Da un paso hacia mí
Hay un nuevo libro de RSSB sobre un santo y maestro sufí llamado Khawaja Moinuddin Chishti. Este satsang se basa en uno de los poemas de Moinuddin Chishti, titulado “Da un paso hacia mí”1.
¿Quién es ese ‘mí’ en el poema? El autor escribe el poema con la voz del maestro interior, la forma Shabad del maestro, ese poder que está dentro de cada uno de nosotros. Escribe como si fuera el maestro interior quien se dirige a cada uno de nosotros, los discípulos.
Él comienza:
Da un paso hacia mí, soy tu fiel amigo.
Trae todo lo que posees; yo soy el comprador de todo.
Así que aquí el maestro interior nos invita a cada uno de nosotros: dirige tu atención en esta dirección, hacia el centro del ojo interior. Dice: simplemente da un paso hacia este lugar donde te estoy esperando.
‘Dar un paso’ significa, sí, actuar. Hacer algo. Significa que hay algo que podemos hacer para acercarnos a donde está él. Es un ‘paso’ que podemos dar en cualquier momento, siempre accesible.
Cada vez que iniciamos una ronda de simran, eso es dar un paso hacia él.
Cada vez que, entre el ajetreo de la mente, nos detenemos y lo recordamos, estamos dando un paso hacia él.
Todos los días, cuando nos sentamos a meditar tengamos ganas o no, estamos dando un paso hacia él.
¿Por qué dice simplemente da un paso? Quizá sabe que un paso es lo que podemos dar. Si nos hubiera dicho que fuéramos a nuestro interior, que fuéramos a Trikuti y que allí nos encontraríamos, ¿qué haríamos? Así que nos da el paso que podemos dar: repetir el simran y dedicar tiempo cada día a escuchar en nuestro interior.
Como dice Hazur Maharaj Ji en Perspectivas Espirituales:
Estamos tan aferrados a los apegos de esta creación que se nos hace difícil dar un solo paso. Estamos tan absortos en esta creación, tan apegados a ella. Nuestras raíces se han adentrado tanto en esta creación que no es tan fácil arrancarlas. Entonces, incluso si damos un paso, este se convierte en un gran paso… Así que, un paso nuestro es suficiente para que él tire de nosotros.
“Así que, un paso nuestro es suficiente para que él tire de nosotros”. Piénsalo por un momento. Si estás buscando un milagro, intenta asimilar eso.
En la primera línea del poema, Chishti dice: “Da un paso hacia mí. Soy tu fiel amigo”. Un amigo fiel es aquel que nunca te da la espalda. Eso es bastante infrecuente en esta vida. Un amigo fiel siempre tiene en mente lo mejor para ti; todo lo que dice, hace o desea, siempre proviene de su buena voluntad hacia ti.
Si tan solo pudiéramos aprender a confiar en el cuidado de ese amigo fiel, el maestro interior, el Shabad, significaría que, ocurra lo que ocurra en nuestras vidas, cada pequeño bache en el camino de la vida, lo aceptaríamos como lo mejor, lo correcto. ¡Imagínate! ¡Qué relajados y felices estaríamos! Pero este nivel de confianza es difícil de alcanzar.
Así que Chishti nos pide que tengamos suficiente confianza en el maestro interior como para dar un paso hacia él, y luego añade: “Trae todo lo que posees”. Trae todo tu ser a la meditación. Intenta recoger todos los hilos dispersos de tu atención y ponlos todos en el simran. Y aunque seas muy consciente de tus peores defectos, puedes confiar en ese amigo fiel.
Así que dice: “Trae todo lo que posees. Yo soy el comprador de todo”.
¿Qué significa que él sea el comprador de todo? Como lo solía explicar Hazur Maharaji, quienquiera que el Señor haya asignado a su cuidado, cada uno de nosotros, ya seamos buenos o malos, él ha asumido nuestra responsabilidad. No importa cuán indignos podamos ser, él no puede perder a ninguno de nosotros.
Hay una anécdota relacionada con Rumi.
Una vez, alguien criticó a los discípulos de Rumi, diciendo que Rumi era un gran maestro espiritual, pero que sus discípulos no eran muy buenos, ni muy espirituales. Naturalmente, los discípulos se entristecieron por ello. Rumi respondió:
No estoy ciego, pero poseo la piedra filosofal. Por eso compro estas monedas falsas2.
La idea de la mítica ‘piedra filosofal’ es que puede transformar incluso el trozo de metal más malo, impuro y feo en oro puro. Por supuesto, esto es solo una metáfora del Shabad.
Sin importar quiénes seamos, qué seamos, llenos de defectos y totalmente indignos, lo único que se necesita es que entremos en contacto con el Shabad, el poder interior, y seremos transformados en verdaderos discípulos.
Algunos de nosotros podemos mirarnos a nosotros mismos y saber con certeza que somos como monedas falsas que él compró cuando nos inició. Pero no pasa nada, porque el Shabad puede transformarnos. Solo tenemos que seguir dando un paso hacia el Shabad, hacia el centro del ojo, hacia el maestro interior.
