La sabiduría de la Cábala - RSSB Satsangs & Composiciones

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La sabiduría de la Cábala

Este ensayo es, en realidad, la transcripción de un video en inglés en internet titulado Wisdom of Kabbalah ("La Sabiduría de la Cábala"). (La URL se encuentra al final del ensayo). Se consideró que esta presentación ofrecía una explicación clara y sencilla sobre Dios y la creación según la Cábala. Para quién no esté familiarizado con la Cábala judía, se trata de un conjunto de enseñanzas esotéricas destinadas a explicar la relación entre el Dios inmutable y eterno y el universo mortal y finito (la creación de Dios). Constituyen la base de las interpretaciones religiosas místicas dentro del judaísmo.

Introducción
¿Alguna vez te has encontrado mirando las estrellas preguntándote si hay algo más? ¿O has sentido una sensación de vacío incluso estando rodeado de todo lo que dice la sociedad que debería hacerte feliz? Ese deseo de encontrar el propósito, ese anhelo por comprender el significado de nuestras vidas, es una de las experiencias humanas más profundas y es lo que ha impulsado a la humanidad durante miles de años a buscar respuestas.

Lo que descubrirás aquí es más que una simple perspectiva; es un viaje que promete la verdad que tu alma ha estado anhelado. Al final de este vídeo, verás la vida de una forma como nunca antes la habías visto. Así que, si estás preparado para desvelar las respuestas y comprender finalmente lo que te está llamando, entonces quédate con nosotros; este podría ser el descubrimiento más significativo de tu vida.

La sabiduría de la Cábala
A lo largo de siglos y civilizaciones, filósofos, científicos y sabios han propuesto innumerables teorías para explicar quiénes somos, por qué estamos aquí y cuál es el propósito, si es que hay alguno, que dirige nuestra existencia. Pero a pesar de los avances científicos y tecnológicos, estas preguntas fundamentales siguen sin respuesta. Para la mayoría de nosotros perduran como un picor insoportable que no se puede rascar, un anhelo que no se puede satisfacer del todo, y sin embargo, oculto en los textos antiguos hay un sendero, un marco, una obra de sabiduría que afirma tener las respuestas a estas preguntas. Un enfoque profundamente místico, pero a la vez, profundamente práctico para comprender el significado de la vida y el lugar que ocupamos en ella.

La historia del Creador
En el lenguaje de la Cábala, nuestra realidad no es una casualidad, ni un golpe de suerte al azar, sino el resultado de un proceso dirigido deliberadamente al que los cabalistas llaman el Creador. Imagina un tiempo anterior al tiempo, una historia del Creador anterior a la existencia tal y como la conocemos. No existía materia, ni espacio, ni principio ni fin, solo una única fuerza infinita, un origen.

Más allá de la comprensión humana, los cabalistas llaman a esto el Creador, o el infinito, y enseñan que todo lo que vemos y experimentamos en la vida surge de esta fuente ilimitada. Pero, ¿qué es este Creador?

Según la Cábala, el Creador no es una figura antropomórfica sentada en un trono. No es un ser tal y como lo entendemos; más bien, el Creador es una fuerza, una fuerza pura e ilimitada que da, otorga y comparte; a esta fuerza a menudo se le llama la voluntad de otorgar porque su único propósito y esencia es dar. No está limitada por el tiempo ni el espacio, ni posee forma alguna.

El único deseo del Creador es compartir su bondad, derramar abundancia infinita. Pero si este Creador es una fuerza que da, surge una pregunta: ¿qué o quién se beneficia de esta bondad?

En las enseñanzas cabalísticas, hay una explicación profunda: el Creador quiso darse tan plena y completamente, que creó un homólogo, un recipiente, algo que podría recibir esa bondad infinita.

La voluntad de recibir
Aquí es dónde empieza la historia de la creación, y no es una historia de estrellas, planetas o átomos, sino la historia de un único acto, una única creación que nació directamente del deseo del Creador al dar su primera "Voluntad de Recibir". Este recipiente es lo que los cabalistas llaman la "Voluntad de Recibir". La voluntad de recibir puede parecer abstracta, pero en realidad es el núcleo de todo lo que experimentamos, de todo lo que somos. Esta voluntad de recibir no solo fue creada para recibir la abundancia ilimitada del Creador, sino que también fue dotada del deseo de hacerlo. Fue diseñada como un recipiente, un recipiente capaz de contener toda la bondad que el Creador desea otorgar.

