Cómo ser un verdadero sevadar - RSSB Satsangs & Composiciones

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Cómo ser un verdadero sevadar

A menudo se cita a Mahatma Gandhi diciendo: “La mejor manera de encontrarse a sí mismo es perderse en el servicio a los demás”.

En nuestro viaje espiritual intentamos descubrir quiénes somos realmente. Y en Sant Mat, la autorrealización llega antes que la realización de Dios. El obstáculo que nos encontramos es que nos hemos identificado con el cuerpo físico y con nuestra personalidad, que han sido configurados por las acciones cometidas en vidas pasadas, incluidas nuestras interacciones con el mundo que nos rodea y con otras personas.

Se nos educa para ser alguien “importante”, para tener autoestima y un carácter propio. Sin embargo, en nuestra meditación, esta obsesión por el ‘yo’ se convierte en el mayor obstáculo. Es por lo que Gandhi dice que debemos “perdernos” a nosotros mismos ayudando a los demás, sirviendo al prójimo. Cuidar de los demás cambia nuestra perspectiva; reduce nuestra prepotencia y nuestro amor propio. Esto hace que en la meditación sea más fácil olvidarnos de nosotros mismos y centrarnos en lo divino.

Nuestra alma, que es una gota del océano celestial, se limpia gradualmente de las innumerables capas de mente y maya para que su naturaleza amorosa aflore a la superficie cada vez más. Solo nuestra naturaleza más elevada sabe cómo dar, cómo ayudar, cómo servir sin esperar nada a cambio. Empezamos a convertirnos en esos buenos seres humanos que el maestro quiere que seamos. En una ocasión, cuando los sevadares ayudaban a las víctimas de un terremoto a construir un refugio o un salón comunitario, la BBC (British Broadcasting Corporation) pidió filmarlos. Los sevadares se negaron amablemente, diciendo que esto lo estaban haciendo únicamente para ayudar a las personas que lo necesitaban. Esta es la actitud que debemos impregnar en nuestro seva: que es un privilegio ayudar a otros seres humanos en nombre del Señor, sin esperar beneficio alguno. Prestar tal servicio desinteresado es una expresión de amor que complace al Señor.

El principal servicio y la mayor expresión de amor que podemos darle al maestro y al Señor es nuestra práctica espiritual. Debemos desconectarnos progresivamente del plano físico, elevar nuestra consciencia, y conectarla a la corriente del sonido o Verbo interior. Descuidando nuestra meditación y concentrándonos únicamente en el seva físico, mental, o monetario, aun siendo como son buenas acciones, no liberarán nuestra alma ni nos ayudarán a escapar de la creación. Puede que recojamos las recompensas en nuestra próxima vida, es decir, puede que disfrutemos de ciertos lujos, de puestos o de regiones en planos más elevados. Pero continuaremos prisioneros, atrapados en el ciclo de nacimientos y muertes.

Únicamente nuestra meditación tiene el poder de transformarnos, permitiendo que nuestras debilidades disminuyan para que podamos llenarnos de más paz y agradecimiento. Si no meditamos, transmitimos nuestras debilidades dominantes a nuestro seva, donde todavía somos regidos por nuestro corazón emocional en lugar de nuestro corazón espiritual, en el centro del ojo. Si alguien nos intenta dar consejo sobre nuestro seva, quizá nos sentimos insultados. Nadie puede atreverse a criticar nuestro seva ya que seguramente nos enfademos. Y si nos quitan el seva o el seva se comparte con otra persona, quizá nos sentiríamos indignados.

Así pues, la meditación es el cimiento sobre el cual se construyen todos los otros sevas, y saca lo mejor de nosotros. Como explica Hazur Maharaj Charan Singh:

Servir a la humanidad es algo bueno; limpias la “vasija”. Pero nuestro enfoque consiste en que, si amas al Señor, vendrán a ti todas las buenas cualidades, como la nata sobre la leche. Si amas al Señor, te harás bondadoso, amoroso, generoso y útil a la humanidad entera. Pero si eliminas el amor hacia el Señor e intentas ayudar a la creación, te involucras y te apegas a la creación, lo cual no te ayuda en absoluto a amar al Creador1.

