dijo en la Biblia:
Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas2.
Y, Baba Ji, en uno de sus primeros satsangs hace 25 años, dijo:
Tienes que vivir Sant Mat, impregnarte de Sant Mat con cada respiración. Vivir y caminar San Mat con cada respiración; ese es el espíritu correcto3.
Estos místicos no tienen dudas ni reservas en su compromiso.
Cuando estamos en Dera, no parece tan difícil ir con todo en la espiritualidad: estamos desconectados del mundo loco en el que vivimos; se limita nuestra accesibilidad a ese “Gran Enredador” que es nuestro móvil; podemos escuchar satsang cada día (en ocasiones dos veces); y no hay razón para no dedicar todo el tiempo y el esfuerzo que físicamente podamos a nuestra práctica de la meditación.
Sin embargo, cuando volvemos al mundo exterior, de nuevo la ilusión se apodera rápidamente de nosotros: el equilibrio entre vivir en este mundo y atender a nuestros deberes espirituales se altera una vez más. “Ir con todo” en la espiritualidad se vuelve más difícil.
Muchas religiones, incluidas algunas que tienen su origen en los místicos que solemos leer, tienden a diluir sus enseñanzas con el paso del tiempo. Los humanos, siendo lo que somos, y nuestra mente, siendo la que es, adoptamos un enfoque mucho más relajado de la espiritualidad.
Nos prometemos a nosotros mismos que si hacemos ciertas cosas cada semana, se nos cuidará en el momento de nuestra muerte. Si acudimos a la iglesia cada domingo, eso debería ser suficiente. Si seguimos los diez mandamientos, este conjunto de comportamientos, no deberíamos tener nada de qué preocuparnos.
Por supuesto, todas estas cosas son muy buenas. Sant Mat también tiene instrucciones que debemos seguir y reuniones semanales a las que podemos acudir.
No obstante, esta espiritualidad liviana nos puede conducir a considerar la religión, la espiritualidad, o incluso este sendero, como una póliza de seguro. Algo que hacemos “por si acaso” o algo que guardamos en nuestro bolsillo trasero, como precaución. Algo así como poner solo unas pocas fichas sobre la mesa, mientras mantenemos nuestra atención en el montón que está en nuestras manos.
Hay algo que se denomina “La apuesta de Pascal”. Pascal fue un matemático y filósofo francés. Él consideraba la espiritualidad de una forma muy simple y binaria.
Propuso solo dos opciones: podemos creer en Dios, o no. Si creemos en Dios, entonces tenemos que comportarnos de una determinada manera: rezar de forma habitual, abstenernos de ciertos comportamientos, y una tener una brújula moral más elevada para guiar nuestra vida. Si no creemos en Dios, entonces podemos hacer lo que nos plazca.
La apuesta de Pascal es que, deberíamos comportarnos como si creyéramos en Dios, incluso si pensamos que esta probabilidad es muy baja. Su razonamiento era: el precio a pagar por comportarse de esta forma es muy pequeño, comparado con el enorme beneficio que supondría la existencia de Dios y de la vida después de la muerte.
Otra forma de mirarlo sería si nos comportamos como si no hubiera Dios, pero resulta que sí hay un Dios, entonces el precio definitivo sería mucho más alto. Algunas religiones hablan de la condenación eterna para los no creyentes. O, para aquellos que creen en el karma, quedarse atrapados en este mundo durante muchas vidas.
Pascal lo veía todo desde un punto de vista probabilístico. Para él, creer en Dios era como una póliza de seguro. Algo que haces por si acaso, para protegerte.