En el próximo verso, Chishti dice:
Si has puesto tu corazón en ver mis maravillas,
ven hacia mí.
Estoy en el mercado abierto – presente en todas partes.
Aquí está su invitación nuevamente: ven hacia mí. Nuevamente nos invita: ven hacia el centro del ojo. Si quieres ver mis maravillas, dice, lleva tu atención hacia el lugar donde estoy, el centro del ojo.
La verdad es que no sabemos qué es el maestro. El maestro es un misterio que realmente no podemos comprender. Pero, dice, si quieres conocer al maestro, hay solo una manera de hacerlo: lleva tu atención hacia el centro del ojo.
Entonces Chishti dice en esta estrofa: Estoy en el mercado abierto – presente en todas partes. Él dice: este misterio que buscas conocer está justo aquí, aquí y ahora, disponible en el mercado abierto. Solo tienes que despertar, tener esa conciencia, conocer y sentir la presencia divina en todas partes, en todo momento.
¿Pero cómo podemos despertar a esa maravilla?
Todo lo que podemos hacer es seguir sus instrucciones, sentarnos todos los días y dar lo mejor de nosotros en la práctica de la meditación, y seguir intentando llevar nuestra atención hacia él en el centro del ojo. No hay otro camino.
En el siguiente verso, Moinuddin Chishti dice:
Si el peso de los pecados te ha hecho sentir desalentado,
ven a mí – soy el médico de los corazones afligidos.
El peso de los karmas a veces nos desalienta... y simplemente nos sentimos apagados, distraídos, con la mente en total rebelión.
Incluso podemos caer en la autocompasión, que Baba Ji llama la peor de las indulgencias, que no nos podemos permitir. Entonces, ¿cuál es la solución en momentos como este?
Chishti dice: “Ven a mí – soy el médico de los corazones afligidos”.
El único deseo de un médico es curar. No está aquí para juzgar o condenar a ninguno de nosotros, solo para ayudarnos a conectarnos con esa ‘piedra filosofal’ – el Shabad.
En el verso siguiente, Chishti dice:
No permanezco recluido como los devotos.
Soy el Saqi de la taberna, soy el cantante,
y soy el éxtasis de la canción.
Él dice, no estoy recluido; no estoy escondido; estoy justo aquí, ahora, contigo, en ti, a tu alrededor. Habla de una ‘taberna’ donde el Saqi, el copero, sirve copa tras copa de felicidad.
¿Dónde está esa taberna donde nos embriagaremos con el vino del Shabad? Está dentro de nosotros. Allí, dice, él es quien sostiene la copa para nosotros, derramando la dicha del Shabad para que la bebamos.
Y dice que también es el cantante, cantando esa melodiosa sinfonía del Shabad.
Y si tenemos la suerte de experimentar dicha al escuchar ese Sonido, dice que también es el éxtasis que sentimos al oír la canción del Señor.
En nuestra práctica de bhajan, podemos estar sentados en la oscuridad, escuchando incluso el más leve eco de ese Sonido divino. ¿Podemos simplemente disfrutarlo, sea lo que sea que escuchemos, aun si es silencio? ¿Podemos simplemente disfrutar de la escucha en sí misma? Como ha dicho Baba Ji, cuanto más lo disfrutemos, más profundamente nos sumergiremos en ello.
Y Moinuddin Chishti nos recuerda aquí que, independientemente de lo que escuchemos, ¿tenemos al menos una pequeña sensación de paz? ¿De contento? ¿De felicidad?
Debemos saber que esa sensación es el propio maestro. Como dice Chishti: “Yo soy el éxtasis de la canción”. Vale la pena recordar que incluso esa pequeña sensación de paz en la meditación es una verdadera experiencia espiritual.
En el siguiente verso, Chishti dice:
Me buscas en la mezquita.
Emerge ahora de estos velos –
Yo estoy presente en todas partes.
Moinuddin Chishti era un sufí, un musulmán, y sus discípulos eran musulmanes, así que dice: Me buscas en la mezquita.
También podría haber dicho, me buscas en la iglesia, en el templo, en el gurdwara, en la sinagoga, o incluso en la sala de satsang. Nos pide que “emerjamos de estos velos” que ocultan la realidad.
Como Baba Ji ha señalado a menudo, lo maravilloso de todos estos lugares de devoción es que creamos una asociación con el recuerdo de lo divino allí, y debido a esa asociación, tan pronto como entramos en el lugar de devoción, podemos rememorar ese recuerdo, esa presencia. La asociación es una herramienta poderosa para trabajar con la mente.
Sin embargo, como dice Chishti aquí: “Emerge de estos velos ahora – estoy presente en todas partes”. Esa presencia divina que buscamos no está limitada a ningún lugar, a ningún edificio, a ninguna ubicación geográfica.
