Cómo Prepararnos para la Muerte
Lamentamos la muerte de otras personas, pero rara vez pensamos constructivamente en la nuestra. En realidad, deberíamos tener la sensatez de interesarnos por nuestro propio fin y prepararnos para lo que nos sucederá entonces. ¿Adónde iremos cuando crucemos la puerta de la muerte? ¿Con quién nos encontraremos allí? ¿No sería prudente considerar estas cuestiones? Los libros sagrados hablan sobre esta materia, sin embargo, rara vez les prestamos atención porque siempre creemos que son fantasías o cuentos de hadas, o esfuerzos para apartar del pecado a la gente o inducirla a realizar buenas obras. La realidad es que todos tenemos que cruzar la puerta de la muerte. Nadie constituye una excepción. Entonces, ¿por qué cerrar los ojos ante este tema?
La hora de la muerte no es el mejor momento para empezar a prepararnos para morir. Es más fácil hacerlo con tiempo por delante, o como dice el místico chino Lao Tsé en el Tao Te Ching: “Resuelve lo difícil mientras es fácil, enfréntate a lo grande mientras es pequeño. Todas las cosas difíciles comienzan por las fáciles, todas las cosas grandes del mundo comienzan por las pequeñas. El viaje de mil kilómetros empieza con un solo paso”.
El primer paso es tomar conciencia de nuestros apegos. Son ellos los que nos hacen sufrir, y son ellos los que nos hacen regresar a este mundo para sufrir más. Como dice la Biblia: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón”. Nuestro tesoro es aquello que más apreciamos. Si a la hora de la muerte estamos muy apegados a personas o cosas de este mundo, no podremos elevarnos por encima de esos apegos porque como un imán atraerán nuestra alma de vuelta a este nivel. Es la mente la que le dará dirección a nuestra alma.
Hay mucha confusión sobre lo que es apego y desapego. Desapego no significa renuncia. Una persona puede renunciar a sus bienes y pasarse todo el día pensando en el dinero, o puede renunciar al sexo y tener todo el día pensamientos lujuriosos. Desapego significa elevarse por encima de la obsesión y el deseo de tener o poseer una persona o cosa. Sin embargo, volverse desapegado no significa que dejemos de amar. Cuando una persona se relaciona con otra durante algún tiempo, es normal que se desarrollen ciertos lazos de afecto. Apego es la preocupación por alguien o algo hasta el punto de obsesionarse y perder el equilibrio. Esto incluye la obsesión más común: la obsesión de mí y lo mío. Cuando morimos, esos apegos se proyectan automáticamente y ocupan nuestra atención, haciendo que nos resulte muy difícil emprender el viaje al más allá.
La mayoría de la gente convendrá en que es una práctica normal hacer preparativos cuando vamos a viajar a otro país. Por lo menos, consideramos y tomamos medidas respecto a los medios de transporte, y decidimos dónde vamos a ir. Somos tan precavidos en estas actividades mundanas, que rara vez emprendemos un viaje importante sin hacer previamente toda clase de preparativos. Y sin embargo, para ese viaje que todos hemos de emprender muy pocas personas se preparan. ¿Quién se detiene a considerar adónde conduce ese viaje a través de la muerte? o ¿cómo hay que prepararse para que resulte más cómodo?
Para resolver el enigma de la muerte, los filósofos no han escatimado esfuerzos a lo largo de los siglos. Pero el hecho es que falla el entendimiento. Tanto los cultos como los ignorantes son incapaces de encontrar las respuestas. ¡Cuántas personas deben haber pensado lo satisfactorio que sería si alguien regresara del más allá para contarnos sus experiencias reales! Nosotros tenemos ideas sobre lo que significa la muerte, pero son solo eso, ideas o sueños de nuestra imaginación: sueños dorados para tranquilizarnos en esa tenebrosa certeza del final de la vida de cada persona.
Los santos y los maestros espirituales verdaderos han descifrado el misterio de la muerte. Mediante el trabajo que hacen en ellos mismos y con el control que ejercen sobre su conciencia, pueden salir todos los días del cuerpo humano y viajar a otras dimensiones. Aprendiendo de ellos, nosotros también podemos conseguir los conocimientos necesarios para triunfar sobre la muerte.
Los santos nos enseñan que no hay que temerle a la muerte. Esta solo es el nombre que se le da al proceso en el que el alma abandona el cuerpo. La muerte es simplemente la separación del alma del cuerpo y su entrada en las regiones sutiles. Tan solo es el abandono de nuestro cuerpo. Eso no significa aniquilación. Después de la muerte hay vida.
Esta materia ha sido tratada extensamente por los santos. Ellos describen el método de pasar de un nivel de existencia a otro. Siguiendo el método de meditación enseñado por ellos, el discípulo aprende mientras vive a atravesar la puerta de la muerte y regresar al cuerpo a voluntad. Solo una persona que antes de la muerte haya viajado por los reinos sutiles puede comprender esa realidad; únicamente la experiencia puede transmitirle lo que es. El intelecto sin la experiencia es incapaz de comprenderlo.
Este método de prepararnos para la muerte será tratado con mayor detalle en el capítulo de la meditación. Por el momento, necesitamos dejar de lado este tema con el fin de concentrarnos en lo que es más urgente, en lo que se ha de hacer primero. Si alguien se encuentra en una casa en llamas, primero pensará en la manera más rápida de salir de ella antes de preguntar quién provocó el fuego, y cuándo y por qué se incendió la casa. Las respuestas a estas preguntas pueden encontrarse después de escapar de la casa en llamas.