El Ciclo Interminable de la Vida y la Muerte
Siguiendo las enseñanzas de los santos, empezamos a liberarnos de los apegos que nos atan al mundo. Nos abstenemos de realizar acciones cuyas consecuencias podrían obligarnos a tomar otro nacimiento. Reconociendo que para muchas personas de occidente la idea de la reencarnación es difícil de aceptar, el Dr. Johnson expone: “… Un poco de reflexión sobre ella probará que es la única explicación racional de muchos de los problemas más complicados de la vida. Por ejemplo: ¿por qué un anciano inválido vive durante tantos años, siendo una carga para él y para todos los demás, mientras que un hermoso niño lleno de promesas y alegría muere repentinamente?
”Solamente la reencarnación ofrece explicaciones satisfactorias. Explicar esto como la orden de un Dios que interfiere arbitrariamente en los asuntos de la vida humana, es invitar a la incredulidad y a la desesperación. En realidad, los padres han de comprender que al hijo, debido a sus propias acciones pasadas, le fue asignado desde el mismo principio únicamente aquel breve periodo de tiempo, y que deben estar agradecidos de que el niño les fuera ‘prestado’ por aquel corto periodo. Al hijo, debido a sus propias acciones pasadas, se le había otorgado solamente aquella duración de vida, no más. Terminado ese tiempo, tenía que irse. Su corta vida no fue más que una escena, una breve aparición en el teatro de su vida. Este pequeño acto tenía que interpretarse. Fue también un episodio en la vida de los padres. Cuando fueron liquidadas las consecuencias de las acciones pasadas (tanto las de los padres como las del hijo), ya no era necesario que el hijo permaneciese allí, como tampoco lo es que un actor permanezca en el escenario una vez terminada su actuación.
”Nuevamente, ¿por qué algunas personas vienen a esta vida con terribles limitaciones y otras, aparentemente menos dignas, nacen en el regazo de la fortuna? ¿Por qué ciertos niños nacen con una inteligencia superior y otros no? ¿Por qué algunos nacen con tendencias criminales y otros vienen a la vida con un vivo sentido de pureza, justicia y amor? Estas y otros cientos de preguntas nos angustian a todos y solo tienen respuesta cuando se ven como consecuencia directa de nuestras acciones pasadas, que dieron como resultado la necesidad de tomar otro nacimiento.
”Cada uno viene con un definido programa diseñado por él mismo, como resultado de las acciones realizadas en el pasado. Tiene que llevar a la práctica ese programa. Cuando ha sido interpretado el último acto de ese programa, cae el telón. Llega el fin. Tiene que llegar. Además, el fin no puede llegar hasta que haya sido interpretado el último acto de su vida. La persona pasa entonces a otra vida. En ella, le es asignado nuevamente su futuro sobre la base de sus propias acciones. De este modo, cada individuo marca el tiempo en el gran calendario de las edades. Lo único que puede poner fin alguna vez a esta monótona rutina es el encuentro con un maestro espiritual vivo. Cuando una persona tiene esta oportunidad, es consecuencia de las buenas acciones que ha realizado en el pasado; eso significa que la gran crisis de su larga carrera ha llegado a su fin. Su liberación está al alcance de la mano”.
Algunas acciones tienen pocas consecuencias, otras veces las repercusiones de una acción pueden ocasionar consecuencias tan graves que no pueden manifestarse en una sola vida. Entonces tenemos que renacer para cosechar las consecuencias de aquellas acciones. Por ejemplo: una persona arroja ácido intencionadamente a los ojos de otra provocando que se quede ciega. Pudiera muy bien suceder que la persona que arrojó el ácido tenga que nacer otra vez para responder de las consecuencias de lo que hizo. Como la acción fue intencionadamente destructiva, el resultado inevitable consistirá en alguna clase de experiencia desdichada, y pudiera incluso conducir a que esa persona nazca ciega. Esto es estricta justicia que surge como resultado de lo que hizo esa persona.
Las consecuencias de nuestras acciones no se pueden eludir, incluso si se realizan secretamente. Las consecuencias de todas las acciones han de ser experimentadas por quien las realizó. Si hemos nacido en unas determinadas condiciones, eso no se debe a ningún destino arbitrario ni a una casualidad. Es el resultado directo de lo que hemos hecho en el pasado. De igual modo, lo que seamos en el futuro será el resultado directo de lo que hagamos ahora.
Se han escrito muchos libros sobre el tema de la reencarnación. Muchas personas están familiarizadas con los estudios de médicos y psiquiatras que han efectuado investigaciones sobre personas que han muerto clínicamente y luego han regresado a la vida y han relatado sus experiencias. Algunos psiquiatras, experimentando con la hipnosis, se encontraron con que algunos pacientes al ser inducidos a regresar al periodo en que estaban en la matriz, ocasionalmente retrocedieron aun más volviendo a una vida pasada. Hay numerosos relatos de personas de todo el mundo que recuerdan vidas anteriores, o que poseen determinadas virtudes o habilidades desde muy temprana edad que normalmente necesitarían toda una vida para conseguirse. Tales ejemplos indican un remanente de antiguas vidas.
Como hemos visto anteriormente, cuando una persona muere, le pueden esperar diversas experiencias a su alma. Nacer otra vez en la tierra es solo una de estas posibilidades. La reencarnación comporta que el alma tiene que volver a este plano de conciencia para purificarse de las acciones realizadas en el pasado.
El propósito de este libro no es demostrar que existe la reencarnación o la vida después de la muerte. El lector puede hacer su propia investigación, ya que hay mucho material sobre este tema. Igual que con el resto de materias que comprenden las enseñanzas de los santos, tampoco en esta se requiere una fe ciega. Se debe realizar una investigación completa de cada uno de los aspectos de las enseñanzas, y este tema no es diferente de cualquier otro. El tema de la reencarnación no debería inquietar al lector y no es necesario creer en él, ni en la vida después de la muerte, para beneficiarse de las enseñanzas de los santos. Con lógica podemos admitir que pudiera haber algo de verdad en esta línea de pensamiento, pero la única manera de que podamos estar seguros de ello alguna vez, es superando las limitaciones de nuestro propio ser y verificando si las afirmaciones de los santos son verdaderas o falsas.