Ir al Dador
Maharaj Charan Singh decía a menudo que el amor es perder tu propia identidad y convertirte en otro ser. En Mi sumisión, Maharaj Sawan Singh dice:
El amor es un estado de estar conscientemente absorto en la dulzura íntima e intensa del Amado y es el objetivo final de la devoción. En este estado el corazón se satura con el recuerdo del Amado y el ojo con la contemplación de su forma... Cada poro del cuerpo se convierte en una lengua para cantar sus alabanzas... El amor es un anhelo constante y eterno.1
¿Cuántos de nosotros podemos decir realmente que hemos experimentado tal estado? ¿Es constante el tipo de amor que sentimos por nuestro Amado? ¿Es eterno? ¿Es amor verdadero?
Hazur nos da un criterio sencillo pero profundo para el amor verdadero: Una vez que llega, nunca se va. Si se va, no es amor verdadero.
En nuestro estado actual, a veces sentimos esa cercanía, ese amor por el maestro, por el sendero, por la meditación. Pero hay otras veces que nos sentimos completamente vacíos, secos y distantes. ¿Es el amor solo una emoción positiva que va y viene? ¿Cómo podemos hallar ese amor verdadero que viene y nunca se va?
Naturalmente tratamos de acudir al mundo para colmar esa necesidad. Pensamos que, si pudiéramos satisfacer algún deseo o hacernos amigos de fulano o mengano, o tener una nueva relación, tal vez esa experiencia o persona podría ofrecernos el amor verdadero. No nos damos cuenta de que la otra persona también espera que satisfagamos su necesidad de amor. Como solía decir Hazur: Solo podemos darle a alguien lo que tenemos; lo que no tenemos, no podemos darlo. Así que somos como un mendigo pidiendo a otro mendigo, y así nos encaminamos hacia la decepción.
Pero la pregunta sigue siendo: ¿dónde debemos ir para encontrar el amor verdadero? Gurú Nanak tiene razón al señalar: “Sin el Nombre no hay amor ni afecto”.2 Y el Gran Maestro también nos dice, “Dios es Nam y Shabd. Dios es Amor. Por tanto, el Nam y el Shabd son también Amor”.3
Por tanto, debemos ir al dador del Nam, que también es el dador del amor. Si queremos ese Nam o Shabad, debemos acudir a los verdaderos místicos, porque el Señor mismo así lo ha ordenado. Pero solo yendo al maestro, no lo conseguiremos; solo queriéndolo, no lo obtendremos. Solo lo recibiremos cuando él desee dárnoslo.
Mientras tanto, debemos acudir al maestro con una mente abierta, una mente sincera, como la de un niño que va a la escuela y escucha atentamente a su maestro. El niño puede estar aprendiendo las letras del abecedario, pero cuando escucha atentamente las lecciones del maestro y hace sus deberes, eso se convierte en la base de la educación que recibirá durante toda su vida.
Los santos nos enseñan el abc del amor. Nuestro abecedario es el simran que nos dio el maestro. Únicamente tenemos que sentarnos y comenzar la repetición. Sardar Bahadur Jagat Singh afirma:
Solo tienes que seguir repitiendo los nombres sagrados como los niños pequeños repiten “uno, dos, tres, cuatro”. El simran es una gran fuerza.4
El simran es la base... Apenas hay límite a lo que se puede lograr con un simran adecuado e intensivo.5
Nuestro simran es parecido a las oraciones del anciano de la leyenda que va a la iglesia a rezar, pero se da cuenta de que se ha dejado su libro de oraciones en casa. En lugar de volver, decide sentarse y hablar con Dios sobre la situación. Dice: “Dios, he olvidado mi libro de oraciones y sin él no puedo rezar, porque mi memoria no es la que solía ser. Hagámoslo así, ¿qué tal si yo recito el abecedario y tú completas las palabras de la oración?”.6
Hemos escuchado a Baba Ji señalar algo como que solo podemos hacer simran, y que todo lo demás es la consecuencia natural del simran enfocado. Así que, si hacemos solo eso, solo recitar el abecedario (simran), él rellenará todos los otros componentes: la gracia, el amor, la devoción.
Nos frustramos y a veces nos quejamos de que la mente no se queda quieta. Pero no es nuestro trabajo hacer que la mente se aquiete. Nuestro trabajo es hacer simran. Es el simran el que tiene el poder de aquietar a la mente, porque está impregnado del poder del Dador. Es el Dador quien nos da esas palabras por amor hacia nosotros. Podemos mostrar nuestro agradecimiento utilizando ese regalo, repitiendo incesantemente el simran, ya que es lo único que complacerá al Amado.
Debemos hacer nuestro trabajo para invocar su gracia y su amor. El amor es una calle de doble sentido. Cuando dos personas se enamoran, quieren verse todo el tiempo. ¿Cuánto tiempo durará esa relación si una de las personas deja de aparecer? A nadie le gusta que lo dejen plantado. Declaramos estar enamorados del maestro. Él nos ha estado esperando en el centro del ojo, pero lo dejamos plantado una y otra vez. Si queremos que esta relación perdure, tal y como afirmamos, entonces debemos aparecer y repetir nuestro simran durante la meditación.
