El barco de la fe - RSSB Satsangs & Composiciones

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El barco de la fe

“La fe es dar el primer paso incluso cuando no ves toda la escalera”.

Esta afirmación es especialmente cierta cuando embarcamos en una búsqueda de autorrealización. Las preguntas eternas como “¿Quién soy?”, “¿Qué ocurre después de la muerte?”, “¿Cuál es mi origen?”, etc., no pueden responderse desde donde estamos, pero es ahí donde el viaje tiene que empezar.

Aunque este viaje de autodescubrimiento es una aventura emocionante, es una gran incógnita para nosotros. Por lo tanto, no es de extrañar que haya recelos. Los místicos aconsejan que busquemos la compañía de un maestro que haya completado el viaje y esté también en condiciones de ayudarnos y guiarnos. Así pues, el primer paso es tener una fe esencial en el propósito y también en el maestro. Esto lo practicamos en todas las etapas de la vida. Cuando queremos estudiar una asignatura como química o matemáticas, nos matriculamos en una clase confiando en que el profesor tiene experiencia en la materia. Confiamos plenamente en el piloto cuando viajamos o en el cirujano cuando estamos en la mesa de operaciones. Nos conviene aplicar el mismo principio en cuestiones espirituales.

Hazrat Sultán Bahu, un místico del siglo XVII, insiste en la importancia del camino espiritual si el objetivo es fundirnos en la fuente. Enseña a sus discípulos no solo a practicar la palabra, sino también a abstenerse de cualquier cosa que pueda suponer un impedimento en el camino de la realización espiritual. Comienza con el primer paso:

Construye la nave de la fe y navega con valentía.
Que no te importe el dolor cuyo resultado es la felicidad.
Ten fe en el Señor, como los pájaros
&emap; que vuelan por el aire sin llevar su comida.
Cuando tienen hambre vuelan en busca de alimento; no almacenan provisiones.
El Señor proporciona comida hasta al insecto que vive en la roca.
Sultán Bahu, p. 266 and p. 302

Los místicos a menudo comparan esta creación y el ciclo de nacimientos y muertes con un “océano” de existencia. La inmensidad del océano, los elementos ocultos bajo la superficie, su naturaleza cambiante afectada por tormentas, por la calma y el oleaje, lo convierten en una excelente comparación con la vida. Quizás la similitud principal sea la casi imposibilidad de cruzarlo sin ayuda. Por eso, Sultán Bahu primero nos sugiere construir un barco sólido de fe. Una embarcación pequeña o bote no serán suficientes. Una investigación o hacer un esfuerzo a medias o tratar la espiritualidad como un seguro adicional, resultará ser un autoengaño. Una firme determinación también es esencial. Esta tampoco es una tarea para débiles. La valentía y el coraje son las características distintivas de un verdadero aprendiz. El coraje es gracia bajo presión. Se desperdicia mucha energía preocupándose por lo que sucedió en el pasado o por lo que podría suceder en el futuro. Sultán Bahu trata de enseñarnos una o dos lecciones de las aves, que no tienen cuentas bancarias ni plan de pensiones. Hay una inteligencia que trabaja en esta creación que lo gobierna todo, y estar en armonía con ella nos acerca a esa inteligencia. Los santos la llaman Nam, Shabad, Tao, Palabra y muchos otros nombres. O simplemente amor. Este es el poder que gobierna y deroga todas las leyes. Los santos y los místicos señalan que este poder es nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero ser. Todo el proceso de búsqueda espiritual culmina en esa realización.

Sé valiente y nada a través del océano del amor,
sumergiéndote en sus violentas olas, en sus mortales remolinos.
Que no te asuste la visión del denso bosque
o del amenazante yermo interior
en tu camino hacia el país del amor.
Solo cuando sacrifiques tu vida por amor a Dios
  merecerás el nombre “faquir”, oh Bahu.
Sultán Bahu, p. 330

Quiere que nos centremos en lo positivo, con la mirada puesta en el objetivo. Habrá altibajos. Nadie ha dicho nunca que el camino del amor esté cubierto de rosas y rubíes. Requiere un esfuerzo incansable y perseverancia. El verdadero amante soporta con valentía las dificultades que se encuentra en el camino. Sacrificar la vida no significa sacrificar la vida física o abandonar las comodidades de nuestro hogar, eludir las responsabilidades y convertirnos en reclusos. Significa desmontar las ilusiones que hemos creado a nuestro alrededor y en las que ahora nos sentimos demasiado cómodos viviendo. Si no tomamos la iniciativa ahora, algún día nuestras ilusiones serán desmanteladas de todos modos. Es la renuncia a la limitación de lo físico que uno se convierte verdaderamente en un ‘faquir’.

