El amor de Laila y Majnun
El amor no crece en los árboles ni puede
comprarse en las tiendas. Solo los que entregan
su cabeza, sean reyes o súbditos, pueden
merecerlo.
Kabir Sahib. Cuentos del Oriente místico
Majnun, un joven atractivo y valiente, estaba locamente enamorado de la bella hija del rey de Persia, Laila. Y tan profundo era el amor de Laila por Majnun, que convenció a su padre, el rey, para que anunciase que todo lo que Majnun deseara de cualquier tienda de los grandes bazares de la ciudad, se le diera. Todo lo que los comerciantes informaran, sería pagado por la tesorería del rey.
Pero Majnun no quería oír hablar de objetos mundanos para sí mismo, pues su corazón ardía de amor por Laila. Sin embargo, cuando los holgazanes y vagabundos de la ciudad se enteraron de la orden del rey, todos adoptaron el nombre de Majnun y se llevaron de las tiendas todo lo que quisieron. Como resultado, en muy poco tiempo los bazares se quedaron totalmente vacíos y los estantes de todas las tiendas sin género.
Los comerciantes y la gente de la ciudad acudieron en masa al palacio del rey y le dijeron: “¡Oh, rey!, puede que haya uno, dos, o incluso diez Majnuns. Eso podría ser posible. Pero no puede haber tantos cientos o incluso miles de Majnuns. Están saqueando toda la ciudad, y se debe acabar con esto de inmediato”.
“Lo consultaré con Laila –respondió el rey–, y llevaré a cabo un plan para acabar con este gran engaño y fraude”. “¿Majnun es un hombre, dos, o más?”, le preguntó el rey a Laila. “La ciudad está llena de Majnuns, y han desvalijado todas las tiendas del bazar”. Laila enseguida comprendió lo que había pasado. “Déjalo en mis manos”, le respondió a su padre. “Libraré a la ciudad rápidamente de esos impostores que se hacen pasar por Majnun. Verás los resultados de mi plan mañana a más tardar”. Entonces, Laila llamó al jefe de su guardia: “Envía inmediatamente a tus soldados por toda la ciudad, precedidos por tamborileros redoblando sus tambores. Y que los soldados anuncien a todo el mundo que mañana iré al bazar con un puñal en la mano para cortarle un trozo de carne a Majnun. Debe presentarse personalmente ante ti y estar preparado”.
Cuando los soldados lo anunciaron todos los Majnuns falsos desaparecieron como por arte de magia y solo quedó el verdadero Majnun. Se presentó ante los soldados, se desnudó, y dijo: “Tened la amabilidad de decirle a mi amada que ya estoy preparado”.
Cuentos del Oriente místico
Alegóricamente en esta narración que nos habla de una relación de amor, Laila puede representar muy bien al maestro y nosotros – discípulos– al alma. En efecto, Majnun estaba dispuesto a entregarse completamente porque sentía un amor auténtico por Laila, y por ese amor no dudó ni un segundo en renunciar a sí mismo: se entregó a su amada, sin pensar, sin que nada más le importara y sin reservas de ningún tipo. Nosotros, como discípulos, también debemos renunciar al falso amor del mundo. Ese amor con el que hemos estado jugando antes de conocer el amor verdadero que el maestro siente por nosotros. Es la grandeza y profundidad del amor del maestro lo que nos atrae irresistiblemente hacía él y nos arranca del falso amor del mundo.
Y su amor no cesará de atraernos hasta que nos entreguemos completamente. Él estará ahí reclamándonos, esperando a que nos presentemos ante él, en nuestro interior. El maestro no quiere superficialidad ni falsedad, no quiere palabras vacías; quiere nuestra sincera entrega. No podemos estar a medias en este sendero del amor. Por este amor debemos estar preparados para todo, para soportar adversidad, humillación, pero para lo que más preparados debemos estar es para entregarle al maestro nuestra sincera devoción: nuestro tiempo y máxima dedicación a la meditación. Él es lo que más debe de importarnos, lo que más nos afecte y de quien dependan nuestro equilibrio y alegría en la vida.
No debemos ir a otro lugar, ni la exigencia de presentarnos ante él debería asustarnos y alejarnos. Este es el momento del encuentro. Como Majnun, desnudos de toda ambición y ansias mundanas, hemos de presentarnos ante él. Ese es su deseo y nos está llamando. ¿Acudiremos, renunciando a todo como lo hizo Majnun o nos asustará su deseo de encontrar a los verdaderos amantes? ¿Le amamos de verdad y estaremos ahí interiormente con él, ahora, en esta misma vida, o nos iremos como el resto de pretendidos amantes, esperando otra cita Ahora es el momento, él nos está llamando, no ha dejado de hacerlo en todo el tiempo, solo tenemos que responder a su llamada de amor.
Hazur Maharaj Ji solía explicar en sus satsangs que cuando un tesorero examina todas las monedas que le traen, solo pone las genuinas en la caja fuerte, es decir, el Señor recibe en su presencia únicamente a las almas puras y llenas de amor. Y en el libro Luz sobre Sant Mat podemos leer:
No olvidemos nuestro sendero ni nuestro destino. En la mansión de Dios se puede entrar por la alquimia del amor.
¡Así que entreguémonos a su amor!