Ahora, imagina ese recipiente, esa creación, existiendo en un estado perfecto. Está completamente llena de la luz del Creador, disfrutando de la forma más pura de placer, felicidad y armonía. No hay carencia, ni vacío, ni separación; solo una perfecta unión con el Creador en ese estado. El recipiente solo conocía la plenitud; estaba completo, pero era pasivo, casi como un niño en brazos de sus padres. Lo recibía todo sin cuestionar, sin esfuerzo, sin conciencia de nada fuera de esa unidad perfecta, pero es aquí donde se produce un giro interesante.

La ruptura del recipiente
Para los cabalistas, la ruptura del recipiente significa que dentro de esa voluntad de recibir, algo único comenzó a despertar; el recipiente se dio cuenta no solo del placer que recibía, sino de la naturaleza del Dador, el Creador.

Esta conciencia suscitó una pregunta profunda, una pregunta que finalmente daría lugar a toda la existencia tal y como la conocemos.

  • ¿Cuál es el propósito de mi existencia?
  • ¿Por qué recibo tanta abundancia sin ningún esfuerzo?
  • ¿Podría llegar a ser como el Creador, que da en lugar de limitarme a recibir?

Y así nació el anhelo. El recipiente deseaba ser algo más que un simple receptor pasivo; quería alcanzar una especie de igualdad con el Creador, participar en el acto de dar en lugar de permanecer como un simple receptor.

Ese anhelo de ser como el Creador, ese deseo de independencia, de tener un propósito, más allá de simplemente ser llenado, se convirtió en la base de todo lo que sucedió en respuesta a ese anhelo.

El viaje comienza
El Creador, en su infinita sabiduría, consideró que para que el recipiente experimentase la plenitud verdadera, necesitaba emprender un viaje: un viaje en el que se transformaría de un simple receptor a algo mucho más profundo.

Y así fue como el recipiente se rompió, dividiéndose en innumerables fragmentos. Cada fragmento conservaba ese deseo original de recibir, pero ahora cada pieza emprendería su propio y particular viaje, impulsado por un deseo oculto de reencontrarse con el Creador, de recuperar esa unidad perfecta de la que provenía.

Esa división, esa ruptura, es lo que los cabalistas describen como la raíz de toda la creación, el comienzo de toda la vida.

La conciencia y el deseo eran una fragmentación intencionada diseñada para que cada pieza individual del recipiente, las almas de los seres humanos, pudieran a través de su propio viaje, llegar gradualmente a comprender la naturaleza del Creador y lograr las mismas cualidades de dar y otorgar.

Por tanto, en la Cábala, la creación no es simplemente un universo físico que surge de la nada; sino el desarrollo de un gran viaje espiritual. Es el descenso del recipiente original desde la unidad dentro del Creador hasta nuestro mundo de división, donde cada pieza, cada alma individual, se encuentra desconectada, luchando, anhelando y buscando significado en el mundo en que vivimos, con todos sus placeres y dolores, sus desafíos y misterios. Es un espacio construido cuidadosamente donde esas almas fragmentadas pueden aprender, paso a paso, a superar su deseo innato de recibir y desarrollar un nuevo deseo: la voluntad de conceder.

¿Por qué fue necesario romper el recipiente?
Porque únicamente atravesando este proceso, al esforzarse por elevarse por encima del deseo de recibir, cada alma puede comprender y apreciar realmente la naturaleza del Creador. A cada uno de nosotros se nos da un único sendero, un conjunto particular de deseos, desafíos y oportunidades, y al comprometernos con ellos y trabajar para transformar nuestro deseo de recibir en deseo de conceder, comenzamos a reencontrarnos con aquella unidad de origen, ese estado perfecto de unidad que todos anhelamos, aunque no seamos conscientes de ello.

Los cuatro niveles de existencia
Para entender nuestro viaje, necesitamos observar lo que los cabalistas llaman los cuatro niveles de existencia. Este concepto revela cómo se desarrolla la vida desde sus formas más básicas hasta el alma humana, mostrándonos cómo cada nivel contiene las semillas del siguiente, todas ellas llevándonos hacia un mismo objetivo: la conexión con el Creador.