Los santos no aconsejan huir del mundo, ni es tampoco algo posible. Hazur Maharaji siempre indicó que, sin importar dónde se vaya, nuestras necesidades básicas nos perseguirán. Al vivir en el mundo, aprendemos a elevarnos por encima de él, como un loto, que está arraigado en agua cenagosa, pero sobre y al margen de ella, en toda su pureza y belleza.

La gente llora y se lamenta ante la más mínima de las molestias,
  mientras los amantes aceptan, alegremente, millones de tormentos.
¿Quién arriesgaría su vida subiendo a bordo de un barco,
  si las olas lo golpearan con fuerza y se hundiera en la orilla?
Los amantes suben alegremente al barco del amor de Dios;
  aunque sus almas sean arrojadas contra la vorágine de la vida.
¡Insuperable es la alegría de los amantes en la corte del Señor,
  donde se pesa el amor con la más pequeña de las medidas, oh Bahu!
Sultán Bahu, p. 386

Este mundo de expectativas, recompensas y resultados condiciona nuestra mente hasta tal punto que no queremos hacer nada sin antes calcular qué vamos a obtener a cambio. A nivel práctico, cada acción es el resultado de un deseo. Por lo tanto, el deseo de autorrealización es algo natural. Sin embargo, una cualidad del amor es el sacrificio. Al igual que una madre está felizmente dispuesta a pasar por numerosas incomodidades por el bien de su hijo, un amante “abraza con alegría” las dificultades para tener un vislumbre de su amado. El amor no conduce a ninguna recompensa. Es su propia recompensa.

Lo digo abiertamente y me alegra decirlo;
Soy esclavo del amor y libre de ambos mundos.
Hafiz (p. 523, Misticismo, el camino espiritual)

Cuando a Huzur Maharaji se le preguntaba sobre el amor, solía decir que el amor es perder tu propia identidad y convertirte en otro ser. Ya no existes, solo existe el amado. La semilla ha de destruir su propia existencia si quiere transformarse en árbol. Una gota debe estar dispuesta a desprenderse de su identidad para unirse con el océano y convertirse en él. Esta es la máxima expresión de la rendición.

Pero, naturalmente, surge la pregunta: ¿cómo alcanzar ese estado sublime? Los santos nos dan una solución muy práctica. Este cuerpo humano es el lugar donde empieza el experimento de rendición. Nos explican la naturaleza de la mente, las cualidades del alma y la relación entre ambas. Nos enseñan la técnica mediante la cual las corrientes de la mente y el alma se retiran de todo el cuerpo y se concentran en el interior en un punto llamado tercer ojo o tisra til. Esa es la puerta hacia la liberación. Los santos llaman a este proceso meditativo “morir en vida”. Sultán Bahu dice:

Si quieres conocer el arte de morir en vida, mantén la compañía de los místicos.
Sultán Bahu, p. 280

Una vez que la mente, cuya tendencia es hacia afuera y hacia abajo, alcanza el tercer ojo, encuentra un placer mayor en forma de melodía divina y luz celestial. Solo entonces está dispuesta a apartarse de los placeres efímeros del cuerpo. Gurú Amar Das dice:

Dentro de tu cuerpo está el verdadero amritsar.
Y mediante el amor y la devoción,
la mente bebe de él.
Gurú Amar Das AG p. 1046; Misticismo, el camino espiritual p. 214

Hasta que la mente alcance esa etapa, Sultán Bahu anima al practicante a mantener la mente bajo control y permanecer alerta, para que no caiga en viejos hábitos y tendencias.

Unos están despiertos, algunos no saben como despertar,
  otros solo están despiertos en sueños.
A unos pocos, en su aparente desvelo, les roban, mientras otros,
  durmiendo para el mundo, se funden en Dios.
Como lechuzas que ululan con el aliento, también algunas personas
  repiten con la respiración el Nombre de Dios.
Están ciegos a la realidad como las lechuzas a la luz del día.
Me sacrifico ante todo aquel, oh Bahu, que trabaje duro para realizar el amor de Dios.
Sultán Bahu, p. 382

Consideramos este mundo transitorio, sus objetos y rostros, como la única realidad, y permanecemos conscientes de ellos mientras permanecemos inconscientes a la auténtica realidad que señalan los santos. En el proceso, nos roban nuestros bienes más preciados: el tiempo y la atención. Sultán Bahu nos anima a permanecer alerta para que esos recursos tan valiosos se aprovechen al máximo, dedicándonos a la devoción al Señor impidiendo que los apegos mundanos nos consuman día tras día. Benditos y afortunados son aquellos, dice Bahu, que comprenden el propósito de la vida humana y trabajan para despertar a la realidad interior.

