La vida del discípulo
Como discípulos en el camino espiritual, necesitamos llegar al punto en el que aceptemos que lo que el Shabad nos ha dado y las circunstancias en las que nos ha puesto, son la suma total de lo que necesitamos para realizar nuestro objetivo en la vida.
Por lo tanto, sabio es aquel que ha alcanzado un estado de aceptación y satisfacción y se encuentra sin deseos en serena alegría. El secreto para una vida satisfecha y feliz es aprender a aceptar en lugar de esperar. La aceptación y el estar contento con lo que se tiene, son una parte fundamental de las enseñanzas de los santos. No se llega a esta paz y contento a través de afirmaciones o deseos mentales, sino como resultado natural de una mente tranquila que se ha asentado en la meditación.
Si las prioridades mundanas encabezan nuestra lista, nunca trascenderemos nuestra condición actual ni nuestro estado de perpetua ansiedad. Con prioridades mundanas, la meditación y la vida espiritual siempre ocuparán un segundo lugar. Con prioridades mundanas, no experimentaremos el gozo interior del que hablan los maestros Shabad.
No pierdas el tiempo inútilmente. Preocúpate del tiempo que gastaste en vano, y lamenta que hayas desperdiciado tantas respiraciones, pues no las utilizaste en asuntos del mundo ni tampoco en la búsqueda espiritual.
Baba Jaimal Singh
Las prioridades mundanas pueden contribuir a hacer la vida más cómoda en el mundo, pero no satisfacen nuestros más profundos anhelos. Necesitamos ser racionales y objetivos. Deberíamos aplicarnos una cierta lógica y claridad de pensamiento. Es muy fácil malgastar toda nuestra vida en actividades inútiles.
Le sacaríamos más jugo a la vida, si independientemente de nuestra posición, actividades o posesiones, cultivamos un estado de satisfacción o contento con lo que tenemos. La vida no se hizo para que la viviéramos frenéticamente corriendo de un lugar para otro sin ton ni son, llenos de tensión y estrés. Hasta los animales viven vidas más relajadas que la mayoría de nosotros. El peligro es que desde que nacemos hasta que envejecemos, gastamos todo nuestro tiempo tratando de hacer real nuestro mundo de ilusiones, pero al final, cuando nuestra burbuja estalla y nos enfrentamos con la muerte, despertamos al hecho de que todas esas prioridades que mantuvimos tan alto durante nuestra vida no nos han reportado nada.
La comprensión del engaño de este drama solo nos llega cuando despertamos, en el momento de nuestra muerte.
Maharaj Charan Singh
No está mal tener objetivos en la vida. El problema surge cuando nos olvidamos de nuestro propósito verdadero. Debe haber un equilibrio entre lo material y lo espiritual, porque el alma está alojada en el cuerpo y su energía se canaliza a través de la mente.
Nuestro problema está en que sobrevaloramos nuestras ansias y satisfacciones mundanas. Realmente, estamos obsesionados con ellas. Perdemos de vista el hecho de que el mundo material solo nos puede ofrecer un nivel de felicidad muy bajo y pasajero, y que la búsqueda material, en sí misma, nunca nos dará todo lo que esperamos de ella. Por lo tanto, es importante comprender el justo valor de las cosas, desde la perspectiva espiritual, y actuar en consecuencia.
Con el objetivo de poner nuestras prioridades en orden, imaginemos que cambiamos la orientación actual de nuestra mente. Es tan fácil ir hacia arriba como lo es ir hacia abajo. Necesitamos seguir martilleando en la mente la necesidad de que se dé la vuelta, convenciéndola de que debe cambiar el curso de sus tendencias aparentemente naturales, mirar hacia arriba y actuar conforme a lo que le dice nuestro maestro.
Para tratar de ver nuestras prioridades objetivamente, es imprescindible que nos decidamos a vivir la vida de un discípulo verdadero. La meditación tiene que ser nuestra principal prioridad. Todas las demás consideraciones deben ocupar un segundo lugar. Si algo interfiere en nuestra meditación, debemos descartarlo sin ni siquiera pensarlo dos veces. Como señala el filósofo alemán Goethe: “Las cosas que más importan, nunca deben estar sometidas a las cosas que menos importan”.
Necesitamos darnos cuenta de que cada vez que nos sentamos en meditación, estamos haciendo lo más importante que puede hacer un ser humano. Sin meditar, continuaremos siendo parte del ciclo de nacimientos y muertes. Una vez que hemos sido iniciados, no hay nada más importante que nuestra meditación.
Deja a un lado todas tus preocupaciones, pues no hay nada más elevado que la meditación. Día a día aumenta la duración de tu práctica, nunca la disminuyas; mantén esto siempre en tu mente.
Baba Jaimal Singh
Meditación viva