Estos niveles de existencia, conocidos en los textos cabalísticos como Domim, Somic, Hayyim, y Medaba, forman una jerarquía que va desde lo inanimado a las plantas, pasando por los animales y finalmente llegando a los seres humanos.

(En la Cábala, los cuatro niveles de existencia son los cuatro mundos, comúnmente conocidos como Atziluth, Briah, Yetzirah y Assiyah: 

  • Atziluth: El mundo de la emanación o cercanía, asociado con la sabiduría divina.
  • Briah: El mundo de la creación, relacionado con el conocimiento divino.
  • Yetzirah: El mundo de la formación, vinculado con las emociones divinas.
  • Assiyah: El mundo de la acción, relacionado con la actividad divina.
Estos cuatro mundos se representan por los elementos fuego, aire, agua y tierra, que también definen los cuatro niveles existentes dentro de cada mundo. Por ejemplo, el fuego se relaciona con la conciencia, el aire con el espíritu, el agua con la psique y la tierra con la dimensión física. 
Los cuatro mundos se entrelazan para formar la Escalera de Jacob. La visión cabalística de la existencia se aplica tanto al macrocosmos de la existencia como al microcosmos del ser humano. Los seres humanos son únicos porque tienen acceso a los cuatro mundos, mientras que otras criaturas están limitadas a sus niveles particulares).

Cada nivel es una ampliación del anterior, que gana complejidad, individualidad y finalidad. Sin embargo, no se trata de niveles de formas físicas; sino que representan etapas de desarrollo espiritual y del despertar de los deseos.

El primer nivel
Comencemos con el nivel inanimado, la imagen de un desierto enorme, sin vida e inanimado, o una cordillera tranquila. Este nivel, Domim (Atziluth) incluye todo lo que no tiene movimiento, sin deseos individuales. Las piedras, minerales, planetas y estrellas existen en un estado de quietud, manteniendo su forma casi sin cambios. No hay impulso de crecimiento, ni necesidad de expandirse en la Cábala. Lo inanimado representa el deseo más básico, un simple deseo de existir, de mantenerse, de permanecer tal como es.

Lo inanimado tiene una conexión con la luz del Creador, pero esta conexión está casi oculta, es casi imperceptible. Lo inanimado es estable, inmutable, en paz, pero también está limitado en su expresión de vida.

El segundo nivel
A continuación, pasamos al segundo nivel, Somic (Briah), el vegetativo. Aquí se observa el inicio del crecimiento, el cambio y el desarrollo. Las plantas emergen de la tierra en busca de luz, extendiéndose hacia el sol, absorbiendo nutrientes. A diferencia de las piedras, las plantas tienen un impulso interior, el deseo de crecer y florecer. Son algo más que simple materia; tienen vida, movimiento y un propósito interno. Para expandirse en este nivel, el deseo va más allá de la mera existencia; hay una necesidad de absorber luz, de transformarse, de dar fruto. Pero este crecimiento aún se rige por las leyes de la naturaleza, es instintivo y automático; la planta no puede elegir cómo crecer; sigue un camino predeterminado. Sin embargo, en la Cábala, este nivel ya es un paso significativo hacia la manifestación de la luz del Creador.

El tercer nivel
Luego llegamos a Hayyim (Yetzirah), el nivel animal animado, donde se desarrolla un tipo de vida completamente nuevo; los animales se mueven libremente, cazan, protegen y crían a sus crías. En este nivel, existe la consciencia del placer y el dolor, del bienestar y el peligro.

Los animales no solo crecen; interactúan con su entorno, buscan satisfacer sus propias necesidades, experimentan emociones instintivas y toman decisiones basadas en la supervivencia. El deseo de recibir es mucho más fuerte aquí y está vinculado al sentido de autoconservación, un deseo no solo de sobrevivir, sino de vivir con conciencia.

A diferencia de las plantas, los animales poseen individualidad; tienen personalidades distintivas, comportamientos únicos y forman vínculos en la Cábala.

Este nivel representa el deseo superior de una conciencia que puede moverse, sentir y reaccionar, pero que se guía por el instinto más que por el pensamiento consciente o por un anhelo espiritual más profundo.

El cuarto nivel
Finalmente llegamos al nivel de Medaba (Assiyah), o el nivel del habla de los seres humanos. No se trata simplemente de otro paso en la evolución biológica; sino de una evolución en el tipo de deseo mismo.