Hace algunas generaciones, las familias católicas romanas en Quebec que tenían solo seis hijos, se consideraban pequeñas. La mayoría de las familias tenían entre ocho y doce hijos. En estas familias, era costumbre que un varón se hiciera sacerdote. La idea, en muchas familias, era que tener una persona espiritual en la familia era bueno para todos. En muchos casos, como Pascal, los padres consideraban esto como una póliza de seguro para toda la familia. Por si acaso…
La mayoría de las veces, contratamos seguros por si acaso ocurre alguna desgracia inesperada de forma excepcional. Contratamos un seguro para nuestro hogar, por si acaso la casa se incendia. Para la mayoría de nosotros, nuestra casa jamás se incendiaria. Nunca cobraremos ese seguro. La prima es el coste a fondo perdido que pagamos cada año, porque nos da tranquilidad.
El problema con este planteamiento y con la espiritualidad es que la muerte no es un evento desafortunado poco probable. Está 100 % garantizado que ocurrirá. Todos moriremos en algún momento. No sabemos cuándo ni cómo, pero sabemos con certeza que ocurrirá. No hay un por si acaso.
Seneca, el célebre filósofo estoico griego, dijo:
Morimos cada día4.
¿Y acaso no es verdad? En cuanto llegamos a la madurez, nuestro cuerpo comienza a descomponerse lentamente. Cada día morimos un poco más, hasta que un día, el proceso se completa y nuestra alma no tiene más opción que abandonar el cuerpo.
Los místicos nos dicen que, dado que morimos un poco cada día, deberíamos practicar morir cada día. Nos enseñan que la espiritualidad no es una póliza de seguro, sino un modo de vida.
Nos dicen que la espiritualidad no debería ser algo en lo que nos centramos solo una vez al año, durante unas semanas, cuando visitamos Dera; ni algo en lo que pensamos únicamente una o dos veces a la semana cuando acudimos al satsang; tampoco algo sobre lo que reflexionamos solamente una vez al día, cuando nos sentamos a meditar.
Los místicos nos dicen que si deseamos avanzar en este sendero, debemos hacer que la espiritualidad sea una parte integral de todos los aspectos de nuestra vida. Tenemos que ir con todo.
Baba Ji a menudo nos dice que si queremos llegar al Polo Norte, caminar hacia el norte durante dos o tres horas diarias no es suficiente. Si luego damos la vuelta y caminamos hacia el sur el resto del día, nunca llegaremos a nuestro destino. Nunca lograremos nuestro objetivo.
Maharaj Jagat Singh lo explicó de la siguiente manera:
Uno no se hace satsangui por el mero hecho de recibir la iniciación. Tiene que moldear su vida con arreglo a los principios del satsang. Todo pensamiento, palabra y obra debe conformarse a ellos. Las acciones hablan en voz más alta que las palabras. Y los pensamientos son aún más poderosos. La conducta diaria del satsangui debe llevar la nota de sobresaliente y ha de revelar que es seguidor de un maestro verdadero5.
¿Cómo podemos conseguir esto? Los místicos explican que solo podemos tomarnos algo en serio si realmente lo creemos.
Si miramos nuestra vida laboral, sabemos con certeza que si trabajamos durante 40 horas semanales, nos pagarán. Debido a esta certeza, esa fe, esa convicción, no perdemos ni una sola hora de trabajo. Incluso si estamos enfermos, cumplimos con nuestras horas.
¿Acaso tenemos la misma convicción sobre este sendero y nuestro maestro? Si realmente creyéramos a los místicos cuando hablan del valor infinito de la meditación, ¿no la practicaríamos con diligencia cada día, sin falta?
Si volvemos a la analogía del jugador, este lo apostaría todo, iría con todo, solo si estuviese convencido al 100 %.
Hazur Maharaj Ji explica este concepto de fe con una analogía sobre conducir (esto fue antes de Google Maps). Dice que cuando conducimos de Nueva York a Washington, si tenemos fe en las direcciones, vamos a la máxima velocidad permitida, tal vez incluso más rápido, sin ningún tipo de duda.
Si no estamos seguros de las direcciones y del camino, entonces bajamos la velocidad, o quizá ni siquiera nos planteamos emprender el viaje.
