El mundo material
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.
Lucas 18:1
Vivimos en este mundo y estamos doloridos, pero no derrotados. Al igual que en un equipo ciclista los gregarios ayudan al líder a triunfar, porque ese triunfo es de todos, nosotros somos los gregarios de nuestro líder, el maestro espiritual, que nos va a sacar de este mundo material. Hay una canción de George Harrison cuyo nombre es “Viviendo en el mundo material” (Living in the material world). Su estrofa principal dice así:
Vivo en el mundo material. No puedo decir qué hago aquí, pero espero poder llegar a verlo mucho más claro. Después de vivir en el mundo material nazco de nuevo en el mundo material. Uso mi cuerpo como un coche que me lleva cerca y lejos… ¿Cómo rezar? Sí rezo, qué puedo perder.
Efectivamente, vivimos en el mundo material y estamos sometidos a sus leyes. En este mundo material y temporal vivimos en la dualidad: el bien y el mal, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, la alegría y la tristeza, la juventud y la vejez, la vida y la muerte. Por lo tanto, navegamos en las olas de esta existencia, subiendo y bajando según los sucesos que nos toca vivir, según el karma. Hace poco Baba Ji se ha referido a cómo ser felices en este mundo material, explicando que la felicidad proviene de la atención enfocada en el tercer ojo, y la atención enfocada proviene de la meditación diaria. Una vez que se hace de manera regular, uno comienza a sentir la diferencia. Las circunstancias de la vida no cambiarán, la actitud sí.
El mundo material es un mundo inestable de altos y bajos, y a él venimos una y otra vez durante incontables edades. Es evidente para todos que tenemos problemas en este mundo material. Y ante esto lo que debemos tener en cuenta es por qué buscamos la iniciación. Si alguien piensa que por la iniciación su vida cambiará, esto no sucederá. El propio Baba Ji ha venido a decir que buscamos el Nam para lograr la liberación espiritual, y que esto no ocurre sin saldar nuestra deuda kármica.
Sería bueno que grabáramos en nuestra mente que si algo está destinado a suceder, eso ocurrirá, y si algo no lo está, ningún poder del mundo podrá lograrlo. Ante esto, los maestros dicen que la meditación da la fuerza y el coraje para enfrentar el pago de la deuda. Seamos prácticos. Es ahora en esta vida cuando se nos presenta la oportunidad de la liberación espiritual de este mundo material; la oportunidad de volver a la Fuente en el Señor y no tener que regresar más. Y cuando llegamos al sendero espiritual a través de la iniciación concedida por el maestro, no somos conscientes del compromiso personal que asumimos, ni de la gracia que hemos recibido.
Y no lo somos porque los seres humanos, por nuestra cultura, mantenemos una relación con Dios principalmente basada en el rezo y no tanto en la meditación. Se preguntaba George Harrison cómo rezar, y los maestros establecen una diferencia entre rezar y meditar. Cuando rezamos, le hablamos en general a un dios que está fuera de nosotros a una cierta distancia imaginaria. Cuando meditamos, tratamos de estar dentro de nosotros en la presencia de Dios, donde no hay tal distancia. Así que un aspecto importante de la iniciación es el nuevo sendero que se nos presenta: Ir poco a poco aprendiendo a meditar y no solo a rezarle al Señor. Ir desde el rezo hacia la meditación. Recorrer el camino desde el rezo a la meditación, el camino entre esperar a que se nos dé (rezar) y aceptar lo que se nos dé (meditar); el camino entre hablarle al Señor y escucharle.
Por ejemplo, el maestro Charan Singh dice en el vol. III de Spiritual Perspectives:
El propósito de la meditación es prepararnos para aceptar lo que nos da el Señor, prepararnos a no esperar nada. En el rezo siempre esperamos algo, pero en la meditación siempre aceptamos. Esa es la diferencia entre meditar y rezar.