Hazur nos está motivando para que hagamos nuestro seva espiritual, ya que esto provocará el cambio que deseamos en nosotros mismos e infundirá en nosotros las ‘cualidades de sevadar’. Tradicionalmente, los maestros han alabado las cualidades de humildad del seva, que nos ayudan en la meditación. Últimamente, sin embargo, escuchamos que debemos realizar nuestra meditación ante todo, para que podamos adquirir la capacidad de servir con la actitud correcta. Por lo tanto, el seva y la meditación se complementan.

A veces nos preguntamos, ¿Qué seva debo realizar? La mejor respuesta es: “El que te asignen”. Si queremos servir al sangat, no hay nada malo en pedir seva; pero debemos estar absolutamente abiertos a realizar cualquier seva que se nos conceda. En el momento en que empezamos a calcular: “¿qué se me da bien?; ¿cómo obtendré un mayor reconocimiento?; quiero el mismo seva que tiene él o ella”, estamos calculando nuestras ventajas y trasladando una actitud equivocada a nuestro seva. Todas las consideraciones personales sobre el beneficio que podamos obtener del seva son inapropiadas. El seva trata de servir al maestro y al Señor, sin ningún interés o beneficio personal. Sirviendo codo a codo con otros sevadares, sin que importe quién es rico o pobre, quién es culto o no, quién es fuerte o débil, o cuál es el color de su piel; trae un sentimiento de igualdad. Debemos sentirnos agradecidos por el seva que recibamos. Tal y como nos enseña la siguiente historia, la satisfacción no es un privilegio exclusivo de los que son ricos y tienen éxito. Quizá sea exactamente lo contrario.

En una de las visitas de Maharaj Ji a Indore, estaba acompañado por el Sr. Sam Busa, uno de sus representantes en Sudáfrica. Por la tarde, Maharaj Ji le pidió a Sam que visitara la zona de satsang y viera como habían organizado los temas en el centro de satsang local.

Eran alrededor de las diez de la noche cuando Sam, acompañado de un sevadar, llegó al recinto de satsang. La mayoría de los satsanguis se habían retirado para descansar. Llevaron a Sam por todo el complejo y le mostraron todas las carpas (shamianas) y los lugares donde el sangat estaba durmiendo. Era una fría noche de febrero, y debido a la congregación de un gran número de satsanguis, no había espacio suficiente para dormir. Así que, muchos satsanguis, tanto jóvenes como viejos, estaban durmiendo bajo los árboles, cubriéndose solo con una gruesa sabana de algodón.

Por la mañana, Maharaj Ji le preguntó a Sam si había realizado una ronda por el recinto de satsang. Sam le respondió: “Si Maharaj Ji, la hice. Pero me sentí muy entristecido, pues había personas acostadas sobre el árido suelo bajo las carpas e incluso al aire libre debajo de los árboles. Hacía mucho frio, y solo tenían sábanas corrientes de algodón o esteras con las que cubrirse. Me sorprendió; su nivel de vida es muy pobre”.

Maharaj Ji sonrió dulcemente y dijo: Sí, Sam, su nivel de vida es muy pobre pero su nivel de contento es muy elevado2.

Por tanto, no caigamos en la trampa de pensar que cuanto más tenemos o más elevada es nuestra posición en la vida, más felices seremos. Y lo mismo se aplica al seva. La felicidad está en servir, en ayudar y hacer felices a los demás. Los maestros han vivido siempre regidos por este principio, tal y como observamos en el siguiente caso.

Justo antes de que falleciera el Gran Maestro... [él] llamó a sus hijos y sus familias y les dijo: “Os he situado a todos bien y con autosuficiencia. Ahora que todos tenéis ingresos, me gustaría aconsejaros: ‘Nunca extendáis vuestra mano para recibir, extenderla siempre para dar’. Sus hijos dijeron: “Con tus bendiciones, será como deseas”3.

Y esta tradición continúa hasta el día de hoy. Los maestros y sus familias realizan todo tipo de seva para apoyar al sangat. Nos ayudará seguir su ejemplo. Es una ilusión de la mente el pensar que seremos más felices constantemente obteniendo, recibiendo de otros. Por el contrario, lo que nos hará más felices será dar y ser de ayuda a los demás. Nadie debe pensar que no tiene nada que dar. No son tanto las cosas monetarias las que cuentan. Dar nuestro tiempo, atención, apoyo; simplemente escuchar, puede ser muy significativo para las personas hoy en día. Por lo tanto, es posible realizar el seva no solamente para el sangat, sino, en cualquier lugar, siempre que estemos dando sin esperar nada a cambio. Lo mejor es dar en nombre del maestro, es decir, hacerlo por y para él.