Hazur Maharaj Ji continúa con esa analogía con más detalle:
La fe no te lleva al destino. La práctica te llevará al destino, pero la fe te hace practicar. Sin fe, no puedes practicar. Sin fe no podrás conducir a toda velocidad. La velocidad máxima te llevará al destino, pero la fe te ayuda a conducir a toda velocidad. Similarmente, el amor y la devoción consisten en tener fe en el sendero y el maestro. Entonces [también] practicamos, y entonces obtenemos los resultados de esa práctica6.
¿Qué conduce a tener fe en este sendero espiritual?
En el ejemplo del coche, Hazur Maharaj Ji explica en otra ocasión que a medida que vamos viendo más señales de que estamos en el camino correcto, nuestra fe aumenta, y podemos conducir más rápido. Y estas señales pueden aparecer durante nuestra meditación, pero también en nuestra vida en general, a medida que nuestra meditación nos va convirtiendo lentamente en mejores seres humanos.
Más fe nos lleva a meditar más, y más meditación nos lleva a tener más fe. Se convierte en un círculo virtuoso que se autorrefuerza con el tiempo.
En otra parte, Hazur Maharaj Ji habla sobre este mismo círculo virtuoso, pero relacionado con nuestras ganas de meditar:
Las ganas aumentarán, llegarán a medida que dediquemos tiempo a meditar. ...y sin la meditación no sería posible intensificar esas ganas7.
Él y todos los místicos hablan de este círculo virtuoso entre la meditación y estos atributos positivos de la mente: amor, devoción, esfuerzo; todas estas cualidades necesarias para avanzar en este sendero. Podríamos sustituir cualquiera de estas cualidades en el círculo virtuoso con el mismo efecto. Más amor, más meditación; más meditación, más amor. A medida que cada una aumenta, nuestra meditación va siendo más sólida, más fácil y más placentera.
Los místicos nos dicen que, finalmente, este círculo se transforma en una espiral creciente que nos eleva, de regreso a nuestro hogar verdadero.
En resumen, los místicos nos dicen que, con el tiempo, tenemos que “ir con todo” si queremos alcanzar nuestro objetivo espiritual. Este sendero no es una póliza de seguro, ni algo que emprendemos por si acaso. Tiene que convertirse en un estilo de vida. La única manera en que realmente haremos algo bien es si lo creemos, si tenemos fe en ello. Y como siempre, la meditación es tanto lo que ayuda a construir esa fe como lo que más se beneficia de ella. Ese es el círculo virtuoso de la meditación.
Hazur Maharaj Ji resume la importancia de “ir con todo” mejor que nadie:
El maestro y el sendero deben permanecer siempre a la vista, y la meditación tiene que convertirse en nuestra principal preocupación en esta vida. Cada una de nuestras acciones debe reflejar las enseñanzas y construir esa atmósfera sagrada en la que atendemos la meditación, y nos volvemos receptivos a su bondad y su gracia. Para ello, debemos ajustar toda nuestra vida, pues el éxito requiere una transformación total del discípulo. Debemos mantener un equilibrio, y cumplir con nuestros deberes y responsabilidades mundanas, pero nuestro deber espiritual con el maestro es lo más importante. Aprendemos a vivir al margen de este mundo como espectadores, y no nos ahogamos en sus placeres sensuales. Aprendemos a estar en este mundo, pero sin ser de él, manteniendo constantemente nuestra atención dirigida hacía nuestra meta8.
- Jap Ji, p. 389, Adi Granth, p. 101.
- Marcos 12:30.
- Science of the Soul Magazine, febrero 1991.
- Seneca’s letter: “On the Shortness of Life" Latin: De Brevitate Vitae.
- La ciencia del alma, Ramillete espiritual, #1.
- Muere para vivir, p. 75-76, pregunta 28.
- Perspectivas espirituales Vol. II, p. 369, pregunta 473.
- Muere para vivir, Capítulo 2, Introducción, p. 65-66.