Nosotros estamos acostumbrados a mantener una relación con el Señor en la que rezamos, es decir, en la que tenemos intereses propios que se entremezclan en el rezo. Es lo normal, sobre todo cuando atravesamos periodos malos de karma. El maestro nos dice que, al sentarnos a meditar, tratamos de aprender a aceptar lo que Dios nos da. Es una preparación absolutamente necesaria para todos nosotros, porque nos cuesta mucho ver lo que él nos da en cada momento. ¿Y por qué no aceptamos la voluntad del Señor? Podríamos decir que nuestra mente no está preparada para aceptar y apegarse al interior. Necesitamos una entrega mental completa para lograrlo, y los maestros nos dicen que meditar es la única vía para lograrlo.
Maharaj Charan Singh ha resumido bellamente las ventajas de la entrega con las siguientes palabras en el prólogo del libro de Maharaj Sawan Singh, Discourses on Sant Mat:
La entrega es la llave para la realización de Dios. Da fortaleza al débil, visión al buscador, amado al amante, Dios al devoto, felicidad al siervo, santidad al pecador, libertad al cautivo e inmortalidad al hombre mortal.
A veces pensamos que la entrega se logra con el desapego del exterior y nada más. Pero los maestros dicen que se trata de sustituir el apego exterior por el apego interior. Para vivir en el mundo sin apego, necesitamos ver que Dios está en todos y en todo. Esta meta es un auténtico reto para nosotros. Cuando estamos de verdad enamorados del Señor, estamos enamorados de todo lo que él ha creado en este mundo material. A partir de ahí, no estamos apegados a la creación, sino a aquel que la ha creado. Y la vía para lograr esto es la meditación.
A veces confundimos el desapego de la vida con la huida de la vida. No podemos huir del mundo material, porque el cuerpo y la mente siguen aquí, pero sí podemos tratar de cambiar nuestra actitud. Ante los huracanes de la vida es la actitud la que ayuda. Por otra parte, la influencia del mundo depende de nuestra fuerza interior, y esta depende de nuestro esfuerzo diario en la meditación y de la gracia infinita del Señor.
El maestro Charan Singh dice en Spiritual Perspectives, vol. III:
Pensamos que la gente nos influye y que son ellos los que nos atraen hacia abajo. Pero si somos fuertes, no nos asustaremos. Seremos capaces de ser nosotros los que les influyamos. ¿Por qué escaparnos de las situaciones? Afrontémoslas.
Afrontemos las situaciones recordando a Dios a través del maestro. No huyamos ni escapemos de la vida. En cuanto a no olvidar a Dios, en Spiritual Perspectives, vol. III, le preguntan al maestro Charan Singh cómo hay que rezar fuera de la meditación. Y él contesta:
¡Oh, Señor! En cualquier situación que me pongas, no te olvidaré nunca, porque este nacimiento humano se me ha concedido precisamente para recordarte, y únicamente podré alcanzar este objetivo si te dedico mi devoción. Si no practico esto, no estoy utilizando apropiadamente la forma humana.
Ahora la cuestión es cómo podemos no olvidarnos del Señor y amarle en nuestra vida diaria. El Gran Maestro solía decir que en el exterior se tiene tanta fe en el maestro como en un hermano o amigo, y que luego es en la práctica espiritual cuando nos damos cuenta de cuál es la situación real del maestro en el interior. Los santos dicen que los seres humanos pensamos en Dios como un concepto.
El maestro Charan Singh planteaba ¿qué es lo que amamos cuando decimos que amamos a Dios? Decía: ¿cómo podemos amar a alguien a quien nunca hemos visto? En concreto, afirma lo siguiente en Spiritual Perspectives, vol. III:
Nuestra mente solo ama lo que ve, alguna forma, alguna asociación mental, y después, poco a poco, nos enamoramos de ese objeto, de esa persona. Es solo un concepto mental el que amemos a Dios. ¿Qué amamos de él? ¿Cómo podemos amarlo cuando no lo hemos visto, cuando no sabemos qué aspecto tiene? Solo pensamos que amamos a Dios.