Aunque es maravilloso estar en Dera siempre que tenemos la oportunidad, no podemos evitar recordar cuántas veces Baba Ji ha dicho que alguien sentado a miles de kilómetros de distancia, al otro lado del mundo, podría estar experimentando el darshan verdadero, mientras que alguien sentado en la primera fila de la sala de satsang podría no estarlo.
Chishti nos dice que ‘emerjamos de estos velos’.
Pero ¿qué velos bloquean nuestra visión de la realidad?
¿Qué nos impide experimentar y saber que el amado al que buscamos está presente aquí, ahora, con nosotros, en todas partes?
En ocasiones, el velo obstructor puede ser solo nuestras propias ideas preconcebidas.
El problema es que hemos leído muchos libros y escuchado tantos satsangs, que tenemos ideas preconcebidas sobre cómo debe ser una experiencia espiritual. De ahí que podamos perdernos la propia experiencia que estamos viviendo.
En el siguiente verso, Moinuddin Chishti continúa:
Olvida tu desesperación – no llores por tu pobreza, oh, mi amante.
Por ti, estoy presente en todas partes como tu amado...
Él dice: olvida tu desesperación; no llores por tu pobreza. Sí, es cierto que, hablando espiritualmente, podemos ser indigentes, los más pobres entre los pobres.
Pero él confía en nosotros; si nos inició, significa que podemos hacerlo. Como Baba Ji ha dicho muchas veces: el maestro no nos habría iniciado si no supiera que lo podemos hacer.
Pero, ¿qué es “eso” que podemos hacer?
Podemos hacer lo que él nos ha pedido que hagamos. Es decir, podemos seguir sus instrucciones, actuar y hacer las cosas que nos pide. No significa que podamos lograr resultados. Nadie ha dicho nunca que podamos obtener resultados. Los resultados son suyos para dar cuando y como él desee.
Sin embargo, lo que está en nuestras manos –lo que podemos hacer– es sentarnos a meditar, todos los días, y dar lo mejor de nosotros. Como lo expresó Chishti, podemos dar un paso hacia él. Podemos seguir dando ese paso hacia él. En cada momento, un paso más.
En el verso siguiente, dice:
Nunca confíes los secretos de tu corazón a nadie más.
En la reclusión de tu alma,
yo soy el confidente fiel de tus secretos.
En esta vida, todos llevamos máscaras; todos interpretamos roles. ¿Quién es el ser detrás de todas esas máscaras y todos esos roles? Como ha dicho Baba Ji muchas veces, tenemos que aceptar quiénes somos.
Chishti dice aquí que el maestro es el confidente fiel, el amigo de confianza, que se sienta en el mismo centro de nuestro ser. Puede que aún no podamos ver quiénes somos realmente, detrás de todas las máscaras que llevamos y todos los roles que interpretamos. Pero el que está dentro nuestra nos ve, nos conoce y nos ama en lo más profundo de nuestro ser.
Así que ahora, Moinuddin Chishti nos hace una pregunta incisiva. Él pregunta:
¿Cuánto tiempo darás vueltas
como un punto rodeando la circunferencia?
Siéntate en el centro y comprende
que yo soy el compás que te rodea.
Así que la imagen aquí es de un gran círculo donde damos vueltas y vueltas alrededor del exterior del círculo. ¿Cuánto tiempo, pregunta, vamos a seguir dando vueltas y vueltas, rodeando los bordes externos del sendero espiritual? ¿Cuándo dejaremos de correr y llegaremos al centro?
¿Cuándo nos centraremos? ¿Cuándo nos perderemos en esa quietud en el centro?
Él dice: “Siéntate en el centro y comprende que yo soy el compás que te rodea”. Nos da una imagen intrigante aquí. Un compás es lo que usas para dibujar un círculo. Probablemente todos aprendimos a usar un compás en primaria. Solo funciona si clavas un extremo del compás firmemente, profundamente, inquebrantablemente en el centro, y luego el otro extremo puede trazar el círculo.
Entonces, ¿qué nos está diciendo Chishti con esta imagen del compás?
Siéntate con tu atención fijada en el centro del ojo, tan firme, profunda e inquebrantablemente como ese punto del compás. ¿Y qué sucederá? Sabrás y sentirás y experimentarás que estás rodeado y envuelto por el maestro interior.
Esta metáfora del compás es poderosa, porque implica que el maestro y el discípulo no solo están conectados; sino que son dos facetas de la misma cosa.
Chishti sugiere que si podemos simplemente llevar nuestra atención a esa quietud absoluta, completamente fija en el centro del ojo, comenzaremos a sentir la forma Shabad del maestro a nuestro alrededor, rodeándonos y envolviéndonos. Y quizá surja en nosotros un minúsculo atisbo de que el maestro y el discípulo no son dos, sino uno.
- Shangari, Khawaja Moinuddin Chishti: Ajmer’s Benefactor of the Poor. p. 192.
- Spiritual Guide, volume II, p. 241.