Los humanos poseen todas las características de los niveles anteriores: la estabilidad de lo inanimado, el crecimiento de las plantas y el instinto animal. Pero además, poseen algo más: una conciencia de sí mismos, una búsqueda de significado, un deseo de comprender su lugar en la existencia.

Este es el nivel en el que surge la cuestión de la finalidad, a diferencia de los animales. Los seres humanos no nos conformamos solo con el instinto; buscamos respuestas, anhelamos crear, transformar, trascender en la sabiduría cabalística.

Este nivel humano es el más profundo porque la estructura piramidal la voluntad refleja el propio deseo del Creador de dotar al alma humana de la capacidad de cuestionar, aspirar, experimentar todo el espectro de la vida y trascenderla. Nuestra mente puede contemplar el infinito. Nuestro corazón puede sentir compasión por los demás y nuestro espíritu puede buscar conectarse con el Creador.

Este es el nivel donde la voluntad se vuelve más compleja, multifacética y, a veces, contradictoria.

Aquí, los seres humanos sentimos una mayor intensidad tanto de placer como de dolor, de alegría y de sufrimiento, porque somos conscientes de nuestra existencia de una manera que no sucede en otros niveles.

En este nivel es donde entra en juego el "libre albedrío". Podemos elegir cómo actuar, cómo responder y, en última instancia, cómo dar forma a nuestras vidas y a nuestros caminos espirituales.

¿Por qué son importantes los niveles jerárquicos?
Pero ¿por qué es importante esta jerarquía? Porque cada nivel de existencia, desde la piedra hasta la planta, pasando por el animal y el ser humano, representan etapas en la evolución de la voluntad; es a través de la expansión y el perfeccionamiento de nuestra voluntad como nos acercamos a la luz del Creador. El nivel inanimado se conforma con existir. La planta busca crecer; el animal busca movimiento, placer y seguridad.

Pero como seres humanos, buscamos algo más allá de nosotros mismos: nos hacemos preguntas; miramos las estrellas y nos preguntamos por qué estamos aquí. Nos impulsa la necesidad de trascender, de elevarnos por encima de nuestras necesidades materiales y conectarnos con algo más grande, y aquí es donde las enseñanzas cabalísticas introducen la idea de que el propósito final de la humanidad es reunirse con el Creador. Nuestro viaje a través de estos niveles de existencia no es aleatorio; es un camino puesto en marcha por el deseo del Creador de compartir con nosotros una dicha y un propósito ilimitados.

Cada nivel de existencia es como un peldaño en una escalera, que nos guía cada vez más arriba, adentrándonos cada vez más en el misterio de la vida, acercándonos a la fuente divina.

En el nivel de Medaba (Assiyah), el nivel del habla, tenemos la capacidad de convertirnos en cocreadores, al participar activamente en nuestro viaje espiritual, aprendiendo a equilibrar nuestra voluntad con el acto de dar; en este sentido, la existencia humana es una oportunidad preciosa.

No estamos aquí solo para sobrevivir o crecer, sino para transformarnos, para cultivar cualidades en nuestro interior que armonicen con la naturaleza generosa del Creador.

Al observar los cuatro niveles de existencia, comenzamos a ver la vida como un inmenso e intrincado proceso de evolución espiritual. La voluntad que da vida a una piedra, un árbol, un animal y un ser humano está conectada, fluye de la misma fuente, pero cada nivel es una expresión única de esa voluntad original de otorgar. Es como si el Creador hubiera depositado un destello de propósito divino en el interior de cada nivel, de cada forma de existencia que gradualmente cobra vida en nosotros, en la humanidad, donde puede alcanzar la plena consciencia en nuestro viaje hacia la comprensión de la vida a través de las enseñanzas de la Cábala. Con la reconexión y el trabajo espiritual, llegamos a uno de los aspectos más esenciales.

Reconexión y trabajo espiritual
La Cábala sugiere que cada alma, en su esencia, tiene un propósito único: reunirse con el Creador. No se trata de una reunificación común; sino de un viaje consciente e intencionado de vuelta a nuestra verdadera esencia, que se logra mediante el trabajo espiritual intenso y una transformación interior.

Pero, ¿cómo se aborda en la práctica esta reconexión?

¿Qué es exactamente el trabajo espiritual?

¿Y por qué es tan importante en nuestro camino hacia la realización?

