Hábitos – El síndrome de Estocolmo - RSSB Satsangs y Composiciones

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Hábitos – El síndrome de Estocolmo

En Joyas espirituales el Gran Maestro escribe:

Bien me doy cuenta de que tienes tus luchas. Tienes algunas cosas dentro de ti que tienes que superar y otras fuera de ti que también han de serlo, pero puedes realizarlo. Si tienes completa confianza en el Maestro interior, Él siempre te ayudará. Y a menudo cuando te encuentres con las más grandes dificultades y en las horas más negras, la luz aparecerá y verás que estás libre. No dejes que nada te descorazone… Eres uno de los afortunados hijos de Sat Purush, y Él te ha escogido para que recibas el Nam y vayas con el Maestro a Sach Khand. Tienes que llegar allí, nada puede impedírtelo, pero puedes acelerar el proceso o retrasarlo, como tú quieras1.

Aquí el Gran Maestro nos está animando y además nos está ofreciendo un reto. Durante nuestras vidas tenemos que superar tanto los retos externos como los internos. Los retos externos incluyen la enfermedad, los problemas familiares, el dinero, el empleo o cualquiera de los eventos sobre los que no ejercemos control pero aun así tenemos que atravesarlos de la mejor manera posible.

¿Nuestros desafíos internos? ¿Cuáles son? ¿La falta de enfoque o atención? ¿Los malos hábitos y las tendencias negativas? ¿Todos los aspectos de nuestra personalidad que impiden el progreso en el sendero? Quizás hayamos arrastrado estas debilidades con nosotros durante muchos años, incluso durante muchas vidas. Quizá se cristalicen y se conviertan en malos hábitos si dejamos que echen raíces profundas y se arraiguen. Cuanto más profundas sean las raíces de estos hábitos, más difícil será superarlos.

Hay muchos libros y páginas web que tratan sobre el tema de los hábitos, desde un punto de vista mental, recomiendan métodos de fortalecimiento de la mente para superar estos malos hábitos. Formas en las que se puede romper el ciclo de los hábitos. Pero los maestros lo definen en términos espirituales: ellos ven nuestros esfuerzos para poder superar nuestras tendencias negativas y nuestras debilidades como parte de nuestro crecimiento espiritual, y llevarnos finalmente hacia la madurez espiritual.

Y así es, este proceso conlleva intentar controlar a la mente, pero el motor de nuestro control es él –el Shabad–. Nuestra meditación. Nuestro simran.

El Gran Maestro dice: “No dejes que nada te desanime”. Él nos dice que con el poder del Nam, con la fuerza del maestro en tu interior, puedes superar cualquier cosa. Y nos recuerda: “Eres uno de los hijos afortunados de Sat Purush”. La fuerza del maestro es el motor de nuestro control. Tenemos que mantenernos positivos y girarnos hacía el maestro, tener fe en él y en su poder. El Shabad es el poder positivo que nos da fuerza. Por tanto, en lugar de concentrarnos sobre lo negativo, rumiar sobre nuestras debilidades, solo debemos realizar nuestra meditación, y repetir nuestro simran con amor y fe. Si buscamos su refugio, toda negatividad se disipará.

Sin duda, necesitamos reconocer que nuestra situación es desesperada, y que estamos atrapados en nuestra negatividad. Y es entonces, que podremos salir de ella con la fuerza del Shabad.

Soami Ji Maharaj expuso el mismo pensamiento de esta manera:

Dime alma, ¿quién eres?
¿De dónde vienes?
La mente ha creado los enredos del mundo;
  ¿cómo es que has caído en esta red?
Tú eres hijo de Sat Purush, el verdadero Señor,
  y en un tiempo fuiste habitante de la eterna
  morada.
Pero Kal, ha puesto su soga alrededor de tu cuello.
Mediante la gracia del maestro
  y la compañía de las almas realizadas,
  cambia tu rumbo
  y alcanzarás tu hogar.
Escucha el ilimitado Shabad del interior.
Radha Soami ha dicho esto
  para que lo entiendas2.

