7 de mayo 2020 - RSSB

7 de mayo 2020

Queridos amigos,

Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que os escribí. A pesar de que la vida sigue su nueva velocidad, cada vez más lenta, en realidad han pasado muchas cosas en las últimas dos o tres semanas. El lunes pasado se levantaron algunas restricciones en Italia. Ahora nos permiten desplazarnos dentro de nuestro municipio en lugar de solo dentro de nuestro pueblo. El municipio es nuestro refugio.

Esto ha aumentado el tráfico en nuestra carretera y ha cambiado nuestras vistas, ya que ahora vemos a personas montando en bicicleta, corriendo y andando. Hoy nos aventuramos a ir a un mercado al aire libre a unos diez kilómetros de distancia. Esperamos en la cola para comprar en nuestro puesto favorito de verduras orgánicas, con un metro de separación, y todos con guantes y mascarillas. Cuando nos subimos al coche Ann ya tenía el SCR, síndrome del choque de reentrada. Este es el nombre que le he puesto a la reacción a un ritmo más rápido tras estar acostumbrados a una tranquilidad casi absoluta.

Ann no había salido del recinto en más de dos meses y apenas había visto a un alma en ese tiempo. Yo salgo al supermercado, así que ya soy un veterano interactuando con gente extraña con mascarillas. También soy lo suficientemente insensible como para mantenerme ajeno a lo que tengo delante mía.

Pero el mayor cambio para nosotros es que durante los dos últimos sábados tuvimos aquí a un sevadar para cortar el césped. A pesar de que solo está a medias se trata de un grandísimo cambio. A partir de este sábado tendremos un pequeño equipo de mantenimiento de cinco sevadares durante los sábados y domingos. No podemos ocuparnos del mantenimiento, y el centro está empezando a presentar un aspecto de abandono. Hemos conseguido permiso de nuestro alcalde para permitir que este pequeño grupo venga. Llevarán la ya habitual vestimenta de mascarillas y guantes y trabajarán de forma individual en lugar de en parejas o grupos. Traerán sus almuerzos y comerán en el exterior a cierta distancia de los demás, se desplazarán por separado, etc. Lo gracioso es que llevamos nuestras mascarillas y guantes, pero no son un antídoto frente al karma.

Pero tendremos al primer grupo de nuestra familia de sevadares con nosotros y ambos estamos deseando que llegue el día. Acabo de dar una vuelta por el recinto y sin duda hay tarea suficiente para que estén ocupados unas cuantas semanas.

No considero esto como empezar a hacer seva de nuevo sino más bien una actuación que sirve para que cuando realmente podamos empezar lo hagamos despejados y limpios. No tengo ni idea de cuándo podremos tener satsang o seva, pero no será en las próximas semanas. Con el comienzo del levantamiento de algunas restricciones, los sevadares están ahora deseando empezar. Todos volvieron a sus trabajos el lunes, por lo que asumieron que también empezaríamos el seva. Pero no obtuvimos el permiso y de todos modos no sería práctico. Se prevé que habrá un repunte de casos que impedirá que se levanten las restricciones. La cuestión es cómo de grande será.

Hemos tenido la primera muestra de la próxima crisis, el impacto económico en los países. Un amigo, en realidad nuestro jefe de construcción, me dijo que su empresa ha tenido que despedir al 70 por ciento de su plantilla. Su empresa se dedica a fabricar componentes de automoción y ese segmento de la economía se ha colapsado. Tenemos algunos satsanguis trabajando allí y todos han conservado su trabajo. Para mí esto es una prueba de su gracia, pero también de la ética de trabajo de los satsanguis y especialmente de los punyabíes. Son muy trabajadores, honestos y disciplinados, así que espero que nuestro sangat pase por esto sin sufrir demasiado. Pero seguro que alguno perderá su empleo, lo cual nos afectará a todos.

Me encantan estas coincidencias de Sant Mat: mientras escribía la última frase, el señor del que acababa de escribir me llamó para hablar de un asunto. Así que le conté que justo había estado escribiendo sobre él y después le leí el párrafo. Se río, pero también dijo algo conmovedor. Me dijo que algunas veces es un problema ser honesto. La empresa le pide a él y a otros satsanguis que hagan un determinado trabajo, a veces delicado, pero otras veces físicamente desafiante. Confían en él por lo que acuden a él. Y entonces me dijo que a otros trabajadores no les gusta que los satsanguis trabajen tanto y no intenten saltarse las normas.