En la espiritualidad, lo esencial es la práctica, no la teoría. El verdadero significado de las enseñanzas de Sant Mat se halla en su práctica. La tarea no termina solo con leer y debatir sobre lo que los santos han escrito o dicho. De hecho, es ahí donde realmente empieza. Pensar o debatir en sí mismo es solo un lujo intelectual. Pasar de la teoría a la práctica es un paso indispensable que un estudiante sincero debe dar en la espiritualidad. Una vez que aprendemos la técnica de un maestro para concentrarnos en el centro del ojo y cómo retirar y enfocar la atención en ese centro, la responsabilidad de dedicarle tiempo, recae sobre nosotros y con una fe y devoción total, dedicarnos a ello sinceramente. Es nuestro esfuerzo lo que invoca la gracia del Señor. Hazur nos anima diciendo:

Debe solucionarlo por sí mismo. Se nos ha dado una técnica de meditación. Debemos tener fuerza de voluntad para pasar por todo nuestro karma de destino. El maestro nos ayuda también en cierta medida, pero tenemos que ayudarnos principalmente a nosotros mismos con la meditación. A veces cuando alguien es débil, puede apoyarse en otro, pero en última instancia debe caminar con sus propias piernas. No puede caminar con las piernas de otro, en los zapatos de otro, debe usar su propio cal¬zado. La meditación nos ayuda a limpiar todos esos karmas. La meditación nos da fortaleza y fuerza de voluntad para atravesar nuestro karma actual, el karma del destino, y no caer en la ten¬tación de sembrar nuevas semillas. Así que la meditación nos ayuda en todos los sentidos. Tenemos que cumplir con nuestro deber. Eso es lo principal.
Perspectivas espirituales,, Vol. II, p. 358

En esta búsqueda espiritual, la gracia y la misericordia de Dios se consideran la base de la realización espiritual. Sin duda, es esencial que el devoto sea constante en sus esfuerzos, pero al mismo tiempo debe tener plena fe en la gracia de Dios. Es normal que pidamos una recompensa justa por nuestros esfuerzos, pero un devoto no busca de Dios justicia, sino misericordia. El camino de la devoción es un camino de amor. Un amante solo actúa por amor y no exige ninguna recompensa, ya que la naturaleza del amor no es regatear. Ni siquiera pide llegar a las cimas más altas de la espiritualidad. La práctica del Verbo es solo un medio para unirse con el amado. Por eso la recompensa de su amor la deja a la gracia del Señor, Bahu solo suplica al Señor por su gracia y misericordia. A sus ojos, pedir cualquier otra cosa es pedir el mundo.

Elimina de tu corazón el amor por todo lo demás, reza solo para que su gracia te llame de vuelta, oh Bahu.
Sultán Bahu, p. 217

Del mismo modo, otros santos consideran la gracia y la misericordia de Dios como su ancla:

Ilimitado es el océano de su compasión.
La lengua no puede estar lo suficientemente agradecida,
y el corazón está confundido.
A pesar de que mis pecados son graves, su compasión es mayor.
De hecho, nadamos en el océano de los pecados.
Sarmad (Sultán Bahu p. 217)
No eres consciente de la compasión de Dios.
A cada momento te está mirando como un amante.
Bu Ali Shah Qalandar (Sultán Bahu p. 218)

Aunque comenzamos mencionando el viaje hacia el autodescubrimiento, Sultán Bahu revela ahora un secreto impresionante. No hay viaje, porque no hay destino. Ni siquiera hay separación. Solo realización.

Cuando el único Señor se me reveló, en él me perdí.
Ahora, ya no hay unión ni cercanía.
Ya no hay viaje que emprender,
ni destino que alcanzar.
Amor, apego, alma y cuerpo,
  los límites mismos del espacio y tiempo,
  todos se han desvanecido de mi conciencia.
Mi ser separado se ha fundido en el Todo:
  ¡En eso, oh Bahu, está el secreto de la unidad que es Dios!
Sultán Bahu p. 236