Soami Ji nos dice que la red de maya, de la ilusión, nos ha atrapado en los apegos y deseos y nos arrastra hacia abajo. Y a pesar de ello, nos insiste, en que podemos dejar la negatividad e invertir nuestra dirección escuchando al Shabad, bajo la tutela del maestro. Podemos tomar un enfoque positivo y regresar a casa. No nos pide que nos obsesionemos con nuestras debilidades, sino que nos centremos en lo positivo.

Entonces, ¿qué es lo que nos impide que hagamos esto regularmente? ¿Por qué seguimos cayendo en nuestras viejas costumbres?

No es una coincidencia que nos crucemos con la frase “somos esclavos de nuestros sentidos”. Se repite mucho por los maestros en sus discursos, y en la literatura de Sant Mat. ¿Qué significa? No es una frase deshechable. Y no es únicamente para ciertas personas. Todos seguimos siendo esclavos de nuestros sentidos hasta que nos apartemos de la ilusión en la que vivimos.

El problema es que estamos encariñados con nuestras ilusiones –disfrutamos viviendo en el engaño– aun sabiendo que no es la realidad.

Hay un término que se emplea, de vez en cuando, para una persona que es secuestrada o tomada de rehén, y que intenta una y otra vez conseguir su libertad. Se identifica con el secuestrador y acepta ser su prisionero. De hecho, ya no se considera un rehén o prisionero. En cambio, empieza a confiar en su secuestrador e incluso siente afecto hacia él. Confunde su enemigo, por su amigo. A este fenómeno psicológico se le llama el síndrome de Estocolmo.

Y esto es lo que nos ocurre cuando nos convertimos en esclavos de nuestros sentidos. Maya –la ilusión– es nuestro secuestrador. Disfrutamos siendo secuestrados por la fuerza de nuestros sentidos. Vivimos felizmente en este engaño. Nos resistimos, a la hora de enfrentarnos a la realidad, de que somos prisioneros y no somos libres para nada. Además, nos acomodamos viviendo en este estado, ya que es más fácil, pues se requiere de un gran esfuerzo para resistirse y liberarse.

Como hemos interiorizado nuestras debilidades, nuestras tendencias negativas, creemos que esto es lo que somos realmente. Hemos entregado nuestra independencia voluntariamente y nos hemos convertido en esclavos. Aun así el maestro nos recuerda una y otra vez que esto no es lo que somos. ¡Tenemos que recuperar nuestro poder! Tenemos que fortalecernos.

Y por eso Soami Ji nos desafía diciéndonos: Dime alma, ¿quién eres? Libérate de la soga que te ha puesto Kal. ¡Escucha al Shabad siguiendo las instrucciones del maestro y regresa a tu morada!

Somos esclavos de nuestros sentidos, del orgullo del intelecto y del conocimiento, de la posición y de las riquezas. Nos acomodamos distrayendo a nuestra mente con esto. Las cadenas que más nos encarcelan son nuestros propios malos hábitos, la negatividad que nos arrebata la energía y que ya no somos capaces de resistir.

En El sendero de los maestros, el Dr. Julian Johnson escribió extensamente sobre los malos hábitos y cómo los podemos controlar. Dice que todos los hábitos impresionan a la mente, y la mente disfruta la acción repetitiva. Escribe:

La mente nunca querrá abandonar su trillado camino, igual que una locomotora no puede querer salirse del carril donde la han colocado. El hábito es el método de acción mental más importante. Los hábitos son como las ranuras por las que corren las acciones. […] Tras muchas repeticiones, la mente corre muy suavemente por esas ranuras y goza de ello. Se resiente mucho si se la perturba y se la hace salir de sus surcos. Cada vez que la mente es estimulada por la misma demanda tiene idéntica reacción3.

Cuanto más se consiente un hábito, más fácilmente y con más seguridad correrá la mente sobre esa ranura. Ni siquiera la complacencia hasta la extenuación total logra vencer el vínculo mental de una pasión4.

