28 de marzo 2020 - RSSB

28 de marzo 2020

Queridos amigos:

No pensé que volvería a escribir tan pronto. Pero esta mañana tuve una revelación y quiero compartirla. Puedo escuchar a algunos de vosotros riéndose; ¡oh no, una revelación, nada menos! Os oigo decir: ahora querrá un redoble de tambores. Durante estas semanas se ha compartido mucho afecto y preocupación en internet. Estoy seguro de que para todos vosotros estos correos electrónicos y mensajes de whatsapp han sido un tesoro y una sorpresa. Un tesoro porque todos nos damos cuenta de la suerte que tenemos de formar parte de un sangat, de ser discípulos de nuestro amado. No entendemos su grandeza y aún menos nos damos cuenta de la suerte que tenemos de tenerlo a él.

Pero lo que me ha costado es saber qué decir en los mensajes que compartimos entre nosotros: la preocupación por el bienestar de nuestros amigos, por supuesto. Pero no he sido capaz de “ver” la respuesta correcta a las muestras de amor y afecto. Siento que falta algo en mis respuestas. Había algo que simplemente no entendía sobre lo que sentía al estar confinado.

Tenemos un médico joven en nuestro sangat, un joven encantador que nos gusta mucho a los dos. La aceptación de su solicitud de Nam está sobre mi mesa. Está haciendo una residencia en un hospital de Brescia, que está en el corazón de las zonas más afectadas de Lombardía. No puedo imaginar el estrés al que está sometido. No le envío mensajes a menos que él me los envíe a mí, ya que no quiero quitarle tiempo de su seva. Esta mañana recibí noticias suyas. Ni una queja, ni indicios de cansancio, sino solo preocupación por nosotros. Sé que tiene compañeros enfermos que están graves, pero él sigue adelante de forma positiva. Está pendiente de nosotros para asegurarse de que estemos bien a pesar de que estamos en la tranquilidad de nuestro centro y no en la vorágine del covid-19.

Y entonces vi lo que me faltaba en la vida en este momento crítico. Soy incapaz de dar. Para mí es una parte fundamental de cada uno de nosotros, el impulso de dar. Y estando confinados eso es casi imposible de hacer. Todos queremos dar según nuestra capacidad y me di cuenta de que me sentía falso al escribir porque no satisfacía mi deseo de dar. Sospecho que todos nos encontramos en esta situación. Por eso enviamos vídeos alegres y consejos sobre lo que hay que hacer para protegernos del virus. Todos queremos dar algo. Así es como nos cuidamos mutuamente.

Escribo mucho al sangat, intentando ser alentador y reconfortante en estos tiempos de miedo. Pero eso no es suficiente. En los últimos días, les he escrito algo a diario, aunque solo sean una o dos líneas. Mi frustración es que esto es todo lo que puedo hacer: simplemente escribir palabras. No parece suficiente. Todos queremos dar algo según nuestra capacidad de dar, y las palabras parecen tan inadecuadas cuando nuestro amigo joven está dando en primera línea.

Pero supongo que el verdadero mensaje para mí es que él da de acuerdo a su capacidad y yo según la mía. Tengo que conformarme con lo que puedo hacer, que es escribir palabras reconfortantes a los sangats que anhelan el satsang y el seva. Darme cuenta de esto me da cierta tranquilidad. Sin embargo, sigue pareciendo insuficiente.

Para cuando esto termine, el sangat no querrá oír ni una palabra más de mí. ¿Acaso el hecho de ser representante implica que uno se convierta en un predicador y no pueda evitar dar consejos? Para cuando esto termine, estaré harto de leer lo que he escrito. Mi conclusión es que todos tenemos que encontrar la mejor manera de dar: una manera que se ajusta a nuestros deseos, nuestros talentos y nuestra capacidad. Puede que sintamos que no es suficiente, pero así es. En mi caso, espero llevar el deseo de dar más allá de esta época, cuando el covid-19 se convierta en parte de nuestra historia compartida y no en lo que define nuestra vida diaria hoy. Si dar es lo que marca mi vida, entonces, después del virus, quiero hacerlo lo mejor posible.

Gracias a muchos de vosotros por vuestras recomendaciones sobre el dilema de mi corte de pelo. Pero el mejor consejo que recibí fue de mi amigo de París. Me envió una fotografía suya y de su hijo pequeño, ambos con el pelo cortado al mínimo con su maquinilla de afeitar. Así que es lo que voy a hacer. En los próximos días, Ann me lo rapará. Al menos eso es lo que digo ahora. Ya veremos lo que hago realmente. Hoy me ha preguntado si le voy a cortar el pelo. La pregunta me ha dejado temblando de miedo. Pero creo que si ella realmente quiere, lo haré. Soy atrevido, ¿verdad?

Sí noto que todo se ha ralentizado, especialmente a medida que nos acercamos a la sexta semana. Llevo una camiseta y un pantalón de chándal todos los días, que no es lo que suelo llevar. Sin duda, dedico cien veces más de mi tiempo a las redes sociales que antes. Me registré en Facebook y luego me di cuenta de que mi mente debía estar muy confusa si lo había hecho. Me registré pero no me he conectado y no tengo intención de hacerlo. ¡Ya está bien de escribir! ¡Ya está bien de caricaturas divertidas sobre el virus! ¡Ya está bien de consejos de salud! Os quiero mucho, pero lo siento, no lo suficiente como para Facebook.

Hoy es un día precioso, soleado y con 18°C (64°F) en el exterior. En días como estos es fácil estar confinado. Podemos pasear por la finca y disfrutar del sol. Pero el lunes se supone que empezaremos con cuatro días de lluvia. Así que veremos si se cuela el aburrimiento. Ann, por supuesto, estará en el jardín aunque llueva o haga sol. Está plantando hortalizas para que no nos quedemos sin comida. Cuando tengamos seva de nuevo, debe haber suficiente en el jardín para el langar. Dios, estoy deseando que haya seva de nuevo. Echamos mucho de menos a nuestra familia sevadar.

Hoy tuve mi aventura de la semana. Fui al supermercado. Iba con mascarilla y guantes. Mientras caminaba por el pasillo de los jabones, sentí que un estornudo irrumpía en mi organismo a causa del perfume de los productos. Rápidamente levanté la mascarilla, saqué un pañuelo, y atrapé el estornudo. Mientras hacía todo esto miré a lo largo del pasillo y me sentí muy aliviado al ser la única persona que estaba allí. De lo contrario, la gente hubiera huido del posible infectado. Así es como ha cambiado la vida, cuando estornudar, una actividad siempre un poco cohibida, se convierte en un momento de temor.

Además de los sevadares y el sangat, lo que más echo de menos estos días es poder ir al pueblo a tomar un café machiatto y un croissant vegano. Las pequeñas cosas que forman parte del ritmo de vida, que no significan nada pero que ayudan a crear una atmósfera de contento en la vida. Cuando el miedo a lo desconocido invade la atmósfera, lo primero que ahoga es el contento. Pero, ¿cómo podemos estar descontentos? Tenemos de todo, desde lo necesario para comer hasta lo necesario para ver la televisión, y además lo tenemos a él.

Bueno, amigos, espero que todo vaya bien. Por favor, manteneos a salvo y disfrutad. Sin duda, somos los afortunados hijos de Sat Purush.

XXX,
Bill