En este apartado exploraremos tres puntos clave: el despertar del punto en el corazón, la transformación de los deseos y el papel de la colectividad en el trabajo espiritual. Comencemos con el primero.

El despertar del punto del corazón
En la sabiduría cabalística, el punto del corazón es un término que describe esa chispa inicial de deseo por algo superior, un anhelo que va más allá del mundo material.

Puede que lo sientas como una pregunta silenciosa y persistente que te susurra: ¿Hay en la vida algo más que esto?

Muchas personas lo experimentan inicialmente como una vaga sensación de insatisfacción, incluso cuando todo en su vida parece estar en orden. Pueden tener éxito material, relaciones, salud, pero aun así sienten que algo les falta.

Este punto del corazón es como un destello divino plantado en el interior de cada persona. Es un deseo de encontrar la verdadera finalidad del crecimiento espiritual, para volver a conectar con el Creador. Desde la perspectiva cabalística, todos tenemos ese destello, pero puede permanecer latente hasta determinada etapa de la vida, a menudo se desencadena por las experiencias que sacuden nuestra sensación de bienestar y seguridad.

El punto del corazón es el despertar de nuestra alma, un recordatorio de que hay una realidad mayor esperando ser explorada. Una vez que el punto en el corazón despierta, se convierte en la fuerza motriz que impulsa nuestro viaje espiritual.

Los cabalistas enseñan que ese destello interior es el que nos impulsa a realizar el trabajo espiritual, animándonos a cuestionar, a buscar y a elevarnos por encima de nuestros deseos cotidianos. Ese deseo se convierte en el comienzo de nuestro camino, motivándonos a aprender, a crecer y a buscar el conocimiento. El trabajo espiritual, entonces no consiste en abandonar el mundo, sino en ampliar nuestra perspectiva, de ver el mundo a través de una óptica superior y aprender a transformar nuestras experiencias cotidianas en pasos hacia la unidad con el Creador. La siguiente etapa del trabajo espiritual es más profunda y desafiante.

Transformando nuestros deseos
El proceso de transformar nuestros deseos es el núcleo de las enseñanzas cabalísticas. Es la fuerza que impulsa toda la existencia, desde lo inanimado hasta el nivel humano.

El deseo da forma a todo lo que hacemos y sentimos, pero en su forma más pura, el deseo humano se centra en el yo. Deseamos comodidad, placer, reconocimiento y seguridad: que son todas las necesidades humanas innatas.

Sin embargo, en el camino del crecimiento espiritual, la Cábala enseña que debemos perfeccionar y elevar estos deseos. El proceso de transformar los deseos implica pasar del deseo egocéntrico, conocido como el deseo de recibir solo para uno mismo, al deseo orientado en ofrecer un vínculo y una unión con los demás. Esto no es fácil. Nuestro ego nos empuja naturalmente a centrarnos en nosotros para buscar el beneficio y satisfacer nuestras necesidades, pero en la práctica cabalística aprendemos a reconocer estos deseos egocéntricos y a transformarlos gradualmente en actos de generosidad y compasión.

Los cabalistas suelen describir este trabajo como aprender a percibir el mundo desde la unidad. Imagina ver a los demás no como seres separados de ti, sino como extensiones de tu propia alma. Cuando ayudas a los demás, en esencia te ayudas a ti mismo. Cuando das alegría a los demás, tú también experimentas alegría a cambio. Este trabajo transformador requiere esfuerzo diario, una conciencia constante de nuestras motivaciones internas y el compromiso de actuar de manera que nos acerque a las cualidades de generosidad y amor del Creador. En esta transformación, comenzamos a experimentar el mundo de manera diferente; encontramos un significado más profundo en las relaciones; un propósito mayor en nuestras acciones y una sensación de plenitud que no depende de circunstancias externas.

Al transformar nuestros deseos, nos alineamos paso a paso con la naturaleza del Creador, reduciendo la distancia entre nuestro yo terrenal y el potencial espiritual superior. El tercer y último punto es el papel del trabajo espiritual colectivo.

El rol del trabajo espiritual colectivo
El aspecto más poderoso de la Cábala es el papel del "colectivo" en el trabajo espiritual, según las enseñanzas cabalísticas. El crecimiento espiritual no es un viaje solitario, sino colectivo. Todos formamos parte de un sistema único interconectado, como células individuales dentro de un cuerpo. Cada uno de nosotros contribuye al todo y cada uno de nosotros está influenciado por el todo. Esta interconexión en la Cábala, no es solo una metáfora; es una verdad espiritual. Nuestras almas están unidas, compartiendo un destino común. Cuando afrontamos el trabajo espiritual como un colectivo, reconocemos que el crecimiento depende de nuestras relaciones con los demás.