Johnson nos da un ejemplo:

Recuerdo, que una vez iba caminando por las calles de San Luis con otro hombre. Era alcohólico y digno de compasión. […] Pasábamos por los bares y ante cada uno de ellos titubeaba; miraba hacia adentro con vehemencia mientras todo su cuerpo se ponía tenso y temblaba. En su mente se producía una terrible lucha. Su antigua mentalidad le quería llevar a que entrara en el bar. De no ser por mi decisión y mi fuerte brazo derecho actuando en dirección opuesta, hubiera entrado a pesar de su propia convicción. Pero su discernimiento se había debilitado5.

Johnson señala que las personas eligen únicamente aquello que sus mentes les ha predispuesto a elegir, a menos que una nueva fuerza entre en su mente desde fuera. Para nosotros, esa fuerza es la orientación del maestro y nuestra práctica del Shabad. Es la única manera de superar la tendencia de la mente de arrastrarnos hacia abajo. Johnson nos advierte:

Hay una cosa en especial contra la cual debe protegerse el alma: el insidioso arrastrarse, como una serpiente, del mal hábito. Todos los hábitos llegan a fortalecerse con la repetición, como ya sabemos. Toda complacencia sujeta más fuertemente las cadenas del hábito. Cuando los hábitos están en fase inicial puede ser más fácil controlarlos y romperlos con una firme voluntad. Pero, poco a poco, se vuelven tan fuertes, y su movimiento hacia fuera y hacia abajo es tan potente que el alma se queda completamente indefensa. Entonces se encamina al desastre. Cada una de las cinco pasiones utiliza el método del hábito para clavar sus garras en el corazón de sus víctimas6.

Johnson nos da otro ejemplo:

Una persona se deslizaba por el río Niágara en un bote pequeño justo por encima de las cataratas. La gente le gritó desde la orilla previniéndole, pero no les hizo caso. Cuando un poco después sintió que su embarcación era impulsada con mayor velocidad, se dio cuenta del peligro, pero ya era demasiado tarde. Ya no tenía posibilidad de escapar de la corriente. Igual sucede con los malos hábitos. Hay un punto, un momento fatal, una crisis mortal cuando el alma ya no puede manejar la situación. No puede llegar a la mente y la propia mente está entre las garras de un destino inexorable creado por su propia conducta7.

En la literatura espiritual de la India, se repite una historia que demuestra la importancia de controlar a la mente, y los hábitos que creamos, antes de que se arraiguen.

Un hombre le pidió a su hijo pequeño que arrancase una pequeña flor que crecía en su jardín. El hijo lo hizo con bastante facilidad. Luego le pidió que arrancase una mala hierba, que era gruesa y con raíces profundas. La arrancó con cierta dificultad, con sus raíces y todo. Finalmente le pidió a su hijo que arrancara un arbusto grande, casi como un árbol; pero era demasiado profundo. No lo pudo ni mover.

“Lo mismo ocurre con los malos hábitos”, dijo el hombre. “Cuando son jóvenes son fáciles de arrancar, pero cuando se arraigan, es imposible arrancarlos”.

La moraleja de la historia es que si somos descuidados respecto a nuestras malas costumbres, no seremos capaces de deshacernos de ellas. El proverbio “La práctica hace la perfección” es cierta para todos los hábitos, sean buenos o malos.

Por ello, es muy importante que tengamos un control permanente sobre nosotros mismos, sobre lo que vemos, escuchamos y hacemos en nuestro día a día. Todo lo que hacemos –todo lo que vemos, leemos, lo que dejamos que nos entre en la mente de tantas formas distintas– tiene un fuerte impacto sobre nosotros.