Ya que el seva está basado en la humildad, tenemos que ser conscientes de lo opuesto, el orgullo y el ego, que a veces se cuelan en nuestras mentes durante el seva. No hay tal cosa como un seva importante o sin importancia. Lo que cuenta es el amor y devoción con los que servimos, no el tipo de seva que realizamos. Debemos de mantener la vigilancia sobre nuestra mente para que no se infle de orgullo. ¿Acaso no nos dio Sardar Bahadur el siguiente consejo?

El Señor ama a los humildes y a los pobres… Hablad siempre cortés y amablemente, con amor desinteresado. Cuanto más elevada sea tu posición, más humilde tiene que ser tu mente. Una palabra dulce jamás cuesta nada, pero gana el mundo4.

En el seva no es necesario que seamos mandones y dominantes solo porque creamos que la posición que tenemos en el seva nos lo permite. Muy al contrario, debemos estar agradecidos por el seva, ya que lo realizamos para el propio maestro. Es nuestra meditación la que nos da la fuerza para adaptarnos y encontrar la actitud correcta en el seva. En lugar de sentir la separación, el seva hace que sintamos unidad con todos.

Y cuidado con la vanidad, es decir, creer que somos irremplazables. Nosotros necesitamos el seva; el seva no nos necesita a nosotros. En años anteriores, era posible realizar el mismo seva, o mantener la misma posición durante décadas. Sin embargo, esto aumentaba el riesgo de que nos identificáramos demasiado con una determinada posición en lugar de hacerlo con el seva en sí; eso hacía que fuese más difícil dejarlo cuando era necesario. Actualmente, se ha implementado una rotación periódica. Esto proporciona a más personas la oportunidad de realizar seva. Por tanto, cuando aceptamos y comenzamos un seva, debemos recordar que habrá un momento para dejarlo.

Observemos la actitud de un gurmuj hacia su seva. (Un gurmuj es alguien que se ha rendido por completo a su maestro). Cuando Maharaj Charan Singh fue investido formalmente como el maestro, se dirigió hacia la congregación diciendo:

Mi amor por Hazur Maharaj Ji, las órdenes de Sardar Bahadur Maharaj Ji, y el afecto del sangat, me obligan a cumplir los deseos de Sardar Bahadur Ji de servir al sangat y a Dera. Pero cuando me miro a mí mismo y a mis deficiencias me siento tímido y me encuentro incapaz de decidir si soy realmente adecuado para estos penosos deberes… Pido al sangat que me considere como su hermano mayor y me ayude a servirles a ellos y a esta gran institución. Si el sangat me viese de otra forma, significaría que no desean apoyarme, lo que sería cometer una gran injusticia conmigo5.

Si nos planteamos nuestro seva con esta actitud de humildad, entonces quizá no sea tan difícil afrontar las críticas o dejar una tarea cuando nos pidan que renunciemos. Permanecer fieles a nuestra práctica de la meditación nos ayudará a perder nuestra propia importancia.

A menudo nos preocupamos demasiado con el objetivo de nuestro seva. Olvidamos que nuestro objetivo en sí es realizar el servicio con el espíritu correcto. Naturalmente, realizaremos la tarea de seva que se nos encomienda de la mejor manera posible. Maharaj Charan Singh nos da el ejemplo de un satsangui, con una sola pierna, que vino al Dera con el deseo de dar:

Solía venir de las montañas del Himachal, y era muy pobre. Para ahorrar dinero para seva, solía caminar desde su pueblo hasta Dera con la ayuda de sus muletas, cubriendo una distancia de más de 120 km. Una vez, durante el “seva del dinero”, el Sr. Bolakani lo trajo hasta mí. Él ofreció una rupia en seva. Viendo su pobreza pedí a los sevadares que no lo aceptaran, pero el hombre rompió a llorar y tuve que aceptar su ofrecimiento. ¿Cómo se puede valorar este seva? ¿No vale más que los cientos y miles que los ricos pueden dar? El valor del seva no está en cuánto uno ofrece sino en el sentimiento y el amor con que se ofrece6.