El Gran Maestro dice:
Por lo tanto, toda la belleza reside en la Palabra y en su práctica. Los santos son excepcionales; la Palabra solo puede conseguirse de un santo vivo, … si el alma no conecta con la Palabra no despertará, no habrá victoria sobre la mente y los sentidos ni desarrollo de las cualidades positivas, y el mal no se desterrará; de este modo, el hombre, por muy intelectual que sea, permanecerá en estado animal.7
Fundamentalmente, es una cuestión de obediencia. En la mayoría de las cartas que Baba Jaimal Singh escribió al Gran Maestro, comenzó diciendo, “Radha Soami... a mi obediente hijo, Babu Sawan Singh”.8
¿No queremos todos ser hijos obedientes? El Gran Maestro dice: “El amor no es un sendero de discusiones, excusas y justificaciones”.9
Tampoco es un camino de análisis. Nos preocupamos demasiado por si estamos progresando, si llegaremos a alguna parte, cuándo llegaremos, etc. Pero Hazur dice:
No deberíamos preocuparnos demasiado por el progreso ni por nada. Deberíamos seguir dedicándole nuestro tiempo a la meditación, y atender a la meditación con una mente absolutamente relajada, sin tensión alguna, sin ansia, y así el progreso llegará automáticamente.10
Nos dice que no nos preocupemos por nada, porque los santos nos explican que lo que tiene que pasar ya ha pasado. Esto significa que la semilla de la acción fue sembrada antes de que naciéramos, y el destino está ahora prefijado. Por mucho que nos preocupemos por los acontecimientos de nuestra vida, estos tendrán lugar tal y como están destinados. No requieren nuestra atención para su desarrollo, a pesar de lo que podamos pensar. Nuestra atención es un bien preciado. No la desperdiciemos en cosas que no importan. Recordemos solo lo que es importante y olvidemos todo lo demás.
Tendemos a culpar al mundo por desviar nuestra atención hacia el exterior. Pero podemos apagar al mundo y encender nuestro simran, al igual que encender o apagar un interruptor de luz. Los santos nos explican que nuestra atención puede preservarse y mantenerse en su sede central, detrás de los ojos; podemos regular su flujo externo y descendente.
Los santos infunden en nosotros un sentido de urgencia porque no nos queda mucho tiempo. La cuenta atrás para la muerte comienza desde el momento de nuestro nacimiento. Sardar Bahadur dice: “La vida es como un sueño vacío. No hay nada real en ella. La vida, lo mismo que una flor, no dura mucho”.11
Somos tan miopes cuando se trata de asuntos de la muerte. No nos damos cuenta de que el final ha llegado hasta que está justo delante de nosotros. Somos como alguien que sostiene una pequeña vela en plena oscuridad y solo puede ver unos pocos metros delante de sí mismo. El momento de nuestra muerte se acerca cada día. En un instante este drama terminará. San Paltu dice:
¿Por qué caminas por la tierra de forma tan imprudente?
¡Escucha mi advertencia!
Justo detrás de ti se encuentra la muerte,
Esperando el momento estipulado....
Oh Paltu, como el rocío de la mañana en la hierba,
pronto tu vida se desvanecerá de golpe.12
Por ello los santos nos animan a ir al interior ahora: para iluminar nuestro ser interior y poder ver lo que nos espera. Eliminamos el miedo a lo desconocido iluminándolo con la luz del Shabad. Nuestro cuerpo físico se nos ha concedido para prepararnos para otro estado de existencia. Con la meditación regular, podemos aprender lo que significa la muerte y también lo que hay más allá. La vida se vuelve alegre, conforme el alma se libera, elevándose con el poder del Shabad. Como dice Shams-i Tabriz:
Qué bendición sería
Si retiraras una noche tu alma
del cuerpo,
Y, dejando atrás esta tumba,
Ascendieras a los cielos interiores.
Si tu alma abandonara tu cuerpo,
Te salvarías de la espada de la muerte:
Entrarías en un jardín que no conoce el otoño.13
Solamente a través de nuestro simran y bhajan diario, que limpia nuestra vasija y la mantiene boca arriba, podemos volvernos dignos de recibir el regalo de ese amor constante y eterno, y fundirnos y convertirnos en él.
- Maharaj Sawan Singh, Mi sumisión, pp.153-156
- Ibid., Cita de Gurú Nanak, p.160
- Maharaj Sawan Singh, Mi sumisión, p.167
- Maharaj Jagat Singh, La ciencia del alma, p.224
- Ibid., p.190
- Anthony De Mello (2003): Obra completa. Un cuento hasídico: La oración del alfabeto, pp. 572-573. Ed. Sal Terrae
- Maharaj Sawan Singh, Joyas espirituales, carta 202, p.347
- Baba Jaimal Singh, Cartas espirituales,1ª ed.
- Maharaj Sawan Singh, Mi sumisión, p.157
- Maharaj Charan Singh, Muere para vivir, p.318
- Maharaj Jagat Singh, La ciencia del alma, p.120
- Pt 1, Kundli 43, 47; citado en San Paltu, 3ª ed., p.106-107
- Shams-e Tabrizi, citado en Muere para vivir, p.30