En The Power of Habit (El poder de los hábitos), Charles Duhigg cita a William James, el teólogo y filósofo americano:

Toda nuestra vida… es una masa de hábitos –prácticos, emocionales e intelectuales– […] llevándonos irresistiblemente hacia nuestro destino…

Los hábitos –señaló James–, son los que nos permiten “hacer algo con cierta dificultad por primera vez, pero rápidamente con más y más facilidad; y finalmente, con la suficiente práctica, para hacerlo de manera semimecánica, o apenas siendo conscientes”. Una vez elegido quien queremos ser, las personas crecen “de la manera en la que son entrenadas, justo como una hoja de papel o un abrigo, que una vez doblado o plegado, tiende a siempre adoptar los mismos pliegues”8.

Es una gran imagen: siempre adoptamos los mismos doblados o pliegues.

También se dice que los hábitos realmente nunca desaparecen. Los caminos mentales antiguos siempre están ahí, a la espera de una oportunidad para reactivarse. Y por ello, siempre debemos estar en alerta para evitarlos.

Por eso los alcohólicos, incluso después de haber dejado de beber, continuamente asisten a las reuniones de Alcohólicos Anónimos. No importa cuantos años lleven sobrios, aun así, se levantan y hacen declaraciones delante de los demás: “Soy un alcohólico”. Uno sigue siendo alcohólico porque sigue teniendo el deseo de beber, aun si no está bebiendo en ese momento. Es un hábito que sigue latente, escondido en el interior, a la espera de poder manifestarse. Y es por lo que uno de los principios de Alcohólicos Anónimos es que uno tiene que dirigirse hacia un poder más elevado para obtener la fuerza de superación del hábito de la bebida.

Esta es la fuerza exterior a la que Johnson se refiere. Pero es realmente la fuerza espiritual interna la que necesitamos aprovechar. Los satsanguis tienen una manera en la que pueden convocar este poder. Es la práctica del Shabad.

Duhigg discute otra perspectiva de James:

Si crees que puedes cambiar –si lo conviertes en un hábito- el cambio se convertirá en realidad. Por lo que [James] dice que, finalmente, tus hábitos son los que tú eliges que sean. Una vez realizada la elección –y esta se convierta en automática– no solo es real, sino que empieza a ser inevitable, eso que, como James escribe, nos lleva “irresistiblemente hacia nuestro destino, sea cual sea este”9.

No tenemos que ser esclavos. Si creemos que tenemos la fuerza del maestro que nos da poder, y confiamos en su poder espiritual, podemos superar cualquier hábito malo.

Nuestro maestro siempre nos dice que podemos ser libres si nos giramos hacia el Señor. El primer paso que tenemos que dar en nuestros esfuerzos por cambiar nuestra vida e invocar el poder del maestro, es inculcar en nuestro interior el hábito positivo del simran. El de hacer nuestro simran y mantener nuestra mente fija sobre nuestro maestro durante todo nuestro tiempo libre. El maestro hace hincapié sobre inculcar el hábito del simran en lugar de rumiar sobre nuestros defectos y sobre nuestras tendencias negativas. Nos dice que mantengamos un enfoque positivo:

Mantén tu mente en el simran. Solo existe una mente. Si está ocupada con el simran, si está absolutamente absorta en el simran, todos los otros pensamientos se irán automáticamente. Desaparecerán; se desvanecerán. Si intentas eliminarlos, sin hacer el simran, –“No voy a pensar; no voy a pensar”– nunca tendrás éxito. Encamina a tu mente en una dirección positiva; piensa algo positivo. Eso es simran. Y cuando la mente esté absorta en eso, todos los demás pensamientos desaparecerán automáticamente. No hay otra forma de mantenerlos alejados10.

Hazur también dice:

Si intentas eliminar la presión del mundo con medios negativos, nunca tendrás éxito. Pero cuando intentas crear una mejor impresión en tu mente, todas las otras impresiones desaparecerán automáticamente. La mente tiene que ser impresionada, la mente tiene que pensar en algo… no se puede quedar quieta. Pero puedes dar un paso positivo. Si creas la impresión de la luz y el sonido en el interior –en la mente– todas las demás impresiones creadas desaparecerán. Pero si luchas contra tu mente para que elimine las impresiones externas, nunca tendrás éxito. Tu objetivo debe ser el de crear en la mente aquellas impresiones positivas del Shabad y la luz interior. Entonces todas las demás impresiones se disiparán11.