Así que antes de comenzar cualquier seva, recordemos que estamos sirviendo a nuestro maestro y queremos ofrecer nuestro seva de una manera tan desinteresada como la de este satsangui. Sirviendo con este espíritu, sin ego, lograremos un trabajo en equipo en armonía y cooperación, que el maestro valora mucho más que cualquier resultado específico del seva.

Los verdaderos sevadares son los maestros, que vienen al plano físico para liberar a sus almas elegidas. Ellos han aniquilado su ego a través de la devoción hacia su maestro y el Shabad, y sirven al sangat con este espíritu verdaderamente devoto. Sacrifican voluntariamente su vida privada para cumplir con los deseos de su maestro, y de vez en cuando, incluso a costa de su propia salud, como se ilustra en la siguiente carta de Maharaj Charan Singh hacia un amigo:

Física y mentalmente estoy muerto, aunque vivo. La misión de Maharaj Ji ha alcanzado cada rincón del mundo, pero he desordenado mi vida y mi salud. No quiero fallar en mi deber ni quiero quedarme corto en las expectativas de mi amado maestro. He dado a la gente todo lo que tengo. Lo que no pude dar, simplemente no lo tenía. Todo lo que estoy haciendo es solo por un sentido del deber y por amor a mi amado. Si alguno se preocupa de seguir mi rutina diaria, minuto a minuto, solo entonces puede saber por lo que estoy pasando7.

Maharaj Ji le contaba a su amigo que estaba viajando sin parar durante casi nueve meses, sin dormir bajo el mismo techo más de una semana. Estaba totalmente exhausto pero feliz de servir a su maestro, dando todo lo que tenía. Podemos observar que los maestros, incluso en detrimento de su salud, están dispuestos a cumplir con el propósito de su misión. Las frases escritas por Maharaj Ji tienen, sin embargo, otro significado. Los santos han conquistado la muerte y están por encima de los reinos físico y mental. Para ellos el cuerpo es un medio para lograr su misión espiritual. Cuando sus cuerpos ya no pueden servir a este propósito, los dejan como si estuviesen quitándose el abrigo. Y sabemos que así es como Maharaj Ji dejó este mundo.

En muchos de sus satsangs, Baba Ji ha dicho que el alma es el devoto verdadero y el Shabad es el gurú verdadero. Por tanto, intentemos emular a nuestro maestro fundiendo nuestra alma en la corriente del sonido interior, para que también nos convirtamos en verdaderos sevadares.

El seva siempre se hace con amor y humildad. La humildad es una parte del amor. Si hay amor, automáticamente habrá humildad. No puede haber amor sin humildad. El amor te hace humilde, el amor te hace manso. El amor significa que quieres hacer lo que le gusta a la persona amada en vez de lo que te gusta a ti mismo. Eso es amor, y eso es humildad ante otra persona. El seva se hace para complacer a otra persona. El seva no se hace para complacerte a ti mismo. Cuando complaces a otra persona, estás feliz de hacer seva. Hay más felicidad en dar que en recibir. Hay más felicidad en donar que en aceptar. Más felicidad en ayudar que en recibir ayuda. Nada es comparable con el placer que obtienes ayudando a alguien, haciendo a alguien feliz en la vida. Por eso, el seva siempre se hace con amor, de lo contrario no es seva. Seva no es un trabajo mecánico con nuestras manos. Seva es nuestra intención de complacer a otra persona. Automáticamente habrá humildad en él. La humildad es parte del amor. El amor es parte de seva8.


  1. Maharaj Charan Singh, Muere para vivir, #271
  2. Shanti Sethi, Tesoro infinito., p. 112-113
  3. Ibíd., p. 36-38
  4. Maharaj Jagat Singh, La ciencia del alma (1a ed. 1992.); “Ramillete espiritual”, #60
  5. Shanti Sethi, Tesoro infinito, p. 60-61
  6. Ibíd., p. 234
  7. Ibíd., p. 45
  8. The Maharaj Jagat Singh Medical Relief Society, Labour of Love, p. 100