Nuestras interacciones se convierten en un espejo que refleja aquellas partes nuestras que necesitan sanación, transformación y comprensión. Cada encuentro, cada relación, se convierte en una oportunidad para el crecimiento espiritual. A través las interacciones, aprendemos paciencia, empatía, perdón y cohesión. Aprendemos a vernos en los demás, a elevarnos por encima de las opiniones y a practicar la compasión de la Cábala.

Se dice a menudo que solo se puede conocer verdaderamente al Creador a través del amor hacia los demás. Lo que significa que el trabajo espiritual no consiste en retirarnos del mundo, sino en relacionarnos con él de una forma nueva. Cuando trabajamos juntos, estudiando, reflexionando y apoyándonos mutuamente en nuestro crecimiento, creamos un entorno que agiliza nuestro viaje espiritual. El esfuerzo colectivo mejora el progreso de cada individuo, acercándonos a la luz del Creador.

Un ejemplo importante de ello es el concepto de Minyan, o una reunión de personas que estudian la Cábala juntas. Este grupo no es solo un grupo de estudio; es un vehículo espiritual. Dentro de esta unidad, el esfuerzo de cada persona se suma al de los demás, creando una fuerza colectiva que les permite alcanzar niveles espirituales más elevados de los que cualquiera de ellos podría alcanzar por sí mismos. Se convierten en una sola alma fusionada que resuena con la luz del Creador, trascendiendo las limitaciones del ego individual. Pero el colectivo no se limita a los grupos de estudio.

Cada contacto que establecemos en la vida tiene el potencial de convertirse en parte de nuestro trabajo espiritual. Ya sea con familiares, amigos o incluso desconocidos, cada encuentro es una invitación a practicar el amor, la paciencia y la empatía. Y a medida que ampliamos este círculo de vínculos, contribuimos a sanar el alma colectiva de la humanidad.

En la Cábala, este es el objetivo final: llevar al mundo entero a la armonía con la luz del Creador, un mundo donde todas las almas estén unidas en amor y en la finalidad de estos tres puntos:

El despertar del punto en el corazón, la transformación de los deseos y el papel del colectivo en el trabajo espiritual. Aquí encontramos una hoja de ruta para volver a conectarnos con el Creador.

Nuestra percepción de la realidad
El trabajo espiritual no es un logro puntual; sino un viaje que dura toda la vida, un proceso continuo de perfeccionamiento de nuestros deseos, de elevación de nuestra perspectiva y de una conexión profunda con los demás. Cada paso que damos, por pequeño que sea, nos acerca a nuestra verdadera esencia, nos acerca al Creador.

Nuestra percepción de la realidad es quizás uno de los temas más profundos de la sabiduría cabalística. Según la Cábala, lo que experimentamos como realidad no es un mundo objetivamente real, sino más bien un reflejo, un espejo de nuestro estado interior. Es un concepto que transforma todo lo que creemos saber sobre la vida, el mundo e incluso sobre nosotros mismos. Para comprender la verdadera realidad, la Cábala nos invita a ir más allá de lo conocido, a salir de nuestra forma habitual de pensar y a ver según la Cábala la verdadera realidad que es muy diferente de lo que normalmente percibimos con nuestros sentidos.

El mundo tal como lo conocemos está lleno de limitaciones, filtros y suposiciones, que moldean y, a veces, distorsionan nuestra comprensión. Pero si queremos percibir la realidad tal como es, necesitamos dejar atrás esos límites y abrirnos a algo que va más allá de todo lo que hemos conocido.

La Cábala enseña que lo que se percibe como realidad es una construcción del ego, basada en la separación y la individualidad. Se nos hace creer que somos entidades separadas, cada una con su propia existencia independiente, definida por deseos, miedos y objetivos personales, pero esta percepción, por muy real que parezca, es solo una pequeña fracción de lo que realmente existe.

En realidad, estamos estrechamente interconectados, formamos parte de un inmenso todo divino que funciona como una realidad fusionada. Romper con el orden establecido significa atreverse a reconocer que nuestra individualidad, tal como la entendemos, es una ilusión, una máscara que oculta la verdad más profunda de esa unidad, para poder percibirla.