Una vez más, nos está diciendo que creamos impresiones mentales positivas a través del simran. ¡No debemos olvidar lo poderoso que es nuestro simran! Hace hincapié sobre esto cuando nos dice de manera simbólica:

¿Por qué maldecir la oscuridad? ¿Por qué no encender una vela?12.

¿Por qué nos quejamos y rumiamos sobre nuestros fracasos?; solo tenemos que avanzar. El problema de los malos hábitos arraigados y nuestra dificultad para controlarlos, no es algo que nos llega de la vida moderna, con Internet y la adicción a los teléfonos móviles, o viendo la televisión en exceso. Todos los retos a los que nos enfrentamos en la vida moderna son únicamente una nueva manifestación de las mismas tendencias inferiores a las que se han enfrentado las personas a lo largo de los tiempos pasados.

Una vez que reconocemos que el problema se encuentra en nosotros, en entregar a nuestro enemigo nuestra independencia y libertad, a nuestro secuestrador; necesitamos emplear nuestro esfuerzo en invertir esta dirección descendente de nuestra mente a través de nuestra meditación y la práctica del Shabad. Tenemos que creer que tenemos la habilidad de liberarnos. Debemos tener la confianza de que, con la ayuda del maestro, podemos cambiar. Como dijo William James, si creamos el hábito de creer en el cambio, el cambio se hace realidad. Podemos inculcar buenos hábitos o malos hábitos, por tanto, ¿por qué no inculcar en nosotros mismos buenos hábitos y reclamar nuestra libertad?

En otro de sus poemas, Soami Ji nos expone un diálogo entre la mente y el alma. La mente confiesa sus debilidades y luego el alma le propone la solución. Esto seguramente nos suene:

La mente habló al alma, diciendo:
  Soy incapaz de superar mi afición a los
  placeres sensuales.
¿Qué puedo hacer?, ¿cómo puedo seguir tu consejo?
Mi esclavitud a los sentidos no es poca.
He perdido todo vigor; he abandonado todo esfuerzo,
  ya no puedo ejercer mi voluntad.
Verdaderamente quiero abandonar los placeres de los sentidos,
  pero cuando me enfrento a ellos, flaqueo en mi determinación.
Tanto antes como después me arrepiento profundamente,
  pero llegado el momento
  no dejo pasar la oportunidad de complacerme13.

Y más adelante en el poema, el alma le propone a la mente que pida ayuda al Señor asistiendo al satsang. Soami Ji continúa diciendo que el alma y la mente ascendieron juntas hacia las regiones interiores y disfrutaron de la dicha espiritual interna.

Rompamos nosotros las cadenas de la ilusión, de las adicciones del mundo, y disfrutemos de la compañía del maestro. Como escribió Sheikh Farid:

Farid, es tan difícil convertirse en un santo humilde
  ante la puerta del Señor. Estoy tan acostumbrado
  a caminar por los caminos del mundo.
He recogido y atado el fardo;
  ¿Dónde puedo ir a arrojarlo?14.

  1. Maharaj Sawan Singh, Joyas espirituales, #152
  2. Soami Ji Maharaj, Sar Bachan Poesía, Bachan 14, Shabad 2, p. 63
  3. Dr Julian Johnson, El sendero de los maestros, 2a ed., p. 284
  4. Ibíd., p. 287
  5. Ibíd., p. 287-288
  6. Ibíd., p. 293
  7. Ibíd., p. 293
  8. Duhigg, Charles, The Power of Habit: Why We Do What We Do in Life and Business, pp. 271, 273
  9. Ibíd., p. 273
  10. Maharaj Charan Singh, Spiritual Perspectives, Vol. II, #401
  11. Ibíd., #403
  12. Ibíd., #579
  13. Sar Bachan Poesía, Bachan 32, Shabad 2, p. 159
  14. T.R. Shangari, Sheikh Farid: The Great Sufi Mystic, p. 65