Y aquí emerge la figura del maestro o gurú como enviado del Señor para concedernos la auténtica fe en este mundo material. Podríamos decir, entonces, que no olvidarse del Señor es no olvidarse del maestro en todas las circunstancias de la vida aquí. Tener fe en Dios significa tener fe en el maestro físico: a través del maestro obtenemos la fe práctica que necesitamos en este mundo material. Hay un cuento bien conocido (referencia: http://divertidoscuentos.blogspot.com/2013/10/la-inundacion.html) que dice:
Un pueblo sufre unas inundaciones y un hombre se queda en lo alto de un campanario totalmente aislado. Pasa toda la mañana y por la tarde llega una barca:
-¡Oiga! suba que le llevamos.
-No gracias, tengo fe en Dios y seguro que él me salvará.
-¿Está seguro?
-Sí, sigan que Dios me salvará.
En esto que pasa toda la noche y al día siguiente pasa a su lado una lancha:
-¡Eh, oiga! suba que le llevamos.
-No, no hace falta. Soy muy devoto y seguro que Dios me salvará.
Sigue pasando el tiempo y por la tarde llega un helicóptero del ejército.
-¡Eh! ¡El del campanario! ¿Necesita ayuda?
-¡No gracias! Confío en Dios, él me salvará.
En esto que esa noche vuelve a subir el nivel de las aguas y el hombre se ahoga.
Cuando va al cielo se encuentra con Dios y le dice:
-¡Dios mío! ¿Por qué no me has ayudado?
-¿Qué no te he ayudado? Te envié una barca, una lancha, un helicóptero…
Así que es el maestro al que Dios ha enviado. Podemos seguir esperando la ayuda de Dios para salir del campanario o confiar en el maestro y entregarnos a él. Y la mayor gracia de Dios es cuando él permite que confirmemos en el interior que es el maestro quien viene en nuestro rescate, a través del encuentro con la forma radiante o de Shabad de nuestro maestro.
Pero hasta ese momento de perfecta entrega (sharan), necesitamos muchísimo de todo para proseguir trabajando en la meditación y viviendo de acuerdo a Sant Mat. ¡Necesitamos tanto! Se agotan las palabras: amor, fe, agradecimiento, paciencia, perseverancia, lucha, superación personal, compasión, comprensión, humanidad, esfuerzo, y muchísimas otras cualidades. Con la confianza plena en el maestro se desarrollan gradualmente esas cualidades y podemos avanzar. Confiemos en el gurú, hagamos lo mejor que sepamos en cada momento, y dejemos el resto en sus manos. En el libro San Paltu: Su vida y enseñanzas, Gurú Nanak dice:
Sin el Verbo del gurú no se aquieta la mente.
La verdad es que no sabemos qué es lo mejor para nosotros. Por eso Cristo dijo: “Ten un poco de fe”. Al pedirle cosas al Señor, mostramos falta de fe en él. Y aunque la “luz de la fe” ilumina normalmente el camino espiritual, hay momentos en que la fe se oscurece. Pero que nuestra fe se oscurezca no significa necesariamente que la perdamos, sino que la estamos purificando. No confundamos “purificación de la fe” con “pérdida de la fe”. El proceso de purificación de la fe es esencial en el discípulo, y se consigue a través de la meditación. La pérdida de la fe sobreviene cuando dejamos de meditar, y convertimos la meditación en rezo. Teresa de Jesús dice en Camino de perfección:
Y como Dios no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos, mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo.
El maestro Charan Singh en Spiritual Perspectives, vol. III, se refería a todo esto, cuando decía que la verdad es que en nuestros rezos no sabemos qué pedirle a Dios que sea adecuado para nosotros, pero que él sí sabe qué darnos.