Los cabalistas nos dicen que debemos cambiar nuestro enfoque desde las apariencias externas hacia la esencia interior. Imagina un iceberg flotando en el océano. La punta sobre el agua es lo que normalmente vemos y experimentamos en la vida: el mundo exterior, las cosas tangibles, los acontecimientos y las formas con las que interactuamos a diario. Pero la enorme parte invisible del iceberg, bajo la superficie, es donde reside la verdadera realidad.

Este reino invisible contiene las fuerzas, intenciones y energías que sustentan todo lo que percibimos. Al desviar nuestra atención de la punta hacia la base, comenzamos a vislumbrar la realidad subyacente que lo conecta todo.

El Ein Sof – La realidad infinita
Una de las herramientas más poderosas que ofrece la Cábala para ver la verdadera realidad es el concepto del Ein Sof, o el Infinito. Este término describe la luz infinita y omnipresente del Creador, una esencia divina que fluye a través de toda la creación en nuestra vida ordinaria.

A menudo estamos demasiado centrados en los detalles efímeros de la vida como para percibir esta presencia infinita. Estamos atrapados en las distracciones, los dramas, las cosas que nos parecen urgentes e inmediatas, pero salirnos de lo convencional significa aprender a percibir esta luz ilimitada, sintonizar con la esencia eterna que reside en todas las cosas y reconocer que todo, incluso los aspectos más mundanos de la vida, contienen un destello de lo infinito. Cuando aprendemos a percibir la verdadera realidad, comenzamos a comprender los desafíos, las alegrías e incluso los momentos dolorosos de la vida de una manera completamente diferente, en lugar de vernos como víctimas de circunstancias aleatorias. Vemos que cada experiencia tiene un propósito, cada encuentro está orquestado y cada momento ofrece una oportunidad para crecer y conectarnos.

La Cábala enseña que la verdadera realidad es, en última instancia, benévola y armoniosa, diseñada para elevar nuestras almas y guiarnos de regreso a la unidad con el Creador, permitiéndonos ver a través de las ilusiones de la separación y del miedo.

Si comenzamos a reconocer la sabiduría divina que guía cada paso de nuestro viaje, esta percepción de la verdadera realidad no es algo que adquirimos de pronto; es un proceso, una descubrimiento gradual a medida que transformamos nuestro mundo interior. Cuanto más cultivamos el amor, la compasión y la consonancia con el propósito del Creador, cada vez más se retira el velo de la ilusión, revelando una realidad mucho más hermosa, conectada y profunda de lo que jamás hubiéramos imaginado.

De esta manera, salir de los límites de la percepción ordinaria no significa escapar de la vida, sino de adentrarse más plenamente en ella, viendo con claridad, propósito y amor. Entonces, ¿qué significa comprender la verdadera realidad? Significa atreverse a dejar atrás los límites que hemos impuesto a nuestro entendimiento; significa adoptar una perspectiva que ve lo infinito dentro de lo finito, el todo dentro de la parte. En última instancia, es un viaje para ver con los ojos del Creador y experimentar la vida como un flujo continuo e ilimitado de amor divino y unidad.

La ciencia del alma
La Cábala se ha denominado a menudo la ciencia del alma, y con razón. A diferencia de muchos caminos espirituales basados únicamente en la creencia o la fe, la Cábala aborda la espiritualidad con el rigor de una disciplina científica. Explora el universo, el alma y el Creador mediante el estudio sistemático y la práctica experimental, lo que conduce a una comprensión más profunda de los misterios de la vida. Los cabalistas ven este camino no solo como una filosofía, sino como una ciencia empírica, un método mediante el cual cualquiera puede experimentar y conocer las verdades espirituales de primera mano.

Para comprender por qué la Cábala se considera una ciencia, primero debemos reconocer que, según el pensamiento cabalístico, el universo opera mediante leyes y principios específicos, al igual que tenemos leyes físicas que rigen nuestro mundo material, como la gravedad y el electromagnetismo. Existen leyes espirituales que rigen el flujo de energía, la conciencia y la intención divina en los reinos espirituales. Estas leyes no son arbitrarias; son constantes, cuantificables y predecibles. Guiando cada aspecto de la creación, desde el más mínimo detalle de nuestra vida personal hasta el gran despliegue del cosmos.