Tengo otros dos amigos aquí que han dicho que otros trabajadores se quejan de ellos y a ellos, porque trabajan demasiado. Esto hace que los demás queden mal. Voy a divagar un poco, espero que me lo permitáis.

Tenemos una joven en nuestro departamento financiero; también es nuestra mejor traductora simultánea y da unos satsangs excelentes en italiano. (Sí, sé que me gusta elogiar a nuestros sevadares, pero de nuevo, os pido que me permitáis hacerlo). Ella solicitó un puesto de trabajo en el departamento financiero de una empresa. Le dijeron que era bienvenida a presentar la solicitud pero que era poco probable que consiguiera el trabajo, ya que no querían formarla y que luego se diera de baja por maternidad. También le dijeron que probablemente se casaría y se mudaría o dejaría de trabajar. Es luchadora y lo aceptó como un desafío. Así que solicitó el puesto y expuso sus aptitudes. La llamaron para una entrevista y convocaron al jefe de departamento a la entrevista. La entrevistó para saber si realmente tenía conocimiento de todas las cosas que había expuesto. Eran todas parte de su seva habitual en finanzas. Consiguió el puesto.

Luego, al cabo de unos meses, comentó que los otros trabajadores se quejaban de que trabajaba demasiado. Le pidieron que trabajara menos. Entonces el ambiente se enrareció porque les molestaban sus capacidades y su entusiasmo. Al año lo dejó debido a la presión de sus compañeros de trabajo de oficina. Decepcionante, ¿no?

Pero no podemos evitar ser nosotros mismos. El caballero sobre el que escribí anteriormente simplemente no podía hacer el vago; no es su naturaleza. Se va a emplear a fondo sea cual sea la tarea. Ojalá todos fuéramos así, especialmente en el seva. Pero hacemos seva según nuestra capacidad y no podemos hacerlo mejor. Así que relájate, Bill.

Ya es sábado por la mañana y ha empezado el seva. Todo parece muy normal. Por supuesto, más tranquilo de lo que hubiera sido un sábado prepandemia pero hay cierto entusiasmo, cierta joie de vivre (alegría de vivir) en el aire. Están tan contentos de estar aquí; estamos tan contentos de tenerlos. Se percibe un ambiente más ligero.

Pero para nosotros poco ha cambiado. Ann está en el jardín, yo estoy en mi mesa. Las alergias al polen están presentes como siempre. La vida sigue. Estamos esperando pacientemente que el pasado regrese. No volverá, ¿verdad? Sospecho que aún no sabemos cómo cambiarán nuestras vidas una vez que desaparezca la pandemia, pero de algún modo probablemente lo harán. La economía también sufrirá algunos cambios, pero de qué tipo serán es una especulación. Creo que me estoy volviendo un viejo blandengue. Al escribir una línea sobre la economía, mi pensamiento inmediato ha sido de miedo por el sangat, con nuevos inmigrantes en una situación difícil.

Así que en el fondo, a pesar de la satisfacción que ha supuesto un estilo de vida tranquilo, también hay miedo y preocupación. Esos entrañables enemigos de la alegría y la paz mental.

Mientras escribo esto, llevo la mascarilla alrededor del cuello, lista para ponérmela cuando salga para comprobar el seva. Dios mío, sí que vivimos tiempos extraños. Al preparar la llegada de los sevadares esta mañana, saqué una caja de mascarillas, una caja de guantes y unos cuantos botes de gel hidroalcohólico. Empieza a parecer algo tan normal. Nuestros dos sevadares que estuvieron en casa durante cinco semanas recuperándose del coronavirus ya vuelven a sus trabajos el lunes. Buenas noticias, pero de nuevo, estoy un poco nervioso y espero que no recaigan.

Suficiente. Por favor, tened en cuenta que pensamos en todos vosotros y esperamos que todo os vaya bien y vuestras familias estén bien. Precisamente estaba escribiéndole al sangat sobre el reto que supone encontrar la alegría en medio de las restricciones con las que vivimos. Por favor, intentemos todos buscar nuestra alegría. Dentro de unos años le contaremos a nuestros nietos y bisnietos cómo vivimos la gran pandemia de 2020. Exageraremos las historias, solo un poco, para añadirles algo de masala, para mostrarles lo fácil que lo tienen en comparación con lo que nos tocó vivir. Pero espero que les podamos contar cuanta alegría y placer experimentamos durante este tiempo.

Así que seguid bien y tened cuidado, y mis mejores deseos para todos vosotros.

Bill