Sí, es verdad, tenemos que pasar por nuestro destino, pero “pasar por nuestro destino” tiene la función no solo de pagar nuestras deudas, sino también de ir “purificando nuestra fe”. En cualquier caso, nadie sabe cuál es su destino ni qué causas llevarán a qué efectos. En http://meditaldia.com/2.htm leemos:
¿Qué es el destino?, le preguntó un erudito al maestro Nasrudin, y este dijo: “Una sucesión interminable de eventos interrelacionados, cada uno influyendo en los demás”. “Pero esa respuesta no me satisface. Yo creo en la causa y efecto”, comentó el erudito. “Muy bien”, respondió Nasrudin. “Observa esto”, apuntando a una procesión que pasaba por la calle. “A ese hombre lo van a ahorcar. Dime, responde: ¿Lo van a ahorcar porque alguien le dio una moneda de plata que le permitió comprar el cuchillo con el cual cometió el crimen, o porque alguien le vio cometer el crimen, o porque nadie se lo impidió?”.
Así que nunca sabemos qué es lo que nos depara la vida ni su causa. Lo que sí sabemos por los santos, y deberíamos recordar siempre, es que es nuestro maestro quien administra nuestro destino desde el momento de la iniciación. El maestro administra nuestro destino y lo hace con la mayor gracia posible. Es nuestro esfuerzo el que crea la diferencia.
Bhai Gurdas dice en Meditación viva:
Si das un paso para refugiarte en el maestro, el maestro corre a tu encuentro dando cientos de pasos. Si te acuerdas una sola vez del maestro, el maestro te recuerda una y otra vez. Aun si tu devoción es tan pequeñita como un fragmento de conchita de mar, el maestro derrama todo cúmulo de beneficios sobre ti.
Vivir olvidados del Señor y del maestro y al mismo tiempo pedir su gracia, es como querer llenar una botella de agua con el embudo del revés. No funciona. El agua se derrama. Coloquemos bien el embudo para que se llene la botella; enfoquemos en el centro del ojo espiritual donde la gracia fluye siempre. Decía Teresa de Jesús (https://www.santateresadejesus.com/poesias/):
Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.
“Nada te turbe, nada te espante”. A esto se llega con una actitud de aceptación en la vida. Y a esa aceptación ante el destino se llega a través de la meditación. El “Quien a Dios tiene nada le falta” se logra a través de la meditación. La meditación nos eleva hacia Dios, mientras que el rezo intenta que Dios baje a nuestro nivel. La voluntad se fortalece con la meditación, de modo que podamos elevarnos por encima de sus efectos y saldar las deudas kármicas. Además, como dice el maestro Charan Singh en Spiritual Perspectives, vol. III:
A veces el Señor, por su amor y con su gracia, nos ayuda a reducir esta carga de karmas, o más bien a despejar nuestros karmas sin tenerlos en cuenta.
Vivir en la voluntad del Padre significa vivir y aceptar nuestro destino de manera feliz, lo cual no es nada fácil como sabemos por experiencia personal. Y el maestro sigue diciendo que eso no significa que el Padre lo haya escrito todo para que tengamos que pasar por ello, sino que siguen siendo nuestras propias acciones las causantes; que somos los creadores de nuestro destino.
No podemos hacer cálculos espirituales sobre lo que estamos haciendo y lo que debiéramos recibir a cambio, porque si pudiéramos ver (¡menos mal que no podemos!) el “debe y el haber” del libro de la “contabilidad espiritual” de todas nuestras vidas pasadas, veríamos en la quiebra en que nos encontramos. Este enfoque tiende a llevarnos a la falta de meditación y a la ociosidad. ¿Cuál es el planteamiento correcto según los maestros?:
Esta es la creación de Dios y nuestras almas están perdidas en ella.
Intentemos estar en el mundo material pero no con el mundo material.
Ahora es el momento de meditar, y no tan solo de rezar. Solo el Señor, con su gracia, puede llevarnos de regreso a la Fuente.
Finalmente, tengamos presente diariamente tres cuestiones esenciales. Que no pase un solo día sin recordarlas:
1. Agradecer a Dios todo lo que la vida nos trae, sea lo que sea.
2. Pedir perdón a Dios por todo lo que hemos hecho mal, lo recordemos o no lo recordemos.
3. Estar felices al saber que finalmente saldremos de este mundo material de la mano del maestro.