Una de las enseñanzas centrales de la Cábala es que el universo está diseñado para revelarnos la esencia del Creador. En este sentido, el estudio cabalístico se asemeja a la exploración científica, donde cada idea y experiencia nos acerca a una verdad última. Los cabalistas se refieren a este viaje como el acceso a los mundos superiores mediante prácticas específicas como la meditación, el estudio y la transformación ética.

Los estudiantes de Cábala aprenden a desarrollar una nueva percepción, una herramienta espiritual que les permite percibir de forma directa estos mundos superiores. Esa transformación interior es lo que hace de la Cábala un camino verdaderamente científico. No se trata de aceptar ideas a ciegas, sino de probar y verificar personalmente las verdades espirituales.

El Zóhar y el árbol de la vida
Un aspecto único de la Cábala es el Zohar, y el árbol de la vida prioriza la experiencia por encima de la doctrina. Textos cabalísticos como el Zohar, y el Árbol de la Vida contienen descripciones precisas de los reinos espirituales, la estructura del alma y la naturaleza de la energía divina. Pero no se trata de conceptos abstractos; sino de guías detalladas destinadas a la aplicación práctica al estudiar estos textos. Los cabalistas no solo aprenden; sino que experimentan activamente cada lección. Cada meditación está diseñada para acercarlos a un encuentro directo con lo Divino, para sentir y conocer la presencia y el propósito del Creador. Aquí es donde la Cábala se aleja de la simple filosofía o teología y se convierte en una ciencia de experiencia directa. En la ciencia cabalística, el objetivo final es la transformación.

Cada etapa del aprendizaje, cada herramienta espiritual y cada técnica, tienen como objetivo que el individuo se alinee más plenamente con la voluntad del Creador, pasando del egocentrismo a un estado de unidad y generosidad. La Cábala enseña que, a medida que ascendemos por esta escalera de transformación, no solo estamos adquiriendo conocimiento, sino que, en realidad, estamos modificando la naturaleza misma de nuestras almas. Este proceso es tan preciso como cualquier experimento, y cada nivel de realización espiritual sigue una progresión sistemática y predecible.

La experiencia y los conocimientos de un cabalista pueden ser compartidos, probados y verificados por otros, estableciendo un legado de sabiduría que se transmite de generación en generación que constituye la base empírica de esta ciencia espiritual. Recorrer el camino de la Cábala es ser a la vez estudiante y científico del alma; requiere disciplina, curiosidad y disposición para cuestionar y explorar.

Durante siglos, esta ciencia sagrada ha sido una tradición oculta, pero actualmente las enseñanzas cabalísticas son accesibles para cualquiera que desee comprender las verdades más profundas de la vida. Nos invita a todos a asumir el papel de investigadores espirituales, investigando no solo el mundo que nos rodea, sino también los misterios que residen en nuestro interior, con cada revelación guiándonos hacia una mayor unidad, propósito y comprensión.

Conclusión
Para concluir, sigamos avanzado con la idea clave que enseña la Cábala: que en nuestro interior se encuentra la chispa del Creador esperando ser encendida. No estamos separados de la Divinidad, somos expresiones de ella. Cuando conectamos con ese destello interior, comenzamos a experimentar la vida desde una perspectiva más elevada. Este es el camino de la Cábala: despertar ese destello, armonizar nuestro mundo interior con un todo superior y vivir con claridad, compasión y propósito. Si este camino ha despertado tu curiosidad, tómalo como una llamada a explorar más a fondo. La Cábala ofrece una sabiduría infinita, y con cada paso el camino se vuelve más claro. Recuerda que el mundo que nos rodea es un reflejo del mundo que hay en nuestro interior, y a medida que nos transformamos, también se transforma el mundo.

Puede que sigas haciendo preguntas, buscando, aprendiendo y creciendo, porque el camino de la Cábala es, en última instancia, el camino hacia el descubrimiento de tu verdadero ser, y en ese descubrimiento reside la paz más profunda, el amor más grande y el propósito más elevado.

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Cuando aprendas estas lecciones, tu realidad cambiará por completo.

(Sabiduría de la Cábala)

Beyond the Veil @StillnessStories-rx5wc

https://youtu.be/xCG0I3k7XeA?si=Y2bhhAss086WvFPI